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Colombia y Venezuela

La paz latinoamericana está en juego

Fuentes: Rebelión

En las últimas horas los mandatarios de Venezuela y Colombia se refirieron al incidente diplomático entre ambos países, ocasionado por el recibimiento que hizo el presidente Juan Manuel Santos al terrorista venezolano Henrique Capriles Radonski, en la Casa de Nariño. Ambas declaraciones, analizadas atentamente, expresan el interés de los mandatarios de buscar la superación de […]

En las últimas horas los mandatarios de Venezuela y Colombia se refirieron al incidente diplomático entre ambos países, ocasionado por el recibimiento que hizo el presidente Juan Manuel Santos al terrorista venezolano Henrique Capriles Radonski, en la Casa de Nariño. Ambas declaraciones, analizadas atentamente, expresan el interés de los mandatarios de buscar la superación de este incidente que nunca debió de acontecer.

Las declaraciones del presidente Nicolás Maduro reflejó un alto sentimiento de responsabilidad sensatez y absoluta madurez como corresponde a un Jefe de Estado, al declarar que su gobierno está en disposición de tratar la controversia en el plano diplomático y político, siempre que haya un absoluto respeto al gobierno democráticamente electo por los venezolanos, la soberanía y la independencia de su país. Expresó que su canciller Elías Jaua está instruido por su Gobierno para reunirse con la parte colombiana y entregar las pruebas que demuestran que desde Bogotá se están desarrollando acciones conspirativas contra la República Bolivariana de Venezuela.

Por su parte el presidente Santos, también expresó el interés de superar el incidente que él calificó como un «mal entendido». Con está declaración, de hecho y de derecho el presidente admite que él y su Gobierno cometieron un grave error al recibir a un sujeto cuya trayectoria política en los últimos años lo señalan, no ya como un representante de la extrema derecha política venezolana, sino como un activo líder incitador a la violencia que el pasado 15 de abril provocó la muerte de 11 ciudadanos venezolanos opositores a Capriles o simples ciudadanos inocentes, incluyendo un niño, un centenar de heridos y cuantiosos daños materiales. Acciones realizadas de manera consciente y con toda la intencionalidad de provocar el caos y la desestabilización en Venezuela, de ahí el carácter terrorista del señor Capriles Radonski.

No es una manipulación política ni mediática calificar de terrorista al señor Capriles, su accionar y sus antecedentes así lo confirman, está documentado que fue un activo participante en el Golpe de Estado del 2002 y cumpliendo, entre otros, con ese objetivo golpista encabezó una horda de facinerosos en el ataque artero que realizaran contra la embajada cubana en Caracas. En este nuevo escenario político venezolano Capriles fue más lejos, ordenó atacar y asesinar no sólo a sus compatriotas chavistas, sino también a los centros médicos atendidos por profesionales cubanos a quienes sus peones en las redes sociales acusaban de estar escondiendo urnas y apañando un supuesto fraude electoral. ¡Que vergüenza!

Precisó el mandatario colombiano que deseaba solucionar la controversia por la vía diplomática, como se había acordado con el desaparecido líder bolivariano Hugo Chávez Frías en San Pedro de Alejandrino, vía que siempre utilizarían para conversar sobre las relaciones bilaterales en privado y no públicamente. Precisamente allí está el grave error del mandatario neogranadino. Si ese fue el acuerdo, ¿por qué el Presidente a través de su canciller o directamente no conversó previamente con la parte venezolana y les anunció que por H o B razón recibiría a Capriles Radonski?

El presidente es un hombre de mucho talento, inteligente, graduado en Harvard, varias veces ministro y conoce muy bien las normas y las practicas diplomáticas, más aún, cuando no se trata de recibir a un simple opositor de un gobierno con el cual se mantienen cordiales relaciones diplomáticas, se trata de un personaje que está acusado y bajo sospechas de ser responsables de graves crímenes y violaciones al derecho y a la Constitución de su país. Por otro lado, no es cierto que fue una visita privada al recibirlo en la Casa de Nariño, ese fue un reconocimiento político a un sujeto cuyas acciones perjudican hasta el propio interés del mandatario colombiano no sólo en su empeño de Paz, incluso en sus intenciones reeleccionista. Resulta muy extraña esta conducta presidencial, salvo que ello obedezca a un interés de un poder foráneo superior.

Analicemos: el recibimiento de Capriles Radosnki se realiza a cuarenta y ocho horas de la visita del Vicepresidente Joe Biden, a Bogotá. A una escasa semana de la celebración de la cumbre de los países latinoamericanos de la costa pacifica en Cali, Colombia, con la asistencia de Perú, Chile y Méjico. Costa Rica y España como observadores. La visita de Biden a Brasil y a Trinidad Tobago, donde además se encontró con los líderes de los países caribeños. Apenas a un mes de la visita del presidente Barak Obama a Méjico y Costa Rica y al encuentro de este con los mandatarios centroamericanos. Obviamente que las visitas de los máximos dirigentes estadounidense a estos países tienen un objetivo e interés político y económico determinado.

