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La pregunta de oro y preguntas sin respuesta

Fuentes: Rebelión

A propósito de los ultimos acontecimientos, y que no son nuevos, el mayor criminal que existe en la genocida Colombia Álvaro Uribe Vélez, vuelve a preguntar… ¿Soy yo el hijo de puta, compatriotas? Es pues, la pregunta de oro y que desde luego posee una respuesta rotunda y conocida por todos los colombianos y colombianas […]

A propósito de los ultimos acontecimientos, y que no son nuevos, el mayor criminal que existe en la genocida Colombia Álvaro Uribe Vélez, vuelve a preguntar… ¿Soy yo el hijo de puta, compatriotas? Es pues, la pregunta de oro y que desde luego posee una respuesta rotunda y conocida por todos los colombianos y colombianas de bien. Sí.

Este criminal que fungió como presidente del régimen genocida colombiano durante ochos años (2002 – 2010) y quien por medios ilícitos llego a la máxima magistratura, vuelve con su negativa sobre su vieja relación con el narcotráfico y su autoria en la creación de escuadrones de la muerte, que la gran prensa y la lumpen oligarquía llaman dulcemente autodefensas unidas de Colombia (auc).

Para este terrorista de corbata, posición y dinero mal habido, todos los testigos victimas de su locura fascista mienten y sus antiguos compinches de toda la vida, los narcoparamilitares también mienten por que se quieren vengar, por que lo odian y por que no le perdonan que los haya extraditado, según su acostumbrada retórica.

Este cáncer que corroe la sociedad colombiana de bien, miente y vuelve a mentir cuando afirma que nunca tuvo relación con el genocidio paramilitar que padeció y padece el país y que jamás estuvo asociado con los narcotraficantes comenzando con el tristemente recordado Pablo Escobar. Y sigue mintiendo cuando sale en defensa de su padre Alberto y sus hermanos Jaime y Santiago; el primero y segundo socios y amigos de Escobar por allá en los años ochenta (los procesos que se debieron haber abierto contra estos dos delincuentes fueron ignorados por la justicia) y el tercero también ligado al narcotráfico pero mas activo en el quehacer criminal liderando un escuadrón de la muerte llamado «Los Doce Apóstoles».

Ahora nos sale el criminal Uribe con su nueva telenovela, que disque va a pedir a la Fiscalía General que investigue todas sus actuaciones como gobernador de Antioquia, sin olvidar que el Fiscal General fue su subalterno y es su amigo. De todos modos una gran parte de altos y medios funcionarios de todo pelaje pertenecen a la mafia y al crimen organizado y no moverán un solo dedo para enjuiciarlo y menos condenarlo por sus crímenes.

Y hablando de Fiscalía, me permito anexar al presente artículo, la carta recomendada que le dirigí al Fiscal General Señor Eduardo Montealegre. La misiva hace preguntas que quedaran sin respuesta cuando se clama justicia, como ocurre en cualquier dictadura que se respete.

10 de julio de 2012

 


Paris, 12 abril de 2012

Señor

Eduardo Montealegre

Fiscal General de la Nación

E S M

Señor Fiscal:

La presente misiva es con el fin de solicitarle urgentemente, en que estado se encuentran los expedientes sobre crímenes y trafico de drogas cometidos por la familia Uribe Vélez por allá en los años 1980 a 1998.

En efecto, a partir del año 1980 los señores Álvaro, Jaime (ya fallecido) y Santiago Uribe Vélez, hijos del señor Alberto Uribe Sierra, incluido (ya fallecido), hicieron parte del cerrado grupo de colaboradores del cartel de Medellín y de su principal cabecilla, el criminal Pablo Escobar Gaviria, que tanto daño han ocasionado al pueblo colombiano.

Los señores Alberto y Jaime, el primero muerto en un arreglo de cuentas con la mafia y el segundo fallecido debido a un cáncer de la garganta, no pudieron continuar con su carrera criminal y trafico de cocaína, pero los dos restantes, los señores Álvaro y Santiago no se privaron en honorar a su padre y hermano mayor, invirtiendo todas sus fuerzas en los proyectos criminales como el trafico de cocaína y la creación de escuadrones de la muerte, que tanta sangre y dolor ha causado en nuestra patria colombiana.

 

El señor Álvaro Uribe Vélez, siendo director de la Aeronáutica Civil, utilizó su cargo para ayudar y participar en el tráfico de cocaína con el cartel de Medellín. Su estrecha amistad con el cabecilla de esta temible organización esta más que comprobado, al igual que la participación activa de su familia en el comercio de las drogas.

Continuando con su ya trazada trayectoria de acumular poder y dinero con el trafico de drogas, Álvaro Uribe en unión de varios ganaderos y terratenientes del departamento de Antioquia, se dieron a la tarea de crear grupos de mercenarios o matones a sueldo y a los cuales hicieron llamar ‘grupos de seguridad privada’ dizque para, defenderse de delincuentes y ladrones de ganado, así como de la subversión. Pero rápidamente estos grupos devienen asesinos por encargo para acallar a sindicalistas y defensores de derechos humanos opuestos a la creación de una ‘policía’ privada y también para desterrar poblaciones enteras y robar sus tierras. Fue el punto de partida de los escuadrones de la muerte, versión moderna.

Los grupos creados por Álvaro Uribe y sus compinches, ocasionaron cientos de muertes en todo el departamento y luego se extendieron a otros departamentos como el de Córdoba y Bolívar, donde las masacres de humildes colombianos no se hicieron esperar.

En lo que respecta a Santiago Uribe Vélez, hizo parte de un tenebroso grupo de criminales que durante varios años azotaron varios pueblos de Antioquia, con el horrible saldo de casi un centenar de asesinatos y varias masacres. Este criminal no contento con su accionar armado, participaba también con varios de sus primos en la fabricación y comercio de cocaína.

Santiago Uribe, como lo demuestran las pruebas y varios testigos directos, fue el creador del escuadrón de la muerte, el mismo que aterrorizo una parte de Antioquia y que testigos directos denominaron «Los Doce Apóstoles», nombre tal vez ligado al hecho que dentro de este grupo se encontraba el cura Alfonso Palacios, quien no contento con promulgar amenazas contra todo lo que él consideraban comunista o guerrillero, tomó las armas para asesinar impunemente a ciudadanos inermes e inocentes, por allá en los años 1993.

Como lo puede ver usted señor Fiscal, estas dos lumbreras del lumpen han hecho parte de los violentos privilegiados y quienes por obra de la magia colombiana -pues Colombia es pasión-, jamás han sido llamados a rendir cuentas por sus fechorías y el terror que han diseminado en gran parte del país, hace ya más de 30 años.

En mi calidad de ciudadano colombiano, en apego a la Constitución y en derecho, le solicito a usted muy comedidamente, informarme en que situación se encuentran los expedientes de estos dos criminales, y sí no existen los expedientes o acciones penales en curso, que medidas piensa usted tomar con urgencia para que estos dos terroristas sean acusados por los delitos y crimines que cometieron, sin perjuicio de otros delitos o crímenes que estarían por conocerse.

No esta por demás recordarle señor Fiscal, que una parte de los acontecimientos antes narrados, son de pleno conocimiento de la gran mayoría del pueblo colombiano, que sólo espera que un Fiscal serio, responsable y ajustado a la ley, se apersone de estos dos casos y le de el curso adecuado para que justicia sea hecha en beneficio de las victimas y para la salud de nuestra patria.

Deseo comunicarle señor Fiscal para su entero conocimiento, que hace mas de dos décadas, cualquier ciudadano acusado de pertenecer al movimiento insurgente o con el simple hecho de una sospecha, es inmediatamente apresado sin delicadeza alguna, puesto en la palestra publica, mismo si es inocente, y tratado por los cuerpos de seguridad y la prensa empresarial como un condenado, mucho antes de su proceso. Esto lo traigo a cuento, por cuanto no entiendo como los Uribe Vélez, quienes tienen graves acusaciones en su contra desde hace mas de quince años y con pruebas al igual que testimonios serios y detallados, y quienes representan un peligro mayor para la sociedad, se encuentran en libertad y gozando de todas las bondades que la Constitución y las leyes otorgan a los ciudadanos honestos y de buena voluntad.

¿Es la ley en Colombia, Señor Fiscal, igual para todas y todos?

En espera de su respuesta, sírvase Señor Fiscal, recibir mi más sincero y respetuoso saludo.

Cordialmente,

Sergio Camargo

Periodista

(*) Sergio Camargo es periodista y escritor. Autor, entre otros, de los libros: Democracia Real Universal y El Narcotraficante N° 82 Álvaro Uribe Vélez. Ha sido director de la revista Universo Latino y autor de numerosos artículos sobre la realidad latinoamericana y mundial.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.