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La Sociedad de Escritores, un referente literario e intelectual decrépito

Fuentes: Rebelión

Luego de la publicación, en varios medios, de los artículos «La casa del escritor mancillada» y «La claudicación ética de la SECh«, el 03 y 11 de agosto respectivamente, cuestionando la invitación que el directorio de la Sociedad de Escritores de Chile (SECh), encabezado por su presidente Reynaldo Lacámara, le cursara al ex agente de […]

Luego de la publicación, en varios medios, de los artículos «La casa del escritor mancillada» y «La claudicación ética de la SECh«, el 03 y 11 de agosto respectivamente, cuestionando la invitación que el directorio de la Sociedad de Escritores de Chile (SECh), encabezado por su presidente Reynaldo Lacámara, le cursara al ex agente de la DINA, acusado de violaciones a los derechos humanos y actual alcalde de Providencia, Cristian Labbé, para que visitara la Casa del Escritor el día 30 de julio, la relacionadora pública de la institución, Ximena Troncoso (orientada por el directorio se desprende, porque no se manda sola), ha iniciado una campaña sofista ante varios responsables de medios de comunicación, acusándome de intentos de desprestigiar al gremio desde el año 2005 así como de denostar a su presidente y directorio.

De hecho el semanario El Siglo, cuyo director Fernando Quilodrán es además director de SECh, le concedió a Lacámara una entrevista, en la edición del 21 de agosto, para que se explayara. Otro tanto hizo La Nación Domingo el 06 de septiembre. Supongo que motivados por la publicación de Pedro Lemebel en el mismo medio el día 16 de agosto, titulada «La Sociedad de Escritores con bototos». Al leer los escritos de Lacámara, donde intenta mostrar una SECh en gloria y majestad, nos damos cuenta de lo pobre de su discurso, muy parecido al de la niña Troncoso: Somos todos escritores, somos todos bonitos, hacemos muchas lecturas y los poetas extranjeros nos visitan, también los premios nacionales, tenemos una tradición histórica y es emocionante recordad a los «próceres», sobre todo a Jorge Teillier y el Gitano Rodríguez tomando trago en la Casa del Escritor.

Finalmente, agrega que la jurisdicción y la democracia obligan a mantener relaciones con todos los sectores, etcétera, etcétera. Es ése su discurso, pero en ningún momento se refiere a lo de fondo, que fue confraternizar, como si hubiesen sido viejos conmilitones, entre brindis y picadillos, con el ex agente de la DINA. Esto no es un problema de jurisdicción ni de democracia, sino ético. Jamás, ni durante la dictadura, se confraternizó con agentes de la DINA o CNI en la Casa del Escritor.

Pero el 30 de julio incluso ofrecieron el libro de visitas para que Labbé lo firmara, el mismo libro que firmó, por ejemplo, el poeta Juan Gelman, defensor inclaudicable de los derechos humanos. Y como Labbé es autor de varios libros -en los cuales defiende a Pinochet y todo lo que significó su tiranía-, perfectamente podría solicitar inscribirse como socio de SECh ¿Habrán leído los directores esos libros? Se titulan «De Pinochet a Lagos: Crónica política de las últimas décadas»; «Recuerdos con historia: Pinochet en persona»; «Biografía política del Estado de Chile»; «En busca del orden: breve historia de las ideas políticas en Occidente» . En fin, lo concreto es que la comunidad literaria ha juzgado la situación y mayoritariamente (95%) repudia lo ocurrido ¿O acaso algún escritor significativo, ante la situación en cuestión, ha salido públicamente en defensa de Reynaldo Lacámara y su directorio?

En cuanto a la condecoración otorgada a Labbé en el Café Literario de Providencia, momentos antes de ser recibido en la SECh, la verdad es sencilla, tanto como remitirse a la declaración publica de la Academia Chilena de Literatura Infantil y Juvenil (Achli) fechada el 6 de agosto, cuyo vicepresidente es el actual presidente de SECh, señor Reynaldo Lacámara y uno de sus directores el señor Sergio Bueno, actual secretario general de SECh. La presidenta de ACHLI es la señora Estela Socías, directora de SECh. Dice el punto dos de la declaración (copio textual de la carta que circula en Internet): «Cada año la Achli, prevía deliberación de su Directorio, otorga la Medalla «Oreste Plath» a escritores, autoridades o gestores culturales que se hayan destacado por su compromiso real con la cultura en todas sus aréas (creación, producción, edición, gestión, mecenazgo, etc.). El criterio de selección y premiación está vinculado a estos criterios y no a visiones de carácter ideológico o seudo judiciales, que no forman parte de nuestro pérfil como Academia».

Es decir, los señores Lacámara, Bueno y la señora Socías, miembros del directorio de SECh y de ACHLI estuvieron de acuerdo en otorgar el galardón al señor Labbé por sus méritos de mecenazgo. Así lo ratifican con la declaración de ACHLI. Por lo tanto, y dado el ejercicio de los cargos ya consabidos, existe una relación más que evidente entre la SECh y ACHLI. O por lo menos en cuanto a este asunto.

Respecto a la situación actual de la SECh, no es un secreto su decrepitud como referente literario e intelectual. El noventa y cinco por ciento de los socios que pululan por sus salas los días lunes, o asisten a las actividades de SECh, son personas que privilegian hacer vida social alrededor de la literatura antes que hacer literatura. Son estas personas quienes han sostenido con sus votos al señor Lacámara desde el año 2006. Los escritores que realmente ejercen el oficio con seriedad han buscado otros derroteros para desarrollarse y relacionarse. No es menor que en las últimas elecciones complementarias sólo votaran alrededor de 130 socios, teniendo más de mil a lo largo de Chile y en el extranjero.

La SECh, si somos objetivos, hoy debería llamarse Sociedad de Escritores de Santiago, porque a las filiales regionales prácticamente se les ignora, salvo que sus presidentes sean incondicionales al señor Lacámara. La institución ha sido conducida, en los últimos años, por directorios integrados por personas sin capacidad de diálogo y con una actitud presidencialista oligárquica en el manejo administrativo y contable. No por casualidad han renunciado varios directores durante sus períodos, acusando graves irregularidades. El actual directorio, a través de su vocera, Ximena Troncoso, se defiende diciendo que realiza infinidad de actos culturales con premios nacionales y escritores extranjeros, además de muchas mesas redondas y lecturas en ferias del libro.

Argumentos febles que no alcanzan para ocultar el deterioro interno de la institución y las actitudes vacilantes en la gestión de cada director. Todos los directorios, en la historia de SECh, han realizado actividades culturales, eso no es mérito ni novedad para sacarle lustre. El problema es otro, pero los jerarcas de SECh se niegan a reconocerlo.. Algunos directores reconocen, entre bambalinas, la situación, pero sus temores les impiden criticar al presidente públicamente, y terminan sumándose impúdicamente a la cotidianidad institucional para no perder el acceso a sus pequeñas ambiciones personales. Es lo que hay en este momento. Una SECh traspapelada y autocomplaciente.

Por otro lado, es bueno recordar que las denuncias que realizamos el año 2005, junto a otros escritores, resultaron ciertas. Como consecuencia debió renunciar el presidente de entonces además de cuatro directores. En el año 2007 Lácamara presentó una querella por injurias en mi contra, solicitando cárcel, debido a que no le agradó que haya exigido aclarar situaciones contables poco claras. Finalmente fui absuelto. Hoy reitero mi posición: en los años 2005, 2006 y 2007 se produjeron irregularidades contables y administrativas. Una demostración de ello es el informe de la comisión revisora de cuentas para el año 2007.

Además, el Ministerio de Justicia lleva a cabo una fiscalización a la institución y el caso de la triangulación de dinero para una campaña política se investiga en la fiscalía correspondiente. Sobre esta situación el directorio guarda silencio. Cualquier socio puede acceder a los antecedentes. Desafío a un debate público al presidente de SECh y a su directorio sobre mis planteamientos y denuncias. Si el señor Lacámara y los directores de SECh tuvieran un mínimo de pudor, debieran renunciar a sus cargos y llamar a nuevas elecciones donde puedan votar libremente todos los escritores del país.