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La rebelión portuaria y sus alcances estratégicos

Fuentes: La Izquierda Diario

NOTA: publicamos este análisis cuando el paro portuaria acaba de ser levantado, hoy viernes, en la mañana, después de más de un mes de lucha. 35 días de uno de los combates obreros más importantes del último tiempo. Han enfrentado a la patronal nazi de Von Appen, a la brutal represión policial y también a […]

NOTA: publicamos este análisis cuando el paro portuaria acaba de ser levantado, hoy viernes, en la mañana, después de más de un mes de lucha.

35 días de uno de los combates obreros más importantes del último tiempo. Han enfrentado a la patronal nazi de Von Appen, a la brutal represión policial y también a la burocracia sindical, cambiando la historia de un puerto que actuaba como el último baluarte de la reacción rompe-huelga contra las luchas portuarias.

Rebelión portuaria y vanguardia obrera

Este lunes 17/12, a un mes de paro, se agudizó el conflicto. Los eventuales portuarios, encabezados por su juventud combativa, durante todo el día resistieron la represión comandada por el Intendente, y ya en la noche culminó con el insólito allanamiento por la fuerza de la sede sindical, con la detención de 17 trabajadores. Esto se suma a la represión cotidiana, persecución de activistas, al atentado de un policía de civil a 2 estudiantes solidarias, y a diversas medidas de fuerza contra los huelguistas. El clan nazi de Von Appen, ha motivado esta política con su intransigencia total a las demandas de los portuarios. Quiere a sus familias una navidad sin regalos, y quiere a los portuarios de rodillas.

Pero tras la represión paralizaron casi todos los puertos del país: Iquique, Antofagasta, Huasco, Caldera, Chañaral, San Vicente, Talcahuano, Coronel, Lirquén, Penco, Huachipato, Puerto Montt y Punta Arenas. Rápidamente se activaron todas las alarmas del gobierno para buscar desactivar el paro mediante su intervención. También toda la «oposición», esta vez liderada por el alcalde Sharp presionó con toda su fuerza a la «mediación» de Piñera, que sin embargo no tenía nada más que ofrecer que migajas. Vinieron las acusaciones a Von Appen por «intransigente» y se activó la política de la conciliación desde arriba para cerrar el conflicto. Cuando se había llegado a un «pre-acuerdo» de migajas firmada por toda la dirigencia sindical, los portuarios rechazaron masivamente en asamblea este «pre-acuerdo» que no atendía a sus demandas y que dejaba en un cierto «empate» de fuerzas la situación, que posibilitaba una amenaza futura de represalias de Von Appen (que buscará liquidar a la vanguardia tal cual liquidó al sindicato de eventuales de Mejillones). Con sana desconfianza, y viendo que sólo con su fuerza han podido hacer sentar al gobierno, rechazaron la «tregua» que no atendía sus demandas, mostrando lo profundo del proceso en curso en la base portuaria, de un puerto durante décadas sometido a la esclavitud y al puro despotismo. «Si no tenemos navidad, no tendrán año nuevo» han dicho nuevamente los obreros.

Un movimiento espontaneo nacido desde las bases, por el descontento actual por la situación económica de hambre que está vivienda las familias de los obreros eventuales, que se combinó con una explosión de años y décadas de abuso y sometimiento y que ha dado una importante combatividad de la base y su tendencia a la acción directa con rasgos de auto-organización, como la elección de delegados.

El paro ha impuesto una pérdida de 4,2 millones de dólares en EPV y 2 millones de dólares en TPS (Von Appen). Es mucho más del doble lo que piden los trabajadores. Pero Von Appen, uno de los empresarios con más «consciencia» de clase (burguesa) del país, que dice que seguirá «intransigente con los violentos» que han osado desafiar su prepotente dominio, al parecer prefiere perder la concesión que ser derrotado por los «rotos» obreros del puerto.

Pero además, la rebelión del hambre que tiende a cuestionar la precarización, ha cuestionado también el poder de una burocracia sindical (de la Cotraporchi) históricamente ligada a los grandes capitalistas y que ha sido parte del engranaje para mantener la dominación histórica en uno de los puertos más importantes del país. Una casta con intereses propios, que maneja negocios, que es aliada de Von Appen y de la burocracia estatal, que se maneja con los turnos con asistencialismo para hacerse una base social, que ha actuado desde décadas como «policía» dentro del puerto contra aquellos que se movilizan, y que durante años mantuvo al puerto de Valparaíso contrario a todo el movimiento portuario que luchaba. Valparaíso ha sido, producto de ese frente burgués de Estado y gobiernos, empresarios y burocracia sindical, el baluarte reaccionario de las luchas portuarias que han recorrido el país los últimos años. Ese frente ha quedado jaqueado por la rebelión portuaria.

