Un porcentaje importante de los técnicos y profesionales son la primera generación de su familia en tener un título de educación superior, lo que genera no sólo expectativas subjetivas sino que también, un sostén económico en muchas de sus familias, las cuales hoy en el marco de la crisis capitalista y sanitaria se está viendo fuertemente afectadas.
Las y los técnicos y profesionales que han ingresado al mundo laboral, se han encontrado con condiciones de precarización. Ya antes de la pandemia provocada por el COVID 19, muchos y muchas tenían contratos por proyectos o programas, a plazo, contratos a honorarios, o nos desempeñábamos como “independientes”. Todos y todas viviendo una mal llamada “autoexplotación”, que no es más que una forma de presión por el cumplimiento de objetivos, sin pago de horas extras, sin bonos, ni compensación, tampoco con seguridad laboral o protección social, aun cuando muchos y muchas trabajan en terreno. Esta condición de trabajo en muchas ocasiones ha sido retribuida por un “gracias”, y “un espaldarazo”, de lo buen profesional que eres, apelando a una moral que instala la idea de que no realizar tu deber, aunque sea éste desprovisto de derechos, no eres un profesional de calidad y no sirves o hay muchos afuera esperando tu puesto.
Hoy, en contexto de pandemia, esto se ha exacerbado no sólo porque el teletrabajo ha obligado a las y los trabajadores a poner todas las condiciones necesarias para el trabajo como agua, luz, gas, computador, Internet, horas extenuantes de trabajo, porque <hay que sacar la pega>, sino también la aprobación de una ley que busca legitimar la precarización de los ahora teletrabajadores (as), lo cual además explota aún más a las mujeres de nuestra clase incluso las expone a más hechos de violencia patriarcal.
A lo anterior debemos añadir que, debido a la cantidad de despidos, las trabajadoras y trabajadores que siguen en sus puestos de trabajo, han tenido que asumir más tareas, más carga laboral, obligados(as) a tener que realizarlas, pues el miedo al despido, y una futura cesantía, ronda en las y los trabajadores y sus familias.
El miedo de una futura cesantía sin protección social, ni ningún tipo de resguardo, es lo que ha hecho, que las trabajadoras y trabajadores se vean obligados a firmar suspensiones o reducciones de jornadas en el marco de la ley de protección del empleo, que sólo protege a los empresarios y los intereses económicos del capital, pues el salario lo ponemos las y los trabajadores, dejándonos con pan para hoy, pero con hambre para mañana, porque pasados los meses, y realmente se realicen los despidos, ¿de qué vivirán las y los trabajadores, si sus seguros de cesantía ya fueron gastados?
Las y los técnicos y profesionales no estamos exentos del aumento de la cesantía, situación que de igual manera nos aflige. La gran mayoría pudimos estudiar a través del endeudamiento bajo la promesa del capitalismo de que con una carrera técnica o universitaria podríamos mejorar nuestras condiciones materiales de vida y las de nuestras familias. Sin embargo la deuda universitaria nos mantiene acogotados(as) por años, y hoy, si quedamos cesantes, no sólo no tendremos para comer, sino también nos veremos con la soga al cuello con las deudas. Esta situación nos muestra que las y los técnicos y profesionales no somos clase media como nos han querido ilusionar. Somos clase trabajadora igual que el resto, con cierta especialización pero igualmente precarizados(as).
Asimismo, no sólo somos personas que trabajan detrás de un computador, no todos ni todas se pueden quedar en casa y resguardarse de la pandemia, bien lo saben las y los trabajadores de la salud, de la construcción, del deporte, del transporte, del área social, de la minería, y de las forestales, que siguen cada día saliendo a trabajar. Y los que no, miran el futuro con ansiedad, ya que, a pesar de no poder seguir prestando servicios, le han retenido impuestos para una seguridad social que no cubre ni pre ni post natal, ni nos entregará una jubilación con dignidad. Nuevamente las deudas por educación terciaria, que además de llevarse nuestra devolución de impuestos, nos llena de llamadas de cobranza.
La pandemia no nos debe quitar lo que el alzamiento de octubre salimos a demandar, y debemos volver a colocar las demandas que como clase trabajadora impulsamos: sueldo mínimo de 500.000 pesos, a igual trabajo igual salario, 40 horas de trabajo sin flexibilidad ni perdida de salario, pago de alimentación y locomoción a todas y todos los trabajadores, trabajo para todos los cesantes, protección a la maternidad y sala cuna para todas y todos, derogación del decreto ley N° 3.500, pensión básica igual al sueldo mínimo, entre otras demandas, fin al trabajo a honorarios y fin al subcontrato.
Por esto, y porque nosotras y nosotros sabemos que los técnicos y profesionales somos pobres con cartón que sin sueldo no comemos, no pagamos arriendo, ni el crédito, es por esto que llamamos a la unidad, hacer carne la solidaridad de clase, a luchar en este contexto de crisis capitalista y pandemia, y a exigir:
Anulación de la ley de protección al empleo y teletrabajo
Termino de los despidos y reincorporación de todas y todos los trabajadores.
Suspensión del cobro de servicios básicos a todas y todos los trabajadores
Canastas de alimentos y sueldo asegurado a todas y todos los cesantes
PAN, TRABAJO, SALUD Y TECHO!
Mayo, 2020
Sindicato de Técnicos y Profesionales Prestadores de Servicios – SITECPRO