Con la presencia de Beltrán, Jefe negociador del ELN, y de Gustavo Petro, Presidente de Colombia, quedó instalado el Comité Nacional de Participación (CNP), con 81 delegados pertenecientes a 30 sectores sociales. Como parte del comienzo formal de un «Cese al fuego bilateral» acordado por 6 meses, en la ronda de conversaciones realizada en Cuba.
«Cuenten con nosotros para resolver causas, y no consecuencias», fueron palabras de Pablo Beltrán, dejando en claro que la violencia armada es pequeñísima en comparación con la violencia sistemática del Estado que hambrea, mata y extingue al pueblo.
María Consuelo Tapia, integrante del equipo negociador, dejó definiciones políticas muy precisas, al reclamar «hechos de Paz», que permitan a los sectores más preteridos del pueblo dar voz a demandas históricas, a exclusiones ancestrales y muy actuales, en la búsqueda «de una sociedad dialogante» para resolver sus problemas estructurales históricos. En su discurso Gustavo Petro manifestó la posición que representa como parte del Estado colombiano. Hay dos elementos centrales en sus palabras que se repiten: la necesidad de poner fin a las formas de violencia histórica en el ejercicio de la política, y que los resultados de este proceso de diálogos para la paz sean fruto de un gran acuerdo político-nacional.
Pablo Beltrán por su parte señaló los peligros que acechan a la paz, en tanto el gobierno es una porción del Estado, y hay sectores de las élites que no aceptan el actual proceso de conversaciones, y habrá que observar su conducta en el tiempo. A su vez, hizo énfasis en la participación de la sociedad en la construcción de propuestas de transformación social para la Paz. Y que estas no queden como declaraciones, sino que se garantice su implementación producto de un gran acuerdo político de distintos sectores a nivel nacional.
El gobierno piensa en un gran acuerdo político nacional que resuelva la violencia. El ELN considera la construcción de ese acuerdo como una vía para encausar verdaderas transformaciones sociales, económicas y políticas, con el pueblo como protagonista.
El Cese del Fuego debe permitir avanzar lo más posible en tres puntos fundamentales para transitar hacia un acuerdo. El primero está relacionado a la participación de la sociedad, orientado a construir las metodologías de ese ejercicio de participación que se inicia. El segundo punto, es el de la democracia para la paz, que está dirigido a realizar un diagnóstico de los problemas estructurales de la sociedad colombiana. Y el tercero es definir las transformaciones para la paz, que se derivan del diagnóstico anterior. La mesa establecida es para impulsar, con toda la fuerza posible de este instante histórico, las verdaderas transformaciones y cambios de la sociedad.
En esta coyuntura, La Tizza entrevista a Antonio García, Primer Comandante del ELN.
LT: Como sabemos el paramilitarismo ha tenido siempre una función específica dentro del tipo de dominación de Estado que se ha instaurado históricamente en Colombia. ¿Cómo se preparan para asumir los riesgos políticos y militares del proceso de paz en cuanto a la presencia de grupos paramilitares que realizan acciones de las que luego culpan al Ejército o al propio ELN?
AG: La amenaza del paramilitarismo no es solo en tiempos de Cese el Fuego, sino permanente. Se sabe que el paramilitarismo es un componente esencial de la doctrina contrainsurgente del Estado colombiano, por eso sobrevive a gobiernos. El paramilitarismo más que una estructura es una modalidad para realizar las operaciones encubiertas del Estado. Realiza todo aquello que debe hacer el Estado, pero que colocaría en riesgo su legitimidad y le traería serias dificultares jurídicas nacionales e internacionales.
Sabemos que los paramilitares tienen patente de corso para usar el negocio del narcotráfico para financiar con autonomía sus estructuras y operaciones. Se encargan de realizar asesinatos selectivos contra dirigentes sociales y comunitarios, masacres para infundir terror a las comunidades y hacer que desistan de sus luchas. Actúan, además, como fuerza de choque de las corporaciones transnacionales interesadas en desplazar a las comunidades de los territorios donde requieren impulsar la explotación de recursos.
