Iván Márquez asegura en esta entrevista que Santos no ha sabido leer las propuestas de las FARC. Evoca sus días de parlamentario; pide abonar un terreno que dé confianza a la guerrilla para hacer política abierta; insiste en la Constituyente y pronostica que René Higuita podrá materializar su sueño de participar en una Constituyente. También […]
Iván Márquez asegura en esta entrevista que Santos no ha sabido leer las propuestas de las FARC. Evoca sus días de parlamentario; pide abonar un terreno que dé confianza a la guerrilla para hacer política abierta; insiste en la Constituyente y pronostica que René Higuita podrá materializar su sueño de participar en una Constituyente. También fija posición sobre cómo deberá elegirse la Asamblea Constituyente y explica por qué los diez puntos que propusieron sobre participación política no son una «revolución por decreto» ni una lista de «imposibles». Revela que al M-19 sí le ofrecieron una Constituyente antes de que se desmovilizara y advierte sobre el peligro de que el tema de la entrega de armas se convierta en un inamovible del gobierno. Reconoce que los medios le están apostando con más decisión a la paz y reclama otro tratamiento para las protestas del Catatumbo: la respuesta de Santos a la movilización de los campesinos nos genera mucha desconfianza, dice. También pide espacios para la paz en Señal Colombia, los canales regionales y la Radiodifusora Nacional. Entrevista de Jorge Enrique Botero, enviado especial de www.Las2orillas.co
Cuba, verano del 2013.- Ya casi arde La Habana. Los termómetros marcan 33 grados y el licenciado Rubiela anuncia en el Noticiero Nacional de Televisión que en los próximos días subirá aún más la temperatura. Margarita escucha al licenciado mientras prepara la comida en su apartamento de la calle O, en El Vedado, y pronostica desde sus 82 años de habanera curtida que «este año hará un calor exorbitante!». Mientras tanto, aliviado por las aspas de un ventilador soviético, yo transcribo el contenido de la entrevista que le he hecho esta mañana a Iván Márquez, jefe de la delegación de paz de las FARC en los diálogos con el gobierno nacional.
Ha sido una suerte encontrar un respiro en la apretada agenda del jefe guerrillero.
«Es increíble, pero creo que trabajamos más durante las pausas de los diálogos que cuando hay Mesa», asegura Márquez.
El único lujo que se ha dado el comandante en estos días ha sido el de visitar un lugar que habitaba su imaginario desde hacía muchos años: la barra de El Floridita donde se paraba Hemingway a tomar daiquirís antes de ir a beber mojitos en La Bodeguita del Medio. Confiesa que este es su segundo acercamiento a la etapa habanera del escritor estadounidense, pues hace un par de meses fue de pesca a Cojímar en busca del viejo y del mar. Le recomiendo que visite el estremecedor museo de la finca El Vigía, donde vivió y escribió (de pie y descalzo) Hemingway a finales de los años 50 y comienzos de los 60, y Márquez lo anota en su agenda; también apunta una sugerencia bibliográfica: Hemingway en Cuba, del escritor Norberto Fuentes.
Cuando pienso que ya vamos a comenzar la entrevista, se atraviesa el fútbol en el camino, por cuenta de un «todo bien, todo bien» que él contesta cuando le pregunto cómo van las cosas. Márquez comenta que el Pibe Valderrama es un hombre de paz, «como la gran mayoría de la gente del común, como la gente sencilla de este país». La aparición del Pibe en la escena evoca sin remedio el año 90, cuando René Higuita no pudo ser incluido en la lista de candidatos del M-19 a la Asamblea Constituyente de 1991 y al ser preguntado sobre el tema por los periodistas, el guardameta contestó con su sonrisa enorme y perpetua: «pa la próxima, pa la próxima».
«¡Ojalá Higuita cumpla su sueño de hace 22 años de ser Constituyente! Él sería un excelente representante del país nacional», dice este experimentado líder insurgente que empezó a hacer política desde muy joven en el departamento del Caquetá, al lado -entre otros- de Raúl Reyes.
