El sistema de AFP es un modelo fracasado. La dictadura lo impuso prometiendo pensiones con tasas de reemplazo del 70%. Pero la realidad es que apenas alcanzan a 30%… y a solo 22% para las mujeres. Pero la perspectiva es peor. Según la Comisión Bravo, en los próximos diez años más del 50% de las […]
El sistema de AFP es un modelo fracasado. La dictadura lo impuso prometiendo pensiones con tasas de reemplazo del 70%. Pero la realidad es que apenas alcanzan a 30%… y a solo 22% para las mujeres. Pero la perspectiva es peor. Según la Comisión Bravo, en los próximos diez años más del 50% de las pensiones de quienes coticen entre 25 y 33 años tendrán tasas de reemplazo que no llegarán al 20%. Incluyendo los beneficios del pilar solidario, el 79% de los jubilados recibirán pensiones por debajo del salario mínimo, y un 44% por debajo de la línea de la pobreza. Hoy el 80% de los jubilados vive en condiciones precarias con pensiones de menos de 147 mil pesos. La Coordinadora Nacional de Trabajadores No+AFP presentó su propuesta de otro sistema de pensiones -de reparto, tripartito y solidario-.
Según Luis Mesina Marín, vocero de la coordinadora, el sistema de reparto es el más eficiente para lograr buenas pensiones. Puede ser establecido con parte de las cotizaciones actuales: «Se pueden duplicar las pensiones de inmediato, sin gasto fiscal y sin cargar a las pymes con más cotizaciones. No pretendemos expropiar los fondos que los trabajadores mantienen actualmente: respetaremos los fondos acumulados. Se trata de aportes tripartitos para el financiamiento de un sistema de reparto, combinando contribuciones y beneficios definidos para establecer pensiones dignas y justas. El nuevo sistema permitiría que los pensionados percibieran, por lo bajo, desde un 103% a un 145% del sueldo mínimo. La pensión más baja rondaría los 277 mil pesos, monto que aumentaría a medida que el trabajador -junto con el aporte estatal y de su empleador- cotice más, manteniendo las edades de jubilación. Contempla, además, una compensación para las mujeres: una bonificación de 5 años de cotización. La propuesta considera que el Estado aporte el 0,3% del PIB, y que experimente un aumento gradual hasta el 0,6% hasta el año 2100».
¿Cómo se elaboró la propuesta?
«Hemos recibido aportes que hemos contrastado con varios economistas: Manuel Riesco, del Cenda; la Fundación Sol; el Cisec; logramos ganar en el debate último a Andras Uthoff y Claudia Sanhueza. El mayor aporte lo ha hecho la Fundación Sol, con los que tenemos más proximidad. Teníamos propuestas distintas pero las hicimos converger. Esto es fruto de un largo proceso. Una propuesta de esta naturaleza no surge de la noche a la mañana. Teníamos ideas dispersas, algunos sabíamos un poco más lo que es un sistema de reparto, pero eso no basta, debía ser una propuesta factible de sustentarse en el tiempo, porque no faltan los agoreros y defensores de las AFP que dicen que no se puede financiar un nuevo sistema, que es absurdo, que de dónde se van a sacar las platas… Nuestra propuesta está calculada hasta el fin del siglo. Hoy tenemos un gasto de 4,31% del PIB en pagar pensiones, pero los países de la OCDE están pagando entre 7 y 8% del PIB en pensiones. Si somos de la OCDE y queremos parecernos a ellos, recién en 2050 vamos a estar en 8,14%.
Tras el paro del 4 de noviembre, nos hemos concentrado en la preparación de esta propuesta. Es un sistema que se plantea sobre la base de restablecer el aporte patronal y la intervención del Estado, con un aporte más focalizado de manera tal que sea efectivamente un sistema financiado tripartitamente. Administrado también tripartitamente, por un organismo público cuya estructura esté garantizada por normas de rango ojalá constitucional, similar a lo que hoy ocurre con el Banco Central. Un organismo público pero autónomo, de manera que los gobiernos de turno no puedan meter las manos».
¿Mejorar las pensiones pasa por un cambio de sistema?
«El mejoramiento de las pensiones no pasa solo por el cambio de este sistema, sino también por otros factores que hoy están fuera del debate, como la negociación colectiva. Mientras los trabajadores no tengan negociación colectiva ramal o sectorial, no podrán acceder al mejoramiento salarial. Si tenemos un sistema bien construido, pero la gente gana poco, no tendrán buenas pensiones. En todo caso, nuestra propuesta las mejora sustancialmente, porque focaliza el nivel de contribuciones para un propósito único: el pago de pensiones. Genera algún grado de excedente, pero que sería administrado con sentido social, radicalmente opuesto a lo que tenemos hoy. Actualmente, los excedentes se mantienen en las cuentas individuales, pero los utilizan los dueños de las AFP que los colocan en empresas de EE.UU. Más de un 40% está invertido en ese país. Pueden emitir bonos de deuda y las AFP les pasan dinero, en circunstancias que Chile necesita recursos para desarrollar industrias importantes y que pueden generar retornos más bajos de lo que se podría obtener especulando, pero permanentemente garantizados. El 4% de rentabilidad es suficiente para mantener un Fondo de Reserva Previsional que permita enfrentar los momentos más complejos. Pensamos que es la única propuesta seria de los últimos 35 años. Planteamos acabar con las AFP y con el lucro de la seguridad social, restituir este derecho de manera tal que los trabajadores al fin de sus días tengan pensiones mucho mejores, pero además se plantea también generar un debate».
