Ningún otro lema domina hoy tanto el discurso publico como el de la transparencia, que corresponde a la sociedad de la información con un lenguaje positivado, operacional izado, desnudo de contenidos, que no reconoce nada distinto a lo que produce el capital. Es reclamada de manera efusiva sobre todo para sobreponer la Seguridad sobre la […]
Ningún otro lema domina hoy tanto el discurso publico como el de la transparencia, que corresponde a la sociedad de la información con un lenguaje positivado, operacional izado, desnudo de contenidos, que no reconoce nada distinto a lo que produce el capital. Es reclamada de manera efusiva sobre todo para sobreponer la Seguridad sobre la Libertad, dotada con un aparente sentido de neutralidad que sirve para obstaculizar tanto la realización de derechos, como las iniciativas de lucha social.
La transparencia crea mundos virtuales a los que les falta la resistencia de lo real, carece de verdad, su vocablo no dice nada, es el efímero e invisible refuerzo del engaño y la intolerancia. En nombre de la transparencia se sobrepasan los limites de la economía, la política, la ciencia o la cultura y se fuerza la entrada al ámbito de totalización hegemónica, con consensos creados a la medida de los poderosos que conducen a una sociedad positiva, sin espacio para interpelar, en la que disentir, objetar, oponer, refutar, contradecir, debatir o proponer otros modos de acción política resulta prácticamente prohibido.
La transparencia no supera el marco de lo meramente formal, de la ficción del papel y los futuros deseables, su coherencia es solo frente a normas y estándares carentes de realidad material y concreta. No responde a necesidades y deseos humanos en colectivo en los que legitimidad, verdad y honestidad son indispensables. Con indicadores de transparencia todas las actuaciones de los poderosos resultan de excelencia, aunque la realidad muestre otra cosa. Las elecciones de gobernantes que ocurren en llamado eje del bien son presentadas como transparentes y en cambio descalificadas como oscuras las del llamado eje del mal.
Gobernantes, Candidatos, Gerentes y Directivos de Múltiples Organizaciones y entidades reclaman la transparencia como el pilar principal de sus actuaciones publicas movidas por lógicas del ámbito privado, en cambio de acudir a la ética como referencia. La historia reciente muestra a incontables personajes oscuros que se reclamaron transparentes y fueron protegidos por el eje del bien durante su ejercicio de poder desde donde condenaron, asesinaron, judicializaron y humillaron la dignidad humana: Nazis, Dictaduras del Cono Sur, Dirigentes de todo tipo impuestos por mafiosos, Directores de Bolsas e inmobiliarias, Contratistas, Bufetes de Profesionales, y en presente inmediato los Gobiernos de la FIFA.
En Colombia de igual manera se han reclamado transparentes Ministros, Embajadores, Militares de Alto Rango y Funcionarios de toda índole que hoy tratan de pactar penas de prisión delatando a sus prestigiosos compañeros de gestión. Algunas practicas superaron con éxito los indicadores de transparencia y recibieron aplausos, condecoraciones, felicitaciones de gobiernos y nuevas ayudas del pentágono, pero al hacerse visibles evidenciaron otras cosas como bombardeos indiscriminados sobre civiles; operaciones de perfidia y engaño estatal en acciones de guerra; asesinatos; votos bajo fraude como los que llevaron a los paramilitares a ocupar la tercera parte del Congreso o el voto de cohecho que permitió cambiar la constitución; contratos de pagos simbólicos de transnacionales mineras; o el fraude electoral de Pastrana que dio origen al M-19 o las falsas desmovilizaciones.
Los estados del eje del bien justifican su actuar transparente incluso para imponer la Seguridad que mata a la Libertad o tomarse para sí la titularidad de los derechos y decidir un destino común homogeneizado, sobre sociedades fragmentadas y debilitadas en sus capacidades de lucha social, presas fáciles para imponerles un sentido de regulación adecuado para despolitizar y paralizar las acciones colectivas y escenificar la política sin referencia.
La transparencia se alimenta de lo oculto, se mide, se lleva a escalas, responde a cálculos para un control y vigilancia totales, la transparencia es el nuevo ojo del gran hermano. Usa herramientas imprecisas y manipuladas como encuestas, hiperinformacion, consensos entre desinformados, informes de gestión que no atienden impactos, datos y cifras sin contenido material. El discurso y practica política, es considerado transparente cuando no opone resistencia al capital, la comunicación y la información. Es decir todo puede ser transparente solo sí pierde su propio sentido y se convierte en operacional, si denota una actitud positiva de resignación y acatamiento al poder y sirve para que reforzar la idea de que el mundo es seguro si se impone la transparencia, la misma que sirve de apoyo para convertir todo al valor precio donde todo se vuelve transparente, es decir sin memoria, sin historia, sin contexto, sin conflicto, sin luchas antagónicas entre clases.
A pesar de todo La Paz en Colombia parece llegar, pero es necesario superar pronto el modelo de sociedad de la opinión manipulado con la transparencia que democratiza la vigilancia y hace creer a quienes están en el panóptico que son enteramente libres. La transparencia no tolera contrarios y para vivir en Paz hay que crear contrarios, adversarios, forjar un marco de sociedad plural sin buenos ni malos, capaz de no dejar intacto lo ya existente en especial lo que provoca desigualdad y exclusión y sobre todo lo que se sostiene con la manipulación de los medios y sale del cerebro de los financistas.
P.D. Fraternal Saludo de Fin de año y Bienvenida de 2016 para construir Paz y Derechos en Colectivo, desarmar odios y mezquindades y abrir espacio a la tolerancia.
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