Contexto Es necesario aclarar que el pueblo saharaui, a pesar del desprecio que le manifestaban los colonos, admiraba muchas cosas de España (sobre todo su estilo de vida mediterránea) y que una parte importante de la población -estimada en unos 70.000 habitantes en la década de los setenta- hablaba castellano. Muchos jóvenes soñaban -como pude […]
Contexto
Es necesario aclarar que el pueblo saharaui, a pesar del desprecio que le manifestaban los colonos, admiraba muchas cosas de España (sobre todo su estilo de vida mediterránea) y que una parte importante de la población -estimada en unos 70.000 habitantes en la década de los setenta- hablaba castellano. Muchos jóvenes soñaban -como pude comprobar personalmente- con un Estado independiente, progresista y laico. Durante las dos semanas que estuve allí – a principios de 1975- hice incursiones por el desierto con muchachos y muchachas del Frente Polisario (grupo guerrillero fundado en 1973). Recuerdo que en una de las «jaimas» (tienda de tela) un chico y una chica jovencísimos, que vestían con el desparpajo de cualquier chaval o chavala de Madrid o Barcelona, (sin asomo de atuendos religiosos), me sirvieron una taza de té, ondearon la bandera de la República Saharaui y luego, con una sonrisa tan pura y pícara como maliciosa, se dieron un largo y apasionado beso en la boca (yo en aquel entonces tenía veintidós años) que me conmovió y me hizo imaginar un Sáhara con pioneros como aquella maravillosa pareja, que tenía una ilusión infinita por crear el país más libre de todo el mundo árabe.
Los saharauis, más o menos se llevaban bien con los ocupantes (quizás por el odio que tenían a Marruecos). Todo cambió en junio de 1970 cuando el gobernador militar del Sáhara, José María Pérez de Lema (1) convocó una concentración de apoyo a Madrid en la Plaza de España del Aaiún (la capital). La llamada fue un éxito, pero el líder nacionalista, Sidi Ibrahim Basiri (2) lideró una contramanifestación denunciando las atrocidades de los invasores. Pérez de Lema no se lo pensó dos veces y ordenó capturar y ejecutar a Basiri, lo que desencadenó un sentimiento antiespañol que se fue extendiendo como una mancha de aceite por todo el Sáhara. El Confidencial Saharaui publicó el pasado 17 de junio de 2019:
«Tal día como hoy, 17 de junio, el gobernador del Sáhara José María Pérez de Lema dio la orden de fusilar a Basiri. El periodista vasco Ander Landaburu fue la última persona que vio a Basiri con vida. Lo vio después de las torturas a las que había sido sometido y reconoció que Basiri estaba tremendamente destrozado y en condiciones físicas inhumanas».
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Tras el asesinato de Sidi Ibrahim Basiri (3) considerado por los saharauis «un crimen de Estado», las cosas cambian rápidamente en el Sáhara y se extiende un sentimiento «antiespañol». Cada vez menos gente mira a Madrid como un posible aliado para conseguir la independencia. En 1973 se crea el Frente Polisario (FP) para combatir a la despreciable monarquía marroquí y poner en jaque a los españoles que no dejan de esquilmar las riquezas del pueblo: fosfatos, minerales, pesca, el uso de mano de obra esclava, etc.
Cuando las cosas están al rojo vivo, San Mao le dice a su marido José María Quero (4):
– Durante la noche han estallado tres bombas (…) La guerrilla cada día transmite por radio (desde Argelia) que los amos han de liberar a los esclavos (unos 3.000, según estadísticas de 1974) y permitir que las mujeres estudien, José ¿cuánto crees que durará esta situación?
– No tengo ni idea, el gobernador español ha dicho que les concederá la independencia.
A medida que la tensión va creciendo, a los españoles les entra la cagalera y todos tienen prisas por coger un avión y huir con el botín. San Mao escribe:
«En todas las paredes blancas había pintadas que rezaban ¡España, lárgate de nuestra tierra! ¡Viva el Sáhara! ¡Viva la guerrilla! ¡Viva Basiri! ¡No queremos a Marruecos, no queremos a España! ¡Viva la independencia del Sáhara! Los españoles son unos ladrones, unos animales. Queremos a Basiri y, España ¡Lárgate de aquí! (…) Las pintadas estaban hasta en las paredes del campamento militar. En aquella época estaba nerviosísima» (5).
Cuando la guerra está a las puertas (Marruecos ya preparaba su Marcha Verde -que comenzaría el 6 de noviembre de 1975- para invadir el Sáhara), San Mao y su marido buscan refugio en la cafetería de la empresa de fosfatos Fos Bucraa. La escritora china nos cuenta así lo que ocurrió allí:
«Estaban todos los compañeros en la misma sala y formaban una gran masa.
