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La salida es la Asamblea Constituyente por la democracia y la paz

Fuentes: Rebelión

Colombia vive una situación de mucha inestabilidad política que bien puede exacerbarse en el mediano plazo por la ilegitimidad del reciente resultado electoral, el auge uribista, el debilitamiento de la reelección de Santos y la crisis de Petro en Bogota. Luego de las elecciones parlamentarias realizadas el pasado 9 de marzo, Colombia centrara toda su […]

Colombia vive una situación de mucha inestabilidad política que bien puede exacerbarse en el mediano plazo por la ilegitimidad del reciente resultado electoral, el auge uribista, el debilitamiento de la reelección de Santos y la crisis de Petro en Bogota.

Luego de las elecciones parlamentarias realizadas el pasado 9 de marzo, Colombia centrara toda su atención en la escogencia del próximo Presidente del gobierno para el periodo 2014-2018. Son 70 días de mucha tensión y agitación en el espacio publico.

Esta coyuntura ofrece ciertas características que refuerzan la necesidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente para que asuma diversos problemas represados como el de la paz, la justicia, la educación, la corrupción y la democracia participativa.

Tres hechos le dan contenido a la presente etapa y a los sentidos del curso histórico en proceso.

El primero está relacionado con el cuadro decantado por las votaciones recientes. El saldo neto es que la democracia colombiana es una ficción y que su principal fuente, el voto, es una caricatura de un sufragio independiente, transparente y masivo. De cada 100 colombianos apenas votaron 30 ciudadanos y en la gran mayoría, su efectividad fue el resultado de la compra y venta de tarjetones, del fraude organizado por los funcionarios, del ventajismo con partidas presupuestales, de la violencia paramilitar y de la manipulación mediatica. Las 70 personas restantes se abstuvieron, votaron en blanco o se les anuló el voto como consecuencia de trampas colocadas por los delegados electorales. Salieron elegidos, en su gran mayoría, poderosos caciques y gamonales de los partidos que respaldan a Santos y al señor Uribe Velez. La representación de los grupos de izquierda e independientes es mínima. La conclusión mayoritaria es que dicho órgano central de la democracia liberal vigentes carece de legitimidad, no es representativo de la sociedad y será un factor recurrente de crisis en los años por venir. Para destacar que ese Congreso no será precisamente un aliado de la paz con justicia social.

El segundo hecho indica que la reelección del Presidente Juan Manuel Santos ha perdido potencia y está sometida al cerco de sus enemigos que se empeñan en malograrla. Uribe Velez ha conquistado un importante representación parlamentaria, cercana de 20 legisladores en el Senado, y tiene toda la disposición de adelantar un choque frontal y radical con Santos y su pretendida continuidad en la Casa de Nariño. Su proyecto es concretar el fracaso de la Mesa de diálogos por la paz que se realiza en La Habana.

Adicionalmente ha cuajado el fenómeno de un «outsider» apalancado por una consulta interna de la alianza entre el partido verde y el progresista con casi 4 millones de votos. Enrique Peñaloza ha sido proyectado como el mas firme candidato competidor de Santos y dos encuestas realizadas en los últimos días indican que lo vencerá en el balotaje del 15 de junio. Peñaloza, quien fue Alcalde de Bogota y hace de aliado muy inestable del Partido de Petro, tiene prestigio por su capacidad de gestión pública y por las soluciones a los problemas de la movilidad colectiva en los grandes centros urbanos y la adecuación de vias en favor de peatones y ciclistas. La opciones de este candidato verde/progresista crecen velozmente, en buena medida, porque Santos ya no tiene el respaldo electoral de Uribe cuyos votos bien pueden desplazarse hacia su principal contendor, Enrique Peñaloza. Todo lo cual amplia la incertidumbre de los distintos actores que participan en el juego electoral presidencial. Peñaloza ha dicho en el asunto de la paz que mantendrá la delegación gubernamental que en estos momentos se encuentra en la Habana dialogando con las Farc.

Finalmente está el caso Petro quien adelanta un fuerte contencioso y político a raíz de su destitución como Alcalde de Bogota y la convocatoria de unas votaciones para que con la figura de la revocatoria se decida su continuidad o no en el cargo. El hecho es que en la reyerta se ha dado un acontecimiento extraordinario o inusual por la determinación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA de cautelar sus derechos políticos y ordenar la suspensión de su destitución decretada por el Procurador Alejandro Ordoñez y confirmada por el Consejo de Estado. La crisis política bogotana ha derivado en enormes problemas par la ciudadanía capitalina que está siendo afectada por la parálisis de la administración, la proliferación de la microcorrupcion de los subalternos y el colapso infernal del sistema masivo de transporte/Transmilenio convertido en una descomunal pesadilla para millones de usuarios y de mujeres que son ultrajadas y afectadas en su integridad sin que la burocracia haga algo efectivo porque la característica es su mediocridad e ineptitud. El asunto Petro y su interinidad es otro factor que afecta al señor Santos y su proyecto reeleccionista. Es muy probable que desconozca la decisión de la OEA para no perder los apoyos de la derecha y ultraderecha burguesa, aunque eso le enajene algunos votos populares de opinión.

Todos estos elementos hacen pensar cada vez más en la alternativa de la Asamblea Nacional Constituyente que ha sido planteada en los últimos meses. Es el escenario ideal para debatir las alternativas a los problemas que saturan el sistema político dislocado de las realidades sociales y regionales emergentes.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.