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Entrevista a Aureliano Carbonell , de la Delegación de Diálogos de Paz del ELN

«La violencia de la clase dominante nos sigue obligando a recurrir al levantamiento armado»

Fuentes: Vocesenlucha

El Ejército de Liberación Nacional de Colombia lleva décadas buscando una solución pacífica del conflicto que cuente con la participación del pueblo colombiano. Durante el gobierno de Santos, se retomaron los diálogos de paz. Iniciados en Quito en febrero de 2017, los equipos negociadores de gobierno y ELN se trasladan a La Habana en 2018. […]

El Ejército de Liberación Nacional de Colombia lleva décadas buscando una solución pacífica del conflicto que cuente con la participación del pueblo colombiano. Durante el gobierno de Santos, se retomaron los diálogos de paz. Iniciados en Quito en febrero de 2017, los equipos negociadores de gobierno y ELN se trasladan a La Habana en 2018. Con la llegada del gobierno uribista de Iván Duque, los diálogos se rompen y el gobierno colombiano llega a pedir a Cuba que extradite a la delegación de la insurgencia elena, que permanece actualmente en La Habana.

El pasado diciembre de 2019, durante la visita de Vocesenlucha a Cuba, pudimos entrevistar a tres miembros de la Delegación del ELN: María Consuelo Tapia, Aureliano Carbonell y el jefe del equipo negociador, Pablo Beltrán.

A continuación, compartimos la entrevista al comandante Aureliano Carbonell.

Muchas gracias por este espacio, el tiempo y el compartir ideas, sueños, saberes y esperanzas. Lo primero, contarnos quién eres, los orígenes que nos traen hasta aquí.

Aureliano Carbonell. Integrante de la comisión de diálogo de la organización. Al servicio de lo que ustedes digan.

Nos gustaría un poco saber ¿qué es lo que llevó a una organización como el ELN a nacer, cuáles son los orígenes de todo esto, del conflicto, se podría decir.

El 7 de enero del año que viene, o sea el 2020, cumplimos 55 años de la primera acción guerrillera que nos da vida en el país, que fue la toma de Simacota; es la manera como la organización hizo presencia de fuerza guerrillera en el país. En ese momento, se entrega lo que se llamó el Manifiesto de Simacota, donde expresamos lo básico que queremos hacia Colombia y las razones de la lucha; eso, en ese momento tuvo un gran impacto y una gran resonancia en Colombia. Veíamos que las clases dominantes utilizaban la violencia para sostenerse en el poder, cerraban los canales de expresión democrática. Con ello, imponían que como pueblo nos levantáramos en armas para poder avanzar en el futuro del país y en las aspiraciones de igualdad y de soberanía.

Justamente señalas el cierre de los canales democráticos por parte de las oligarquías, ¿no? ¿tiene mucho que ver, o algo que ver, la tierra?

En Colombia hay una distribución muy desigual del acceso a la tierra, hay una gran concentración, la mayor parte de la tierra buena está en manos de unos pocos. A la vez, parte de la tierra cultivable está dedicada a la ganadería extensiva. Hay una gran masa de campesinos sin tierra o con pedacitos muy pequeños, lo que llaman minifundio. La reforma agraria es una aspiración que lleva ya muchos años y a la que se han reiteradamente atravesado las clases dominantes. La tierra es uno de los puntos de los acuerdos de La Habana. Pero ese Acuerdo ha sido totalmente incumplido. La inequitativa distribución de la tierra está en los orígenes, igual que el carácter históricamente violento de la oligarquía colombiana. Expresión de ello es los muchos años que llevamos de paramilitarismo, de terrorismo de Estado. Ahora, para no irnos tan lejos, puede ver cómo desde que se firmó el Acuerdo de Paz, van asesinados casi 700 líderes sociales en 3 años y casi 200 ex combatientes de las FARC que participaron en el pacto de Paz. Son expresiones del nivel de violencia que la oligarquía colombiana desata ante cualquier perspectiva de cambio o de inconformidad en el país. En América Latina, la oligarquía colombiana es una de las más violentas. Aquí la violencia de las clases dominantes, cobra una proporción quizá mucho mayor que la de otras partes del continente. Desde los años 80 se desató con mayor intensidad lo que aquí que se llama el paramilitarismo. Este como parte del terrorismo de estado aniquiló en las décadas anteriores toda la organización social campesina, y prácticamente casi que aniquila el tejido social de las organizaciones populares. Solo en los últimos 10 años, empieza a levantarse cabeza nuevamente y llegamos a fines del 2019 con lo que ustedes han visto, una gran movilización social, la que entre sus muchos puntos plantea soluciones al problema del paramilitarismo y el terror de estado.

