Recomiendo:
0

La renuncia de Piñera: aspiración consciente del movimiento social

Fuentes: Rebelión

La crisis política continúa. Tras 13 días del alzamiento popular más importante de la historia nacional, el apoyo transversal y las múltiples reivindicaciones sociales, le aporta el aire necesario. También le aporta lo suyo, la rabia contra la represión desenfrenada, la impotencia frente al abuso y lo inaceptable de las muertes. Sin embargo, la solidaridad […]

La crisis política continúa.

Tras 13 días del alzamiento popular más importante de la historia nacional, el apoyo transversal y las múltiples reivindicaciones sociales, le aporta el aire necesario. También le aporta lo suyo, la rabia contra la represión desenfrenada, la impotencia frente al abuso y lo inaceptable de las muertes. Sin embargo, la solidaridad de los explotados vuelve a relucir, día tras día, en un país donde algunos creían que se había diluido con las aspiraciones de un neoliberalismo individualista y ambicioso.

Mientras el gobierno, en su soledad relativa, pretende «involucrar solidariamente» a la oposición, convenciéndola que la única manera de sobrevivir, tras la movilización, es la unidad de acción y la institucionalización de la crisis. La DC con su servilismo tradicional de siempre, tendió un puente para que el PS pudiera sentarse a la mesa. Mientras el Frente Amplio, con su incapacidad política casi infantil, pretenden mantener una independencia política, improvisada y sin principios.

El abismo entre las organizaciones políticas burguesas del gobierno y de la oposición con las movilizaciones, es profunda. Pero no es necesariamente un quiebre ideológico consciente, por ahora, pero el quiebre es entre la «ideología adoptada» por omisión del modelo neoliberal, caracterizada por sueños empresariales e independencia laboral y la realidad socio-económica que azotó y aplastó dichas aspiraciones. Dichas utopías estaban focalizadas en una pequeña burguesía ideológica y una seudo clase media, que vivió por décadas una realidad en base a un endeudamiento acelerado y estrangulador.

El gobierno de derrota en derrota.-

El gobierno de Piñera en un proceso de orfandad absoluta, incluso en la base de apoyo que alguna vez tuvo, insiste en la política de agrupar en torno así, a la mal llamada «clase política» que goza del modelo explotador, como forma de institucionalizar la crisis y su solución. Especialmente, tratando de darle un interlocutor válido que arrogue la representación de los millones de movilizados en las calles. Sin embargo, ninguna de las organizaciones políticas pretende ser tan «sin vergüenza» por ahora, como ha sido el gobierno de pretender tomar dicha bandera.

Para esto Piñera tuvo que sacar del gobierno al ex ministro Andrés Chadwick y colocar, como dijimos, una cara más afable y obediente a sus mandatos. Las políticas de Piñera y Chadwick, porque éste último, no se irá para su casa, estarán detrás de las decisiones de Gonzalo Blumel, un buen discípulo de Chadwick.

El nobel ministro no duró ni un día sin que le definieran su política. En la mañana de su primer día se produce el incidente de los balines al funcionario del INDH. En una clara diferenciación con Chadwick, llama al director de dicho organismo para consultar sobre el suceso y el estado del afectado. Pero sólo era una imagen, porque en una clara continuidad política del ex ministro, en vez de pedir la baja del carabinero, señala que solicitó una investigación. Sin duda, esas 4 horas de cierta independencia, se diluían. Ya no servían la juventud ni una cara más amable. Al día siguiente se demostraba, que la presencia de Chadwick, no era un espectro, sino una realidad. La política sería, desde ese momento, fortalecer la represión a toda costa.

Lo anterior, venía acompañada con una derrota política profunda, cual fue la no realización de la APEC. Vitrina internacional que Piñera venía preparando desde hacía tiempo, era su mayor «fiesta», que su personalidad egocéntrica y arrogante, lo presentaría junto a las más importantes figuras de la política mundial.

Sin embargo, esta gran derrota a manos del movimiento social, tenía que pagarla alguien, según el gobierno. En la misma mañana, Piñera visita a los carabineros heridos y los respalda, como gesto político clarificador. Esta actitud, es vista como una licencia abierta para la represión a las manifestaciones. Lo que no tardó en traducirse, en una represión abierta y más violenta. Desde ese momento se pretende evitar la concentración de las personas o limitarlas a poco tiempo. Usarán balines indiscriminadamente y lacrimógenas por doquier, incluso disparos a muy poca distancia y atropellos de motocicletas de carabineros a manifestantes, en pleno día, como los sucedidos en Viña del Mar (Miércoles 30).

Sin duda, existe un punto de inflexión. El gobierno sabe que las movilizaciones no cederán con facilidad, la «etapa hipócrita», que era el de apropiarse de las manifestaciones por un «Chile más justo», no les dio el resultado esperado, los puso en ridículo, por lo que se hace necesario que la represión, sea dual, selectiva y a la vez brutal (doctrina Chadwick) para ir «asustando» y «desgastando» a los manifestantes.

¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué este cambio de política?

Porque Piñera entendió, que su «imagen» está por los suelos. Hasta el domingo pasado se preocupaba de la misión de los DDHH de la ONU, debido a que tenía una «imagen» que cuidar por la visita de lo más importantes dignatarios Trump, Xi Jim Ping y Putin, en el contexto de la APEC.

Suspendida la APEC y su imagen brutalmente enturbiada, por la represión y los muertos, ya no es necesario cuidarla. Por lo que se convenció que la doctrina Chadwick, de la represión abierta y brutal desde el primer momento, era la adecuada.

Aunque ya no está el ex ministro como figura principal del gobierno, la situación es más propicia, porque un tercero «muy desechable», como es Gonzalo Blumel, sufrirá las consecuencias. Colateralmente involucrará a Evolpolí, uniéndolo al futuro del gobierno, con lo cual no sólo se expondrá a una potencial derrota a la UDI-RN. Blumel claramente, no tiene la habilidad política para poder resolver el problema. En la reunión fracasada del viernes 1 de noviembre, donde asistieron todos los partidos, excepto el PC, se demostró que son incapaces de llegar a un entendimiento; la oposición zigzaguea entre solidarizar con el movimiento y llegar a acuerdos con el gobierno, porque sabe qué no puede subirse a un barco que se hunde, ya que no es lo más adecuado políticamente. Esto porque el gobierno no tiene ni la mínima intención de ceder, a las ideas de un plebiscito o una asamblea constituyente y sólo gana un «tiempo relativo» y hace «gestos», tratando de crear un espejismo que sirva para adormecer a las masas otra vez, en una eterna espera.

Al mismo tiempo, el gobierno insiste, en creer que el movimiento social se detendrá por quitar algunos proyectos como el de la luz o ceder en querer implementar la integración tributaria a la gran burguesía. Ambos proyectos, se apresuró en desechar. Pero lo que no comprendió es que el segundo es una pelea con la oposición, que ahora se esfuerza por sintonizar con el movimiento social.

Todo esto sucedía, durante otra derrota profunda, la de su política de normalización del país. Presionó a cuanta autoridad burocrática y funcionario adepto para poder demostrar que esta corta semana fuese lo más normal, pero no lo consiguió. Cientos de miles salieron todos los días, los puertos parados, mineros en huelga, sector público marchando, educación en las calles, todo trastocado. Por lo que difícilmente el gobierno podía estar seguro, que la «paz», reinaría durante la realización de la APEC.

Sin embargo, el gobierno insiste en creer que con manipulaciones mediáticas puede crear una realidad. Al mismo tiempo de la suspensión de la APEC y COP25, insistieron que era un «dolor para Chile» y trataron de minimizarla, ridículamente, con la seguridad de realización de la final de la Copa Libertadores de América. Lo que demostraba lo derrotado que estaban.

¿Pero es lo mismo la suspensión de la APEC con la COP25?

No. La APEC era la vitrina internacional de Piñera, como presidente con pretendidas ansias de obtener un carácter de «estadista y figura mundial», aunque sea sólo en su cabeza y en su sector. Pero la COP25, no era lo mismo. Para un país donde el empresariado a tratado al medio ambiente como a los trabajadores, explotándolo y depredándolo, realizar una cumbre ecológica era improcedente.

Mas que una reunión internacional pretendida y deseada, era una piedra en el zapato, para el gobierno, porque colocaba en evidencia su política medio ambiental, donde las zonas de sacrificio y la política energética, como máxima expresión depredatoria de la naturaleza, no lograba revertir ni menos convencer al país, sobre su cambio de postura. Por lo que, es esta molestia la que aceleró la cancelación de dicha cumbre.

Es otra «vendetta de Piñera» contra el movimiento social y, en especial, contra todos los organismos medioambientales, ecológicos y los habitantes de las zonas de sacrificio. No pretendía, que posterior a esta explosión social, volver a tener una movilización de grupos medioambientalistas nacionales e internacionales, con reivindicaciones nacionales, a las cuales no tenía respuestas y ser expuesto a nivel mundial

¿Qué viene?

El movimiento social seguirá en la calle, tras este fin de semana largo, aunque el gobierno aspira a que sirva para tranquilizar la situación política. Pero lo que está claro, es que los cabildos y reuniones, concentraciones y marchas, o el mismo descanso va a ser para sociabilizar, concientizar, organizar y conocer los análisis, propuestas y consignas que ha hecho madurar el movimiento. Se profundizó la solidaridad entre adversarios deportivos, musicales, etc., solidificando lazos y concepciones con el otro.

Pero, sin embargo, las múltiples reivindicaciones que tiene el movimiento social, que ven en una nueva constitución su consolidación natural, una consigna transversal, recorre cada marcha, cada manifestación, cada cabildo y cada reunión, el «Renuncia Piñera», se impone. Esto porque el movimiento social está consciente que con el gobierno de Piñera es imposible, un avance real en la democratización del país.

