Este reportaje de abril del año 2017, relata con claridad la violencia que Nicole Saavedra vivió desde que hizo visible su lesbianismo. Nicole es una víctima de la misoginia y de la lesbofobia, es una víctima de lo que Adrienne Rich llamó heterosexualidad obligatoria. A dos años de su secuestro, tortura y asesinato, queremos compartir […]
Este reportaje de abril del año 2017, relata con claridad la violencia que Nicole Saavedra vivió desde que hizo visible su lesbianismo. Nicole es una víctima de la misoginia y de la lesbofobia, es una víctima de lo que Adrienne Rich llamó heterosexualidad obligatoria. A dos años de su secuestro, tortura y asesinato, queremos compartir este texto con quienes visitan esta página y con ello, realizar un pequeño homenaje a todas aquellas personas que al romper con los mandatos sexuales hegemónicos, han sufrido el rechazo, la discriminación y la violencia de una sociedad sesgada por sus prejuicios. (Nota de Natalia Pravda – CCTT)
Los silencios que rodean el asesinato de Nicole Saavedra
Nicole Saavedra tenía 16 años cuando pasó el primer gran susto de su vida. Iba a la casa de su prima María, que vivía a dos cuadras, cuando un grupo de jóvenes comenzó a seguirla. Hombres sentados en la cuneta o apurando un cigarro en las calles eran parte del folclore en El Melón, en la comuna de Nogales, ubicada a más de 120 kilómetros de Santiago. Pero esa vez fue diferente. «¡Oye, ven, nosotros te vamos a hacer mujer!», le gritaron. Nicole apuró el paso, ellos corrieron y los gritos se volvieron más aterradores. Llegó a la vivienda de su prima María con la cara enrojecida por la agitación. Su cuñado tuvo que salir a defenderla. Afuera de la casa la seguían esperando.
«Esas eran las cosas que vivía Nicole, por eso se arrancaba a Quillota a hacer su vida», recuerda su prima María Bahamondes (32).
Dice que El Melón a veces puede ser asfixiante. Una comunidad agrícola, lugar de mineros y campesinos donde no hay cabida para la diferencia. Nicole lo sentía en las miradas o cuando le decían «Cocol» en vez de Nicole, en tono de burla. Insultos que se volvieron un código de convivencia. Sabía que había peligro en esa tensión permanente, de hecho, a los 15 años le pidió a su mejor amiga Romina que se distanciaran porque podían pensar que ella también era lesbiana y no quería que le hicieran daño. Nicole era así, muy sobreprotectora con sus seres queridos.
La Nico (23) era la menor de dos hermanos en una familia monoparental; su madre los sacó adelante con un trabajo de temporera en las cosechas de nueces y tomates.
Romina dice que eran amigas desde los ocho años y que a pesar de la distancia por las nuevas amistades de Nicole, cada vez que se veían era como si nunca se hubieran separado, incluso ambas estudiaban en el Instituto de Quillota. A Nicole le quedaba un semestre para terminar su carrera como técnico en prevención de riesgo. La última vez que se vieron con Romina, le contó que estaba soltera y que se quería dedicar ciento por ciento a sus estudios. Le dijo que estaba muy contenta.
«La semana después de su muerte, la profesora del ramo que compartíamos entregó una prueba, Nicole se había sacado un siete», recuerda Romina.
Acusan asesinato lesbofóbico.
Nicole fue vista por última vez el sábado 18 de junio en Quillota, después de salir de una fiesta en la casa de unos amigos. Se quedó hasta las siete de la mañana esperando la micro en un paradero en La Cruz. Después se le perdió la pista. Su madre había hablado minutos antes con ella y ya el lunes 20 de junio la familia estampó ante la Municipalidad de La Calera una denuncia por presunta desgracia, todo mientras realizaba una búsqueda frenética con sus propios medios. Los carteles de «se busca» se multiplicaron por los muros y postes de la ciudad.
«Habían falsas alarmas por todos lados, la veían cerca de un supermercado o en el centro de la ciudad, nunca perdí la esperanza, hasta que me llamaron ese sábado en la mañana para decirme que la habían encontrado muerta, detuve el auto y golpeé el manubrio con las manos. No lo podía creer, destruyeron a nuestra familia», recuerda María.
El sábado 25 de junio, Nicole fue encontrada en el Embalse Los Aromos de Limache, en un lote agrícola. El dueño del lugar vio desde lejos su cuerpo, que en un primer momento pensó era un bulto de ropa en medio de los espinos. Tenía todas sus pertenencias, las muñecas maniatadas con cinta adhesiva, golpes en el cráneo rostro y otras erosiones. Las señales eran claras: Nicole había sido torturada. A la luz de estos antecedentes, hay una tesis que se repite en El Melón y entre los familiares de la joven: la mataron por ser lesbiana.