Márquez recuerda que él y Reyes, participaron en una correría electoral con Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla por varios municipios del departamento. «Todos muertos menos él», pienso yo mientras sigo escuchando el relato del entrevistado.
En las 2 orillas…
A comienzos del 81, el joven dirigente político decidió tomar las armas, convirtiéndose, «por cuenta del Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala», en guerrillero del Tercer Frente de las FARC que operaba en las montañas aledañas a Florencia y a poblaciones cercanas: Montañita, Paujil, El Doncello, Puerto Rico.
Sin embargo, no había pasado ni dos años en el monte cuando se firmaron los acuerdos de La Uribe, entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC,y Márquez fue trasladado el Frente 14. Estando allí llegó la orden del Secretariado de fundar juntas patrióticas en toda el área del rio Caguán. Dichas juntas eran los órganos de base de la naciente Unión Patriótica y el comandante bajo las órdenes de Jorge Briceño, el Mono Jojoy, se la jugó a fondo por esta iniciativa política. Los miles de pobladores de la región, excluidos e ignorados por el Estado durante décadas, respondieron con entusiasmo a la invitación de las FARC para unirse a la UP. Los guerrilleros no dejaron de visitar ni uno solo de los pueblos regados a lo largo del formidable Caguán.
«Nosotros también nos movíamos en las 2 orillas, pero del río», bromea aludiendo al nombre de este portal.
Márquez hace un esfuerzo para «recomponer los espejos rotos de la memoria» y evoca los días en que las juntas patrióticas «florecían silvestres, como la exuberante vegetación de aquellos territorios». En el 85 ya estaba metido de lleno en las actividades de la UP; viajó a Bogotá para participar en un encuentro nacional en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada y cuando regresaba a Florencia, él y su comitiva fueron arrestados en El Dorado. Esposados y con los ojos vendados, fueron conducidos a las instalaciones de la Brigada 13 del ejército. La presión política ejercida, entre otros, por Jaime Pardo Leal, Alberto Rojas Puyo y Ovidio Salinas, obligó a su rápida liberación, pero el jefe guerrillero entendió de inmediato que el escenario político al que llegaba iba a estar sembrado de obstáculos.
Campaña electoral en el Caquetá
Durante la campaña electoral en el Caquetá, el candidato por la Unión Patriótica a la Cámara de Representantes fue acosado permanentemente por la fuerza pública y sostuvo agrios enfrentamientos verbales con oficiales del ejército que se empeñaban en impedirle el contacto con los ciudadanos de la región. «En El Norcasia -recuerda Iván Márquez- el coronel Castro llegó al extremo de arrebatarme el micrófono y se echó su discurso».
Sin embargo, el episodio que se ha instalado con más nitidez en su memoria no tiene que ver con los tropiezos afrontados, sino con el amor recibido. Fue durante el acto de lanzamiento de la UP en la capital del Caquetá.
«Habían ido a Florencia Jaime Pardo Leal y Manuel Cepeda y la expectativa por escuchar a estos grandes oradores era inmensa. Recuerdo que salimos del Hotel Plaza y teníamos que atravesar todo el parque central hasta llegar a la tarima. Aquel trayecto fue eterno: la gente primero me daba la mano, después llegaron los abrazos y luego sentí que una multitud se me abalanzaba hasta dejarme prácticamente asfixiado», narra Márquez.
¿Y qué sintió usted en ese momento?
«Sentí el afecto del pueblo. Su amor por una guerrilla que ha luchado durante tanto tiempo por los derechos de los pobres, de los excluidos.»
Pero ese amor no se refleja en las encuestas, donde aparecen con el uno por ciento de popularidad, le digo.
«La delegación del gobierno en la mesa nos exhibe esas encuestas con frecuencia y nosotros les decimos que la realidad es muy distinta. En un país donde impera el terrorismo de Estado nadie puede pretender que la gente exprese en una encuesta sus afectos por las FARC. Esta guerrilla se ha mantenido durante tantos años debido al apoyo popular. La gente nos quiere, si la gente no nos quisiera, si no nos amara, las FARC no habrían resistido todo este tiempo, subraya Márquez.» Y remata citando a Simón Bolívar: «…nada podrá detenernos si el pueblo nos ama».
