La historia del pueblo mapuche, desde la llegada del europeo hasta hoy, se encuentra atravesada por la aniquilacion, desprecio a nuestra gente producto del etnocentrismo winka y construcción de su imaginario, del continuo afán de homogenizar las expresiones culturales, la asimilación forzada disfrazada de filantropía, buenas intenciones y subvaloración de las capacidades ta iñ com […]
La historia del pueblo mapuche, desde la llegada del europeo hasta hoy, se encuentra atravesada por la aniquilacion, desprecio a nuestra gente producto del etnocentrismo winka y construcción de su imaginario, del continuo afán de homogenizar las expresiones culturales, la asimilación forzada disfrazada de filantropía, buenas intenciones y subvaloración de las capacidades ta iñ com pu che. De la permanente dicotomía de lo bueno y lo malo, de lo correcto, del buen camino hacia la libertad y el progreso, ejemplos de desarrollo que desbordan en los libros de historia y economía, en la oralidad de la pujante chilenidad que aspira a tener su PYME y lograr ser tan competitivo y exitoso como la familia Matte o Edwards. Los mapuche somos una nación menospreciada, acorralada y usurpada, por la ambición inmoral de los que ostentan, a sangre y fuego, la administración del territorio mapuche, pero también con una memoria y un relato propio, que en estos últimos años a reaprendido de si misma, nos reconocemos y reconstruimos cultural, política y territorialmente. El mapuche ya no es chileno, se siente y se ve mapuche y eso es un avance cualitativo. Sencillamente valoramos lo que somos, lo defendemos, recuperamos lo que nos pertenece, desde una postura propia, desde un relato reconstruido a través se la historia oral, el respeto a nuestras autoridades ancestrales, a los pewma, al nutram, al trawun, ngillatun, llellipun, al pensar de nuestros antiguos, a la palabra de nuestros pu longko. Desde una postura militante, de entrega y sacrificio, por que el ser mapuche hoy, es una encrucijada, una disyuntiva, no es fácil. Aun así, se debe y se respeta el kiñe rüpu ta iñ kuifike che yem, se camina y sigue con decisión para ser gente ta iñ mapu.
Entendemos y sabemos, que tal avance no es bien visto por los dueños de la historia oficial, es más; dentro de la prioridades del gobierno, empresarios y trasnacionales, esta en extinguir cualquier expresión de emancipación y reinvindicacion territorial, política o espiritual, ta iñ weichan, expresiones como la defensa y recuperación en Pilmaiquén y Panguipulli contra centrales hidroeléctricas, en Arauco contra las mineras y forestales, en Quepe contra el aeropuerto, en San Juan de la Costa y Osorno por sitios sagrados, la recuperación de territorio ancestral en Ercilla, etc. Sus armas; los medios de comunicación, la aplicación de la ley antiterrorista, la policía militarizada en el territorio, el servicio de inteligencia y el amparo de las autoridades otorgando concesiones administrativas y de procedimiento a carabineros y PDI, haciendo vista gorda a la represión desmedida y vulneración a los DDHH fundamentales, convenios internacionales, expresando la continuidad de la doctrina del racismo. Un Far West, donde se puede asesinar a un mapuche por la espalda sin que el responsable tenga una condena adecuada, mientras que un mapuche por defender a su familia de un allanamiento policial es condenado a más de 10 años. La autodefensa como un crimen y el asesinato a un «indio» por la espalda, un acto heroico. Las paradojas de la nueva pacificación de la araucania.
Ercilla, el nuevo eslabón
Hoy podemos ver que los medios de comunicación y los intereses de la institucionalidad chilena, principalmente el ejecutivo, vienen mostrando una preocupación inusitada en un ciertos sectores del territorio mapuche. El gobierno de turno ha insistido permanentemente en ensayar formulas para desarrollar una estrategia a mediano y largo plazo para desmovilizar las comunidades en resistencia y recuperación territorial, generando un claro ambiente de estigmatización y represión versus espacios de inversión a través de las ADI y de desarrollo con las comunidades amigas (primero en la provincia de Arauco, actualmente en la provincia de Malleco), apelando a un progreso a través del emprendimiento y despreciando las expresiones de autonomía y control territorial, considerándolas terroristas y en último caso como delictuales, al final y al cabo se debe continuar estigmatizando nuestra expresión como nación, la necesidad de desarrollar nuestras propia forma de entender y valorar (ad mapu-ad mongen), que niega este supuesto desarrollo, de corte neoliberal por tanto individual y dependiente de un mercado, por consiguiente somos los enemigos del progreso y de un proyecto país (de unos pocos). El enemigo interno del estado chileno a quien deben combatir con todos los medios y a cualquier precio.
