Entrevista realizada a Rubén Andino, autor del libro « La rebelión estudiantil en Chile. Una generación con voz propia «, publicado por la editorial Ocean Sur . Las vivencias de treinta y dos entrevistados -dirigentes estudiantiles- configuran un representativo mosaico de opiniones que revelan toda la riqueza y profundidad del movimiento estudiantil chileno, desde sus […]
Entrevista realizada a Rubén Andino, autor del libro « La rebelión estudiantil en Chile. Una generación con voz propia «, publicado por la editorial Ocean Sur .
Las vivencias de treinta y dos entrevistados -dirigentes estudiantiles- configuran un representativo mosaico de opiniones que revelan toda la riqueza y profundidad del movimiento estudiantil chileno, desde sus inicios en 2011 hasta la fecha. Esa variedad de perspectivas aporta al lector algunas claves sobre lo que es y puede llegar a ser una nueva generación de líderes, que en su diversidad expresa una nueva mirada sobre la educación chilena y sus proyecciones hacia la vida social, política y cultural del país.
La rebelión estudiantil en Chile. Una generación con voz propia
– ¿Cómo ha sido la experiencia de realizar este libro?
– Escribir un libro siempre es una experiencia desafiante, a ratos abrumadora, en momentos tediosa y, cuando uno termina la última página, sin duda satisfactoria. Existe una paternidad compartida de este trabajo con la revista Punto Final y su director, Manuel Cabieses. Lo digo porque sin su apoyo no habría existido la materia prima que ha dado vida al producto terminado.
La rebelión estudiantil es la consecuencia necesaria de un largo seguimiento al movimiento en su defensa de la educación como derecho, a través de las voces de sus protagonistas y al fragor de las luchas que libran, poniendo fin al aparente inmovilismo social en que estaba Chile desde 1990, impuesto por una transición pacífica y ordenada de una dictadura sanguinaria a una democracia de mercado.
– ¿Por qué han sido los estudiantes el motor de las movilizaciones sociales?
– El movimiento estudiantil constituye la primera manifestación visible de un malestar existente en nuestra sociedad con un modelo que es mostrado en todo el mundo como ejemplo exitoso de libre mercado, en el que el Estado es relegado a un lugar secundario bajo el predominio de la iniciativa privada.
Las cifras macroeconómicas que emanan de los organismos públicos encargados de la administración financiera del Estado, como el ministerio de Hacienda y el Banco Central, están perfectamente alineadas con los éxitos obtenidos por las grandes empresas nacionales o multinacionales que operan en el país; pero esas cifras están en total contradicción con los resultados de las pequeñas empresas y especialmente con la realidad que vive el grueso de la población trabajadora.
El peor drama social de Chile es el endeudamiento, que afecta a las familias de trabajadores o pequeños emprendedores privados, que con gran esfuerzo han sobrepasado el límite de la pobreza y aspiran a mejorar su calidad de vida sobre la base de una mejor educación y holgura económica.
Con audacia, los estudiantes irrumpieron en 2011 para denunciar al mundo esta falacia ideológica, impuesta por líderes de opinión del régimen existente mediante la manipulación de medios de comunicación afines al modelo. Desde la calle los jóvenes manifestantes han denunciado que el sistema educacional chileno no es el instrumento de ascenso social efectivo del que habla la propaganda, sino un mecanismo funcional para reproducir la desigualdad y la segregación.
Este movimiento es la punta de lanza de una mayoría social que vive en la cotidianidad de sus vidas las profundas desigualdades existentes en un país que, pese a haber generado de manera creciente una mayor riqueza económica, no recibe una justa retribución por ese esfuerzo; porque sus frutos son distribuidos de la manera más inequitativa posible y en directo perjuicio de aquellos que viven de un salario.
– ¿Por qué es relevante para el lector latinoamericano conocer la experiencia del movimiento estudiantil chileno?
– Latinoamérica fue usada en los años 80 y 90 del siglo pasado como campo de experimentación de políticas económicas neoliberales que hoy tienen sumidos a Estados Unidos, Europa y a buena parte de Asia en la peor crisis económica de su historia. Las grandes empresas trasnacionales crecen y se fortalecen, mientras los Estados nacionales se debilitan e incluso se desintegran.
Nuestro continente viene en parte de vuelta de esa experiencia trágica y varios de nuestros gobiernos intentan encontrar caminos liberadores para concretar proyectos de igualdad y transformación social. En aquellos países, como Chile, en que todavía existen gobiernos dóciles a los designios imperialistas, los pueblos buscan también caminos creativos para generar corrientes de participación y abrir canales de cambio. En Chile fueron los estudiantes, y en otros países podrían ser el movimiento indígena, los obreros industriales o los ecologistas.
Son los estudiantes quienes hoy están a la vanguardia en la lucha por la transformación social en Chile y ello es explicable porque la imposición de la educación como negocio permitió que proliferaran miles de planteles de educación superior que produjeron, sin una sintonía con las necesidades del país, profesionales y técnicos que no encuentran espacio en el mundo del trabajo. La educación concebida como un bien de mercado ha dado origen a una generación de desempleados ilustrados e insatisfechos, que se sienten estafados por la publicidad engañosa del régimen imperante.
– ¿Quiere decir que modelo chileno es solo un producto publicitario?
– La masificación de la educación lograda en los últimos veinte años es un espejismo. Exceptuando a una pequeña elite formada por algunas universidades tradicionales de larga data en la historia del país, el conjunto de los egresados de la educación superior carece de mínimas herramientas y posibilidades reales para desempeñarse como profesionales.
La educación superior es la cúspide de una pirámide, cuya base se proyecta desde la educación preescolar, con el principio de que aquel que paga más recibe mejor educación. Los más pobres están condenados a conformarse con una enseñanza gratuita de la peor calidad.
El movimiento estudiantil chileno ha puesto al desnudo la burda estafa de la educación bajo las reglas del libre mercado, que retrata con crudeza los efectos catastróficos que tiene sobre la sociedad la concepción ultra ortodoxa del capitalismo. Es muy difícil mantener por años las banderas de lucha de la educación pública, gratuita y de calidad sin tocar los fundamentos mercantiles que rigen las relaciones sociales en Chile; porque la propuesta de educación como derecho, que enarbolan los estudiantes, es incompatible con la concepción de la educación como un bien de mercado.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.