De la curul a la jefatura del Bloque Sur
Márquez no recuerda con cuantos votos salió elegido, pero sí tiene almacenados con nitidez varios momentos de su paso por el Capitolio Nacional y de su vida en Bogotá. Asegura que era poco lo que se podía hacer realmente por la gente desde su curul; logró que se destinaran algunos auxilios parlamentarios a las zonas agrarias del departamento y participó en varios debates al lado de Hernán Motta y de otros congresistas de la UP. A esas alturas, el exterminio ya estaba en marcha: recién elegidos y sin siquiera posesionarse habían sido asesinados Leonardo Posada y Pedro Nel Jiménez, representantes de la Unión Patriótica por Santander y Meta, respectivamente.
El círculo de acoso contra Iván Márquez se cerraba. Un día apareció una corona fúnebre recostada en la puerta del apartamento en Bogotá. Las orquídeas moradas de la muerte venían acompañadas de su respectivo sufragio en el que se lamentaba su deceso. A pesar de que andaba en carros oficiales, con escoltas del DAS, cada movimiento suyo era objeto de persecuciones cinematográficas. Sus guardaespaldas le decían «nos persiguen los Feos (agentes del extinto F-2 de la policía)», y había que meter a fondo el acelerador para esquivarlos. En un recorrido por el Barrio Obrero de Florencia eludió otro encuentro con la muerte que le tenían preparado sicarios en motocicleta.
«Hasta que llegó la orden de Manuel Marulanda y Jacobo Arenas: -¡Iván, usted se viene inmediatamente!-. Camino a Casa Verde, cuando íbamos por el páramo de Sumapaz, escuchamos estremecidos la noticia del asesinato de Jaime Pardo Leal», relata Márquez.
En Casa Verde, Marulanda y Arenas le notificaron que dejaba la curul para irse de nuevo a la selva, como jefe del Bloque Sur de las FARC. Desde entonces hasta el mes de septiembre del año pasado, cuando se iniciaron los diálogos de paz con el gobierno, ha permanecido en montañas y selvas de casi todo el territorio nacional. Ha comandado tropas en la Amazonía y en la Orinoquía; en los llanos orientales; en Antioquia y Chocó; en toda la costa Caribe y en la larga y caliente frontera con Venezuela, de La Guajira hasta el Catatumbo.
Pasadas las evocaciones, entramos en materia.
Comandante, se ha levantado toda una polvareda política con la cantidad de propuestas que lanzan ustedes cada mañana desde La Habana…
«No sé por qué tanta estridencia. Las propuestas que hemos expuesto en La Habana son fundamentalmente una síntesis de los foros en los que participan organizaciones sociales, políticas y gremiales. También hemos tomado como insumos las conclusiones de los foros regionales organizados por las comisiones de paz de Senado y Cámara. Agréguele a eso nuestras propias elaboraciones, entre ellas la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia. De la conjunción de todo lo anterior es que han salido nuestras propuestas. No creo que nuestro discurso esté siendo archirevolucionario. Estamos hablando apenas de propuestas mínimas. Las llamamos así para significar que no estamos planteando un programa radical. Lo que queremos es llegar a un entendimiento con el gobierno en la mesa de conversaciones alrededor de unos puntos que nos lleven a la terminación del conflicto. Vea usted que hombres como el ex ministro Rudolf Hommes han dicho que, si la paz depende de ello, él suscribiría ya mismo las propuestas contenidas en nuestra plataforma.»
¿Le han llamado especialmente la atención las posiciones de otros columnistas o dirigentes políticos o gremiales?
«Hay un alud de gente que ve con muchas posibilidades la construcción de un acuerdo y eso sucede por la sencilla razón de que no estamos proponiendo una revolución por decreto en la Mesa, como equivocadamente está pensando el presidente Santos. Lo que queremos propiciar es un ambiente para el entendimiento.»