En el marco de una situación nacional transitoria, con un gobierno débil y la crisis de las instituciones como la policía en el centro mientras se intensifica la represión, las calles y los procesos de lucha de clases empiezan a volver a escena, con nuevas tendencias para que la clase obrera pueda emerger como sujeto. Una situación que plantea la emergencia de nuevos procesos de lucha de clases y de giros abruptos en la política.

Transformar la solidaridad en un paro regional de todo Valparaíso, en el paro indefinido en los puertos y en la movilización nacional en todo el país

La lucha ha ganado la solidaridad de amplios sectores. A los paros parciales de 2 horas de algunas semanas de la Unión Portuaria y la no atención de los buques desviados, tras la represión del lunes estuvo el paro nacional en la mayoría de los puertos del país. De desarrollarse el paro portuario indefinido en todos los puertos del país convocado por la Unión Portuaria, sería una fuerza muchísimo más poderosa para doblarle la mano a Von Appen y derrotar la represión. Además, para golpear fuerte a Von Appen, hay que volver a imponer el paro en el terminal, mientras intentan mantener operativo con rompe-huelgas.

La solidaridad ha llegado no solo de los portuarios. Diversos sindicatos, centros de estudiantes, organizaciones sociales y de izquierda están apoyando con alimentos, denuncias, acciones. Los estudiantes de la UPLA y UV tienen paralizadas algunas facultades, se han movilizado con los portuarios, enfrentado la represión y convocado a asambleas. Asimismo se ha recibido el apoyo de numerosos cerros, de clubes deportivos como los wanderinos, profesores y diversos sectores de la comunidad. ¡Está planteado un gran Paro Regional para que se movilice todo Valparaíso!

¡Qué enorme sería que toda esa fuerza solidaria se unificara con el paro en todos los lugares de trabajo y estudio, el transporte y con una gran movilización regional y nacional en apoyo a los portuarios! Un llamado así desde el Sindicato de Estibadores, donde le exigieran a la CUT, sindicatos, federaciones y a todas las organizaciones sociales, así como a Sharp y al Frente Amplio, podría desarrollar la fuerza profunda del Valparaíso obrera y popular, desgarrado en décadas de explotación y abusos. Un paro enorme regional unido a la movilización nacional en solidaridad podría jaquear al gobierno y su represión e imponer la voluntad de los portuarios al clan nazi de Von Appen. De desarrollarse esta pelea y unificar las fuerzas en este paro y una gran coordinadora o asamblea comunal convocada por los portuarios, con delegaciones de diversos sindicatos, lugares de trabajo y estudiantes, así como pobladores, locatarios y organizaciones sociales y de izquierda, el conflicto puede pegar un salto.

La movilización de este viernes a las 18:00 horas convocada por los portuarios y diversas organizaciones sociales, debe ser un punto de apoyo para una ofensiva.

¿Presión y diálogo social o frente único de los trabajadores?

Sharp, al ganar la elección como alcalde de Valparaíso el 2016 señaló en su primer discurso: «Se acaba el duopolio, se acaba la corrupción, se acaba la injusticia. Esos explotados estamos tomando el futuro de una ciudad en nuestras manos. Y que lo sepan los poderosos». Pareciera ser que los obreros eventuales le tomaron la palabra: «esos explotados» están tomando con esta lucha «el futuro de la ciudad» en sus manos. No han sido las disputas institucionales ni las maniobras mediático-judiciales las que han puesto en jaque a uno de los grupos más poderosos de la comuna, sino el paro portuario, con sus métodos combativos.

Pero Sharp en vez de desarrollar una política para que todos los «explotados» tomen «el futuro de la ciudad en sus manos» lo que podría ser con un gran regional de todo Valparaíso, desarrolla una política de conciliación para «mediar» en el conflicto, y no para poner toda su fuerza y sus posiciones al servicio de ampliar el conflicto, masificarlo y propinarle una derrota a Von Appen y al gobierno y su represión. El Frente Amplio y Sharp, así como el PC, que dirigen diversas organizaciones sindicales, estudiantiles, culturales, y tienen amplias tribunas, podrían poner todas sus fuerzas al servicio que triunfen los portuarios en todas sus demandas, llamando a paralizar todos los lugares de trabajo y el transporte, con todos los funcionarios públicos y municipales paralizados en apoyo y movilizados, con los liceos y universidades cerradas y con los estudiantes en las calles, con los pobladores que viven hacinados en las precarias condiciones de vivienda en los cerros bajando masivamente en apoyo a los obreros. Sharp lo que dice en el discurso, no lo hace en la práctica. Su política no es ésta, sino «conciliar», «mediar» entre las partes, para «destrabar» el conflicto.

