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La teoría del valor y la oferta y la demanda

Fuentes: Rebelión

Muchos marxistas y personalidades de izquierda siguen oponiendo la economía convencional a la economía marxista, como si fueran dos visiones distintas de una misma realidad. Dicen que mientras Marx afirma que los precios vienen determinados por la ley del valor, los economistas convencionales afirman que vienen determinados por la oferta y la demanda. Esta forma […]

Muchos marxistas y personalidades de izquierda siguen oponiendo la economía convencional a la economía marxista, como si fueran dos visiones distintas de una misma realidad. Dicen que mientras Marx afirma que los precios vienen determinados por la ley del valor, los economistas convencionales afirman que vienen determinados por la oferta y la demanda. Esta forma de representar el problema da una visión equivocada de la relación de los conceptos de Marx con los conceptos de la economía convencional. Las categorías de la economía convencional reflejan las relaciones de producción tal y como se manifiestan en la superficie de la sociedad burguesa, tal y como se refleja habitualmente en los agentes de la producción. Los economistas convencionales no van más allá de cómo son las cosas en apariencia. Ir más allá les parece una aventura metafísica. Mientras que Marx, en El Capital, explica cómo las categorías esenciales se transforman en las categorías aparentes, que son las categorías con las que se maneja la economía convencional. Por ejemplo, Marx demuestra cómo se transforma la plusvalía en ganancia o cómo se transforma el precio de la fuerza de trabajo en precio del trabajo. ¿Y por qué es importante dominar el proceso lógico mediante el cual las categorías esenciales se transforman en categorías aparentes? Porque las categorías aparentes ocultan cuestiones esenciales de las relaciones económicas entre los hombres. Así, por ejemplo, con la categoría esencial «plusvalía» se ve que el plusvalor brota de la fuerza de trabajo, mientras que con la categoría aparente «ganancia» el plusvalor parece brotar también del capital constante. Y un segundo ejemplo: con la categoría esencial «precio de la fuerza de trabajo» se ve que al obrero le pagan sólo el valor de la fuerza de trabajo y no todo el valor creado por él, mientras que con la categoría aparente «precio del trabajo» se ve que al obrero se le está pagando todo el trabajo que ha creado. Por eso es tan importante El Capital de Marx: porque nos explica qué cosas esenciales de las relaciones económicas entre los hombres quedan ocultas con las categorías aparentes, que son las categorías con las que se maneja la economía convencional.

Así que, y de acuerdo con lo dicho hasta aquí, las categorías oferta y demanda no deben ser presentadas como categorías aparentes de la economía convencional enfrentadas a las categorías esenciales de la economía marxista. Con la ley del valor sólo decimos que la sociedad tiene que gastar determinadas cantidades de trabajo en producir determinados bienes y servicios. Y la oferta es siempre la oferta de unos determinados bienes y servicios. Por lo tanto, la oferta es el trabajo humano que la sociedad ha gastado en producir esos determinados bienes y servicios. Por su parte, la demanda es siempre la demanda de unos determinados bienes y servicios. Por lo tanto, la demanda es la demanda de en qué bienes y servicios debe gastar la sociedad el trabajo del que dispone. De ahí que las categorías oferta y demanda no deben ser presentadas como categorías opuestas a las categorías esenciales de la economía marxista, sino cómo categorías donde también se expresan las esencias, aunque con ocultaciones e inversiones. He puesto este ejemplo en otras ocasiones: un hombre que está frente a un espejo corta con un cuchillo que tiene en la mano derecha una manzana en dos partes, sin embargo, en el espejo es la mano izquierda quien empuña el cuchillo que dividió la manzana en dos partes. El espejo invierte el mundo objetivo: lo que en verdad hace la mano derecha, el espejo lo presenta como si lo hiciera la mano izquierda. En economía sucede algo análogo: lo que en verdad hace el trabajo, son presentadas por las categorías aparentes como si las hiciera el capital. Las categorías aparentes desempeñan el mismo papel semiológico que el espejo: invertir las propiedades. De todo lo dicho hasta aquí podemos concluir que la economía marxista incluye a las categorías de la economía convencional, que no presenta las categorías aparentes enfrentadas a las categorías esenciales, sino a las categorías aparentes como fruto de las transformaciones experimentadas por las categorías esenciales.