En la actualidad y durante el curso del Cese el Fuego son un aparato funcional a las fuerzas militares para realizar operaciones ofensivas en territorios de presencia y movilidad de la guerrilla. Con el propósito de afectar a las comunidades y continuar con su política de despojo, y constreñir los espacios de permanencia y movilidad de la guerrilla. Eso le sería favorable al Estado desde el punto de vista estratégico.
Son funcionales al Estado, gracias a ellas este no asume responsabilidades y las deja actuar militarmente en nuestra contra. Por tales razones, el ELN está en libertad de actuar contra ellas, con esos grupos y bandas no rige el Cese al Fuego.
LT: En cuanto a posibles avances en otros temas de la agenda en los diálogos de Paz —por ejemplo, la participación política, la reforma agraria, etc.— ¿Qué temas están en discusión ahora mismo de cara a la próxima ronda de conversaciones en Venezuela?
AG: Los tres primeros puntos de la Agenda y que están referidos a Participación de la Sociedad, Democracia para la Paz y Transformaciones para la paz, se realizarán en el transcurso del Proceso de Participación. Se establecerá un diagnóstico de los grandes problemas existentes en el país en el campo económico, social, político, cultural y sobre todo el tratamiento de los conflictos en la sociedad como parte de la gestión del Estado. En el uso de la fuerza y de las armas que al final termina siendo el generador y reproductor del conflicto armado. Luego de este diagnóstico se pasará a formular una Agenda de Cambios o transformaciones, ambos aspectos se construirán con base en un Acuerdo Nacional, para hacer que Colombia cambie para bien de todos.
En el cuarto ciclo a realizarse en Venezuela se evaluarán los acuerdos que no se han cumplido y que siguen siendo esenciales para la continuidad del proceso y además se continuará avanzando en la construcción del Diseño de la Participación de la Sociedad. Se revisarán dificultades existentes y se examinará cómo avanza el trabajo con el Comité Nacional de Participación para armonizar proyecciones.
LT: Se ha implementado hasta el presente un formato de Justicia Especial para la Paz, que tenía propósitos declarados y después tuvo una modalidad particular de implementación, no siempre de acuerdo a lo diseñado ¿Qué valoraciones hace el ELN de la forma de Justicia Especial para la Paz diseñada en el proceso con las FARC-EP? ¿Qué críticas se le podrían hacer a su proceso de implementación?
AG: Siempre hemos dicho que ese acuerdo no se estableció con el ELN, por tanto, en nada tiene que ver con nosotros. La estructura de los acuerdos construidos entre el Gobierno y el ELN es distinta, y lo conversamos con el gobierno de Santos cuando querían que fuera aceptado por el ELN. Les dijimos con toda claridad que lo que no se discutiera en la Mesa del ELN, nosotros no lo aceptábamos. Partimos de que en las negociaciones con el ELN prima un acuerdo político referido a la solución del conflicto armado. Y la futura condición jurídica del ELN también es un acuerdo político y como tal está escrito en uno de los puntos de la Agenda. Para el ELN la Justicia Especial para la Paz es parte de la institucionalidad del Estado y por tanto nosotros no la aceptamos.
LT: Si tomamos en cuenta que hay diferencias en lo que pudiéramos llamar la gestión de Petro, contradicciones entre los distintos sectores de la coalición de gobierno, y las disputas con otros sectores —algunos muy reaccionarios y conservadores— de la política tradicional colombiana. ¿Cómo evalúa el ELN las resistencias por parte de sectores del Estado colombiano al proceso de conversaciones?
AG: Podríamos simplificar en aras de lograr mayor comprensión del fenómeno político colombiano. En la actualidad en el Parlamento se configuran 3 coaliciones políticas: extrema derecha, centro-derecha y centro-izquierda, ninguna de ellas puede legislar como fuerza definitoria y requiere de alianzas con las otras coaliciones.