El paramilitarismo siembra el terror, aun así el pueblo colombiano sigue luchando por una sociedad democrática, igualitaria, en donde se pueda vivir dignamente, ¿qué ha pasado dentro de los territorios?, porque da la sensación que la guerra en Colombia no se siente en las ciudades, pero es en los territorios donde verdaderamente se sufren estas embestidas

El paramilitarismo genera el terror y éste paraliza, inhibe para que usted proteste, para que abrace opciones contrarias las de la clase dominante, para que usted se organice. A pesar de eso los problemas tan graves, llevamos tantos años en eso que la gente está siendo capaz, de una manera muy valiente de sobreponerse a ello. Ha empezado movilizarse con mayor dinamismo, a organizarse más ampliamente, actuar, protestar con mayor vitalidad. Es lo que se ha expresado con mayor fuerza en este 2019.

Nos hemos encontrado a algún compañero que nos ha recordado las palabras de Camilo de que ‘no es al pueblo al que le corresponde cómo tomar el poder o la forma en que van a tomar el poder, sino a la oligarquía. Si la oligarquía lo va a hacer de manera pacífica, nosotros lo tomaremos de manera pacífica pero si lo hace de manera violenta’, que es lo que justamente usted Comandante está señalando, tenemos una oligarquía violenta, ‘lo tomaremos de manera violenta’. Quiero decir esto porque hubo que hacer uso de las armas para poder vivir en Colombia, ¿cuáles son los principios en los que se basa este Ejército?

Camilo fue un gran visionario, era sociólogo. Captó lo que usted dice; es la oligarquía la que decide por donde tenemos que caminar, si ella entrega de una manera pacífica y legal el poder, pues esa es la vía, pero como no lo ha hecho y utiliza la violencia para impedir cualquier cambio, obliga al pueblo a levantarse en armas, en esas estamos.

Pero también desde hace años, planteamos una salida política al conflicto, llegar a un acuerdo de paz que saque la violencia de la política y que la violencia de los de arriba no obligue al pueblo a utilizarla, a levantarse en armas para avanzar. Pero la clase dominante se sigue negando a aceptar y a viabilizar eso. Es lo acabamos de ver de nuevo, entre otras con los acuerdos que pactaron con las FARC. Ellos dejaron las armas y se desmovilizaron pero las clases dominantes no cumplieron, siguieron igual, la violencia que han ejercido históricamente sigue igual, el país sigue igual. Nos siguen obligando a recurrir al levantamiento armado.

Lógicamente tiene un papel fundamental el hecho de hacer de Colombia una Colombia rentable para unos poquitos, porque al fin y al cabo, lo que ellos quieren, es desangrar a las clases más humildes y justamente estos humildes tienen el derecho de la rebelión ¿no? “Cuando sean oprimidos tendrán el derecho a rebelarse”. El hecho de mantener una guerra tantos años ¿qué ha significado eso para el pueblo, para este derecho a la rebelión?

Muy complejo, muy traumático. Pero usted ve cómo la esperanza se revive, ve cómo el sentido de lucha se mantiene y cómo hay actualmente una presión mayor hacia las clases dominantes para que viabilicen un camino de paz.

En las movilizaciones recientes uno de los gritos que hay en la calle es ‘avanzar hacia la paz’. Han identificado que el actual Gobierno es un obstáculo para ello, incluso en el pliego de peticiones que están levantando el Comité de Paro, uno de los puntos es precisamente cumplir los acuerdos pactados en La Habana y reabrir la mesa de conversaciones con el ELN.

Nosotros traíamos un proceso, una mesa de negociación con el Gobierno de Santos, a partir del 7 de agosto que se monta este sector ultraderechista del Presidente Uribe, que es el Centro Democrático, echan para atrás los intentos de país hacia la paz, reactivan todos los propósitos guerreristas. Nunca le dieron continuidad a la mesa de conversaciones que traíamos, llevamos ya 15 meses del gobierno de Duque y la situación se mantiene igual, pero ahora hay una mayor presión social para que a esa mesa se le dé continuidad y para que se cumplan los acuerdos que se firmaron con las FARC.