En Colombia, darle respaldo al presidente Santos para que fortalezca el trabajo en el esfuerzo de consolidar la llamada Alianza del Pacifico todo dirigido contra el MERCOSUR y UNASUR. A Brasil para convencerlo de que como país rico y emergente puede integrarse en una alianza económica con Estados Unidos para beneficios mutuos. A los caribeños y centroamericanos prometerles una mejor relación económica mediante la supuesta integración de mercados con Estados Unidos y obviamente con la lógica intención de dividir y deslegitimar las posibilidades seguras de Petrocaribe dada la supuesta fragilidad y critica situación económica de Venezuela que los enemigos de la Revolución Bolivariana vienen pregonando en una gran campaña mediática muy especialmente desde Colombia, Perú, Chile y algunos medios de prensa Argentinos. Obviamente también apuntan contra el ALBA y la CELAC.

En este escenario, la oligarquía bogotana teniendo en el presidente Santos su más alto exponente maniobra políticamente y se cuida de no desobedecer los lineamientos de Washington, hay que cumplir con los deberes del norte aún a riesgo de poner en peligro sus aspiraciones tanto reeleccionista como de convertirse en el Presidente que lograría la Paz para su pueblo que tanto lo merece y que le reservaría un sitio de honor en la historia de Colombia. Santos sabe perfectamente que Capriles Radonski es un viejo aliado de su más peligroso adversario político el ex presidente Uribe Vélez y comparte con él no sólo su ideología fascista, sino que fue favorecido en todos estos años por Uribe para realizar acciones desestabilizadoras contra el gobierno bolivariano con el respaldo del narcoparamilitarismo.

El presidente Santos Calderón conoce a cabalidad que una retirada de Venezuela de las conversaciones de Paz en La Habana coloca a la Mesa de Negociación en una seria encrucijada, la presencia venezolana como acompañante no es sólo importante para las FARC-EP hoy por hoy para el gobierno colombiano y especialmente para el presidente Juan Manuel Santos, este proceso es estratégico para sus aspiraciones continuista, la correlación de fuerza internamente favorece más a los sectores que la apoyan nacional e internacionalmente, incluido el gobierno estadounidense que durante la visita de su vicepresidente lo respaldó. Estoy convencido que la prudencia y lucidez del presidente Maduro y su equipo gubernamental, por lo que representa para el pueblo colombiano y la integración latinoamericana, preservaran los diálogos de Paz. Hay que advertir que en el breve periodo de tiempo que ha gobernado Venezuela siempre ha respetado a sus vecinos y especialmente al gobierno de Santos y esa conducta hay que reciprocarla.

En el plano económico a pesar de lo que dicen algunas publicaciones colombianas en su desaforada campaña contra el gobierno del presidente Maduro, no es Venezuela quien se afecta comercial y económicamente, es el empresariado agroindustrial colombiano el que sufriría un severo golpe y por ende la economía neogranadina, ya esa historia la vivieron cuando Uribe Vélez en su cruzada contra el presidente Chávez, provocó la crisis diplomática y comercial que llevó a un decrecimiento en el intercambio comercial de 5000 mil millones de dólares anuales a casi 300 millones, afectando a casi un millón de trabajadores colombianos que perdieron sus empleos, una crisis en la industria de montaje automovilística y severo golpe a sectores agroindustriales entre ellos a Colanta y entre otros sectores a los integrantes del Sindicato Antioqueño. ¿Estará el presidente Santos dispuesto a perder el terreno avanzado, que beneficia a su país, en el intercambio comercial y económico con Venezuela?

Por último, las declaraciones del Presidente Santos anunciando que gestionaría el ingreso de Colombia en el tratado de Atlántico Norte (OTAN) es un anuncio muy serio y peligroso para la región, no sólo para Venezuela que es para Estados Unidos y sus aliados el enemigo inmediato, también entra en contradicción con los acuerdos de UNASUR y lo refrendado por los ministros de Defensa de esta instancia suramericana.

Acaso Estados Unidos estará planeando usar el esquema europeo de intervención militar como lo hizo en Libia utilizando a Francia y la Gran Bretaña como fuerza de ataque y ocupación. ¿A Colombia para intervenir en algún país vecino?. No cabe duda, de dar un paso como este, se demostraría que la conspiración contra Venezuela está en marcha.

(*) Tony López Rodríguez es Periodista y analista internacional cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.