Ercilla es un eslabón difícil de ignorar para el gobierno de Piñera y Hinzpeter, la han trasformado en la tesis y antítesis de la resistencia mapuche. Preparando el escenario para desarrollar, en su máxima expresión, la política de la zanahoria y el garrote, dividir para gobernar y diversas otras, aprendidas en la Escuela de las Américas.
En este contexto el Plan Araucanía y la cumbre de seguridad son indivisibles, es harina de un mismo costal, son la zanahoria y el garrote. Asimilación, cooptación y profundización de la dependencia con la institucionalidad, en ningún caso fomentan o estructuran un proyecto autónomo, y en eso hay que ser categórico. No es más que la continuidad de la política asistencial y paternalista por parte del gobierno. Las estrategias promovidas por el Estado, están muy lejanas del ad mongen ka ad mapu meu. Solo han alimentado la división y la violencia. Son la antesala de la inversión trasnacional, por tanto el despojo definitivo del territorio, kimun y rakizuam mapuche.
En tanto la cumbre de seguridad, significa mayor represión dirigida a los territorios en resistencia y recuperación, lo que considera mayores recursos para aumentar y consolidar la militarización, el trabajo de inteligencia, y además de seguir promoviendo la criminalización y perfeccionar la judicialización de las justas demandas ancestrales.
Entonces se prepara detalladamente el escenario, con cautela, para reprimir, y que esta represión se justifique. Que se encarcele y se persiga las expresiones que encarnar una propuesta de liberación nacional. Situación que en Ercilla, particularmente en Temucuicui, avanza, día a día, hacia un proceso y expresión autónoma.
En este sentido y para profundizar el debate, la CAM propone un programa, fundado bajo tres premisas, promoviendo la autonomía, el control territorial y la reconstrucción nacional:
1.- RECUPERACIÓN DE TIERRAS ANCESTRALES: Es decir no limitadas a los títulos de merced como es la política del Estado Chileno a través de la CONADI. Idealmente a través de recuperaciones «de hecho» y no institucionales (compra de tierras).
2.- EL CONTROL TERRITORIAL EN LA COMUNIDAD Y EN EL LOF: Este se inicia con las ocupaciones productivas y permanentes de tierra, pero exige un salto cualitativo, que pase del control económico y productivo de los recursos, desde una perspectiva capitalista, a la transformación de ese tipo de relaciones y la ruptura definitiva con el sistema global. Es decir, no queremos tierras para seguir plantándolas con Pino y Eucaliptus, y venderlas a las forestales e integrarnos al sistema. El Control Territorial significa además el control político junto a la re-activación cultural y religiosa de nuestro mundo.
3.- LA RE-ARTICULACIÓN DE LAS COMUNIDADES Y EL CONTROL TERRITORIAL DE LOS FUTALMAPU: Es necesario la re-articulación de las comunidades, a través de sus lof ancestrales e identidades territoriales. Es decir que la re-articulación, de estas generen un proceso de acumulación de fuerzas suficientes para el Control Territorial de zonas cada vez más amplias
que restablezcan los antiguos Lof y Futalmapu.
Programa planteado como medio para la reconstrucción y liberación nacional. Sumándose la función que cumplen, además, los ORT (Órganos de Resistencia Territorial); «defender los procesos de recuperación de tierras; ejerciendo el control territorial; y por otra, visualizando la arremetida capitalista de la mano de los grandes inversionistas patrocinada por el Estado; frenando el avance de las transnacionales: forestales, centrales hidroeléctricas, latifundistas, etc.»
El Estado pone énfasis en su supuesto estado de derecho y en su concepto de nación única e indivisible, el mapuche en nuestro derecho ancestral sobre nuestro territorio y autonomía. Comprendemos que si no avanzamos hacia mayores derechos políticos y territoriales estamos destinados a desaparecer, por tanto nuestra postura debe ser clara, ta iñ kiñe rüpu, nuestra moral inquebrantable, con una ética del weichan, desde las comunidades quienes deben constituir su propia expresión de autodefensa y de recuperación territorial, procesos que debe ir en aumento, y que buscan principalmente detener el avance de la inversión y usurpación por parte de las trasnacionales, para en paralelo ejercer el control territorial, reconstruyendo y recreando nuestra vida como mapuche.