El viernes pasado durante la mañana, en Limache se realizó una marcha para exigir justicia ante el nulo avance de la investigación de este crimen. Aún no hay ningún detenido. La semana pasada el caso cambió de abogado y hoy Silvana del Valle, de la Red Chilena contra la violencia es quien representa a los Bahamondes. Uno de los principales problemas que denuncia la familia es que no tenía acceso al expediente de investigación, solo extractos. Después de la audiencia del viernes, desde la Fiscalía se ordenó que se entregara a la abogada la copia completa de la carpeta del caso.
Para la familia de Nicole, hubo mucha lentitud en la investigación. Ahora trabajan en concientizar y denunciar que el asesinato tuvo lugar por su condición de lesbiana y que su identidad ha estado oculta en el tratamiento de su caso. Piden que su muerte se trate como «un homicidio antilésbico», pero no ha sido fácil.
De hecho, en la marcha hacia el Tribunal de Garantía y la Fiscalía de Limache, un hombre comenzó a insultarlas, a decir que lo que le había pasado a Nicole no era más que su culpa, que se lo había buscado y así siguieron otros ataques y cuestionamientos. «Los Carabineros llegaron a la casa de María a preguntar si iba a ver una marcha y que diera el nombre de los organizadores, le pidieron disculpas, pero luego volvieron a interrogarla», dice la abogada.
Una de las violencias más habituales contra las lesbianas es la invisibilización, la privación de su existencia.
Una vida por disfrutar.
Nicole asistió al colegio Santa Isabel de Quillota. En quinto básico la apodaron «Coneja» por sus dientes blancos y prominentes, también le decían»Lulú» o «la Pato», porque a los ocho años tuvo una de estas aves que la seguía a sol y sombra.
A los catorce, cuando le contó a su familia que era lesbiana, se cortó su pelo largo y ondulado que luego domó alisándolo con una plancha. Ese y un piercing en la nariz fue su cambio radical. Nicole no iba a esconder lo que era.
María la recuerda vanidosa. Últimamente le había dado por hacer ejercicio y por la comida saludable. Así también hacía gala de otra afición que estaba cultivando por esos días: la cocina. «Cuando su mamá llegaba cansada de su trabajo, la Nicole la esperaba con una ensalada, sin aceite o con un gota de aceite de oliva, la tenía a dieta, la tía se mataba de la risa», recuerda.
Nicole había decidido vivir abiertamente su orientación y eso en los pueblos machistas se paga caro, señalan sus cercanos. Tuvo varias novias, la familia solo conoció dos. Se puede ser lesbiana y pasar inadvertida, pero dar un paso la visibilidad tiene su precio: a Nicole la golpearon dos veces, una en Quillota; la segunda, en Valparaíso.
Con el tiempo, ese miedo se transformó en solidaridad para otras jóvenes lesbianas que vivían lo mismo que ella. Siempre había alojamiento en su casa para una, un consejo de contención al chat para otra. Después de todo, ella sabía lo que era huir de las miradas de desprecio en su pueblo. Por eso se la pasaba en Quillota, que en apariencia era un lugar más protegido.
Tras su muerte, el miedo regresó y se extendió a otros integrantes a su familia. Su madre no habla con la prensa y dice que su hija nunca recibió amenazas de nadie y su prima, a veces, teme por sus hijos. Todos esos temores tienen asidero. El caso de Nicole se asemeja a otros asesinatos de mujeres lesbianas en la V Región. Uno de los crímenes más conocidos fue el de María Pía Castro, en febrero del 2008, cuando se encontró su cuerpo calcinado en un lugar abandonado de Limache. Otro caso más reciente fue el de Susana Sanhueza. El 7 de marzo, la hallaron muerta, envuelta en plástico y con las manos atadas, en el segundo piso del Archivo Municipal de San Felipe. Sus muertes comparten un territorio y signos de crueldad.
Un mes antes del asesinato de Nicole, se reunieron todos los Bahamondes, un familión de siete tíos y diez primos. Nicole cocinó tres pie de limón, acunó en sus brazos a sus primos pequeños y se tomaron fotos durante toda la tarde. «El otro día busqué un retrato de ese día y no sale en ninguna fotografía porque ellas las tomó, ahora creo que esa tarde fue su despedida, el otro día la mamá de Nicole dijo que ni siquiera quiere ir a trabajar, que si no está la Nicole, no tiene por quién vivir… a la tía la mataron en vida», dice María.