La oligarquía criolla y transnacional, sedienta de la sangre que derraman los jóvenes colombianos, soldados o guerrilleros, en la guerra que mantienen contra el pueblo y que estratégicamente niegan, reclutó forzadamente este martes 7 de abril por intermedio de sus Fuerzas Militares, al menos otras 17. 216 nuevas víctimas. Este gran número de muchachos condenados […]
La oligarquía criolla y transnacional, sedienta de la sangre que derraman los jóvenes colombianos, soldados o guerrilleros, en la guerra que mantienen contra el pueblo y que estratégicamente niegan, reclutó forzadamente este martes 7 de abril por intermedio de sus Fuerzas Militares, al menos otras 17. 216 nuevas víctimas.
Este gran número de muchachos condenados a entregar hasta la vida en aras de mantener y salvaguardar los privilegios de la rancia oligarquía criolla y los intereses de las multinacionales, fue «seleccionado» en los distritos militares en todo el país.
Están obligados a presentarse en los cuarteles para la escogencia cerca de 100.000 jóvenes, entre los cuales, desde luego, no están incluidos ni Gerónimo, ni Tomás Uribe, los hijos de Uribe, como tampoco los hijos de Juan Manuel Santos, ni de los generales, ni de quienes detentan el poder en este país del sagrado corazón.
Ese «privilegio» se lo dejan exclusivamente a los hijos del pueblo, ni más faltaba. Pueblo que además de aportar la sangre y las lágrimas, también tiene que poner el sudor y la plata para financiar la guerra fratricida que le han impuesto.
Los nuevos reclutas harán parte del contingente del segundo semestre del 2010 y serán asignados a todo el territorio nacional, donde se necesita que haya sangre para satisfacer a los amos.
Y hay de que estos jóvenes sean vencidos en combate y caigan en poder del enemigo, sí es que han salido vivos.
Estarán condenados por los mismos a quienes les han defendido sus privilegios, «patrióticamente» hasta la muerte, a pudrirse en las selvas, o como en el caso del mayor Julián Ernesto Guevara, a morirse sí han quedado heridos, ya que por ellos el estado no considerará soltara a ningún preso.
Ese es el destino para los hijos del pueblo, que regímenes como el de la «seguridad democrática» les tienen trazado.
Como no son ni Gerónimo, ni Tomás Uribe, ni los hijos de los Santos, ni de los poderosos, los que han caído, y seguirán cayendo en desgracia mientras haya guerra, no habrá intercambio humanitario de prisioneros, ni mucho menos diálogos de paz. Para eso hay miles de jóvenes con qué alimentar la hoguera.
«La dirección de reclutamiento estará atendiendo en jornada continua hasta que la última persona citada sea atendida y se resuelva su situación militar», señalaron «benévolamente» voceros castrenses.