Justamente ha hablado de Uribe. Es curioso porque tengo entendido que fue él quien creó el paramilitarismo en Colombia a finales de los 90 o principios de los 2000. Ahora vuelve el uribismo ¿qué se puede esperar de un Gobierno como el de Uribe, exportador de guerra, del terror, que es el primer país de América Latina en sumarse a la OTAN?

Si usted escucha muchas de las consignas en las calles, incluso en los estadios, hace 15 días se coreaba: ‘Uribe paraco, el pueblo está berraco’. Cada vez hay una mayor identificación de la población en torno a la gran responsabilidad que ha tenido Uribe en el fenómeno del paramilitarismo y de la asociación que con éste tiene ese sector de ultraderecha que está en el gobierno con el fenómeno del paramilitarismo.

Uribe fue la figura dominante desde el año 2002, año en que asume la presidencia, hegemonizó a las clases dominantes, a todo el bloque oligárquico en esas 2 administraciones. Pero hoy en su tercer Gobierno, las cosas van cambiando, no tiene la misma fuerza, el rechazo es cada vez mayor, es uno de los fenómenos que estamos viendo en estas semanas de movilización. El distanciamiento de sectores de la población con esas posiciones se ha ampliado y ello le está generando problemas de gobernabilidad a Duque. Se está generando una situación inédita en Colombia que posiblemente tendrá continuidad en el 2020.

Justamente en la campaña electoral anterior hubo atentados contra otro tipo de candidatos, todo intento de que se quiera posicionar un gobierno progresista, de izquierda más o menos radical o no, implica que atentan contra él, son campañas complejas.

En Colombia han sido asesinados varios candidatos presidenciales de la izquierda, en la década de los 80 Jaime Pardo Leal, que era candidato a la presidencia por la Unión Patriótica, después asesinaron al otro candidato de la misma Unión Patriótica; Bernardo Jaramillo Osa, también fue asesinado, cuando era ya candidato presidencial Carlos Pizarro que venía de ser el Comandante del M-19, organización que pactó con el Gobierno un proceso de desmovilización. Por los mismo años, otro candidato de origen liberal, algo progresista, Luis Carlos Galán, que también fue asesinado.

En esos años no solamente son asesinados esos candidatos a la presidencia, sino que fue exterminada la Unión Patriótica, agrupación electoral de izquierda que surgió del pacto de paz que hubo en 1984 entre las FARC y el Presidente Belisario Betancourt. Era un primer ensayo de hacer un movimiento que participara en las elecciones. Pero la historia fue tremenda, la Unión Patriótica prácticamente fue exterminada, le mataron todos los parlamentarios, muchos concejales, diputados y alcaldes. Fueron asesinados, según lo que está documentado, no menos de 5000 integrantes de la Unión Patriótica. Eso le indica lo que ha sido el comportamiento de la clase dominante y cómo no ha dejado otras opciones.

Y mientras tanto los medios de comunicación siembran la mentira e invisibilizan las verdades.

Si, igual que en otros países el papel de los grandes medios de comunicación es fatal, son instrumentos de las clases dominantes para difundir una versión de las cosas, su versión, para generar un pensamiento. Fueron construidos para imponer la ideología dominante, que es la ideología de las clases dominantes.

Bueno, por pasar justamente al otro lado. Hay una fuerte rama en el pensamiento del Ejército de Liberación Nacional de un cristianismo revolucionario, ¿sus raíces están hundidas en la Teología de la Liberación?

El ELN tiene la característica de tener una figura como la de Camilo Torres, que era un sacerdote. Camilo planteó que el cristianismo revolucionario y el marxismo podían andar juntos, como hermanos en función de un proyecto libertario. Camilo tiene un gran impacto no solamente en Colombia sino en América Latina en cuanto al cristianismo revolucionario, en cuanto a la Teología de la Liberación. Después de Camilo se vincularon a la organización otros sacerdotes, entre ellos Manuel Pérez que fue el responsable político, el primer mando de la organización hasta el año 98, año en que muere.

