No es necesaria presentación alguna de Jaume Botey ni de Rosa Cañadell. Tómense las líneas siguientes como un breve apunte personal. Conocí a Rosa Cañadell hace unos 23 años en Managua, en Boaco (Nicaragua) para ser más preciso. Fueron necesarias muy pocas horas para darme cuenta del compromiso no solo político sino humano, profundamente humano, […]
No es necesaria presentación alguna de Jaume Botey ni de Rosa Cañadell. Tómense las líneas siguientes como un breve apunte personal.
Conocí a Rosa Cañadell hace unos 23 años en Managua, en Boaco (Nicaragua) para ser más preciso. Fueron necesarias muy pocas horas para darme cuenta del compromiso no solo político sino humano, profundamente humano, de Rosa con aquellas gentes, con aquella revolución y con todos los procesos sociales que tuvieran entre sus finalidades centrales la justicia, la igualdad y la libertad. Recuerdo muy bien como Rosa miraba a un campesino de Jalapa al que fuimos a visitar cuando aquel hombre nos ofrecía comida y bebida y nos explicaba con palabras no olvidables lo que para él significaba la revolución sandinista. Al cabo de los años, mi opinión no sólo no se ha alterado en lo más mínimo sino que se ha corroborado una y mil veces. Rosa está siempre donde hay que estar, tiene un admirable y envidiable ojo clínico para ello. Es así, le sale así, no se esfuerza, está hecha de esa fraternal materia.
Jaume Botey es profesor de historia en la Universidad Autónoma de Barcelona pero, además de ello, es un admirable y admirado luchador por el socialismo, vinculado a todos o casi todos los movimientos de rebeldía que han surgido en Barcelona, en Cataluña, en estos últimos -y no creo equivocarme ni exagerar- 45 años. Estar a su lado es estar al lado de alguien que merece el máximo reconocimiento; verle es ver en él y con él la pasión razonada; oírle es oír a alguien que cree en lo que dice y que no está para puestos ni recompensas. Un luchador, en el mejor sentido del término, que lo tiene sin duda, uno de esos luchadores que son imprescindibles. Lo escribía Brecht, lo cantaba y canta Silvio Rodríguez y ambos tenían razón. Jaume es imprescindible para nosotros, para mí.
Para ambos fueron escritos también aquellos versos borgianos: «El amor más prodigo le fue otorgado /El amor que no espera ser amado». El autor del jardín de los senderos que se bifurcan lo escribió pensando en un admirable resistente, en Baruch de Spinoza. La asociación es significativa.
La entrevista con Jaume y Rosa está motivada por la presentación en Barcelona el pasado 8 de febrero de 2008, en el Centro de Cultura Contemporánea de la ciudad de Salvat-Papasseit, Alfonso Carlos Comín y Gregorio López Raimundo -las referencias seguramente serán de su agrado-, de FARGA, un foro anticapitalista, del que Botey y Cañadell son alma, cuerpo e incluso espíritu. El encuentro fue un éxito. No creo errar ni exagerar ni tan siquiera un átomo numérico si hablo de más de 125 personas y de unas 13 intervenciones, sumadas a las cinco de la mesa de presentación, todas ellas llenas de sensatez, de argumentos atendibles y de indignación revolucionaria.
Entre las personas que han trabajado para que FARGA fuera un realidad es necesario citar a Josep Mª Antentas, Mariano Aragón, Luis Blanco, Miquel Candel, Ramon Franquesa, Gemma Galdón, Antoni Lucchetti, Maria Maffioli, Lluis Rabell, Miquel Riera, Diosdado Toledano -en huelga de hambre con dos compañeros más de SEAT-, Pere Serrad, Iñaki Vazquez, Ester Vivas y, claro está, a Jaume Botey y Rosa Cañadell.
Rosa, por lo demás, al constituirse FARGA como asociación, con magnífico y compartible criterio, fue elegida presidenta. No conozco una elección mejor.
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¿Qué significa FARGA, qué quieren decir esas siglas?
