La mirada del otro’, de la compañía 43-2, recrea las conversaciones entre víctimas y presos disidentes de la banda terrorista ETA que tuvieron lugar entre 2011 y 2012 como parte del proceso de reinserción
AITOR: Entré a los 19 años.
ESTIBALIZ: Cuando yo tenía 19, mataron a mi aita. Le dieron un tiro en la nuca.
AITOR: Entré porque en mi juventud ETA era la resistencia. En mi pueblo la mayoría de la gente era de la izquierda abertzale y estaba de acuerdo con la utilización de la lucha armada.
ESTIBALIZ: Recuerdo que por aquel entonces, cuando mataron a mi padre, yo coqueteaba con la izquierda radical: el pelo, la ropa, los amigos, el discurso…
AITOR: Pero una cosa era el Folclore radical y otra cosa era mojarse, mojarse de verdad.
ESTIBALIZ: «Las cosas no se arreglan a tiros» me decía.
AITOR: Es muy fácil llegar al bar y decir que eres el más etarra.
ESTIBALIZ: «Las cosas se arreglan hablando». Y lo mataron por la espalda… en un bar.
Así comienza La mirada del otro. Sin artificios, con mucha crudeza. En un audio, dos actores, María San Miguel y Pablo Rodríguez, interpretan a una víctima de ETA y un disidente de la banda, arrepentido de sus asesinatos. Después estarán sentados frente a frente y únicamente separados por una mesa, con una luz muy tenue. En ocasiones también aparece la mediadora, interpretada por Ruth Cabeza.
Recrean, a partir de conversaciones reales, los encuentros que se realizaron en el País Vasco, desde 2011 a 2012 en que se paralizaron, entre las víctimas y victimarios. Una medida que se había puesto en marcha, a petición de reclusos, para la reinserción en la sociedad de los presos de la banda terrorista y que estuvo auspiciada por Instituciones Penitenciarias durante el Gobierno de Zapatero. Ahora llega al teatro, del 7 al 16 de mayo en la Cuarta Pared de Madrid, de la mano de la compañía Proyecto 43-2.
Como resume María San Miguel, actriz y una de las autoras del texto junto a Chani Martin, director, «es un viajazo, un shock emocional». Porque ambos autores saben que las heridas aún están muy latentes, porque aún todos recordamos. Pero, justo por ese motivo, sienten que esta obra teatral es necesaria. «Yo entiendo el teatro como una herramienta pedagógica y para la recuperación de la memoria. Y no quiero que ocurra como con la Guerra Civil, que no se habló de ella durante años y aún hay muertos en las cunetas», señala San Miguel. Como dicen en la obra: las cosas se arreglan hablando.
La memoria de un país
Este es el segundo montaje de una trilogía de la compañía, cuyo nombre está tomado de las coordenadas del árbol de Gernika, sobre la historia más reciente de Euskadi. María ni Martin son vascos; ella es de Valladolid y él de Madrid. Sin embargo, como cuenta la dramaturga, fue una charla de Eduardo Madina la que le cambió la vida y «me hizo pensar que esto era lo que yo quería contar. Además, una de mis mejores amigas es Estíbaliz Curiel, que es de Guipúzcoa y con ella hablé mucho del tema. Después conocí a Jesús Eguiguren y su mujer, Rafaela Romero, y vi que había muchas cosas que decir. Aún no está contado el relato sobre ETA».
Reflejo de una realidad dura
De ahí que también tenga este carácter documental, que puede remitir a otras obras recientes basadas en situaciones y textos reales, como Las guerras correctas, en la que por cierto el autor Chani Martin interpretaba a Alfredo Pérez Rubalcaba. «Más que el llamado teatro documental, lo que queremos es documentar la realidad a través del teatro. Creo que ahora es muy necesario que el teatro sea un reflejo de tantas cosas que están pasando». Entre estas cosas, que los encuentros entre víctimas y terroristas se han parado. «Sí, desde que gobierna el PP. También sabemos que hay mucha gente que no sabe que estos encuentros se realizaron y son ejemplos de vida», añade.
La tercera parte de la trilogía de Proyecto 43-2 versará sobre el tema del arraigo y desarraigo en el País Vasco. Sobre la identidad, al fin y al cabo, un asunto que desde este compañía se ve como nuclear en muchos de los problemas que han traído de cabeza a este país. También partirán de entrevistas, aunque creen que será algo más complejo, ya que no cuentan con ejemplos tan concretos. Mientras tanto seguirán enfrentándose al texto de La mirada del otro, al dolor. Como dice uno de los presos disidentes al ser preguntado por las razones que le llevaron a encontrarse y a mirar a los ojos a la víctima: «Necesito tomar conciencia de aquello hice». Eso también es el inicio de una nueva vida.
Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/teatro/teatro_eta_via_nanclares_0_385312460.html