Detrás de esta política se ha puesto toda la «oposición». Todos hablan de mesa tripartita entre TPS, trabajadores y Gobierno. Denuncian a Von Appen pero exigen que el gobierno «intervenga», cuando su intervención ya sabemos que ha sido la brutal represión (pues es falso que la policía se manda «sola» y no tiene «control» del «poder civil»).

No estamos hablando de la inevitable negociación. Sólo un infantil negaría la negociación y los «compromisos que en determinadas relaciones de fuerzas deben establecer los trabajadores frente a un conflicto. Pero acá estamos hablando de una lucha que está sostenida en base a la fuerza de una vanguardia combativa que no ha dado su brazo a torcer, de una base que está convencida de sus justas demandas, y de un apoyo popular creciente que rechaza la represión y multiplica las medidas de solidaridad. Está planteando ir por el triunfo e imponer la derrota a Von Appen. La «conciliación» sólo ha llevado a migajas, que además, no prometen en ningún sentido frente a una contra-ofensiva de Von Appen, que buscará liquidar a esa vanguardia obrera.

Es evidente que los obreros no pueden rechazar ningún apoyo que amplifique su lucha, les ayude económicamente para aliviar la carga que están sufriendo, o les permita tener más herramientas para su combate. Pero el rol del reformismo además de estas medidas de apoyo, no es poner toda su fuerza política, electoral y social en función ¡de que triunfen los huelguistas y derroten a Von Appen! Sino en función de «mediación» que solo ha traído migajas. Sólo la fuerza podrá imponer el triunfo.

A la vez, desde el municipio y la «oposición» llaman a detener la violencia. Pero la violencia viene del clan Von Appen, que tratan a los eventuales como verdaderos esclavos, de la brutal represión policial, las fuerzas especiales y los marinos. Ya este gobierno y policía tienen en sus manos la sangre de Camilo Catrillanca. Son totalmente legítimas las medidas de auto-defensa que tomaron los portuarios, que vieron hasta el desalojo y allanamiento violento de su sede sindical, una medida que no veíamos desde dictadura. Los métodos radicales sobretodo de su vanguardia joven expresa lo elemental de una rebelión que viene del «hambre» y aún con todo en contra, han tenido un amplio apoyo popular.

El rol de la burocracia sindical es otra de las claves que buscan impedir que se extienda y masifique la lucha. Desde la CUT se ha callado la boca, y cuando la abrieron solo fue para pedir que «intervenga el gobierno». Otras organizaciones, como la ANEF que dirige PS y PC, no han llamado a ninguna movilización ni siquiera en Valparaíso. Ni siquiera el Colegio de Profesores, que dirige el FA, han llamado a una mínima medida de movilización! Desde la Confech, los paros en la UPLA y UV han salido totalmente por fuera de su iniciativa, tal como antes fueron las movilizaciones por Camilo Catrillanca o feministas. Sólo han mirado desde las tribunas, depositando toda su confianza en el trabajo parlamentario. La burocracia portuaria encabezada por Rojas, fue central buscando el miserable y rechazado «pre-acuerdo». Lamentablemente Klimpeln, que se dice «anticapitalista» y por la «autonomía de la clase trabajadora por sobre los partidos y los movimientos» se ha subordinado a esta política, y sostuvo el «desbloqueo» para negociar que le permitió a Von Appen el control del puerto. La iniciativa para extender y masificar el conflicto ha venido desde la base.

La burocracia sindical, que transforma a los sindicatos en herramientas de diálogo social y estériles para luchar, en muchos casos influenciadas por partidos reformistas, juega un rol enormemente conservador para desarrollar la lucha de clases. En esta lucha no solo apuesta por las puras «mediaciones», sino que dividió la lucha de TPS y TCVAL en negociaciones aparte. Si en la acción estaban unidos, en la negociación los dividieron, lo que restó fuerza a la lucha de TPS. Buscaron impedir el desarrollo de tendencias a la auto-organización iniciales, como el comité de huelga, luego despojado de decisión, y sin ampliar la representación de la base vía delegados revocables y electos. De desarrollarse esa tendencia, podía aumentar esa influencia en una gran coordinadora o asamblea comunal convocada por los portuarios, con delegaciones de diversos sindicatos, lugares de trabajo y estudiantes, así como pobladores, locatarios y organizaciones sociales y de izquierda.

