La llegada de Fernando Lugo a la Presidencia de Paraguay es «parte de un proceso» que vive América Latina y que supone la «resurrección de la energía creadora» de la región, afirmó el escritor uruguayo Eduardo Galeano.
«Se abre un espacio de esperanza compartido con otros países latinoamericanos», dijo Galeano, uno de los invitados de honor a la toma de posesión de Fernando Lugo el próximo viernes 15 de agosto.
En una rueda de prensa en el hotel Chaco de Asunción, Galeano llamó a la comunidad latinoamericana, en concreto a sus gobernantes y pensadores, a pasar de las palabras a los hechos para alcanzar la unidad en el continente.
«Se discursea mucho, pero se hace poco sobre todo en aras de la unidad de veras», dijo Galeano, nombrado el pasado 3 de julio primer Ciudadano Ilustre del Mercosur, en una ceremonia celebrada en esa fecha en Montevideo a la que asistió el entonces electo presidente paraguayo, Fernando Lugo.
Galeano participó también esta tarde en un encuentro con el público paraguayo en el Teatro Municipal de Asunción, uno de los actos de la nutrida agenda de estos días previos a la investidura del nuevo presidente.
El autor de «Las venas abiertas de América Latina» o la trilogía «Las memorias del fuego» hacía 14 años que no visitaba Paraguay y, por eso, dijo a los periodistas que había estado paseando en la mañana por la orilla del gran río que bordea esta ciudad, sumido en sus recuerdos de otra época de literatura comprometida.
«Tenía la sensación de que volvía sin haberme ido», aseveró Galeano.
Aunque «cambiar es bueno» y «lo que mejor podemos hacer es ir cambiando», sin embargo, «es lindo saber que hay cosas que permanecen», dijo en referencia a su visión de esta capital.
Recordó los tiempos en que participaba en actos culturales y reuniones de paraguayos en el exilio montevideano, y en esa época en la que llegó a este país «como periodista disfrazado» y se las arreglaba «para sacar fotos prohibidas».
Sobre el cambio operado en Paraguay con la victoria de Fernando Lugo en las urnas, el escritor de «El libro de los abrazos» subrayó que «este país lo merecía», pues no podía seguir «sometido al dolor incesante», al «sacrificio».
«Es radical la necesidad popular del cambio», que ahora «se manifiesta por vías democráticas», mientras que antes lo hacía «por otras vías, incluso la violencia», aseveró.
Esa violencia fue «el resultado de un veto imperial», una reacción a la propia «violencia incesante del imperio», en su «proceso de negación de la democracia», añadió.
En esas circunstancias, «todos hemos sido entrenados en la cultura de la impotencia, del ‘no se puede'», y sobre todo «del no se puede cambiar», que lleva a decir: «vas a padecer el futuro en lugar de cambiarlo», explicó el escritor uruguayo.
Galeano fue muy crítico con los medios de comunicación dominantes, que, dijo, «están para intimidar a la gente» y «desfiguran la realidad en lugar de transmitirla».
Sobre «la realidad», la reconoció como su musa, «una señora muy mágica, muy loca, muy poeta», que es «inagotable» para inspirar la obra de los escritores.
A los intelectuales les recomendó que dejaran de llamarse como tales, pues tal concepto recuerda a «cabezas que caminan desprendidas del cuerpo, sin sexo ni corazón».
Los intelectuales «saben que tienen una responsabilidad extraordinaria de influir en los demás» y deberían usar ese deber para que «aprendamos a querernos», en este mundo «que nos entrena para el desamor».