Es en el dramático capítulo 24 del primer tomo del Capital, en donde Carlos Marx describiendo las terribles y violentas condiciones históricas de la «acumulación originaria del capital» y del surgimiento del modo de producción capitalista (capitulo que recomiendo leer actualmente a todos los colombianos letrados) recurre a la metáfora de la gravidez social y […]
Es en el dramático capítulo 24 del primer tomo del Capital, en donde Carlos Marx describiendo las terribles y violentas condiciones históricas de la «acumulación originaria del capital» y del surgimiento del modo de producción capitalista (capitulo que recomiendo leer actualmente a todos los colombianos letrados) recurre a la metáfora de la gravidez social y concluye el párrafo con la famosa sentencia: «La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva. Ella misma es una potencia económica».
Frase que ha tenido múltiples traducciones; unas bien intencionadas y otras no tanto (recordemos aquél aforismo latino «tradutore, traditore») por ejemplo en las palabra alemana «schwanger» que se puede traducir perfectamente por preñez, si se es médico por embarazo o si es lírico por grávida de un ser que lleva en sus entrañas, o la palabra compuesta «gebursts helfer» que literalmente significa ayudante-de-parto y ha sido traducida una veces como partera, otras como comadrona y ahora los postmodernos con tanta tecnología de guerra que existe la traducen como «obstetra».
Marx por ejemplo nunca escribió que la violencia es la partera de la historia, ni que la violencia fuera una fuerza ciega en sí misma o absoluta, ni menos aún que la violencia engendrara una nueva sociedad; sino que dejó bien claro su papel como ayudante- de-parto, y a continuación de la primera frase, de la cual no se puede separar sin adulterar completamente su pensamiento, le otorgó su sentido histórico como «Ökonomiche Potenz», es decir como una potencia en el sentido de fuerza económica.
Pero será F. Engels junto con los demás pensadores de la filosofía de la praxis, quienes con valiosos aportes adquiridos en carne propia, a lo largo de todas las guerras y violencias políticas habidas durante el violento siglo XX y parte del actual XXI, enriquecieron la concepción originaria de Marx ampliando este sentido de fuerza política, económica y social inseparable del Poder del Estado y de las clases que lo dirigen y que; como fuerza político social y económica puede llegar a convertirse en un proceso autónomo, complejo y contradictorio, cuyo final nunca estará garantizado de antemano: la sociedad que ha sido dada a luz puede ser progresista, pero también como lo ha demostrado abundantemente la historia universal hasta la fecha, de acuerdo a circunstancias socioeconómicas y políticas concretas, puede también tomar un rumbo regresivo que lleve a un nuevo conflicto violento.
Ha llegado el momento en Colombia en que debemos mirar la finalización del conflicto social y armado con perspectiva Histórica y de acuerdo a la mirada de la filosofía de la praxis, para sacar algunas enseñanzas concretas:
1- Lo primero que debe quedar claro es el postulado marxista de que la violencia política está íntimamente relacionada (durante toda la Historia de Colombia hasta la fecha) con el Poder del Estado y las clases minoritarias que lo han dirigido siempre.
2. En Colombia el ejercicio histórico de la violencia política durante las guerras civiles del S XIX hasta mediados del S XX, ha estado asociada con las luchas entre las facciones de las clases dominantes por el control del aparato estatal y del tesoro público, y fueron siempre resueltas mediante pactos político-económicos en las alturas de Poder dominante.
3. La violencia política que los historiadores del régimen fechan arbitrariamente en 1964 con el ataque militar colombo-estadounidense a Marquetalia y denominan «violencia subversiva»; en la práctica ha sido una «contra-violencia popular», consecuencia de condiciones socio-económicas y políticas determinadas. En el entretanto, la política económica trasnacional (neoliberalismo militarista) preñó o embarazó a la sociedad colombiana con una nueva sociedad que está pujando por nacer asistida por esa misma violencia política que ha hecho las veces de partera, dándole toda la razón a Marx.
4. Esta contra-violencia, partiendo de la idea marxista de que la violencia política no es un fin en sí mismo, ni un absoluto, ha desarrollado un cuerpo teórico-práctico denominado «Solución Política al histórico conflicto social armado colombiano para construir una nueva Colombia, en Paz con Justicia Social, Democracia verdadera y Soberanía», como instrumento con el cual el movimiento social se abra camino por calles y carreteras de Colombia y supere la vieja sociedad. Es decir para que la nueva sociedad vea la luz plenamente.
5. Pero también, debe estar claro que el parto de la nueva sociedad que se está dando actualmente con la finalización del conflicto armado colombiano, asistido por la partera de 60 años de violencia contrainsurgente apoyada por el gobierno de los EEUU, puede no necesariamente ir en la vía del progreso social y la democracia verdadera, y, por el contrario puede ser abortada en su fuente amniótica por las fuerzas «oscuras» del militarismo oligárquico y el nacional- catolicismo colombiano, ahora unidos en su cruzada regresiva o reaccionaria de conservar las formas ya agotadas y caducas de la sociedad colombiana.
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.