Cada una de estas coaliciones busca convertirse en el corto y mediano plazo en la fuerza que pueda liderar el próximo gobierno. Por eso se mueven con cuidado y cierta flexibilidad que les permita contar con alianzas. El Gobierno busca mayorías parlamentarias en el bloque de centro-derecha donde está el Partido Liberal y los Santistas, y también los Verdes. Los de la extrema derecha se agrupan en el Centro Democrático, Cambio Radical y los Conservadores. Y buscan alianzas con los sectores de la centro-derecha. La coalición de centro-derecha busca alianzas en ambos bandos.
El gobierno, por momentos, prioriza la alianza con sectores de la política tradicional y deja de lado el campo social y popular. Pero cuando no le funcionan dichas alianzas acude a la movilización y el apoyo popular.
Las críticas que se le hacen al gobierno debido a este tipo de posturas reformistas, son vistas por los sectores del Pacto Histórico como si quienes critican desde el campo popular o la izquierda fuesen Uribistas. Si se quiere construir alianzas desde la izquierda los sectores gubernamentales deben estar abiertos a la crítica y para eso se requiere escuchar a la sociedad, no sólo a los que hablan bien del gobierno.
LT: En el escenario posconflicto con las FARC-EP, se ha visto la continuidad de una política de eliminación física de combatientes desmovilizados y de líderes y lideresas sociales. ¿Qué análisis podría ofrecer de lo que ha sido ese escenario posconflicto hasta el día de hoy? ¿Cuáles serían los principales reclamos del ELN para un hipotético período posconflicto?
AG: Siempre hemos sido críticos con el concepto de «posconflicto»: no puede existir ninguna sociedad sin conflictos, pues ellos son la dinámica en una sociedad. Por medio de ellos se rompe con los estados de dominación, explotación y sumisión. Es por medio de un correcto tratamiento de los conflictos que se logra otras formas de relaciones constructivas en el seno de las sociedades. No se trata de borrar o desconocer los conflictos, sino de saberlos tratar o gestionar. Siempre hay que hacerlo contando con la participación de la sociedad.
Con la desmovilización de las Ex-FARC el conflicto siguió intacto. Incluso parte de sus estructuras hoy juegan del lado del mismo enemigo, lo que quiere decir que hubo un reciclaje propiciado por el mismo Estado. El Estado y el régimen político no cambiaron en nada, su esencia sigue, es un régimen policial militarizado que busca mantener la hegemonía de los sectores económicos y políticos poderosos a través de la persecución política.
Que llega hasta el asesinato de la oposición. Hemos tratado de explorar en el proceso que se abre con el ELN, si se puede transitar a una democratización del Estado y del régimen político sobre la base de un Acuerdo Nacional que haga de Colombia un país democrático, justo e incluyente.
Un proceso de negociaciones con el Estado no se basa en hacer reclamos, sino en establecer acuerdos, en eso estamos. Nuestro propósito es que lo que se llegue a pactar sea con la participación de la sociedad.
LT: ¿En el contexto actual existen riesgos de fracturas internas —como las ocurridas con las FARC-EP y la Segunda Marquetalia— que pongan en peligro el proceso mismo y luego el posconflicto? ¿Qué características del ELN como organización político-militar les podría permitir enfrentar de una mejor manera tales riesgos?
AG: Se han realizado análisis equivocados, pues se llegó a decir que era más favorable negociar con una organización vertical y jerarquizada como eran las Ex-FARC, eso es una mentira. Para unas cosas puede servir, pero para una negociación política es una gran debilidad, pues era una organización poco dada a discutir la política al interior de sus fuerzas. Incluso, en lo militar, también a nivel estratégico es una gran falencia que una fuerza no pueda controlar a su comandancia. Se vio en la guerra de la independencia cuando Francisco Miranda negoció a espaldas de sus oficiales. Lo que resultó desastroso tanto para la causa libertaria como para la vida del mismo Miranda.