Precarización, explosividad e ilegalidad del «sujeto peligroso»

El trabajo portuario es sinónimo de precarización. En su gran mayoría son trabajadores «eventuales» pues su empleo comienza y termina finiquita cada 8 horas: no tienen derecho a indemnizaciones, vacaciones ni negociación colectiva. No tienen ninguna protección. Ni que decir de los accidentes laborales; en el año ya van 2 muertes sólo en TPS y 4 muertos las últimas semanas en varios puertos del país. «Y es en este grupo donde han surgido los conflictos, como el que tiene de protagonistas ahora a los eventuales de Ultraport» como señala el patronal Diario Financiero. Según este medio, sólo en Valparaíso hay entre 1.800 y 2.000 trabajadores eventuales, y a nivel país cerca de los 12.000.

Este sector ha sido enormemente explosivo y combativo los últimos años, enfrentando al gobierno, a los empresarios y a la represión. Entre 2010 y 2014 se registraron 312 días de huelgas portuarias en América Latina, considerando 12 países. El 46% se concentró en Chile, con 143 días de huelga. «Si bien la autoridad a través de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) ha intervenido para apagar la mecha en Valparaíso, los actores portuarios saben que aunque este conflicto puntual se resuelva, no tardará en surgir un nuevo frente. Solo es cuestión de tiempo» dice el mismo diario. O sea, que este problema estructural pone en «cuestión de tiempo» que surja «un nuevo frente de conflicto».

Es parte también del ciclo ascendente de huelgas a partir del 2006, donde la huelga legal (en términos de cantidad de trabajadores involucrados) ha sido desplazada por la huelga «extra-legal» o «ilegal» (llamada por las empresas), principalmente en las grandes empresas.

Muchos han escrito y hablado de la desaparición de la clase trabajadora. Pero lo que ha ocurrido realmente es una extensión de su fuerza objetiva, con posiciones estratégicas en la economía, pero enormemente fragmentada y atomizada por empresarios, sus partidos y gobiernos, mientras las burocracias ayudan a sostener este régimen. Los obreros portuarios, pequeños en proporción al tamaño de la población de Valparaíso y del país, poseen sin embargo una posición estratégica que de ponerla en función del conjunto de las luchas de los explotados y oprimidos, cuestionando de raíz la explotación y dominación capitalista, puede jugar un rol central para unificar a la clase trabajadora y conquistar una alianza con el conjunto de los oprimidos.

¡Hay que expropiar al clan Nazi de Von Appen!

Ultramar agrupa 12 puertos concesionados en América Latina y una red de 100 agencias. En el negocio portuario, tienen presencia en Valparaíso, Mejillones, Arica, con Ultramar, Ultraport y Sitrans. También participan con el 25% en Guacolda, en Mina Invierno, y tiene empresas ligadas al rubro inmobiliario. Su patrimonio hoy superaría los US$1.000 millones. Construyeron su fortuna ayudando al régimen nazi en la segunda guerra mundial, luego amplió sus negocios ayudando a las dictaduras tirando cadáveres al océano en sus buques, y en democracia ha aumentado sus ganancias a costa de la explotación y privatizaciones.

Richard Von Appen es además consejero de la Sofofa, histórica patronal reaccionaria e integró el llamado «grupo de los cinco» de Bernardo Larraín Matte, hoy presidente del gremio. Por su parte, Dag Von Appen es financista y vice presidente de la Fundación para el Progreso, la organización intelectual de extrema-derecha que lidera Axel Káiser (y es también financiada por el pinochetista empresario Nicolás Ibáñez).

En esta huelga no solo ha declarado su intransigencia, sino que ha contratado estudiantes técnicos como rompe-huelgas, y busca quebrar la unidad de los trabajadores ofreciendo más a quienes se reintegren contra los «violentistas». «Ellos no tienen cabida en nuestra empresa» dijo el gerente Olivier Weinrich. «Esta no es una negociación colectiva (…) por lo que no corresponde hablar de conflicto laboral (…) No nos corresponde hacernos cargo de reivindicaciones políticas» señaló Richard Von Appen «paro ilegal». Desde la CPC repitieron las palabras contra las «huelgas ilegales».

