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La pobre mariposa no tiene la culpa

Fuentes: Rebelión

La desdichada mariposa, mancillada con el alevoso nombre de «Duque», mide casi tres centímetros y es endémica del sufrido Departamento de Nariño.

“Los nombres se basan en impresiones, opiniones y prejuicios que vienen de antiguo o en interpretaciones más bien mágicas […]; de hecho, hay una buena cantidad de denominaciones erróneas. Son una expresión de la vanidad de los especialistas, cuando es algo que no debe prosperar en la ciencia. Si se han puesto para rendir tributo a personas que suponen se sienten halagadas por ello, estamos ante una práctica mala y ridícula”.
Josef H. Reischholf, La desaparición de las mariposas y sus consecuencias para el mundo en que vivimos, Editorial Critica, Barcelona, 2021, p. 148. (énfasis nuestro).

Colombia es un paraíso de la biodiversidad, un resultado de su extraordinaria variedad geográfica, climática y orográfica. Eso es resultado de que nuestro país se encuentra en la intersección de tres regiones biogeográficas y ocupa una posición privilegiada que permite el traslado y movimiento de organismos entre América del Norte y del Sur. Nos ubicamos en parte de la cadena montañosa más extensa del mundo, Los Andes, que además cuando ingresa a Colombia se divide en tres ramales, lo que genera un archipiélago de ecosistemas y microclimas. En esas condiciones se ha originado una extraordinaria biodiversidad en donde se localizan especies aisladas y endémicas. Entre esas especies sobresalen los lepidópteros, las conocidas mariposas. Estos son insectos extraordinarios y Colombia tiene la fortuna de contar con cerca del 20 por ciento del total de mariposas de colores que existen en el mundo, con 3642 especies y 2085 subespecies de mariposas. De ellas más de 200 son endémicas. Un bello libro que se publicó hace pocas semanas hace un recuento pormenorizado de 192 de esas especies únicas de Colombia. Para ejemplificar esa diversidad en mariposas, debe señalarse que en nuestra país existen ocho veces más mariposas que las que vuelan en toda Europa, que en total son unas 500.

Como si faltara algo para completar en el criminal régimen del subpresidente, hace pocos días se anunció con bombos y platillos la noticia de que una nueva subespecie de mariposa endémica, descubierta este año en el Departamento de Nariño, le han atribuido como parte de su “nombre científico” el apellido Duque, como homenaje al atorrante que ha ensangrentado a este país en los últimos cuatro años. Este hecho vergonzoso enloda a la Universidad Nacional, pues fue en su sede de Leticia donde se dio a conocer tan exótica condecoración, por la boca del biólogo Gonzalo Andrade, Director del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional, quien sostuvo, sin que le temblara la voz, estas palabras que van a quedar como un magistral testimonio de ignominia: “Está dedicada al presidente de la República, Iván Duque Márquez. Llevará el nombre del primer apellido del señor presidente. Esta especie vuela actualmente en el departamento de Nariño. Es un homenaje a usted presidente por el trabajo realizado entre los años 2018 y 2022. Yo creo que lo que hemos vivido resalta su labor en la protección de la biodiversidad de los recursos naturales de las áreas protegidas, todo lo que ha desarrollado en el tema ambiental de Colombia”.

La desdichada mariposa, mancillada con tan alevoso nombre, mide casi tres centímetros y es endémica del sufrido Departamento de Nariño. Para rubricar, en este lamentable evento “científico” se informó que otra subespecie de mariposa llevará el nombre de la señora Elena Escaf, la madre del Ministro de Ambiente del subpresidente, Carlos Eduardo Correa. Esta mariposa Elena mide 3.4 centímetros, se encuentra en el Departamento de Norte de Santander y se adopta como homenaje al pretendido gran trabajo de ese ministro por su apoyo a la protección, conservación, ordenamiento y conocimiento en el manejo, uso, aprovechamiento de los recursos naturales y su apoyo a las colecciones biológicas entre muchas de las mentiras que se dijeron en esa deplorable reunión. Se remata diciendo que estas dos subespecies van a ser descritas con detalle en un artículo científico que se publicará en una revista de alto nivel en el mes de diciembre de este año. Este es, sin duda, uno de los fraudes y fiascos científicos del año no solo en Colombia sino en el mundo entero.
Veamos algunos de los grandes logros en materia ambiental del régimen del subpresidente Iván Duque, los que deben recordársele al biólogo Gonzalo Andrade de la Universidad Nacional que bautizó y empuercó al inocente lepidóptero con el apellido Duque.

