El sistema binominal ha calado hondo en el pensamiento colectivo y aún más en la clase política, dividiendo el pensamiento social y político en sólo 2 bloques y tomándolos como los únicos válidos y existentes. Es así como esta forma de ver el mundo ha ordenado a todas las expresiones sociales que se han ido […]
El sistema binominal ha calado hondo en el pensamiento colectivo y aún más en la clase política, dividiendo el pensamiento social y político en sólo 2 bloques y tomándolos como los únicos válidos y existentes. Es así como esta forma de ver el mundo ha ordenado a todas las expresiones sociales que se han ido dando como pertenecientes a uno u otro bloque, invisibilizando la variopinta gama de pensamientos e ideas presentes en la sociedad. Este sistema fue diseñado en Polonia por el general Jaruzelski con el objeto de mantener la preeminencia de su partido por sobre el de la oposición que se aprestaba a gobernar, obligándola siempre a negociar con ellos. Eso si, esta forma de mantenerse en el poder sin requerir de mayorías, fue vendida a la población como un sistema que traía estabilidad y gobernabilidad, pero no se decía que era a base de la exclusión de los que no se encontraban dentro de esos grandes bloques.
Ahora, tras 25 años de su permanencia en Chile, este sistema es removido y cambiado por uno proporcional buscando así corregir todas las distorsiones electorales que éste provocaba. Pero queda la interrogante de saber si el cambio en el sistema electoral podrá modificar la forma de pensar de quienes participan actualmente en él, en cómo ven al mundo y a la sociedad. Si la percepción de un mundo de 2 colores, donde toda la sociedad toma partido por uno u otro bloque, seguirá estando en la mirada de la actual clase política.
Este enfoque se observa en muchos razonamientos que uno observa en uno y otro sector, donde se define que quien no está conmigo está con el otro. Es así como se ha visto que las opiniones de alguien o alguna organización social, sindical e incluso política, si no es a favor del accionar de un bloque indicarían que se está con el bloque opositor, alejando de toda posibilidad la existencia de una tercera, cuarta o más formas de ver la sociedad. Esta forma de ver el mundo, más parecida a la existente dentro de la Guerra Fría que maniqueistamente mostraba un planeta bicolor donde o se era comunista o se era capitalista, se cola en la actualidad, en la prensa, en los diagnósticos, en los análisis de la realidad. Divide a la sociedad en sólo 2 sectores uno que representa a todos los empresarios y los sectores conservadores y en otro a los trabajadores, desposeídos y sus demandas, exigiendo a las masas a tomar partido por uno u otro, aunque no se sienta representado completamente por estos, pero si los miembros de uno u otro bloque sintiendo que los representan, como una especie de capital obvio e incluso heredable.
La prensa, también lo ve así, las críticas que se hagan al gobierno obligadamente las iguala a las críticas que realiza el bloque opositor, sin percatarse que en realidad puede ser una impugnación a ambos sectores. Y para qué decir de los análisis de datos sociales, la lógica es la misma, se observó en la reforma tributaria donde la critica a ésta por parte de la población se igualó a la que decía la derecha, exacto a lo que se repitió con la primera parte de la reforma educacional. ¿Acaso no era posible que parte de la crítica a dichas reformas no eran las de la Alianza, sino que respondía a otras formas de pensar?¿Qué el rechazo a esas reformas no correspondían al discurso conservador, sino que se criticaba las propuestas tímidas y tibias que siempre han caracterizado a la antigua Concertación?
Ahora, nuevamente salen encuestas donde se ve que la nueva reforma, la laboral, empieza a perder adeptos y sumar detractores y no son pocos los que ven que ello significa un avance de la oposición, lo que los empuja a negociar con éstos para obtener su venia en la aceptación. Así se «cocinó» la reforma tributaria y la primera parte de la educacional, pero extrañamente, tras su aprobación, no se vio modificado su rechazo a éstas (Ver CEP abril 2015). ¿No sería factible pensar entonces que la pérdida de respaldo se debió a estos otros pensamientos que existen en la sociedad, que creen que los cambios son muy lentos, dubitativos…muy binominales, y que fue ese accionar del gobierno, en esos proyectos de ley, el que generó un aumento en su rechazo? Puede que esté equivocado, pero es algo que podría explicar el por qué pese a los acuerdos con la derecha, el rechazo a las reformas tributarias y educacionales se mantiene. Siguiendo con esa hipótesis, ¿podríamos deducir, al observar las últimas cifras de Adimark, que el actual rechazo a las reformas laborales se debe a algo distinto al avance del pensamiento conservador en la gente producto de las campañas comunicacionales conservadoras?
, con este gráfico es poco lo que podemos deducir, pues es una muestra de corte transversal que presenta la realidad en un momento, pero es tentador decir que la gente rechaza la reforma laboral y piensa como los sectores conservadores indican. Pero al observar el gráfico 2,
, se aprecia que en enero (cuando no se conocía en profundidad la reforma) existían 2 puntos de vista claramente marcados, donde un 53% estaba a favor de las reformas y un 32% en contra. Debido a la falta de información difundida en enero se puede teorizar que estos porcentajes conforman más bien posiciones previas con respecto a la idea de una reforma laboral, más que a la posición hacia el proyecto de ley presentado. Al observar la evolución a la baja en la aceptación y un aumento del rechazo de forma sostenida en los meses siguientes, se podría concluir que no es más que el grupo que originalmente deseaba una reforma (el original 53%) que se sintió defraudado por ésta expresando su desacuerdo. El hecho que el grupo total que expresa su punto de vista se mantiene fijo en torno al 83% del universo, puede llevarnos a concluir que es el mismo que ya tenía una idea preestablecida en enero, podría indicarnos que la idea de hacer una reforma no es lo que causa el aumento en el desacuerdo (eso ya fue medido en enero), sino que es el aumento en el conocimiento del contenido del proyecto de ley presentado lo que causa el aumento en el desacuerdo de ésta.
Pero el peligro del pensamiento binominal puede hacer caer en su trampa, nuevamente, a quienes toman decisiones y provocar que éstos asuman que el rechazo es patrimonio de la derecha y los sectores conservadores y no a lo planteado por decenas o cientos de sindicatos y organizaciones sociales y gente común, que en realidad no pertenecen ni a uno u otro bloque. El saber si la trampa surtió efecto se verá si nuevamente se llama a generar un acuerdo (o «cocinar» una salida) con los sectores del bloque binominal opositor para legitimar la ley, no dándose cuenta que el 32% de rechazo original que identifica a ese bloque jamás lo tendrán y que en realidad es el 14% de aceptación, perdido en 4 meses, el que deben recuperar. Es precisamente a esos a los que no se les invita a negociar o buscar una salida, porque el binominal los excluye, a los de los sindicatos activos, a los del movimiento social. Veremos si el cambio de legislación electoral realizada la última semana también afectó las mentes de los gobernantes y legisladores y su forma de llegar a la sociedad, o seguirá la gran mayoría de ésta invisible a sus ojos siguiendo con esa cadena de errores que han llevado a que ningún cambio sea valorado por la población, pues en realidad jamás se les vio.