El ELN está cohesionado en todas sus estructuras y cuenta con un mandato para avanzar en una negociación hasta un punto y cuando se llegue a ese punto se evaluará. Pues la paz no es un acuerdo en un papel, sino el proceso de creación de nuevas circunstancias en la realidad concreta que hagan posible la transición del país. En esa dirección venimos avanzando, ese punto de evaluación aún no ha llegado.
No tenemos disidencias o fracturas internas o diferencias sobre lo que se está haciendo en la Mesa. La Organización está tranquila, si resultasen diferencias o puntos de vista críticos en la militancia o en alguna estructura, se escucharán, se analizarán y se tendrán en cuenta en el proceso de diálogos. De eso se trata en una organización que funciona respetando la democracia interna. En el ELN la disciplina funciona sobre la base de la identidad política, no con acuerdo a la sumisión o el silencio acrítico.
LT: El 28 de Julio se conmemoró el nacimiento de un líder revolucionario de condiciones excepcionales: Hugo Chávez. En algunas ocasiones decía, con filosa ironía, que la oligarquía venezolana tenía que agradecerles que su proyecto político hubiese ganado por vía democrática, en las urnas, porque el pueblo venezolano en su acumulación de luchas iba a resolver los problemas por vías mucho más violentas. Ahí nos pone frente a una realidad incuestionable: los procesos democráticos electorales permiten ciertos avances al proyecto revolucionario, pero también pueden drenar el conflicto social, sin trabajar por soluciones de fondo, radicales. ¿Cómo evalúa el ELN la gestión del gobierno de Petro? ¿Hay posibilidades de avanzar en reformas más profundas donde el pueblo y la sociedad colombiana se conviertan en pueblo protagónico?
AG: Ya lo señalaba anteriormente, el Gobierno de Petro se balancea entre la alianza con los partidos políticos tradicionales y cuando esto no le funciona gira a buscar el apoyo popular y del movimiento social. Lo ideal sería identificarse más con las aspiraciones populares y desde ahí empujar reformas más de fondo.
Todo proceso de cambio, de transformaciones, sea por la vía democrática o radical, con levantamientos de masas o la misma lucha armada o insurreccional, para que sean ciertos deben contar con el apoyo e identidad, con las aspiraciones y la fuerza del movimiento popular.
LT: El 13 de agosto es un día muy especial para la militancia revolucionaria cubana, y también para las luchas de nuestros pueblos, para los sectores excluidos, anónimos y hambreados de nuestras sociedades. Es el nacimiento de Fidel, podría ser una fecha más, pero su extensa hoja de servicios a la Revolución y a las causas populares lo señalan como un día para reflexionar sobre caminos y alternativas, sobre riesgos y aciertos. ¿Qué dimensiones u orientaciones de su práctica revolucionaria podrían servirnos hoy en Nuestra América, en las luchas actuales?
AG: Fidel es la síntesis de las luchas de Cuba y del Continente en un momento de la historia en que las posibilidades de los caminos democráticos se cerraron. Él mismo lo intentó en sus inicios y fue la base para construir la identidad nacional cubana, que al tratar de ser negada se vio en la necesidad de darle una dimensión revolucionaria profunda. No era posible avanzar en la independencia nacional si no se le daba un contenido social a los cambios de Cuba. Que en ese momento debió ser de contenido anticapitalista y significaba colocar todo lo que existía en Cuba en función del interés social y nacional, una juntura que terminó definiéndose como socialista.
La razón de la existencia de Cuba libre e independiente se convirtió en bandera mundial contra el imperialismo norteamericano. Cada escenario fue luchado y ganado con razones y coherencia política que le han dado la legitimidad de existir a poca distancia del imperio más poderoso de la historia. Enseñándonos en la práctica que sólo podemos tener lo que somos capaces de defender. La historia no sólo absolvió a Fidel, sino que Fidel la hizo triunfante para el pueblo cubano y abrió un camino que sigue inconcluso para toda América Latina.