Jaume Botey [JB]: Como acróstico significa Foro Anticapitalista de Reflexión y Generación de Alternativas. Históricamente, en Catalunya FARGA significa Fundición, Altos Hornos, lugar donde el fuego separa lo verdadero de la ganga, lugar de purificación, quitar la escoria para crear un lingote nuevo.
Para nosotros es un símbolo. Después de tanto pensamiento débil y rendición al sistema hay que recobrar la fuerza primigenia de las ideas. Quizá se trate de un nuevo intento de refundar la izquierda desde presupuestos claros diferentes del sistema económico, político y cultural actual.
Rosa Cañadell [RC]. La idea nace como un «espacio», un espacio de debate, de discusión, de elaboración de alternativas, de propuestas… y también un espacio de encuentro entre diversas personas que vienen de tradiciones distintas de la izquierda y de personas que están activas en movimientos sociales. En este momento, ante los problemas reales que el neoliberalismo nos trae, las organizaciones de la izquierda tradicional (partidos políticos y sindicatos) no dan respuesta. El intento es poder repensar como enfrentar los nuevos y los viejos retos del sueño socialista, de una sociedad más justa.
¿Una asociación anticapitalista? ¿Y qué significa para vosotros ser anticapitalista?
JB: El neoliberalismo ha reducido todo, absolutamente todo, a mercancía, todo puede ser valorado y cuantificado por la ley del mercado. Si tienes medios, todo se puede comprar, si no los tienes te aguantas. Estamos en contra de esto.
Lo publico, por ejemplo, la empresa pública, el servicio público, la sanidad o la medicina publica, la enseñanza, la investigación publica etc. no debe valorarse ni sólo ni principalmente por su rentabilidad económica. El capitalismo está volviendo a la ley de la selva: si no tienes, no eres. Eso es contrario a la dignidad inherente a todo ser humano.
RC: Significa pensar que la economía tiene que estar al servicio de las personas y no del beneficio económico de unas pocas personas, que el desarrollo tiene que ser sostenible, que la explotación laboral no debería existir, que la guerra no sirve para la construcción de nada, que hay que para los pies a las multinacionales y sus abusos de todo tipo, que los jóvenes tienen derecho a tener vivienda, que las personas tienen derecho a circular y trabajar donde mejor puedan… y que el Estado debe recuperar su función redistributiva y no estar al servicio del capital.; Que pagar impuestos y tener unos buenos servicios públicos es fundamental para una sociedad con justicia.
¿Sois militantes del PSUC-viu? ¿No es FARGA una forma de dar oxígeno y energía a una organización política en horas bajas?
JB: Sí, yo soy miembro del PSUC. Electoralmente, horas bajas, sí. Porque somos los últimos en la coalición que es EUiA, que a su vez es el último eslabón de otra coalición con ICV, que a su vez es el último dentro de IU.
Sin embargo, por fortuna para nosotros y por desgracia para el colectivo, no soy pesimista. La crisis del sistema es irreversible y tarde o temprano irán apareciendo grietas. Las propuestas de una izquierda anticapitalista serán la única esperanza.
En todo caso, ése es mi caso, yo soy militante del PSUC pero otros miembros de FARGA no son militantes del PSUC sino que o bien no militan en fuerzas políticas partidistas o bien forman parte de grupos orientación trotskista renovada como Revolta. Tú mismo, si no ando errado, no eres militante del PSUC aunque seas miembro de EuiA, y has estado en reuniones de FARGA.
RC: Yo no soy militante de ningún partido. Formé parte de EUiA como independiente. Yo provengo del ámbito libertario y mi actividad social se ha desarrollado siempre dentro de los movimientos sociales y en el sindicato de educación USTEC. Si bien hay personas del PSUC-viu, hay muchas más que no lo son. El objetivo de FARGA no es reforzar a ninguna organización ni partido, sino en reforzar el pensamiento y la acción desde una izquierda transformadora, sin la obligación de destinar el tiempo y la energía en ganar unas votaciones.
¿No corréis el riesgo de ser una organización más entre tantas otras? Muchas otros colectivos se definen como anticapitalistas y también hablan, una vez más, de la crisis definitiva del sistema. ¿Qué os singulariza especialmente?