Defensores de las AFP les acusan de querer expropiar ahorros de los trabajadores.
«El sistema que proponemos no va a expropiar las platas de los trabajadores activos, como afirma la propaganda de la derecha y de sectores del gobierno. Al contrario, reconoce el aporte que han hecho los trabajadores para lograr una determinada cantidad de ahorro. Más del 60% de los trabajadores tiene ahorrado menos de 40 millones de pesos, por lo que accederán a pensiones inferiores a 200 mil pesos, por debajo del salario mínimo. Y de ellos, un 40% no llegará ni a la línea de pobreza. Hay trabajadores que con mucho esfuerzo han ahorrado 5 ó 10 millones de pesos, y el sistema que proponemos reconocerá esos ahorros. La ventaja es que tendríamos contribuciones y prestaciones definidas. Actualmente, con las AFP hay contribuciones definidas de un 10%, pero no sabemos cuánto es la prestación. Nuestros ahorros hoy dependen de factores como la volatilidad del mercado financiero, lo que es impresentable».
¿Existen recursos para cambiar el sistema?
«Sí, y estamos derribando muchos mitos al respecto. Por ejemplo, que vamos a desfinanciar el Estado. Si hasta les estamos diciendo a los milicos que se queden con el 1%. Después, lo ajustaremos, pero que ellos hablen ahora, ya que fueron los que nos expropiaron el sistema de seguridad social en 1981. El gasto adicional del Estado como empleador es un 0,04%, y va a crecer a un 0,14%, y después se mantendrá constante. Del 4,31%, un 1,2% corresponde a gastos del sistema antiguo, pero eso se va a ir extinguiendo, mientras sube el Fondo de Reserva, equilibrando las cuentas. Nuestra propuesta se formuló sobre variables muy conservadoras, para que no puedan decirnos que no es posible. Se pensó sobre la base de que el PIB en todo el periodo crezca solamente 1% anual, lo que es muy bajo. Hoy, que estamos en plena desaceleración, crecerá alrededor de 2%. Y si crece al 2%, ya es un 100% más de recursos. ¿Cuál es el argumento que han usado casi 40 años? ‘Que hay que preocuparse que el país crezca, porque cuando crece, hay chorreo’. Les vamos a cobrar la palabra. Un año que crezcamos 5% tendríamos cubiertos 5 años de pensiones. Lo calculamos sobre supuestos macroeconómicos y demográficos muy conservadores, con una remuneración real imponible en el mismo periodo solamente de 1%, con un salario mínimo imponible que aumenta 1% anual -si crece más habrá más plata para el fondo-, con una tasa de desempleo de un 7,5% -bastante alta-, y una inflación promedio de 3,5%. Calculamos una rentabilidad del Fondo de Reserva muy conservadora: 2,5%, cuando pensamos que puede llegar a 4% promedio, porque en este nuevo sistema la rentabilidad se podría obtener de inversión productiva, por ejemplo, en el litio, en ferrocarriles, en yacimientos mineros, etc. Perfectamente podemos tener garantizados treinta años con rentabilidad del 4% o 4,5%. Lo hicimos conservadoramente para que nadie diga que no hay recursos. Porque, además, sabemos que esos recursos ya están, y podrían incrementarse mucho más. Nuestra propuesta es viable, no tiene complicaciones estructurales, y es perfectamente posible de llevar adelante. Si hubiera voluntad política podría materializarse en pocos días.
Pensamos que perfectamente se podría generar reactivación de la economía si invertimos una parte importante de los ahorros en la red de ferrocarriles Santiago-Puerto Montt y Santiago-Arica, incluyendo todos los ramales. Eso implica una inversión a largo plazo, veinte a treinta años, pero generando empleos de mayor calidad, permitiendo el impulso de polos de desarrollo. Genera empleo y calidad de vida. También pensamos en más líneas del Metro para la Región Metropolitana. Son ejemplos de lo que podría hacerse. Se mejora la calidad de vida y, también, la productividad. Se podría obtener rentabilidad en los yacimientos de la minería, explorar nuevos en el norte grande, con un marco regulatorio que les impida seguir contaminando las napas subterráneas y ecosistemas. También la renacionalización del agua forma parte de una política pública fundamental. La política de seguridad social debe contribuir al desarrollo de un nuevo proyecto de sociedad».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 867, 23 de diciembre 2016.