LT: Como usted sabe Cuba está incluida en esa lista infame de supuestos «países patrocinadores del terrorismo». Un concepto que también padece una ambigüedad hipócrita. Para ellos que el pueblo tome las armas para conquistar sus derechos, o apenas para preservar la vida, es ya terrorismo. También los sectores dominantes de la política norteamericana no tienen límites en ofrecer pruebas de su infinita e histórica perversión. Durante la pandemia de Covid-19 se ensañaron contra este pueblo, arreciaron en su política de sanciones, de destrucción de la economía y de las posibilidades de encontrar una alternativa socialista y soberana de transitar la crisis actual. Y al mismo tiempo las revolucionarias y los revolucionarios aprendimos con Fidel a andar con lupa en los bolsillos para mirar los errores propios: una Revolución está obligada a ser muy exigente consigo misma. Todo eso es parte de la complejidad actual de nuestra lucha. ¿Cómo valora el ELN el ejemplo de resistencia de la Revolución Cubana y de su pueblo? ¿Qué aprendizajes de esa misma Revolución pueden servirle al pueblo, a su militancia y a sus dirigentes para enfrentar la coyuntura actual?
AG: La resistencia de la Revolución Cubana radica en la capacidad de lucha de todo su pueblo. No podemos desconocer el papel de la conducción política, de la orgánica del poder político y social de Cuba. Desde luego que la construcción de este poder del pueblo se debió a la capacidad organizativa generada desde la dirección estratégica. La existencia de un proyecto de Nación con alto contenido social que se apoya en una organización de la sociedad cubana es lo que ha garantizado la capacidad de resistencia.
LT: Por último nos gustaría tener algunas reflexiones suyas sobre esta nueva «oleada» de gobiernos progresistas. La sensación que a veces tenemos es que es una «olita», porque las olas se miden además de por su tamaño, por la fuerza con que rompen contra las rocas, contra los muros de nuestro tiempo. ¿Cómo es este progresismo con respecto al anterior? ¿Está siendo un impulso de procesos profundos de cambios, puede llegar a serlo, o está constituyendo un freno desalentador de la organización del pueblo en la conquista de sus derechos?
AG: Las olas pueden ser el espacio o fluido temporal por donde debemos movernos, ese espacio es construido por las circunstancias de las épocas, por las contradicciones que generan movimientos y búsquedas a los nuevos y viejos problemas de existencia de las sociedades, que pueden abarcar lo social, lo político, lo artístico y cultural. Es como en el mar, debes moverte en medio de las olas con una buena embarcación, con instrumentos adecuados para orientarte y la energía que te permita llegar a dónde deseas.
El «progresismo» es la manera suave de presentar un cambio o una transformación, para no espantar, para no levantar temores. Se le da un tono de gradualidad, de ir poco a poco y sin grandes traumatismos, pero tratando de decir «esto es bueno». Algo que no sea tan radical como una revolución, sino algo más suave, aceptable y permitido.
Podría decirse que en los tiempos convulsos del neoliberalismo quisiera navegarse con suavidad pensando que puede pasarse desapercibido y que el imperialismo norteamericano se tragaría el cuento de que solo quieres ir hasta un espacio que se considera amistoso.
Algunos piensan que puede llegarse hasta ese territorio amistoso y para ello se requieren alianzas que desdibujan las aspiraciones populares. Si bien en los primeros momentos puede funcionar, luego ante la ausencia de fuerza popular esos cambios limitados serán contrarrestados por las fuerzas de derecha.
No es que no pueda avanzarse por etapas, sino que todo depende de la fuerza social y política que empuje y defienda las reformas. Pero para que una reforma proyecte cambios de fondo en una sociedad se requieren modificaciones al régimen político.
Para ello debe haber una correlación de fuerzas que lo haga posible, que pueda gobernarse de otra manera, y que haya otros protagonismos políticos. Y si se trata de un régimen democrático tendrá su prueba de fuego haciendo el tránsito a una Colombia democrática, justa e incluyente.
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