– ¡Joder con esa gente! ¡No saben ni comer ni recoger su propia mierda y encima piden la independencia! ¡España es demasiado benevolente con ellos! Por lo que se, los saharauis se atreven a insultarnos cuando, en el fondo, nosotros podríamos matarlos a todos. Pfff. ¡Pero si sólo son unas setenta mil personas! ¡Podríamos liquidarlos con metralletas sin casi despeinarnos! ¡Podríamos hacer lo que Hitler hizo con los judíos! Berreó de repente un español ignorante dando un golpe en la mesa y levantándose.
Hablaba alterado, con la cara roja. Luego tragó saliva y agregó:
– Exterminar a los saharauis es como matar a un perro. De hecho, los perros son más fuertes que ellos y hasta mueven la cola cuando ven que les das de comer.
Al principio estaba al lado de los españoles, pero cuando escuché aquellas opiniones tan radicales entré en estado de shock y cambié de bando. José estaba sobrecogido y observaba a aquel hombre con la cabeza inclinada.
Aquel hombre dio un trago de vino, me vio y añadió:
– ¡Y que conste que los españoles no somos los únicos colonialistas! ¡Los chinos de Hong Kong pierden el culo por estar a buenas con el Reino Unido! Los saharauis son incapaces de seguir su ejemplo…
Antes de que yo pudiera saltar, José ya había dado un golpe fuerte en la mesa, que resonó en toda la sala. Se puso de pie y se dirigió hacia aquel hombre dispuesto a pelearse (…) yo tiré con fuerza de José para sacarlo de allí. Lo pisé y me lo llevé fuera a empujones» (6).
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Nota: El Sáhara estaba formada por Río de Oro, posesión española desde 1884, y la región de Saguia al Hamra, colonia que Madrid se anexionó en 1912. La unión de esos territorios conformó la provincia del Sáhara Occidental (1958-1976), cuya capital era El Aaiun. Había otras dos poblaciones importantes: Villa Cisneros y Smara.
(1) Ocupó el cargo entre 1967 y 1971. En 1978, ostentando el rango de teniente general, pasó a la reserva. Entre 1974 y 1975, bienio que corresponde al periodo en el que vivió San Mao en el Sáhara, su gobernador fue el general Federico Gómez de Salazar quien, como el anterior, quedó huérfano cuando el alma del caudillo levitó al otro mundo.
(2) Sidi Ibrahim Basiri había estudiado en las universidades de El Cairo y Damasco. Estaba licenciado en periodismo. Algunos medios publicaron que también estudió derecho. Los comunicados oficiales del gobierno franquista informaron de que a partir de la manifestación contra España de 1970 el líder nacionalista «se encontraba desaparecido».
(3) En su libro «Huracán en el Sáhara» (Editorial Base, 2010) Pablo-Ignacio Dalmases (Barcelona 1945), Doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona, señala que «la muerte de Basiri rompió la armónica convivencia entre españoles y saharauis y todavía nadie la ha considerado aclarar».
(4) Diarios del Sáhara. Ediciones Rata, 2010. Capítulo «El llanto de los camellos» Págs. 400 y 407.
(5) Ibídem. Págs. 410 y 411.
(6) Ibídem. Págs. 412 y 413.
Errata: El próximo 4 de enero se cumple el 29 aniversario de la muerte de San Mao, no el 39 como escribí equivocadamente en la anterior crónica. La escritora china nació en 1943 en Chongqing (China continental) y se suicidó en un hospital de Taiwán en 1991. En aquel entonces tenía cáncer.
Exilio-Destierro: Debo agregar que aquel espíritu de libertad (en todos los ámbitos) que «compartí» con los jóvenes y adolescentes del Frente Polisario chocó con la dura realidad de los campamentos argelinos de Tinduf, donde el aislamiento y el abandono, en medio del desierto, son muros letales. He visto recientemente imágenes de jóvenes saharauis con velo e incluso son burka, y eso habla por sí mismo. En todos los países árabes que he conocido y/o vivido: Egipto, Jordania, Túnez, Marruecos, la vieja Nubia, etc., los pobres, los que viven en condiciones inhumanas, acaban cayendo en manos de los religiosos, y los imanes y las mezquitas (que siempre tienen algún mecenas) «dan de comer al hambriento» y ofrecen educación gratuita religiosa. España no les va a sacar de ahí, porque Marruecos tiene agarrado de los…a Madrid, que sólo levanta la voz cuando algún tribunal europeo o internacional le quita la razón. Si los saharauis logran establecer algún día su República Democrática, lo que deseo de todo corazón, no será gracias al apoyo del Gobierno del PSOE o del PP, será porque fuerzas internacionales decidan hacer justicia con ese noble pueblo del que San Mao dijo: «La serenidad de aquella gente les confería elegancia (…) y eso, a mi parecer, es signo de mentes civilizadas». Nunca dijo nada parecido de los españoles que vivían en el Sahara, con la excepción de su marido a quien llamaba cariñosamente He Xi (Loto del Oeste).
La web del autor es Nilo Homérico.
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