PRIMER LOGRO: Convertir a Colombia en el país más peligroso en el mundo para los ambientalistas. Este es un nuevo galardón de la infamia para nuestro país, porque, así como somos el primer país en el asesinato de sindicalistas, y disputamos de tú a tú ese envidiable primer puesto en el asesinato de defensores de derechos humanos, líderes sociales, de profesores…, debemos agradecerle al régimen del subpresidente que nos haya convertido en el lugar más peligroso del mundo para ambientalistas y defensores de los ecosistemas. Según Global Witness en su informe anual sobre este tipo de crímenes “Colombia, con casi la tercera parte de los asesinatos (65), fue ‒por segundo año consecutivo‒ el país más letal para los ambientalistas”. No se crea que esa es una violencia ciega y sin norte, ya que los asesinatos, según lo documenta el mismo estudio, se oponían a la deforestación, a la construcción de represas, a la explotación maderera, a la minería, a la agroindustria.
Como puede verse, la principal contribución del subpresidente a la conservación del medio ambiente se rige por el principio de que a los ambientalistas se les quiere tanto, que se les asegura un pedazo de tierra en el más allá, para que no entorpezcan la confianza inversionista. Y eso no parece preocuparle al biólogo de la Universidad Nacional que mancilla a la inocente mariposa con el apellido del saliente inquilino de la Casa de Narquiño.
SEGUNDO LOGRO: Alcanzar la peor Deforestación en la historia de Colombia. En estos cuatro años se incrementó la deforestación en el territorio colombiano, lo cual alcanza la pavorosa cifra de 650 mil hectáreas, siendo la Amazonia el territorio más afectado, el mismo lugar desde donde se divulgó la noticia de la maltratada mariposa. Esta deforestación adquiere una peor connotación si se recuerda que la reforestación fue uno de los programas estrella del subpresidente. Aun peor, pese a su demagógico anunció de lograr las cero hectáreas deforestadas en los parques nacionales amazónicos, en estos cuatro años se produjo la mayor deforestación en la historia colombiana. Pero, además, las fuerzas que están detrás de la deforestación son las mismas bases de respaldo del subpresidente, las grandes empresas mineras, los ganaderos y las transnacionales de la madera y los recursos forestales.

TERCER LOGRO: Arde la Amazonía. Durante el subgobierno de Iván Duque se alcanzaron las cifras más elevadas de la destrucción de la selva amazónica de toda la historia, de la misma forma que lo ha hecho Bolsonaro en Brasil. Entre el 15 de diciembre de 2021 y el 5 de febrero de 2022, se presentaron en todo el territorio nacional 1.950 incendios forestales y quemas prohibidas. En Guaviare se declaró una alerta roja por los incendios que consumieron miles de hectáreas, y en Bogotá, la capital de Colombia, a unos 400 kilómetros, también se activó una alerta ambiental por la calidad del aire.

En una carta del 7 de febrero de este año un grupo de académicos aseguró que los incendios estaban “asociados al acaparamiento de tierras sobre grandes extensiones de bosques en los departamentos de Caquetá, Guaviare, Meta y Putumayo (área conocida como el arco de la deforestación). El municipio de Calamar, en el Guaviare, declaró alerta roja por incendios forestales el 2 de febrero de 2022. El Gobernador del Guaviare, el 4 de febrero, declaró alerta roja en todo el departamento ‘debido al incremento de incendios forestales que ya consume más de 10.000 hectáreas afectando cultivos de pan coger, flora y fauna’. Según la Fundación Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS) 55 kilómetros de carretera conformarían esta tragedia ambiental”. Agregan que “Es inadmisible que en territorios protegidos como el Parque Nacional Natural Tinigua, la Serranía de la Macarena y la Serranía de la Lindosa, los Bomberos dependan de voluntarios para apagar el fuego y no cuenten con agua ni sistemas aerotransportados para sofocar los incendios”. Señalan que “Esta es una tragedia anunciada y año tras año en temporada seca vemos, con impotencia y dolor, al Amazonas arder. En los meses de noviembre y diciembre de 2021 se generaron las condiciones para los peores incendios que hemos visto en los últimos 15 años. Grandes cantidades de madera acumulada, una temporada particularmente seca (más de 40 días sin lluvias), dinámicas fortalecidas de apropiación de tierras, impunidad frente a los grandes deforestadores, y falta de una respuesta oportuna y efectiva del Estado, están llevando el norte del Amazonas a un punto de quiebre irreparable”. Además, esa deforestación pirómana y ecocida es un resultado directo del “aumento del hato ganadero en esta región y la consolidación de mercados especulativos de tierras”. Algo directamente vinculado, por supuesto, con las mismas fuerzas terratenientes, ganaderas y financieras que apoyan a Duque.
La quema de la selva amazónica no solo es una tragedia nacional, sino que tiene repercusiones mundiales porque acelera el trastorno climático y el calentamiento global y destruye la principal reserva de biodiversidad del planeta. En eso, Duque no se diferencia mucho del ecocida declarado Jair Bolsonaro, con el que además se entendió tan bien.

CUARTO LOGRO: Bombardeos genocidas y ecocidas que matan y destruyen en forma indiscriminada a seres humanos (niños entre ellos) y aminales y plantas que encuentran a su paso. Durante el régimen que está terminado se generalizaron los bombardeos en zonas selváticas del país contra insurgentes. Según Medicina Legal se han masacrado con bombardeos a 303 personas, entre ellas a 21 niños. En el comportamiento genocida de Iván Duque se considera valido matar a niños porque son “máquinas de guerra” e incluso El Ejército se inventó el “derecho operacional”, según el cual, por boca del general Zapateiro, “menores de edad y mujeres en embarazo pueden ser blancos legítimos y pueden ser objeto de operaciones de exterminio militar”.

Estos bombardeos, además de genocidas son ecocidas, porque los efectos de las bombas de 500 libras que se lanzan cobardemente sobre los campamentos de insurgentes destruyen todas las formas de vida ‒incluyendo a insectos, mariposas, pequeños roedores y grandes mamíferos‒ que se encuentran en un radio de varios kilómetros a la redonda y cuyo impacto arrasador deja cráteres de varios metros de profundidad. Los complejos y frágiles ecosistemas de la amazonia son arrasados con el poder de fuego destructivo de las bombas de media tonelada que generan un ecocidio en los lugares a donde son lanzadas, por su poder destructivo, los incendios que origina, el ruido brutal que producen, la alteración del ritmo temporal de los ecosistemas selváticos, la alteración del comportamiento de plantas y animales y la contaminación química que ocasionan. Este es otro gran logro ambiental del subpresidente que cada vez que anuncia un bombardeo exitoso ‒con decenas de masacrados por los sicarios del aire del estado colombiano‒ saca pecho como si fuera un héroe. ¡Qué gran contribución a la preservación de la vida y la biodiversidad en nuestro país de parde del individuo premiado por un biólogo de la Universidad Nacional! De esta forma, se le concede un inmerecido reconocimiento a un sujeto cuyo nombre y apellido están asociados a la muerte, mientras que una mariposa representa la vida y lo sublime.

QUINTO LOGRO: Militarización de la selva y la biodiversidad. Esta es otra gran contribución de Iván Duque a la protección de la biodiversidad con el desarrollo de la estrategia Artemisa, supuestamente para proteger la selva y perseguir a quienes la destruyen. Artemisa ha sido otro mecanismo que genera violencia, represión y muerte, uno de cuyos distintivos son los bombardeos criminales. Nada que ver con ninguna protección forestal, simplemente ha sido una nueva estrategia de militarización de la selva amazónica, una forma típica por lo demás del proceder del Estado colombiano cuya presencia es represiva y nunca social. En términos de biodiversidad uno de los grandes logros de este subgobierno ha sido la militarización de la selva, sin que eso redunde en la disminución de la deforestación y el castigo de los culpables, los cuales no hay que perseguir muy lejos pues se encuentran en sus oficinas de Bogotá y las ciudades colombianas, o en las de Nueva York, Miami y otras ciudades del primer mundo, donde operan como gerentes de Fedegan, Fedepalma o multinacionales del petróleo y otros recursos naturales.

Claro a estos no se les persigue, por la sencilla razón de que Artemisa es una estrategia contra los campesinos, y una expresión del carácter contrainsurgente del Estado colombiano, como bien lo cuenta un campesino de la región: “La única presencia del Estado ha sido la bota militar, las bombas y las metrallas que nos han caído encima y las arremetidas militares que nos han hecho para asediar lo que ellos llaman el enemigo interno, que ha sido la guerrilla. Ahora quedan otros grupos, pero igual usted sabe que de todas maneras las metodologías no cambian y siempre el campesino es el de poner. Somos los de estar ahí, asediados por las tropas, por las fuerzas militares. Y somos los malos del paseo, porque por estar en zona de conflicto siempre somos estigmatizados. De una u otra manera nos estigmatizan y nos tienen como lo peor. No nos tienen en cuenta sino para el voto y la inversión social no llega”. Con Artemisa se consuma el genocidio y el ecocidio, a nombre de la protección militar de la selva y la biodiversidad. Ese es otro legado de Duque, que seguramente tuvo en cuenta el biólogo de la Universidad Nacional a la hora de sacar del anonimato para hundir en el desprestigio a la inocente mariposa.

SEXTO LOGRO: No se aprobó el Acuerdo de Escazú durante su mandato. Este acuerdo que pretende brindar una mayor transparencia en la información sobre proyectos ambientales y contribuir a crear herramientas para proteger a los ambientalistas, pese a los anuncios de Duque nunca fue aprobado durante su periodo subpresidencial. Acaba de ser aprobado por el nuevo senado en días recientes y va a ser firmado por el presidente que entra en funciones este 7 de agosto. En 2019, Duque mentía de esta forma: «Logramos cumplir una promesa de campaña, la firma del Acuerdo de Escazú, que fortalece la protección ambiental y que se sumó a las voces que en el marco de la conversación nacional, también han planteado la importancia de dar ese paso».

Pasaron tres años desde ese anuncio y nunca se aprobó en un congreso mayoritariamente uribista. Claro, y los “colombianos de bien”, a través de sus voceros de los gremios se opusieron a que se firmara ese acuerdo, con el argumento de que conspiraba contra la libre inversión de capital en la economía colombiana, puesto que adoptarse sería un incentivo negativo que desalentaría esa inversión. Y, finalmente, Duque se sometió a los dictámenes de los dueños del país y nunca movió un dedo para que el Estado colombiano aprobara el Acuerdo de Escazú, mientras asesinaban a ambientalistas y reclamantes de tierras.

SEPTIMO LOGRO: Hacer trizas los acuerdos de paz es hacer trizas los ecosistemas colombianos. Este asunto resume los grandes logros del subpresidente durante su nefasto mandato de muerte y desolación. Como telón de fondo de un comportamiento genocida se han desconocido los acuerdos de paz y se están asesinando a sus firmantes, lo cual ha venido acompañado de asesinatos, masacres, bombardeos, crímenes de Estados, desapariciones, encarcelamientos… Debe sumarse a todo lo mencionado que, en última instancia, el incumplimiento de esos acuerdos y la sangre derramada, ha desatado paralelamente a las fuerzas e intereses que destruyen los ecosistemas, deforestan y queman nuestras selvas para implementar, sin los obstáculos ambientales que representaban las Farc, sus proyectos de apropiación del suelo selvático, la ampliación de la frontera agrícola por los terratenientes y las multinacionales, la conversión de los frágiles suelos de la amazonia en potreros para ganadería, la explotación minera y el fracking. Para propiciar todo esto, característico de la acumulación de capital por despojo de la cual somos un desgraciado laboratorio, se militarizan las regiones, se persigue a los campesinos e indígenas, se les expulsa de sus territorios, para eliminar el último obstáculo que se pueda oponer a la privatización y saqueo de tierras, aguas, bosques y selvas.

Tal es el gran legado ambiental de Iván Duque, que es bueno recordarle al manilargo biólogo de la Universidad Nacional. Como lo afirma un reciente estudio: “Si la riqueza natural no se administra y protege adecuadamente, la deforestación y la explotación de los recursos naturales de Colombia en general continuarán alimentando la violencia, incluida la violencia dirigida hacia los colombianos que trabajan por una mejor gestión ambiental. Por el contrario, unas políticas ambientales bien diseñadas, especialmente si generan oportunidades económicas para los excombatientes y la población rural, podrían ser una herramienta tanto para fomentar la paz como para fortalecer la capacidad de los habitantes de zonas rurales y afectadas por el conflicto colombiano para resistir eventos climáticos extremos”. En síntesis, algunos “aspectos del acuerdo de paz que podrían ayudar a frenar las tasas de deforestación y al mismo tiempo impulsar las perspectivas económicas para los pobladores rurales se han hundido”. 

Con los LOGROS AMBIENTALES señalados en este parágrafo, una muestra incompleta del prontuario ecocida del régimen uribista, esperamos haber demostrado el sustento real que permite decir, como lo ha hecho el biólogo de la Universidad Nacional, que el subpresidente ha sido un gran defensor de la biodiversidad colombiana. Esta delirante afirmación no pasa de ser un mal chiste en el mejor de los casos, y, en el peor, una apología grosera del ecocidio que ha encarnado como nadie el subpresidente.

Hay unos elementos que deben plantearse a la hora de discutir la deplorable osadía del biólogo Gonzalo Andrade, de la Universidad Nacional, al atribuirle el apellido del subpresidente a una inofensiva mariposa. Un primer aspecto está referido a la lógica que guía la imposición de nombres. Al respecto nos valemos de una pertinente toma de posición por parte del zoólogo alemán Josef Reichholf, experto en mariposas, quien en su libro La desaparición de las mariposas reflexiona sobre el asunto en el capítulo titulado “Los nombres de las mariposas”, del cual hemos extraído el parágrafo que encabeza este artículo. Este autor sostiene que no se deberían atribuir nombres propios de científicos a los lepidópteros y ni siquiera los nombres de grandes científicos de todos los tiempos. Al respecto argumenta: “No importa cuánto hayan contribuido tales individuos al progreso de la ciencia: no deben ponerse su nombre a los animales o plantas por ellos descubiertos. Ni siquiera en el caso de científicos de la talla de Charles Darwin”. Esto se basa en un presupuesto elemental: “Si no se puede caracterizar una especie por una señal comprensible para todos, o no es posible utilizar una característica común para el nombre del género, será mejor emplear una referencia al lugar antes que nombrar una mariposa en honor a una persona. Todo lo demás es presunción, idiosincrasia o notoriedad”, o analfabetismo político agregamos nosotros, punto que desarrollamos más abajo.

Si, como dice este connotado zoólogo, ni siquiera se deben colocar a las mariposas nombres de grandes científicos, qué explica que se le atribuya el nombre de un individuo cuyos aportes al conocimiento humanos son nulos (si exceptuamos, claro está, su fabuloso descubrimiento de la importancia de los siete enanitos porque siete es un número mágico, como lo anuncio en su cómico discurso de la UNESCO en París) y cuyo fugaz paso por la historia solo ha dejado sangre y desolación en Colombia. Además, ese individuo nefasto no se distingue por ser un defensor de la vida y la biodiversidad.

Un segundo aspecto es de tipo político, puesto que el comportamiento del biólogo que protagoniza el bochornoso incidente que comentamos en este artículo se explica, a mi modo de ver, en el marco de un pensamiento profundamente conservador de los científicos colombianos que terminan siendo funcionales a los poderes de turno, que se inscribe en el marco del peor de los analfabetismos, como lo decía Bertolt Brecht, esto es, el analfabetismo político. Y tal analfabetismo lo muestran cotidianamente diversos miembros de la comunidad universitaria en general, y lamentablemente de la Universidad Nacional. Esto se ha rubricado en una forma rocambolesca por parte del biólogo Gonzalo Andrade en Leticia. En esas perspectiva, razón de sobra tiene un trino en Twitter, cuyo autor anónimo al referirse al hecho señaló con una buena dosis de humor negro: “No deja de sorprender la biodiversidad colombiana. En la misma ceremonia que conocimos a la mariposa que llevará el nombre de Iván Duque también conocimos al sapo más grande del mundo”. Traducción para los que no conocen la jerga colombiana: en nuestro medio por sapo, ofendiendo a los pobres anfibios, suele entenderse vendido, arrastrado, plegado. Y en este caso se refieren al biólogo en cuestión que, con su hecho zalamero, servil y funcional al uribismo, que nadie le estaba pidiendo, resultó enalteciendo a un personaje gris, mediocre y funesto para la historia nacional y por eso su comportamiento no difiere del atribuido al término que se le endilga.

En esas condiciones, pueden tenerse las mejores credenciales científicas y académicas, con muchos pergaminos y cartones, publicaciones de artículos científicos en ingles y en las más prestigiosas revistas del mundo, premios y reconocimientos, y ser al mismo tiempo un analfabeto político y sus acciones coadyuvan a reproducir la opresión y la explotación. Y eso comprueba hasta donde ha llegado la ciencia académica de la Universidad Nacional, encerrada en una aparentemente incontaminada y aséptica torre de marfil de sapiencia científica, alejada del mundanal ruido y de los problemas reales del hombre de la calle, pero comprometida hasta los tuétanos con los ricos y poderosos y legitimadora, en ultima instancia, de sus crímenes y ecocidios.

