Gladys Rojas es parte del equipo de trabajo de la Corporación Sembrar, una agrupación de Derechos Humanos con un cuarto de siglo de trayectoria y que se desempeña prioritariamente en el sur del departamento de Bolívar, desde los tiempos más duros de la incursión paramilitar en esa región. Gladys es una luchadora social que inició […]
Gladys Rojas es parte del equipo de trabajo de la Corporación Sembrar, una agrupación de Derechos Humanos con un cuarto de siglo de trayectoria y que se desempeña prioritariamente en el sur del departamento de Bolívar, desde los tiempos más duros de la incursión paramilitar en esa región. Gladys es una luchadora social que inició su compromiso popular hace 30 años, trabajando en la alfabetización campesina. Hasta hoy acompaña a las comunidades agro-mineras en la zona y colabora con las víctimas de violaciones de los DDHH en materia psicosocial.
La Corporación Sembrar se articula nacionalmente con el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, con la Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia y con el Congreso de los Pueblos.
-Hoy Colombia está en el centro de la mirada latinoamericana e internacional debido al denominado Proceso de Paz. ¿Cuáles son para ti y para las organizaciones a las que perteneces, las condiciones de una paz genuina para los pueblos de Colombia?
-«Puede sonar muy pesimista, pero cuando las y los líderes sociales estamos en terreno, viviendo el día a día junto a las comunidades campesinas, afro, indígenas, esa paz genuina no la percibimos. La realidad en los territorios no tiene nada que ver con un escenario de paz. En las regiones, las causas estructurales que originaron el conflicto social y armado en el país permanecen intactas. No existe ningún interés por parte del Estado colombiano de enfrentar esas causas sistémicas. Por el contrario, el Estado sólo tiene el interés de ‘adornar’ el país para venderlo a los intereses transnacionales. Y ante ese objetivo, el movimiento social e insurgente representa un estorbo. Por eso necesita neutralizarlo a como dé lugar.»
-¿Cuáles son esas causas estructurales?
-«Consideramos que existen tres elementos estructurales que nos llevaron al conflicto social y armado. El despojo, la desigualdad económica y la exclusión política. Para nosotros una paz estable y duradera debe superar y resolver estos tres componentes.»
Todas las reivindicaciones que hemos conquistado han sido mediante la movilización y la lucha. Y eso continuará siendo así.»
-Para reproducirse, el capitalismo requiere de la destrucción incesante de capital. Si, precisamente, el Estado capitalista colombiano subordinado a los intereses pentagonistas, tal como en muchas partes del planeta, busca superar su feroz depresión y crisis mediante el extractivismo destructivo de humanidad y naturaleza, la deuda y la súper explotación del trabajo asalariado, ¿qué confianza tienen de que el gobierno de Santos acabe con las causas sistémicas que iniciaron y mantienen el conflicto en el país?
-«Confianza, ninguna. Nosotros reconocemos que los acuerdos de La Habana son un paso importante en la construcción de la paz. Sabemos que significará salvar muchas vidas en Colombia. Sin embargo, la realidad nos indica que al movimiento social nada se nos regala. Históricamente, todas las reivindicaciones que hemos conquistado han sido mediante la movilización y la lucha. Y eso continuará siendo así, si es que deseamos una paz al servicio de los intereses del pueblo colombiano.»
«Falta la participación de las comunidades y de la población»
-En Chile, a inicio de los 90 del siglo pasado, el primer presidente civil post-dictadura, el demócrata cristiano Patricio Aylwin, a propósito de la lucha por la verdad y la justicia por los crímenes de la tiranía cívico y militar, acuñó la infeliz expresión de «justicia…en la medida de lo posible». La frase de Aylwin, uno de los golpistas más destacados durante el gobierno de Salvador Allende, sigue vigente en Chile a causa de los pactos entre las facciones del poder para tornar intocables a Augusto Pinochet y a los principales artífices y hechores de la más sangrienta dictadura que registra la historia de mi país. ¿Qué ocurre sobre la paz en Colombia en este sentido?
-«El Estado colombiano está por la paz, más que ‘en la medida de lo posible’, derechamente ‘a su medida’. Y en el área de los DDHH, según el proceso de los acuerdos de La Habana en lo que compete a la demanda de verdad y justicia, hay un enorme escepticismo y decepción entre las víctimas, debido a que el acuerdo pondrá en total impunidad a muchos responsables de los crímenes cometidos por la fuerza pública. De hecho, este proceso los colocará a salvo. En tal sentido, sentimos que los años de trabajo, lucha y sacrificio en vidas humanas por la búsqueda de la verdad y la justicia, han sido en vano. Muchos militares que logramos llevar a la cárcel a un altísimo precio en vidas, quedarán libres.»
-Entonces, ¿qué clase de paz es la de los acuerdos de La Habana?
-«Una paz incompleta. Faltan otros grupos insurgentes que deben ser tenidos en cuenta. Pero, ante todo, falta la participación de las comunidades y de la población colombiana que han vivido los impactos de la guerra y que no han sido consideradas hasta ahora. Si a ello le agregas la no solución de las causas estructurales del conflicto, entonces el camino está por hacerse todavía. Vale señalar que nosotros en relación al próximo plebiscito, estamos por el ‘Sí Y Vamos Por Más’, entendiendo siempre los aspectos antes señalados.»
Se agudiza la represión
-Desde el denominado cese de las hostilidades acordado entre el gobierno y las FARC, entre el 26 de agosto y el 14 de septiembre de 2016, ya han sido asesinados más de una docena de líderes sociales y defensores de los DDHH, y amenazados de muerte muchos más. ¿Qué significan estos hechos cuando se habla de paz?
-«Significa que cuando todos están distraídos con el discurso de la paz, las y los líderes sociales y luchadores de los DDHH que continúan su labor en los territorios son presa del paramilitarismo y la fuerza pública sin control que siguen operando en las regiones. En Colombia cada vez que se habla de paz, siempre hay guerra. Pensamos que esperarían los resultados del plebiscito antes de continuar aplicando la represión. Sin embargo, ya prevemos que la represión se agudizará a través de los grupos paramilitares y de la fuerza pública con la excusa de perseguir al Ejército de Liberación Nacional (ELN), que ahorita será un objetivo importante desde lo militar. En ese marco, el movimiento social y las y los líderes de las comunidades llevamos la peor parte.»
El amor eficaz
-¿Qué madera insobornable forjó al movimiento social en Colombia?
-«La construcción cotidiana con las comunidades. Vivir sus alegrías y sus dolores, sus triunfos y derrotas. Nuestra convicción de que otro mundo es posible; un amor infinito por la libertad y la justicia, un amor eficaz.
Ahora bien, naturalmente el mérito no ha sido sólo nuestro. Hemos recibido el ejemplo de los movimientos populares chileno, ecuatoriano, argentino, cubano, venezolano, etc. Aquí existe una retroalimentación permanente que ha fortalecido todo el sentimiento de resistencia en América Latina.»
-Si la solidaridad es la ternura de los pueblos, ¿qué precisan de las y los luchadores sociales del Continente y del mundo en esta hora incierta?
-«Que nos sigan acompañando en la creación de esa paz verdadera y necesaria para Colombia, y que perseveremos en el trabajo conjunto de construir una América Latina tal como la soñamos.»
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.