JB: Queremos trabajar en red, desde abajo. No es posible hacer propuestas o hacer política desde arriba. Queda claro que una vez más vamos a intentar hacer propuestas desde abajo. El tiempo dirá si acertamos en la manera.
Han sido ya tantas las experiencias vividas que conocemos perfectamente los riesgos y creemos saber por consiguiente los mecanismos para evitarlos.
RC: Lo ideal es que fuéramos capaces, tanto los que formamos parte de FARGA como los de otros colectivos, de construir un espacio común y enriquecerlo con todas las sensibilidades, perspectivas y actividades.
¿Puedes citar algunos de ellos, los que crees que realmente tienen efectividad y no sean sólo prosa poética de programas que nadie lee o que si se leen se leen sabiendo que no van a ser cumplidos? Versos para los oídos sensible. Nada más.
JB: Desde el mismo sistema de democracia representativa hay muchas propuestas posibles de reforma que podrían facilitar la participación desde abajo: listas abiertas, referendums vinculantes, presupuesto participativo, mayores facilidades para las Iniciativas Legislativas Populares, capacidad de revocación de los cargos, fácil acceso a los medios públicos de comunicación, capacidad de control ciudadano, etc…Sin embargo estas medidas no sólo no se establecen sino que hay una tendencia general a ir hacia atrás, a recortar caminos de intervención desde abajo.
Pero aunque se establecieran, no bastarían. Es necesario un contacto permanente entre lo institucional y los movimientos. Diálogo tan necesario como difícil. No sólo porque son muchas las atávicas desconfianzas entre unos y otros, entre movimientos y partidos, sino porque a menudo, incluso dentro del mismo ámbito de la izquierda pueden representar opciones culturales y políticas en contraposición, por ejemplo en relación con el tema del crecimiento indefinido.
¿Cómo entendéis la política? ¿Pretendéis convertiros con el tiempo en una fuerza política más o menos tradicional que aspire a tocar instituciones?
JB: No es el propósito crear una fuerza política nueva. Por lo menos de momento. Ya veremos dentro de diez o veinte años. La derecha ha ganado en el campo de las ideas y de los sentimientos, y es obvio que la principal derrota de la izquierda ha sido la cultural, y es desde lo cultural donde hay que empezar a reconstruir.
RC: El objetivo no es convertirse en partido político tradicional, sino en recuperar fuerzas, ideas, propuestas y organización social. De hecho, en el escenario actual, una fuerza política de izquierdas, si no tiene una base social activa y movilizada, no puede transformar nada. Es imprescindible, primero, repolitizar a una amplia franja de la población y encontrar nuevas formas de hacer política y de organizarse.
¿Cuáles son vuestros planes a corto plazo? ¿Cuáles son vuestras finalidades más esenciales?
JB: Abrir debates en profundidad sin los corsés de lo «políticamente correcto» pero que a su vez sean practicables. No sabemos, como hoy creo que nadie sepa con precisión, «hacia dónde» pero sí sabemos con precisión «lo que no». Y en esta dialéctica, reflexionando a partir de experiencias, trabajando en red, poniendo en común otras alternativas diferentes pero con un denominador común, iremos dibujando el horizonte En el día a día nos puede parecer que no avanzamos. Pero basta con ver cómo en diez años las propuestas de izquierda radical y de transformación global ha sabido identificar los problemas y hacer propuestas para vencer el pesimismo que paraliza y pensar que el trabajo sirva para algo.
RC: Organizar debates y espacios de reflexión sobre los distintos temas. Abrir estos espacios a todas las personas que compartan los objetivos de luchar por la transformación social y enfrentarse al neoliberalismo. Buscar propuestas factibles para cada uno de los temas, ir avanzando en organización y participación en las distintas luchas, divulgar las propuestas y, entre todos y todas ir construyendo llenando este espacio que han dejado huérfano los partidos y sindicatos de la izquierda.
