El próximo año se cumplirá el 60 aniversario de la premiación y publicación de los dos primeros cuentos y también el 40 aniversario de la publicación por la Editorial Oriente de los once cuentos.
Un libro siempre es una aventura con sorpresas emocionantes que dependen de los gustos y de las interrogantes que se le ocurran a cada lector. Cuando se trata de un libro propio y salido de la imaginación y del esfuerzo intelectual es como el encuentro con un hijo soñado y bienquerido.
Como he señalado antes en una crónica, recuerdo que fue en la adolescencia y juventud, junto con otras inquietudes individuales y sociales, que empezaron aquellos intentos tempranos de escribir los poemas y cuentos que luego se irían acumulando en una gaveta sin propósitos serios. En mi caso los cuentos, con excepciones de algunos de temas fantásticos, trataron de reflejar la realidad vivida y conocida en un intento de copiarla o dibujarla. Son pues, en parte, frutos de experiencias vividas y sufridas en mi barrio rural y en la ciudad.
Ya en mi época de estudiante universitario algunos cuentos fueron revisados y perfeccionados para la participación en un concurso literario de la Universidad de Oriente en 1966. El titulado Una noche de dos mundos ganó el primer premio de ese año. El mismo fue publicado por la universidad, primero en la revista Taller literario y luego en una antología del mini-libro titulado 13 jóvenes cuentistas universitarios de Oriente.
Posteriormente en 1967 participé en otro concurso literario auspiciado por el Ministerio de Cultura de la Provincia de Oriente con el cuento Regreso a la casa con la muerte, al que se le otorgó el primer premio. Y el mismo fue publicado en el periódico Estímulo de la UNEAC de Santiago de Cuba.
Pero en fin, los cuentos quedaron engavetados, mejor podría decirse que abandonados, a causa de mis fundamentales quehaceres profesionales como especialista en Fisiología Médica y la formación en el doctorado en Ciencias Médicas, en que la docencia y la investigación eran y han sido ocupaciones prioritarias durante toda la vida.
No obstante, en un respiro e impulso durante el año 1976, y en medio del apuro por terminar la redacción de la tesis de doctorado, hube de remitir la colección de trece cuentos al concurso literario de Casa de las Américas. El jurado evaluador emitió un dictamen reconociendo la calidad de los cuentos de mi obra.
Pasó el tiempo y diez años después estos cuentos conformaron el libro titulado “Una noche de dos mundos”, publicado por la Editorial Oriente en 1986, que incluía los 13 cuentos.
El hallazgo casual y reciente de un estudio titulado Tres siglos de cuentística santiaguera (1830-2018): estéticas, obras y autores principales de los autoresRonald Antonio Ramírez Castellanos, Doctor en Ciencias Literarias de la Universidad de La Habana, Cuba e Iván Gabriel Grajales Melián, Doctor en Ciencias Literarias de la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba, en que incluye mi libro Una noche de dos mundos, me ha incitado a reflejar brevemente afirmaciones y contenidos de dicho estudio y, además, comentar algo sobre los cuentos incluidos en mi obra.
Al inicio refieren los autores algo verdadero: «Desde el período colonial hasta la etapa contemporánea, la ciudad de Santiago de Cuba ha sido una plaza cultural importante para el desarrollo de la práctica literaria. La prevalencia del enfoque habanocentrista en el recuento historiográfico de la literatura cubana apenas ha tenido en cuenta la obra de autores de esta región, con expresiones identitarias locales, en muchos casos, aportadoras al proceso de gestación, desarrollo y consolidación del hecho literario en la Isla. Después de la poesía, la narrativa, en particular la cuentística, ha sido el género por excelencia mediante el cual los círculos intelectuales santiagueros encontraron una forma expedita para vehicular sus inquietudes estéticas; se trata de un corpus textual, para nada despreciable, de calidades y tipologías diversas que nutrió las vertientes del cuento cubano, desde su surgimiento hasta el periodo actual.
Este artículo de investigación, señalan los autores, tiene como objetivo el estudio de esa zona de interés en el campo de la narrativa cubana y santiaguera en particular, con la finalidad de contribuir a la visibilización de una literatura preterida; determinar las estéticas, obras y autores fundamentales que de alguna manera han tenido su incidencia en la gestación del cuento cubano y sus aportes al mapa literario latinoamericano, sin pretensiones de exhaustividad».
«En Una noche de dos mundos, Wilkie Delgado Correa, se sumerge en las contiendas del pasado más reciente, las injusticias contra el campesinado y sus apremios generacionales, con el propósito de jerarquizar en su gramática argumental un sentido ideológico…».
«En sentido general, estos cuentistas (santiagueros) enhebran una tradición literaria, dentro del realismo socialista, exponente de la ideología de la Revolución, ya sea en su mirada al pasado de luchas por la liberación o al presente histórico, como forma de entender las transformaciones sociales experimentadas en esos años por la sociedad cubana. Las particularidades de estos cuadernos no se diferencian, con mucho, de las vertientes que identifican a las obras de los cuentistas del resto de la isla en el lapso. Si bien en su periodo inicial significó un modo de responder a una política cultural que privilegió la perspectiva ideológica de la Revolución triunfante, así como un cambio en el tratamiento de temáticas, asuntos que introdujeron renovaciones conceptuales y estilísticas…».
La estructura del libro de cuentos referido incluye cinco en la sección Las tiniebla: Una casa frente a la bahía, Regreso a la casa con la muerte, El regalo, El reino de Tomás y Un día de derrota. Los ocho cuentos en la sección Los amaneceres fueron los siguientes: Una noche de dos mundos, Un día y otro, En la ciudad sitiada, Sol sobre las espaldas, La mensajera, La prueba, El relato, El paso.
La obra, tal como se expresa en la contracubierta, refleja la vida del hombre en momentos que transcurren desde las tinieblas de la explotación y la tiranía hasta las auroras de la Revolución. Los personajes son hombres, mujeres y niños inmersos en una realidad social que incita a la lucha por su liberación y felicidad. Se representa con fidelidad el medio hostil, con diversos matices y con los prototipos que lo sustentan.
Esta obra narra y muestra la lucha revolucionaria en la ciudad y las montañas, la vida del hombre común con su carga existencial y sus atisbos de rebeldía, las decididas acciones de los luchadores clandestinos y de los guerrilleros, las vivencias de los niños y jóvenes crecidos por el combate circundante, los sueños y batallas de las mujeres. En fin, muestra el heroísmo de la gente del pueblo enfrentada a una lucha a muerte contra sus enemigos. Al cabo de la larga trayectoria recorrida, más allá del llanto y de la sangre, emerge con fuerza incontenible la visión de la victoria anunciada simbólicamente por un gesto valeroso o una sonrisa.
En fin los cuentos reflejan unos momentos de la época y del entorno social en los cuales están presentes los dramas humanos tanto individuales como colectivos en una unidad inextricable, que estaban presentes en un régimen explotador y dictatorial, pero de lucha liberadora.
Y pienso que es una buena ocasión para rememorar este suceso ya que el próximo año se cumplirán el 60 aniversario de la premiación y publicación de los dos primeros cuentos y también el 40 aniversario de la publicación por la Editorial Oriente de los once cuentos integrantes del libro Una noche de dos mundos.
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor titular y consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
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