Quizás, con muchas probabilidades de que así sea, la llamada tercera edad y última porque nadie habla de una cuarta, sea la que más mal la esté pasando en esta inacabable pandemia de virus combinada con indisciplinas de todo tipo.
Además de la temible Covid-19, que este viernes 7 de agosto el doctor Durán ha dicho que “el riesgo es muy elevado” ante el actual rebrote, tenemos el dengue, la ausencia o inestabilidad de medicamentos imprescindibles a estas alturas de la vida donde se suman diversas enfermedades crónicas y los problemas reales de alimentación, hay que agregar la no menos dañina depresión, consecuencia de la edad y las contrariedades.
Insuficientes, hay que reconocerlo, las medidas aplicadas para paliar los avatares de los ancianos en un país donde ya son mayoría poblacional. Aunque nunca se les comentó a los cubanos, allá por los 80s del siglo pasado también había colas en la antigua Unión Soviética. Ocurrían en unos establecimientos especiales donde los veteranos de guerra tenían preferencia de primer orden.
Y así las cosas, como solía decir un colega comentarista de la televisión, me he sumado no a un nuevo grupo de Facebook, sino a otro en tierra firme a la búsqueda de la verbena para el cocimiento tranquilizante, sedante.
En tiempos de abundantes innovaciones al léxico diario, como ese de “aperturar”, cuidado no tengamos un aporte en medicina legal: muerte por tristeza depresiva.
Fuente: https://progresosemanal.us/20200807/la-tercera-edad-bajo-fuego-cruzado/