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Entrevista a Alberto Pinzón Sánchez en Radio Guiniguada

«La única ‘llave’ para alcanzar la paz es la imposición de la salida política con la lucha popular»

Fuentes: Rebelión

Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano. Formó parte de la Comisión de Notables en los diálogos de Paz del Caguán en 2001. Escribe sus opiniones y análisis sobre el conflicto histórico, social y armado en Colombia para varios medios de comunicación alternativos.

Alberto Pinzón Sánchez conocía personalmente a Alfonso Cano, con quien coincidió como estudiante de antropología en la Universidad Nacional. Cano era un profesional, pero era ante todo un político, estudioso del marxismo y de la obra de Bolívar. Miembro de la juventud comunista, Cano estuvo 3 años encarcelado, y al ser liberado fue perseguido por paramilitares para matarlo; llegó a la selva para proteger su vida, se fue obligado por estas circunstancias a la lucha armada con las Farc, siendo siempre un defensor de la salida política del conflicto.

La muerte física de Cano es un golpe para la posibilidad de la resolución política del conflicto; pero es sólo física esa desaparición. Es histórico el plan de la oligarquía colombiana para el descabezamiento de los movimientos populares, desde hace siglos se viene implementando. Es una estrategia bien orientada con el objetivo de destruir cualquier opción que plantee la salida política. «Plan Burbuja» es una de sus actuales facetas, diseñada por Washington y Bogotá. El Encuentro por la Paz de Barrancabermeja en agosto pasado – una enorme reunión del movimiento popular en la que se llega a la conclusión sintetizada en el lema «el diálogo es el camino» sea probablemente el escenario en el que la oligarquía colombiana con el Comando Sur de los Estados Unidos decide definitivamente aniquilar a Cano, pues comienza a mostrarse públicamente la fuerza de la idea de la salida política al conflicto como aspiración popular. Cano era quien mejor encarnaba las posibilidades de llevar a cabo de forma exitosa este mandato; su muerte no se da en el vacío, es una reacción a ese impulso y arraigo social que ha ido tomando la consigna de la solución política del conflicto colombiano.

El movimiento popular en Colombia ha adorado durante muchos años un fetiche: el de la «voluntad política» para salir del conflicto. Del conflicto no se va a salir por voluntad de la clase dominante, y la historia así lo demuestra; esa voluntad nunca ha existido, no podemos esperar la buena voluntad del gobierno para iniciar unos diálogos que nunca se van a dar. Con ese fetiche han intoxicado a los movimientos sociales. El planteamiento gubernamental claramente sigue siendo derrotar militarmente a la insurgencia para llevarla debilitada a una mesa de negociación e imponer sus condiciones. El gobierno bajo ninguna circunstancia quiere que haya cambios en la sociedad colombiana. Nadie puede pensar que en un momento de bondad Santos saque la llave que tiene en el bolsillo y abra una puerta a la paz…

La solución política se dará cuando el pueblo colombiano se apodere definitivamente de la idea de que hay que imponer la salida política al conflicto, con la lucha de masas en todas y cada una de sus expresiones; esa lucha previsiblemente se exacerbará porque la salida militar no es posible. La muerte de Cano no es una victoria militar, es un golpe militar. Es importante tener en cuenta que las Farc tiene un aspecto político y un aspecto militar, pero ambos son indisolubles. Han recibido un golpe militar, pero inmediatamente ese golpe ha generado una reacción política, no se pueden separar ambas cosas, esa es la esencia de esa organización: político-militar.

Por otra parte, para que hubiera podido considerarse como una victoria militar por parte del ejército oligárquico, tendrían que haberse producido los efectos militares deseados, como por ejemplo la desmovilización, la entrega y el desarme de la guerrilla, cosa que no sucederá pues la insurgencia no renuncia a su propuesta política.

El triunfalismo de Santos es envenenamiento masivo, pero una vez baje la espuma se darán cuenta una vez más que la resistencia del pueblo colombiano continuará. El sistema que impera en Colombia es ilegítimo dentro de sus propios términos: en las elecciones recientemente celebradas el 50% del electorado no votó, y un 10% lo hizo en blanco. En Bogotá, ciudad de unos 8 millones de habitantes, Gustavo Petro ganó con sólo 600 mil votos; pero a pesar del burdo mecanismo se quiere vender la idea absurda de que sólo hay dos opciones: «o Cano que peleó 40 años pero terminó muerto; o Petro, que también formó parte de una guerrilla, entregó las armas y ahora participa desde los «canales democráticos» que ofrece el sistema». Esto forma parte de la intoxicación mediática.

La corrupción, los robos, el exiguo nivel de votos, los más de 7 mil 500 presos políticos… todo ello deslegitima al gobierno oligárquico colombiano, ratificando la idea de que es sólo la implementación de todas las formas de lucha de las masas colombianas la que podrá imponer una salida política al conflicto histórico, social y armado, sin reformas ni renuncias a las legítimas aspiraciones populares.

http://www.rpasur.com/Enredando-Colombia.html

PROGRAMA: http://www.ivoox.com/enredando-edicion-colombia-2011-11-12-audios-mp3_rf_888161_1.html