Hay una convivencia, una hermandad, una sinergia entre el marxismo y el cristianismo revolucionario, sin desconocer que como visión del mundo no son una y la misma cosa. Pero que los dos están por la justicia social, las transformaciones, el futuro de los pueblos y de la humanidad.

Grandes dosis de amor revolucionario

Si, ellos hablan del amor eficaz. El sentido de un cristiano de verdad, es el amor por el pueblo y ello lo lleva a todo este tipo de compromiso con la lucha revolucionaria, con las transformaciones. Camilo decía que el deber de todo cristiano, es hacer la revolución, ahí sintetiza todo.

Estuvimos hace unos años visitando a los prisioneros políticos de la cárcel de Bellavista, en Medellín, y allí Jairo Fuentes nos decía: ‘nosotros iremos por donde nuestro pueblito vaya’, a mí me llegó muy hondo ¿qué importancia le dan a la participación de la sociedad en el proceso de paz?

El primer punto de la agenda que se pactó con el gobierno para este proceso de conversaciones que se inició en Febrero de 2017, fue la participación de la sociedad en el proceso de paz. Un acuerdo de paz no lo concebimos sólo como un acuerdo entre el ELN y el Gobierno, ahí tiene que estar de una manera determinante, presente, la sociedad. En el proceso de paz es vital nutrirse de la participación de la sociedad, que sea ella la que diga para dónde queremos marchar, qué debemos hacer.

En ese caso el ELN es en cierta medida un facilitador de la expresión incidente de ese sentimiento, de ese querer, de esas aspiraciones de la sociedad. En los últimos meses de la Mesa de conversaciones con el Gobierno de Santos, empezó a tratarse cómo sería la participación de la sociedad en el proceso, como usted se imaginará teníamos visiones muy distintas. Las clases dominantes siempre han impedido la participación y la expresión de las mayorías de la sociedad. Nosotros buscamos que sean éstas las determinantes y que el proceso contribuya a una mayor participación de la sociedad.

Esa participación ciudadana está siendo también agredida. Lo ha dicho al principio, hay asesinatos selectivos en Colombia, constantemente están siendo atacadas organizaciones sociales donde hay líderes que movilizan y facilitan, son facilitadores en los Diálogos de Paz, que de alguna manera engloban la participación, ¿esos ataques selectivos justamente a esto hablan también de que hay un miedo por parte del Gobierno?

A propósito de lo que usted dice, el proceso de paz ha dejado unas enseñanzas, se hicieron unos acuerdos, las FARC cumplieron en el aspecto que más quería la oligarquía, que se entregasen las armas, que se desmovilizasen. Pero en cambio de parte de las clases dominantes, no se ha cumplido, se mantiene la violencia contra las expresiones de cambio, se ha agudizado. Hay perfidia.

No les han cumplido el acuerdo sobre lo agrario, sobre la participación política en Colombia, sobre las salidas frente a los cultivos de uso ilícito y sobre otros muchos aspectos. Hay más de 300 farianos que siguen en las cárceles, casi 200 han sido asesinados. Pero lo más gravé, tienen una campaña, una deliberada tendiente a acabar con las FARC como opción política, sea armada o no armada.

Después de la firma del acuerdo, sigue en los medios la campaña de desprestigio, de estigmatización. No es la primera vez que la clase dominante hace algo similar, en la historia tenemos antecedentes de que ellos pactan y no cumplen. En el caso del ELN nos estamos construyendo otro modelo de solución política, no puede ser el mismo modelo que dio los resultados que le he planteado.

Además del componente de participación de la sociedad, está entre otras que estaba incorporado en planteamientos que veníamos haciendo, pues está el incorporar toda esta experiencia que ha dejado lo que ha pasado con el proceso de las FARC, y se lo sintetizo en eso, hay que construir otro modelo, que garantice que efectivamente se marcha hacia la paz, hacía unos cambios, hacia una situación diferente y no que todo siga igual que siempre.

¿Qué es para usted la dignidad?

Mirar hacia delante, hacía el futuro, nunca dar el brazo a torcer. Estar siempre al lado del pueblo, nunca del lado de los poderosos, resistir y avanzar.

Muchísimas gracias

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VÍDEO DE LA ENTREVISTA: