Con beneplácito nos enteramos de la reciente aprobación por el Congreso de Colombia, de un Proyecto de Ley que prohíbe las corridas de toros, que en caso de ser ratificado por el Senado de este país suramericano, sería de vital importancia social, tanto por la liquidación del sangriento espectáculo como tal, como por lo que […]
Con beneplácito nos enteramos de la reciente aprobación por el Congreso de Colombia, de un Proyecto de Ley que prohíbe las corridas de toros, que en caso de ser ratificado por el Senado de este país suramericano, sería de vital importancia social, tanto por la liquidación del sangriento espectáculo como tal, como por lo que representaría para una nación envuelta en la violencia sociopolítica, narcoterrorista y común, por lo menos en un ámbito simbólico:
«Hay un clamor ciudadano que nos pide eliminarlas», sostuvo el representante Oscar Hurtado, el autor del proyecto, sobre las corridas de toros (…)
En tal sentido, esta ley estaría llevando a que en Colombia se acaben las corridas de toros. La iniciativa debe pasar ahora a su trámite al Senado, en donde tendrá que surtir su debate en la Comisión Primera y luego en la Plenaria.
«Este proyecto busca prohibir la práctica de actividades de entretenimiento y de expresión cultural con animales, porque hay un clamor ciudadano que nos pide eliminarlas», sostuvo el representante Oscar Hurtado, el autor del proyecto.
El congresista señaló que de esa forma se acaba con la incertidumbre legal que existe respecto a lo establecido por la Corte Constitucional, donde le da potestad al legislativo para determinar si acaba o no con esta práctica (…)».
Es importante destacar que el mismo pueblo colombiano, o al menos una buena parte de él, ha pedido que se elimine esa aberración conocida como corrida de toros, perversión heredada del pasado colonial en el continente americano, tantas veces prohibida desde el mismo periodo de dominio hispánico, pero sobreviviente gracias al interés de grupos poderosos. De manera que Colombia se convierte en otro de los países en los que la tauromaquia, un espectáculo irracional y barbárico desde cualquier punto de vista lógico, tiene sus días contados.
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