La Huelga General de este 14 de noviembre se enmarca en el proceso de agudización progresiva de las contradicciones de clase. Por un lado, los ataques del poder establecido sobre la conquistas históricas de la clase trabajadora y derechos que deberían ser universales (derecho al trabajo, a la educación, a la sanidad, etc.) son cada […]
La Huelga General de este 14 de noviembre se enmarca en el proceso de agudización progresiva de las contradicciones de clase. Por un lado, los ataques del poder establecido sobre la conquistas históricas de la clase trabajadora y derechos que deberían ser universales (derecho al trabajo, a la educación, a la sanidad, etc.) son cada vez más salvajes. Por el otro, la respuesta popular se va haciendo cada vez más visible y decidida.
Pese a que las burocracias sindicales siguen tratando de reconducir la indignación de las masas hacia posiciones centradas en simples reformas del sistema existente, también se producen procesos de unidad dentro del sindicalismo alternativo: un sindicalismo de clase que no apuesta por parchear el sistema, sino por superarlo. Eso último se plasma en la declaración conjunta de las plataformas sindicales Bloque Unitario y Hay Que Pararles los Pies y, especialmente, en la manifestación unitaria que aglutinó a más de cien mil personas en Madrid bajo el lema «No al pago de la deuda». El éxito y combatividad de esta manifestación, especialmente teniendo en cuenta que el sindicalismo alternativo no tiene el acceso a los medios de comunicación del que sí gozan CCOO y UGT, demuestra que la unidad del sindicalismo de clase y combativo y de la izquierda revolucionaria es una necesidad impostergable.
Ante este agravamiento de la relación dialéctica entre la ofensiva capitalista y la respuesta popular, la criminalización de los sectores más combativos o de la resistencia activa no se hace esperar. Del mismo modo, la dictadura de la burguesía en la que vivimos pone en marcha todos los mecanismos a su alcance para tratar de garantizar la alienación de aquellas personas aún no concienciadas: el ejemplo más flagrante de esto es el eslogan del «derecho a trabajar» que con la demagogia más obscena ignora el derecho al trabajo negado para seis millones de personas.
Unido a esta embestida mediática, el Estado no se corta a la hora de emplear sus aparatos represivos contra aquellxs que no han sido amansadxs. La escalada de represión en esta jornada de huelga ha dejado tras de sí a decenas de heridxs y alrededor de ciento cincuenta detenidxs. Hay varios casos concretos que muestran especialmente lo salvaje de la violencia policial, como un menor de trece años apaleado, una mujer que ha perdido el ojo por el impacto de una pelota de goma, o un antidisturbios atropellado por sus propios compañeros. Sin embargo, es importante tener presente que estos no son hechos aislados o «errores», sino que el uso sistemático de la violencia contra las personas que cuestionan el poder establecido está en la naturaleza misma de la policía del Estado español (así como en la de cualquier Estado basado en la dominación de una clase sobre otra).
Esta represión y criminalización se ceba especialmente con una juventud a la que están robando su futuro y que se ve con el agua al cuello, como prueba el acoso a la peña vallecana Bukaneros. Desde Red Roja queremos reiterar nuestro compromiso de solidaridad activa con lxs militantes y organizaciones represaliadas, así como nuestra denuncia sin concesiones de la represión ejercida por los aparatos de un Estado que sirve al enemigo más cruel de todos: el capitalismo.
Denunciamos especialmente el montaje policial realizado contra el compañero Alfonso, que aún continúa detenido por motivos delirantes: «riesgo de fuga y alarma social». Se le pretende incriminar mediante el antiguo y burdo mecanismo de atribuirle la posesión de un material que alguien colocó a su lado y en el que ni siquiera se encuentran sus huellas dactilares. El objetivo es utilizarle como «cabeza de turco» y ejemplarizar en él la represión contra una juventud cada vez más comprometida con la lucha obrera y popular.
Red Roja exige la libertad inmediata de todxs lxs detenidxs durante la huelga general del 14-N, así como la retirada de cargos, y que los culpables de la desmedida represión sean juzgados por el daño causado. La más amplia solidaridad y la más firme presión social deben ser desplegadas de forma unitaria.
La jornada de huelga y sus consecuencias han demostrado una vez más que crece la conciencia de que no hay futuro para lxs trabajadorxs dentro del sistema capitalista. La clase obrera será utilizada y exprimida su fuerza de trabajo según los designios del capitalismo, mientras el sistema deja como única opción para cambiar las cosas participar en el circo electoral, una trampa en la que las personas sólo pueden elegir qué máscara se pondrá el sistema para continuar explotándolas.
Toda propuesta que se salga de esta patraña o que plantee una alternativa al sistema será perseguida, criminalizada, y reprimida.
Otro mundo es posible, otro capitalismo es imposible. Existe una solución.
Se llama Socialismo.