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Entrevista con el poeta Juan Gelman

«La poesía rompe los muros del lenguaje»

Fuentes: Despierta Buenos Aires

«Fútbol, café, billar, milonga; la adolescencia era eso. Y la militancia en el colegio. Claro que despuntaba ya la poesía, que tenía más que ver con los amigos y con la creación del grupo El pan duro. Después, claro, se produjo la muerte del Che Guevara y decidí entrar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). […]

«Fútbol, café, billar, milonga; la adolescencia era eso. Y la militancia en el colegio. Claro que despuntaba ya la poesía, que tenía más que ver con los amigos y con la creación del grupo El pan duro. Después, claro, se produjo la muerte del Che Guevara y decidí entrar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Creía en una revolución en el país. No sé si posible, pero indudablemente necesaria. Una revolución que por 1973 me parecía al alcance de la mano. Más tarde, cuando rompí con la organización, estaba condenado por la Triple A y por los Montoneros ¡Qué cosa rara! Yo era una especie de happy tour para la condena a muerte. Viví la vuelta a la democracia desde París. Estaba preparando la valija cuando un amigo me llamó para decirme que no volviera, porque el juez Pons tenía abierto un proceso en mi contra. Y me seguí quedando. Proceso, captura recomendada, prisión preventiva si llegaba al país. Tuvieron que pasar más de cuatro años para que pudiera volver», así se resume Gelman y mantiene -desde México- un acharla cibernética con Despierta Buenos Aires.

Se crió en Villa Crespo, entre los picados de vereda, el club y la escuela. ¿Cuánto influyó este contexto de pertenencia en su formación y producción poética?

Seguramente influyó, no sabría decir cuánto. La infancia es patria de otras patrias -la lengua, la familia- y marca decisivamente la subjetividad de todas las personas, sean poetas o no. Esa marca va construyendo una visión del mundo que pasa a la escritura.

¿Cree que la actual rutina de televisión, encierro y video juegos que tienen los chicos limita su creatividad?

Creo que sí. Esas actividades poco espacio dejan a la imaginación, le imponen límites muy estrechos.

En el imaginario colectivo, cuando se piensa en un poeta, se construye la imagen de una persona que está ajena a la realidad cotidiana. ¿Su militancia política y su actividad periodística son las causas del realismo que distingue a su poesía?

Permítanme decirles que ninguna escritura es «realista». Yo diría que el origen del «realismo» que ustedes encuentran en mi obra es una concepción de la poesía. Un poeta puede militar y ser periodista sin que eso entrañe necesariamente una escritura «realista».

El gran poeta francés René Char participó en la resistencia contra los nazis en la Francia ocupada y sus poemas no son «realistas». La expresión poética es el resultado de las preguntas que la imaginación le hace a la vivencia, y la imaginación de cada quien pregunta a su manera.

En la década del 70 eran claros los «muros del lenguaje». ¿Cree que, de distinta forma, hoy persisten esos muros?

Los muros del lenguaje vienen del fondo de la historia, llevó milenios acuñar los distintos idiomas del planeta. Una lengua siempre está en constante transformación y crecimiento, ocupando cada vez más el terreno de lo que no tiene nombre todavía.

¿Cómo cree se enfrentan?

Eso es justamente lo que hace la poesía, enfrentarlos.

Reeditaron su primer libro (Violín y otras cuestiones), en el Teatro San Martín estrenaron la obra «El Cuartito» de Diego Starosa que está basada en alguno de sus textos, lo homenajearon en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), en el Club Atlético Atlanta, en el Teatro Alvear. ¿Hay una revalorización de su obra? ¿Cree que está llegando a los más jóvenes?

Es curioso el itinerario de la valoración que la sociedad hace de una obra. Durante siglos nadie gozó de los poetas anónimos provenzales hasta que Ezra Pound los rescató del olvido. Una antología de ese gran poeta fue y es Francisco Paco Urondo sólo pudo publicarse en la Argentina más de 20 años después de su asesinato.

Los homenajes que mencionan ustedes fueron por los 50 años de la publicación de mi primer libro y otros tantos de mi inicio en el periodismo. Y nunca se sabe a quiénes llegan los poemas de alguien. Son botellas arrojadas al mar.

En su última visita a la Argentina lo nombraron embajador cultural de la Ciudad de Buenos Aires y en su discurso se preguntó: «El que no come: ¿qué cultura puede hacer?» ¿Cómo se hace para promover la cultura en un país en el que la mitad de sus ciudadanos están por debajo de la línea de la pobreza?

Se empieza por sacar a los ciudadanos de debajo de esa línea. Mientras tanto, se hace lo que se puede.

¿Cree que los actuales líderes latinoamericanos representan un verdadero cambio para la región o sólo es una modificación en el discurso del poder?

Creo que, con advertibles diferencias, esos líderes están promoviendo un cambio, noexactamente revolucionario, pero positivo. En nuestro país son notorias las medidas del gobierno destinada a terminar con esa impunidad que prolonga de manera perversa los crímenes de la más reciente dictadura militar.

La temática de su última publicación, «País que fue será», se centra en la idea de que «el paraíso quedó adelante» ¿Es una visión marxista que presupone que la evolución de la sociedad indefectiblemente nos va a llevar al socialismo, es una afirmación lógica porque cree que hay un «movimiento de cambio» en Latinoamérica o es sólo una visión romántica?

Les toca a ustedes averiguarlo.