Hay que adelantar una campaña nacional y mundial para que le cambien el horroroso apelativo a esa pobre mariposa, porque cada vez que la nombren están atentando contra su integridad y aceleran su extinción. No puede ser que se mancille por siempre a una especie endilgándole el nombre de un personaje con un interminable prontuario ambiental, cuya sola presencia afecta a todo ser vivo, incluyendo a las mariposas.

Aunque a otras mariposas endémicas de Colombia se le han atribuido nombres tan cuestionables como Euselasia tenebrosa, o Perisama Satanás, no se puede abusar tanto y llegar al extremo de bautizarla con el apellido Duque, asociado al mediocre individuo que colocó en la subpresidencia el innombrable Matarife.

Si se dice que las mariposas son “hijas del Sol”, por qué castigar a una de Nariño con el apellido de alguien que representa la oscuridad, a las fuerzas más tenebrosas que han destruido este país, y lo han llenado de odio y de muerte. “Las mariposas son seres maravillosos, y no debemos permitir que desaparezcan de nuestro mundo”, como dice Josef Reichholf, pero tampoco debemos tolerar que sean bautizadas con el nombre de los genocidas y ecocidas.

Sin ofender a las mariposas ni a cualquier animal, debe hacerse una descripción de la especie recién patentada porque recordemos que Colombia es un paraíso de la biodiversidad y cada especie es única y tiene su propia historia, como le acontece al que fuera subpresidente de Locombia. Así, presentamos esta modesta propuesta de catalogación:
Nombre científico: Ivanduques maligna.
Características: peligroso individuo, caracterizado por su mediocridad, su capacidad de mentir, terriblemente corrupto, un impostor que fue impuesto por el Matarife y que se convirtió en su clon, es decir, un segundo Matarife, plegado a los intereses de los poderosos del país y del mundo. Individuo que se arrastra por el suelo cuando se trata de congraciarse con los Estados Unidos y que chorrea baba a la hora de mentir sobre sus grandes logros, como lo hizo en su discurso del 20 de julio en el Senado. Pertenece a una especie caracterizada por el odio visceral, la sed de muerte, que se regodea con la sangre de los que considera sus enemigos a los que no duda en calificar como “ratas de alcantarilla”.
Hábitat predilecto: Aunque fue encontrado en [la casa de] Nariño, donde por accidente medra ocasionalmente, su hábitat predilecto se encuentra en aquellos lugares donde pueda exhibir su estupidez y estulticia. Ha brillado con oscuridad propia por su capacidad de hacer el ridículo en Paris, en la sede de la Unesco, cuando reveló su basta (si, con b larga por lo de ordinaria) cultura literaria al citar como su obra de cabecera a los Siete Enanitos, y en Nueva York en la sede de la ONU, cuando mintió exhibiendo pruebas falsas contra el gobierno de Venezuela. Le gusta mantenerse en los aviones a los que se aferra como sanguijuela y en la que viaja en compañía de toda su familia, a costa de los impuestos de los colombianos.

Contexto de descubrimiento: Era un bicho absolutamente desconocido, que estudio en el garaje universitario Sergio Arboleda y vivió durante muchos años en los Estados Unidos, desde donde regresó para convertirse en senador del Centro Demoniaco y luego en subpresidente como resultado del fraude electoral. Se codea con respetados bichos de la narcopolítica colombiana, entre ellos el Neñe Hernández, los rastrojos y otras aves del pantano paramilitar y con insoportables y fétidos escribidores arribistas, como Mario Vargas Llosa. Frecuenta a impostores y ladrones de talla internacional, entre los que sobresale Juan Guaidó, al que calificó de presidente y libertador de Venezuela o a los miembros de la gusanería de Miami, encabezados por Marco Rubio.

Esperamos y deseamos, por último, que la próxima edición del bello libro sobre las mariposas de colores que son endémicas de Colombia no sea mancillado y dañado irremediablemente con la inclusión del nombre asignado a la mariposa originaria de Nariño y que un biólogo de la Universidad Nacional tuvo el atrevimiento de enlodar con el apellido de un individuo, cuyo proyecto de clase ha llenado de sangre, dolor, muerte y destrucción ambiental a nuestro sufrido país.

Nota: K. Garwood K et al., Mariposas de Colombia, Lista de chequeo, 2022. Disponible en: http://www.butterflycatalogs.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.