¿Si no hay Asamblea Constituyente no hay paz?
«La Constituyente realmente es el espacio más idóneo para sellar el Pacto de Paz con el que han soñado los colombianos durante tantos años. Nosotros confiamos mil veces más en el constituyente primario que en poder constituido. El pueblo soberano es la autoridad legítima de la nación y nosotros nos someteremos a la voluntad popular, a lo que diga el pueblo en esa Asamblea Constituyente. Le aseguro que no es un capricho nuestro: la Constituyente es el camino a la paz. Algunos han argumentado que este no es un tema de discusión pactado en la Agenda, y eso fundamenta el no rotundo de la Delegación del gobierno; sin embargo, la esencia el Acuerdo General es la participación ciudadana como lo consigna el preámbulo. Pero además en el segundo punto referido a la participación política se incluyen «mecanismos democráticos de participación ciudadana, incluidos los de participación directa, en los diferentes niveles y diversos temas», que en la práctica es la definición de la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente. Y mencionemos además que el sexto punto cuando se habla de refrendación se deja abierto el concepto para que le demos la aplicación más conveniente. Más claro no canta un gallo.»
¿Piensan «refundar la república», como tituló recientemente Semana?
«No debe olvidar el gobierno que se comprometió realizar reformas institucionales. Cito textualmente el siguiente ítem del tercer punto del acuerdo: -El Gobierno Nacional revisará y hará las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz-. Lo de la refundación de la república me parece una exageración del jefe de la delegación del gobierno y del propio presidente Santos. No! Lo que nosotros estamos pidiendo es que la letra muerta de la Constitución donde se reivindican los derechos, tome cuerpo, resucite en la vida diaria de los colombianos. Los derechos consagrados en la Constitución del 91 deben aplicarse a la realidad
Es más, si se está hablando del paso de la guerrilla a la política sin armas hay que discutir algunas cosas primero. Por ejemplo, una urgente y necesaria reforma al sistema electoral. Así como está, éste sistema es una trampa. Es que no se trata de la incorporación de la guerrilla al sistema político vigente. Hay que recuperar por ejemplo la descentralización participativa que tenía la Constitución del 91 y superar el contrasentido que existe entre los propósitos sociales de la primera parte de la Carta y las derivaciones neoliberales del resto de su contenido. Hay que cambiar las cosas, hay que preparar el terreno con reformas políticas y otras como la judicial, adecuarlo para que la guerrilla sienta confianza en la participación política directa. Y no solamente la guerrilla: queremos que todo el país participe. Que el pueblo haga parte de las decisiones estratégicas a nivel político, económico y social.»
¿Cómo se definiría la composición de la Asamblea Constituyente que ustedes proponen?
«Tiene que haber participación de la guerrilla, obviamente. Pero también de todos los sectores sociales, políticos y gremiales del país. Como decía nuestro comandante Jacobo Arenas, que los distintos sectores sociales del país elijan en eventos democráticos internos a sus voceros. De esta forma, habrá representación de los partidos, de los campesinos, las negritudes, los gremios, los sindicatos, los indígenas, los estudiantes, las mujeres, la población LGBTI. En fin, una representación que blinde a futuro el Acuerdo de La Habana para que no llegue mañana un presidente a pretender desconocer lo pactado.»
Todo lo que usted me está diciendo hace parte de lo que algunos, incluso en el gobierno, han calificado como «los imposibles de las FARC».
«No son ningunos imposibles! Recuerdo ahora un texto del académico Carlos Medina Gallego, profesor de la Universidad Nacional, quien, citando a Jorge Eliécer Gaitán, nos trajo esta frase extraordinaria del caudillo: -Lo imposible no es más que lo difícil visto por ojos donde no ha nacido la fe y ha muerto la esperanza-. Al gobierno de Colombia le hace falta más fe; tiene que creer más en este proceso de paz. Ser más arrojado, más resuelto. Tenemos la paz muy cerca, muy próxima! así que el gobierno debería dejar tanta prevención respecto a la participación popular en una Asamblea Nacional Constituyente. Esta será el escenario ideal para dirimir los desencuentros, los disensos; para resolver los pendientes o salvedades que por el momento están en el congelador a la espera de resolución. Y para deliberar sobre los cambios institucionales que definan el destino Colombia.»