Me recordaba Jaume aquel bello lema de Galeano que suele citar Jorge Riechmann: «Dejemos el pesimismo para tiempos mejores».:
JB: Sí, sí, Galeano suele ver muy bien los puntos esenciales.
Tenemos temas y calendario ya definido. El día 1 de marzo un debate sobre la futura Ley de Educación en Cataluña. Para el 12 de abril otro acerca de la laicidad del Estado con la intención de dar una respuesta a largo plazo a las continuadas provocaciones políticas y culturales de los obispos. Después hay pendiente un debate sobre la Europa que nos han impuesto en Lisboa en contra de nuestra voluntad. Está otro acerca de la inmigración, etc. No estamos faltos de ideas.
RC: Los tiempos no son los mejores, pero como decía el poeta «se hace camino al andar», y esto estamos intentando hacer: caminar.
¿Habéis elaborado algún documento de discusión?
JB: Hemos elaborado un documento que denominamos «líneas rojas». Con ello queremos definir aquellos temas acerca de los cuales teníamos propuestas claramente definidas, por ejemplo la defensa de lo público por encima de lo privado, el modelo de contratación laboral fija, el tipo de pensiones y de seguridad social etc., sobre los cuales la izquierda ha ido cediendo ideológicamente en primer lugar y después políticamente. Además, en los últimos treinta años han surgido problemas nuevos sobre los cuales, más allá de una definición genérica hemos reflexionado poco para ofrecer alternativas políticas viables. Por ejemplo en el tema del modelo energético, en el de la sostenibilidad, en el tema de la inmigración extranjera, en el concepto de Europa.
Sobre todo esto hay que reflexionar a fondo si queremos ir más allá de los tópicos. No es tiempo ya de lugares comunes y cansinamente transitados
¿Os habéis presentado en sociedad? ¿Qué impresión habéis sacado?
JB: De momento nos hemos presentado en el contexto del Foro Social de Catalunya y el pasado viernes 8 de febrero en una puesta de largo más solemne. El éxito en las dos convocatorias confirma la necesidad de la propuesta. Mi miedo es que no sepamos o no podamos dar salida a las expectativas creadas.
RC: La convocatoria del día 8 superó las expectativas. El problema está en ver como somos capaces de poner en práctica nuestros objetivos y como vamos dando forma a esta necesidad que, desde la izquierda social está presente.
¿Qué opinión tenéis de las izquierdas españolas y catalana? La izquierda, en Catalunya, está en el gobierno; en España, la izquierda de la izquierda menos crítica no gobierna pero apoya y construye alianzas en algunas cuestiones. ¿Qué opináis de todo ello?
JB: La llamada izquierda institucional ha dimitido de sus propuestas. Simplemente gestiona las pocas parcelas que el sistema le permite gestionar siempre y cuando no se aparte del modelo. No hay izquierda alternativa. Basta mirar la posición de los sindicatos mayoritarios en temas tan delicados como la deslocalización de empresas, el tipo de contratos, o en relación con la inmigración. El problema es que la propuesta de Holloway «Cambiar el mundo sin tomar el poder» hoy por hoy es pura poesía.
RC: Es una de las cuestiones más desesperantes ver como la izquierda en el gobierno se ha vuelto «transparente», es como si no existiera y las políticas reales continúan siendo las mismas: privatización de los servicios públicos, precariedad laboral, ley de extranjería, no derecho al aborto, inversiones sociales escasísimas, etc. En Cataluña, con el gobierno de todas las izquierdas parlamentarias ha avanzado en desigualdad y ha aumentado en pobreza.
Pero, Jaume, perdona, los zapatistas creo que abonan esa línea, esa novedosa línea propuesta por Holloway. Será pura poesía pero, con Celaya, la poesía es tan necesaria como el aire que exigimos trece veces por minuto.
JB: Los zapatistas dieron el fuerte aldabonazo de 1994 y se les puede considerar el punto de partida del movimiento antiglobalización. Pero reconociendo todo el mérito y la simpatía que despertaron y siguen despertando, hoy «la Sexta» o «la Otra» siguen siendo un movimiento de creacion de conciencia más que de intervención de gobierno. En la misma línea Ramonet habla de crisis de los Foros Sociales por su dificultad en superar el umbral hacia la acción política.