Mientras algunos piden la «mediación», otros hablan de terminar con la «concesión» a Von Appen. Resulta que los puertos son propiedad del Estado, administrados por éste, pero en realidad son privados bajo las figuras de las «concesiones» a los grandes capitalistas. Para sacar a Von Appen y todos los grupos capitalistas en el puerto hay que expropiarlos, estatizar los puertos y ponerlos bajo gestión de los trabajadores y el pueblo. No vendrá un «patrón bueno» a favor de los trabajadores si TPS, TCVAL y todo el puerto de Valparaíso sigue en manos empresariales.

¿Modernización capitalista o estatización de los puertos bajo gestión de los trabajadores y al servicio de todo el pueblo?

Según el alcalde Sharp «dos meses de actividades portuarias podrían generar 7 mil viviendas en Valparaíso y el déficit en la comuna es de 9 mil. Es una cuestión de voluntad».

Es decir, si las actividades portuarias estarían al servicio del pueblo trabajador y no de los empresarios, ¡en 3 meses se podría resolver el problema de la vivienda en Valparaíso! Son brutales las ganancias a costa del empobrecimiento del pueblo trabajador.

Pero no se trata de una «cuestión de voluntad»: se trata de fuerzas sociales en conflicto, de relaciones de fuerzas que se deben imponer mediante la lucha y el combate, no mediante el diálogo social.

Pero los portuarios pueden ir por mucho más, cuestionando la propiedad privada de los puertos y sus negocios y ganancias en base a la explotación y el saqueo. Pueden ir por más, luchando por poner todos esos recursos estratégicos al servicio de las necesidades del pueblo trabajador entero, y ya no de diversos grupos de capitalistas.

Por eso, creemos que es falso el criterio que el problema fundamental sea la falta de modernización de infraestructura en los puertos y la necesidad de una Ley General de Puertos que lleve a ese desarrollo. Claro que ésta es necesaria respecto a los cambios en el comercio exterior mundial, pero ésta modernización no vendrá de la mano de los grupos empresariales que sólo buscan aumentar sus ganancias bajando los costos laborales, y de llegar alentada por el Estado y en manos de los privados, serán reestructuraciones, ataques y ajustes para los trabajadores.

Una salida progresiva al problema portuario no será de una nueva ley del Estado donde los puertos queden en manos privadas. Sólo la estatización integral de los puertos, partiendo por el de Valparaíso expropiando a Von Appen, y que éstos sean puestos bajo gestión de los trabajadores (sus sindicatos y asambleas, comités, consejos y delegados, con sus «nombradas» democráticamente) y con control popular, esos recursos millonarios pueden ir en función de satisfacer las necesidades populares de salud, vivienda, educación, y a la vez, para invertir recursos que permitan modernizar los puertos al servicio del pueblo trabajador. A su vez, puede terminar con los contratos «eventuales» e imponer la estabilidad laboral a todos sus trabajadores, con sueldos garantizados que no dependan del «turno» día a día.

Por supuesto, no se trata que lo administre la burocracia estatal designada de funcionarios que cobran como millonarios y no electos por nadie como ocurre en EPV, sino bajo la gestión de los propios trabajadores portuarios, con control popular y al servicio de las necesidades sociales del pueblo trabajador.

Las privatizaciones en dictadura fueron centrales para el desarrollo del negocio portuario. En los años 80´ pasaron a administración privada los frentes de atraque, el 81 la armada estableció sistema de turnos y horarios. Toda esa década se sucedieron los despidos masivos. Tras el salto del comercio exterior del país, en 1997 con Frei se dictó la Ley 19.542 que «modernizó» el sector portuario, creando 10 empresas públicas en la operación y administración de los puertos. Sin embargo, les cedió a los empresarios toda la organización del trabajo y las ganancias, como los servicios de estiba, desestiba, transferencia de carga desde el puerto a la nave y viceversa y el porteo de los recintos. A su vez, servicios de movilización de cargas deben realizarlas firmas de muellaje, que pasaron a ser los nuevos empleadores de los trabajadores portuarios. Y en muchos casos avanzaron contra las «nombradas» que estaban bajo control de sindicatos. Esta política de privatizaciones de cuestionarse con la movilización, sería un punto de apoyo enorme para un movimiento obrero que se proponga derrotar a los capitalistas.

De proponerse esta pelea, los portuarios pueden conducir a amplios sectores a vincular la lucha económica a la lucha por la pelea de otra sociedad, donde los medios de producción sean socializados y al servicio de los propios trabajadores, no de las ganancias.

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