Ustedes han argumentado que si el proceso de paz con el M-19 terminó en una Constituyente, por qué con este no puede pasar lo mismo. Sin embargo, varias personalidades políticas y voceros del propio M-19 han dicho que eso es una inexactitud histórica.
«Al M-19 sí le ofrecieron una Constituyente para lograr su desmovilización. Todo lo que ocurrió en 1991 fue resultado de los pactos y ofrecimientos que se le hicieron al M-19. En más, con ese cuento sonsacaron al M-19 de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. Esa es la verdad histórica.»
Escuchándolo hablar con semejante ímpetu sobre la paz y la Constituyente, me hace recordar una frase de Horacio Serpa durante el lanzamiento de un libro que escribió Carlos Lozano sobre este proceso: la prueba reina de que habrá paz es que las partes están discutiendo cómo refrendar los acuerdos alcanzados.
«Tiene toda la razón el doctor Serpa. Podemos decir que él es un hombre que tiene esperanza de paz, como la mayoría en Colombia. Y ya que recuerda esa frase de él, yo le cito otra joya que pronunció durante el mismo acto. Palabras más, palabras menos, Serpa dijo -cómo vamos a pretender que le digamos a los guerrilleros: vengan para acá, entreguen su fusil y mañana se presentan a las ocho de la mañana en tal cárcel. ¡No me crean tan zoquete!-. Eso se llama realismo.»
Andrés París, uno de los voceros de las FARC dijo recientemente en entrevista con El País de Cali que no veremos la foto de los guerrilleros entregando sus armas…
«Yo creo que con esa frase se armó una tempestad en un vaso de agua. El mismo gobierno nos ha sugerido como ejemplo el proceso de Irlanda y yo pregunto: ¿El IRA entregó las armas? No las entregó. Lo que pactaron fue que las armas quedarían lejos de su uso. Esperamos que no se vaya a hacer de este punto un inamovible, porque eso sería ponerle un palo a la rueda de la paz. Lo importante es que lleguemos a un acuerdo para que las armas no se usen.»
¿La razón para que esa foto nunca exista tiene que ver con el honor militar?
«Mire, nosotros estamos aquí es para conseguir la terminación del conflicto. Las guerras no son eternas, llegan a un fin. El general Jorge Enrique Mora nos dijo algo que nos llamó poderosamente la atención: casi todas las guerras terminan en una mesa de conversaciones. Y nosotros estamos totalmente de acuerdo con él. Esta guerra no será eterna. Ha llegado a un punto en que hay que concluirla y hay que hacerlo de la mejor manera, generando un ambiente propicio para construir sobre bases sólidas una paz estable y duradera.»
Se le están midiendo ustedes a un debate político y jurídico de alto vuelo. Podemos saber quiénes los asesoran? Se menciona insistentemente a Álvaro Leyva…
«El país debe saber que en la Mesa las partes pueden traer expertos para que expongan las distintas temáticas. Por ejemplo, en la discusión del tema agrario estuvieron catedráticos de la importancia de Absalón Machado, Darío Fajardo, Francisco Gutiérrez y el profesor Jairo Estrada, postulados por el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional, todos ellos autorizados por el gobierno. Para el tema de la participación política le hemos pedido al Centro de Pensamiento que designe unos profesores que vengan a hablar de este asunto.»
¿Pero Leyva los asesora en el tema constitucional?