No pongo en duda la necesidad de zapatistas y Foros. Abogo por espacios fluidos o de confluencia entre instituciones y movimientos. Y además si no se dan saldremos perdiendo todos, también las instituciones. Las instituciones separadas de las bases pierden legitimidad. La sola legitimidad que dan las elecciones no basta para dar la verdadera autoridad moral.
¿Puedes citar algunos de ellos, los que crees que realmente tienen efectividad y no sean sólo prosa poética de programas que nadie lee o que si se leen se leen sabiendo que no van a ser cumplidos? Versos para los oídos sensible. Nada más.
JB: Desde el mismo sistema de democracia representativa hay muchas propuestas posibles de reforma que podrían facilitar la participación desde abajo: listas abiertas, referendums vinculantes, presupuesto participativo, mayores facilidades para las Iniciativas Legislativas Populares, capacidad de revocación de los cargos, fácil acceso a los medios publicos de comunicación, capacidad de control ciudadano, etc… Sin embargo estas medidas no sólo no se establecen sino que hay una tendencia general a ir hacia atrás, a recortar caminos de intervención desde abajo.
Pero aunque se establecieran, no bastarían. Es necesario un contacto permanente entre lo institucional y los movimientos. Diálogo tan necesario como difícil. No sólo porque son muchas las atávicas desconfianzas entre unos y otros, entre movimientos y partidos, sino porque a menudo, incluso dentro del mismo ámbito de la izquierda pueden representar opciones culturales y políticas en contraposición, por ejemplo en relación con el tema del crecimiento indefinido.
¿Tenéis voluntad de permanencia? ¿Cómo os pensáis financiar?
JB: Quisiéramos no ser necesarios, pero repito que mientras las izquierdas dejen vacío su espacio alguien lo va a tener que ocupar. Mientras no haya izquierda trabajaremos por ser una voz de izquierda real. Con voluntad unitaria, pero probablemente no será la única. El alimento de los espacios de la izquierda es la dimisión de la izquierda institucional.
Nos hemos constituido como Asociación Civil. De momento nos financiamos con voluntariado y con las cuotas de socios. Es también necesario demostrar que es posible hacer política sin grandes aparatos.
¿Tenéis algún concepto de socialismo que os parezca sugerente para construir el, digamos tautológicamente, socialismo del siglo XXI?
JB: La construcción histórica del socialismo, del reparto de los beneficios y creación de una sociedad más justa se ha adaptado en cada ocasión a las circunstancias. No hay recetas y muchos han fracasado. El objetivo global es claro, pero tiene que adaptarse en cada circunstancia histórica.
RC: Las «fórmulas» ya no existen. Las situaciones son distintas en cada país y en cada época y la fuerza del capitalismo no cede. Hay que buscar el camino aquí y ahora.
¿Podríais decirnos cuáles son vuestros referentes políticos e intelectuales?
JB: FARGA nace del pluralismo. En el componente gestor hay socialistas, comunistas, libertarios, anarquistas, trotskistas, intelectuales de un inconfundible recorrido de una izquierda plural… Y a pesar de esta pluralidad reconocemos que hoy es mucho más lo que nos une que las pequeñas diferencias que fueron grandes en el pasado. El anticapitalismo como piedra angular, la negación del modelo neoliberal en economía y conservador o neoconservador en política, la negación de cualquier clase de fundamentalismo, el económico, el político, el de FMI o del BM, el del Vaticano, responden al mismo modelo de negación de las libertados para todos. Luchamos contra este modelo. Pero hoy no es posible construir una alternativa sólo desde presupuestos teóricos, es necesario partir de la experiencia.
RC: Más que referentes, hay que estar atentos a las nuevas experiencias: Bolivia, Venezuela, y sacar lecciones de las viejas, Cuba, países del Este… Los Foros Sociales pueden ser uno de los referentes, en cuento pretendían también acoger a todas las corrientes de la izquierda y ser un espacio de confluencia, de reflexión y de propuestas.