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La visión de Stalin sobre la economía socialista (1)

Fuentes: Rebelión

1. La propiedad. En la URSS, atendiendo al tipo de propiedad sobre los medios de producción, había dos sectores económicos: el sector estatal y el sector de los koljoses (cooperativas agrícolas-ganaderas). Para Stalin la existencia de estos dos sectores económicos demandaba la necesidad de que existiera la producción y circulación de mercancías. No había otro […]

1. La propiedad. En la URSS, atendiendo al tipo de propiedad sobre los medios de producción, había dos sectores económicos: el sector estatal y el sector de los koljoses (cooperativas agrícolas-ganaderas). Para Stalin la existencia de estos dos sectores económicos demandaba la necesidad de que existiera la producción y circulación de mercancías. No había otro modo de que hubiera intercambio económico entre el sector estatal y el sector de los koljoses que no fuera como intercambio de mercancías. La visión de futuro de Stalin a este respecto era que estos dos sectores dejaran de existir y fueran sustituidos por uno solo. Y se podía obtener de dos modos: o el sector estatal absorbía al sector de los koljoses o se creaba un organismo nacional único (con representantes de la industria del Estado y de los koljoses) que tuviera el derecho a llevar la cuenta de toda la producción del país destinada al consumo. De este modo, reduciendo la propiedad pública a sólo propiedad estatal, creía Stalin que la producción y circulación de mercancías desaparecerían para siempre de la sociedad socialista.

2. Crítica a la concepción de Stalin. Empecemos por aclarar que hay dos tipos de propiedad pública: la estatal y la colectiva. Algunos creen que la propiedad estatal es la propiedad pública por excelencia, mientras que la propiedad colectiva no es propiedad pública en sentido puro. Aquí, como en todo, la práctica tiene la última palabra. Y la práctica nos enseña que los trabajadores de las empresas colectivas se sienten más propietarios de los medios de producción que los trabajadores de las empresas estatales. Si entendemos la enajenación de los trabajadores respecto de los medios de producción, no de forma absoluta, sino como una cuestión de grados, la experiencia nos enseña que el trabajador de la empresa colectiva está menos enajenado que el trabajador de la empresa estatal. Lo que pretendía Stalin era que el Estado fuera, directa o indirectamente, el propietario de todas las empresas y de todas las formas de producir la riqueza. Es una tendencia hacia la primacía absoluta del Estado sobre la colectividad y sobre el individuo. Y es esta base económica, el Estado como único propietario, la que determina las tendencias fascistas en la esfera de la política, la tendencia a un único partido político y a una única política. Lo que no vio Stalin fue que la sociedad socialista siempre tendría la necesidad de que existan pequeñas y medianas empresas, para las cuales la mejor forma de propiedad será la colectiva y no la estatal. Y, por lo tanto, durante mucho tiempo, hasta cuando ya esté maduro el principio comunista a cada cual según su necesidad, será necesaria la producción y circulación de mercancías. No puede haber otro modo de relación económica entre el Estado y las pequeñas y medianas empresas que no sea por medio del intercambio de mercancías.

3. La división de la jornada laboral en trabajo necesario y plustrabajo. Stalin era de la opinión que en la URSS había que rechazar algunos conceptos de El Capital, en concreto los conceptos de trabajo indispensable y trabajo suplementario, producto indispensable y producto suplementario. De sobra está decir que el trabajo indispensable es el trabajo necesario y el trabajo suplementario es el plustrabajo. Stalin creía que estos conceptos eran aplicables al capitalismo, pero no a la sociedad socialista. ¿Y por qué? Porque al ser los trabajadores los dueños de los medios de producción, no tiene sentido que se compren a sí mismo su fuerza de trabajo. Dicho de otro modo: el propietario de la empresa es al mimo tiempo el propietario de la fuerza de trabajo. También le resulta extraño a Stalin que el trabajo entregado por los trabajadores a la sociedad para ampliar la producción, para la instrucción pública, etcétera, no se llame también indispensable. No tiene sentido, a su juicio, que el trabajo entregado por los trabajadores a la sociedad se llame trabajo suplementario. Así concluye Stalin, insistiendo en convencer a los economistas soviéticos, que era necesario abandonar los conceptos viejos, los de trabajo necesario y plustrabajo, y sustituirlos por nuevos conceptos que estuvieran acordes con el nuevo estado de cosas.

4. Crítica a la concepción de Stalin. De acuerdo con El Capital de Karl Marx, la división de la jornada laboral en trabajo necesario, el tiempo que el obrero emplea en producir sus medios de subsistencia, y plustrabajo, el tiempo de que obrero emplea en producir el excedente, ha estado presente en todos los modos de producción. Y en la sociedad socialista no podía ocurrir menos: la jornada laboral sigue estando dividida en trabajo necesario y plustrabajo. La diferencia entre esos modos de producción no está en que en el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo la jornada laboral se divide en trabajo necesario y plustrabajo y en la sociedad socialista no, sino en quien se apropia del plustrabajo. En la sociedad esclavista el plustrabajo era apropiado por el esclavista, en la sociedad feudal por el señor feudal, y en el socialismo por el Estado. Pero una vez aceptado que en el socialismo el Estado se queda con el plustrabajo o plusvalor, la pregunta qué debemos hacernos es la siguiente: ¿quién decide cómo se reparte y en qué se invierte el plusvalor? Si Stalin hubiera dejado hablar a los trabajadores, seguro que hubieran dicho: queremos que una parte de ese plusvalor se invierta en subirnos los salarios, esto es, en modificar la proporción entre trabajo necesario y plustrabajo a favor del trabajo necesario. Y si hubiera dejado hablar a los trabajadores de los koljoses, seguro que hubieran dicho: queremos que una parte de ese plusvalor quede en nuestras manos y que nosotros decidamos cómo invertirlo. La tendencia malsana que representa Stalin es que quería que todo el poder fuera para el Estado y ningún poder para las colectividades y para el individuo. Quería que el Estado fuera todo y las colectividades y el individuo unos meros apéndices.

5. Todas los marxistas saben que la estructura económica de la sociedad determina la superestructura política. Pero aunque dicen esto, a la hora de explicar la situación económica que ocurría en la URSS, muchos de ellos quieren hacerlo en términos de lucha de clases, hablando de una clase burocrática que se ha adueñado del poder del Estado enajenándoselo al pueblo. Cuando si siguieran aquella máxima, tendrían que decir que es la existencia del Estado como único propietario de los medios de producción y del plusvalor la que determinó que en la URSS el Estado se separara del pueblo y quedara en manos de la burocracia. Debe ser la situación económica quien explique la situación política y no al revés. Al menos debe ser así para los marxistas.