Con la firma del Acuerdo de paz con las Farc-EP logrado en la Habana 2016, se llegó al “consenso” o compromiso entre las partes en conflicto para construir un sistema de verdad justicia y reparación. Obviamente formando parte de un todo “Integro e integral” y en estrecha relación con los demás puntos del pacto, tanto estructurales (económicos como la histórica cuestión agraria y su relación con el problema del narcotráfico) como los supraestructurales (políticos e ideológicos como justicia y la llamada democracia restringida) ampliamente conocidos y debatidos, además de los mecanismos de refrendación.
La primera estrategia abierta de la contrainsurgencia dominante adversa a lo firmado, además de la perfidia que embozó y enmascaró hábilmente durante todo el proceso de diálogo, fue deslegitimar lo firmado, lo cual logró con votos en el plebiscito del “No” (03 octubre 2016) y continuó con la propaganda fascista (mentiras repetidas hasta volverlas verdad) con las cuales había ganado el tal plebiscito, difundiéndolas profusamente por la falsimedia adicta. La segunda estrategia fue descuartizar el acuerdo: separar cada una de las partes en compartimentos estancos hasta hacerle perder la integridad y la integralidad del texto acordado. Eso fue lo que el descendiente del l falangismo manizalita Londoño Hoyos (Londoyos) dijo públicamente y en presencia de toda la plana mayor del fascismo colombiano de “volver trizas ese maldito papel” aquel memorable día (07 mayo 2017) “ ver noticia https://www.youtube.com/watch?v=vIRJK2d84-8
Con esto, se da paso a la tercera estrategia la del incumplimiento por parte de todo el Estado con su “institucionalidad” (lo que no necesita alargues explicativos por su obviedad) La cuarta estrategia complementaria además de desarmar apresuradamente a la contraparte firmante, fue la demolición de ella, político e ideológicamente (destrucción del partido de tipo leninista y abjuración del marxismo y el bolivarismo como banderas libertarias y sociales) Luego vino la división entre dirigentes (bancada parlamentaria llena de prebendas para su cooptación) y las bases abandonadas a su suerte en las selvas y lugares remotos. Después, se da paso a la persecución (incluso judicial que lleva a la segunda Marquetalia) y muerte a los cuadros y mandos medios y ex guerrilleros; la destrucción gota a gota del tejido social de las bases populares para acabar de “quitarle el agua al pez” aunque ya no hubiera agua sino fango.
Con la participación política reducida a los pantallazos de la bancada parlamentaria de la rosa y a las súplicas de sus jefes; el asunto agrario en salmuera, los negocios de la locomotora minero-energética iniciada en la administración Santos a todo vapor, y el inicio de la nueva ofensiva militar y química de la “war on drugs de la administración Trump con la narco-contrainsurgencia colombiana; solo quedó para discutir el problema de la Verdad, la Justicia.
En un país en donde la impunidad judicial llega al 95% de los casos y donde aún se tienen cifras alarmantes de ignorancia y analfabetismo; además, donde gran parte de la llamada opinión pública sigue dominada por los aparatos ideológicos del Estado (AIE) como son los partidos políticos hegemónicos, los medios de comunicación adictos y la Curia que siguen aplicando todavía el concepto escolástico y medieval de Verdad impuesto por más de 100 años de dominio del concordato religioso y dominio eclesiástico y pastoril incuestionable. Y, sobre todo, donde la Verdad Histórica que es de lo que se trata en el Acuerdo firmado en la Habana es inexistente, o ha sido negada por los sórdidos burócratas oficiales encargados de imponer la verdad del régimen en el Centro de Memoria histórica como Acevedo Carmona, quien sostiene con cinismo que en Colombia no ha habido conflicto sino como dijo su jefe “democrático” sólo ha habido una amenaza terrorista.
O reposa en la memoria de los familiares sobrevivientes de tantas masacres y genocidios oficiales, de Gaitán y los 300 mil sacrificados por la violencia bipartidista del 50, de los guerrilleros amnistiados y luego fusilados, liberales, de la UP en los 80, o de tantos otros reinsertados de procesos de paz en los 90, ejecutados después de entregar las armas, o también yace en múltiples archivos particulares de ONGs de víctimas. ¿Qué se podría esperar logre el jesuita de Roux con su concepción particular divina de la verdad, por muy bien intencionado, honesto y bueno que sea, si como está pactado TODOS los “actores del conflicto” NO declaran?
Bueno, queda como último y único elemento de ese Acuerdo la JEP, justicia especial para la paz. Ah, pero entonces no es Verdad Histórica, sino verdad Judicial. En un país donde como dije hay un 95% de impunidad judicial; el Fiscal es un ventrílocuo del bolsillo presidencial, y se ha logrado imponer el viejo concepto del dictador peruano Óscar R. Benavides de “Para mis amigos el contrato. Para mis enemigos la Ley”. Y donde digámoslo clarito, NO se podrá saber todo lo referente a las 6 décadas de conflicto interno colombiano hasta tanto el ministerio de defensa y la oscura y pavorosa dependencia de la Inteligencia Militar, NO desclasifique los innumerables “secretos” de su accionar con sus responsables y tiene escondidos bajo el mote de “Seguridad Nacional” en algún sótano perdido.
No se sabrá nada hasta tanto no se conozcan los archivos de la Inteligencia Militar colombiana; por ejemplo, respecto a las recientes y oscuras revelaciones del comandante Lozada y demás jefes del partido Rosa, reconociendo varios asesinatos políticos y la masacre de Mondoñedo donde fueron quemados los sicarios que mataron a Gómez Hurtado, crímenes, todos ellos relacionados con el terrorífico accionar del engendro de la Inteligencia militar colombiana llamado Ricardo Franco, con sus sicarios y sus infiltrados en el interior de las antiguas Farc- EP. Todo lo demás, lo digo con optimismo, se irá en ese placer tan colombiano y antiguo de hacer justicia por medio de la prensa y los medios de comunicación. ¿Acaso ya se han olvidado de esa Verdad Histórica “periodística” del magnicida y chafarote santanderista, luego presidente Obando, asesino del Mariscal de Ayacucho Sucre, que le costó al pueblo colombiano la cruenta guerra civil de 1840?
Con esto me permito concluir con una preguntica un poco incómoda ¿Quien o quienes hablan hoy en día de la Solución Política integral al conflicto interno colombiano, a pesar del obvio reciclaje del conflicto interno? La consigna central de la Solución Política que sirvió como base para convocar los diálogos que llevaron al Acuerdo de paz con las Farc-EP ya No es agenda en Colombia, por una razón que salta a la vista: La Solución Política con la complacencia de los jefes del partido Rosa se ha convertido en una Solución Jurídica singular con la que algunos sicarios más hábiles para borrar huellas que James Bond, esperan salir también impunes para disfrutar el post conflicto como el resto de los “actores del conflicto que acaba de pasar”. Y así como sucedió en la Violencia bipartidista del 1950 (y esto también es otra Verdad Histórica) todos quedamos en paz y sin ningún “responsable” de los 300 mil degollados que hubo a pesar de los millones y millones de periódicos que se imprimieron y emisiones radiales que salieron al aire, en ese culebrón que se muerde la cola llamado justicia colombiana.
Fuente Imagen Internet: campaña por la verdad en Colombia.