«Con esto hay que tener mucho cuidado, porque aquí hay una vieja tradición de estigmatizar a las personas para después eliminarlas físicamente. Álvaro Leyva no es un guerrillero, es un ex ministro de Estado; dirigente conservador que conoce muy bien la política colombiana. Leemos y estudiamos lo que opina Leyva, como lo hacemos con otros excelentes constitucionalistas. Sobre Leyva puedo decir que es un adalid de la paz, y su vinculación a este tipo de procesos tiene raíces históricas. Es un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a la búsqueda de una salida política del conflicto. Gente con estas características genera confianza en la insurgencia. Creo que hay que dejarlo jugar en este proceso en el que podría desempeñar un papel muy importante.»
¿Cuál es el sentido de su propuesta de aplazar por un año las elecciones?
«Generar una atmósfera favorable al proceso de paz. Pero parece que el gobierno no ha sabido leer correctamente nuestra propuesta. Cuando lanzamos esta iniciativa lo que queremos es generar un espacio para poder avanzar sin sobresaltos, sin los acosos de los tiempos electorales en la construcción del Acuerdo. Es muy molesto trabajar escuchando el chasquido del látigo del tiempo y de los ritmos. No podemos precipitar las cosas. Lo dijimos en Oslo: una paz mal hecha es peor que una guerra. La convocatoria a una Asamblea Constituyente puede incluir el aplazamiento de las elecciones. Un año para seguir el proceso y rematar el Acuerdo en una Constituyente. Así, al terminar sus labores en diciembre del 2014, la Constituyente convocaría a elecciones presidenciales y legislativas. Gana Santos, gana Colombia, y gana todo el mundo.»
¿Cómo observan lo que está ocurriendo en la región del Catatumbo?
«Muy grave. El gobierno está procediendo de una manera reprochable. Cómo es posible que suelten los escuadrones brutales del ESMAD y del ejército contra campesinos desarmados so pretexto de que son guerrilleros! Cuatro campesinos muertos, varios heridos y detenidos, centenares judicializados… En la Mesa se acordó la titulación de todas las tierras que estén en posesión de los campesinos y eso es lo que piden los labriegos del Catatumbo. Lo que ocurre hoy en esa región nos genera desconfianza; un gobierno que está pactando cosas aquí y las desconoce en la realidad no puede producir algo distinto a la desconfianza. Una aspiración justa y sentida de la gente es la formalización de la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo, que también es un compromiso gubernamental. Es inaudito que estos asuntos no los esté manejando el Ministerio de Agricultura, sino el de Defensa.»
Cómo valoran hoy el comportamiento de los medios de comunicación frente al proceso y qué esperan de un eventual Acuerdo en materia comunicacional.
«Da la impresión de que en esta última etapa los medios le están apostando a la paz con más decisión. Están difundiendo lo que se produce en la Mesa y permiten que se escuchen las versiones de ambas partes. Eso es muy importante pero insuficiente. Hay que dar otros pasos: deberían abrirse espacios televisivos institucionales, en Señal Colombia, los canales regionales y la Radiodifusora Nacional, dedicados al tema de la paz. Programas que hagan pedagogía de la paz, para que la gente entienda lo que se está discutiendo.»
¿Finalmente, comandante Márquez, qué dice Timochenko de todo lo que está pasando?
«En las FARC hay unidad de criterios. Somos una dirección colectiva y los voceros cuentan con el respaldo de todos los miembros del Secretariado, encabezados por el comandante Timoleón Jiménez; también tenemos el apoyo del Estado Mayor Central, de los estados mayores de los bloques, de los estados mayores de los frentes y de todos los combatientes.»
Justo cuando termina esta entrevista, un helicóptero militar cubano sobrevuela la zona de la ciudad donde nos encontramos y el instinto enciende las alarmas del jefe guerrillero. Caigo en cuenta de que, durante unos segundos han pasado por su mente, como ráfagas, muchos de los episodios de guerra que ha vivido en 32 años de monte y selva. Estrecho la mano que me extiende Iván Márquez y le agradezco por el tiempo que le ha dedicado a Las 2 Orillas mientras pienso por dónde diablos titular esta pieza periodística.
Fuente: http://www.las2orillas.co/reveladora-entrevista-de-jorge-enrique-botero-ivan-marquez/