Miente, Miente que algo queda
El pasado martes, se trasmitió en TVN, en el programa Informe Especial, un reportaje titulado «Zona Roja», realizado por Santiago Pavlovic como periodista y Sergio Ramírez como productor. Reportaje que no aspiraba ha otra cosa que deslegitimar la recuperación política-territorial del pueblo nación mapuche y posicionar las políticas de inversión y seguridad por parte del Estado (en este caso las Áreas de Desarrollo Indígena) Realizando comparaciones burdas, afirmaciones infundadas y conjeturas tendenciosas. Parten instalando el concepto de «Zona Roja» (territorio comprendido entre Ercilla, Collipulli y Angol) y intento de limpieza étnica por parte de las comunidades más radicalizadas, que los territorios recuperados se encuentran abandonados y sin producción, que existe una política de entrega de tierra y que varias comunidades han sido beneficiadas, estos dos puntos asumidos desde una política de producción capitalista y neoliberal por tanto descontextualiza de nuestra relación con el territorio, que los jueces tienen un sesgo a favor de los mapuche, planteado por el mismo fiscal regional Francisco Ljubetic.
Describen, además, una seguidillas de sucesos, vinculándolos tendenciosamente y sin ninguna prueba a la causa mapuche, tales como la quema de un colegio en Chequenco, abigeato, asaltos para conseguir armas y dinero a campesinos pobres del sector, además de la quema de sus hogares, agresiones permanentes a pequeños parceleros, la muerte del Sargento de GOPE Hugo Albornoz y del parcelero Héctor Gallardo, la quema de la casa del longko Curinao y un infinito etceterea. Para finalmente concluir planteando que somos todos chilenos y que el debate debería darse en torno a el reconocimiento constitucional y las posibilidades de tener representantes en el parlamento.
Nosotros no creemos en las sugerencias y afirmaciones del Sr. Pavlovic, al contrario proponemos que el debate debe girar en torno a otros ejes e ideas tales como; nación, autonomía, control territorial, reconstruccion y liberación nacional, en ningún caso un debate que pretenda propiciar la integración forzada ni menos promover formas de desarrollo ajenas a nuestros principios como pueblo. Se debe discutir desde nuestro conocimiento y proponer alternativas autónomas de reconstrucción de la vida mapuche y del espacio territorial y espiritual, base esencial, para luego debatir sobre sus formas y seguir profundizando sobre su sentido y desarrollo.
Mas de una hora de programa, que no es más que la continuidad de campañas mediáticas, que pretenden inventar contextos, preparando escenario y generar condiciones para mantener el estado de las cosas, justificando arremetidas represivas y judiciales por parte del Estado.
Los medios de comunicación, de diverso tipo y sin olvidar que en Chile existe una concentración de estos, permanentemente azuzan de imágenes que nos retratan como violentos, sin un proyecto nacional, sin valores, sin un relato y sin historia. Por otro lado, siempre han sido considerados un instrumento de dominación, en este caso forjando un relato y generando un imaginario a través de omisiones, tergiversaciones, criminalización y censura con el objeto de desinformar, confundir y amedrentar a las comunidades, con la pretención de generar un ambiente de terror y persecución, con el fin de aislar a las comunidades que emprenden el camino de la reconstrucción nacional, intentando desprestigiar este camino, poniendo énfasis en la violencia. Este «trabajo periodístico» no es la excepción, no abre ningún debate ni genera algún aporte, mas bien profundiza la estigmatización, el prejuicio y la banalidad.
En síntesis en este programa no se hablo de las reivindicaciones históricas, por territorio y espiritualidad, de nuestros proyecto de liberación nacional, los procesos de recuperación y el control territorial de manera seria y menos abordo, a la altura de las circunstancias, la huelga de hambre de nuestros peñi que en la cárcel de Angol aún persiste, huelga de hambre como camino y decisión para restablecer la dignidad y la justicia. Decisiones extremas, que apelan al sacrificio y al cuerpo como un instrumento y continuidad de lucha.
La nación mapuche ha iniciado su caminar hacia su liberación, y es urgente hoy debatir sobre autonomía y liberación nacional. Con una fuerte convicción seguiremos restituyendo el equilibrio en nuestro territorio, avanzando en la recuperación territorial y espiritual, preparándonos políticamente, asumiendo los desafíos y con dignidad los costos de nuestra lucha que, les guste o no a los defensores del capitalismo, la seguiremos llevando adelante.
Wewaiñ, petu mogelaiñ.
Marrichiweu