Cada día que pasa, se suma un herido o un abuso policial, pero a la vez, por cada uno de ellos, se suma una conciencia más al movimiento, que este fin de semana se robustecerá.

Al fracasar las reuniones con la oposición, la pública y las privadas, Piñera se apronta a una semana muy larga, donde las manifestaciones, se reactivarán con mayor o menor fuerza y la inclusión de otros gremios, donde el nuevo ministro se mostrará en toda su extensión e incapacidad. La oposición tras el fin de semana se tendrá que alejar del gobierno porque este no cederá y Piñera saldrá con sólo el apoyo de carabineros, es decir, seguirá «confiando» en la represión. Cristalizando la polarización de la situación política; o Renuncia Piñera o éste genera una represión donde su propio gabinete termina renunciando, quedándose sólo. Sólo con un apoyo empresarial condicionado.

Pero, ¿por qué Piñera confiará en la represión? Debido a que tanto las fuerzas de gobierno y de la oposición, se demostraron incompetentes para apropiarse de la representación del movimiento social, la burguesía se sintió preocupada. Sus propias divisiones internas, que se venían manifestado entre los pro EE.UU. y los pro chinos (Lucksic y compañía), focalizaron su entendimiento en la institucionalización de la crisis, que la ex NM, no trepidó en mostrar su cara de aceptación.

Al mismo tiempo, las organizaciones políticas burguesas profundizan sus crisis internas. Ejemplo de ello, no único, pero si el más evidente, es la del PS, que sufre una crisis subterránea, entre los que considera su sepultura, sentarse a conversar con el gobierno y lo que empujan esa política. Esto representados por los inefables J.M. Inzulza y C. Escalona, obligaron a la dirección de Elizalde, a negociar. Sin embargo, el fracaso se hizo más evidente, tras la reunión, al día siguiente (sábado), se anunció una contra propuesta a la agenda social del gobierno; que consiste en un plebiscito y una nueva constitución.

Todo lo anterior, ha estado supervisado por la burguesía, que se sentó con el gobierno, pero no le dio un «cheque en blanco» a sus políticas económicas. En esta reunión quedó claro que se esforzó por enrielar a la oposición política, que tuvo que sentarse a «acompañar» al gobierno. Pero, a la vez, no pretende pagar los costos de una normalización social.

Entre lo que la burguesía como clase, ha contribuido, fue el avalar la orden del gobierno en profundizar la manipulación comunicacional (televisión, diarios y radiodifusión) y dejar de darle la alta cobertura que había tenido. Ya que esto había abierto un cuestionamiento general al modelo neoliberal. Quienes encabezan esta postura, es el canal de Lucksic (Canal 13) y el Mega, mientras TVN y Chilevisión, optan por relativizar las manifestaciones y ceder en extenso a las falsedades de los ministros y el inefable intendente de Santiago.

¿Luchar, para qué?

Sin duda, estamos en una coyuntura extraordinaria, la crisis política es tan profunda que el gobierno tambalea, entre la inconciencia y el agotamiento, que por primera vez se presenta la posibilidad real que el movimiento social puede sacar un gobierno explotador y represor.

Pero, ¿Cuál sería el objetivo? Para la gran mayoría de los manifestantes las reivindicaciones son sectoriales, pero han ido evolucionando en su conciencia, unos más aceleradamente que otros. Mientras, otros son más globales y se cristalizan en una nueva constitución. Pero como hemos dicho más arriba, la aspiración de que renuncie Piñera, crece día a día. Porque la conciencia de qué con Piñera no se podrá realizar cambios reales es transversal.

Una nueva constitución política tiene que ser canalizada por un gobierno que sea representativo de las aspiraciones del movimiento social, por lo que se debe ser consciente, qué en una eventual renuncia de Piñera, se abre una situación política que debe ser cerrada por una candidatura presidencial que surja desde el movimiento social. Y este debe estar muy atento, a no abrir una ventana para que las organizaciones de la ex Nueva Mayoría o el F.A., ingresen para traicionar las aspiraciones populares y de los trabajadores.

Por ello, son tan importante los cabildos y reuniones de los diferentes sectores, porque deben ir canalizando hacia la toma de conciencia de una candidatura popular y social, que no esté comprometido con el capital que explota a los trabajadores y que logre una constitución democrática cuyo objetivo sea las aspiraciones populares.

Y si no se logra botar a Piñera, que todo este proceso democratizador no sólo se quede en aspiraciones eleccionarias, sino que se logre configurar un programa popular, que permita que el candidato del pueblo logre darle una batalla al capital usurpador.

¡Por una Asamblea Constituyente desde la base!

Donde participen sólo los representantes de las organizaciones sociales, que ningún diputado o senador en ejercicio, se siente donde el pueblo esté.

¡De los cabildos al Programa Popular!

Que las reivindicaciones populares se consoliden en un programa popular.

¡Renuncia Piñera!

Porque Piñera no canalizará las reivindicaciones populares.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.