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Tras la masacre de 34 paramilitares en La Gabarra

Lágrimas de Cocodrilo

Fuentes: ANNCOL

La perversidad de Álvaro Uribe Vélez al mostrar los muertos de uno y otro lado para justificar el fascismo en Colombia. La oligarquía colombiana ha demostrado que utiliza a gentes comunes y corrientes, a gentes del pueblo, para defender sus intereses y una vez logrados sus objetivos, los asesina. Si algo muestra la perversidad del […]

La perversidad de Álvaro Uribe Vélez al mostrar los muertos de uno y otro lado para justificar el fascismo en Colombia. La oligarquía colombiana ha demostrado que utiliza a gentes comunes y corrientes, a gentes del pueblo, para defender sus intereses y una vez logrados sus objetivos, los asesina.

Si algo muestra la perversidad del presidente narco-paramilitar, Álvaro Uribe Vélez, es la posición que adopta frente a la muerte de los colombianos.

La categorización de perverso está sustentada en la ausencia de culpa que manifiesta cuando va a Bruselas a «presentar un informe ante la OIT» y en desarrollo de tal informe se ufana de que su respeto a los derechos humanos se manifiesta en que los asesinatos de sindicalistas durante su gobierno ha bajado hasta «90 en el 2.003, menor que la del 2.002 cuando se contabilizaron 184» y trata de sacar pecho de semejante situación al decir que «durante los primeros cuatro meses de 2.004 los asesinatos de sindicalistas en el país se redujeron en un 25%. Mientras a mayo primero de 2004 se habían denunciado 17 homicidios de sindicalistas en Colombia, en el mismo período de 2003 se registraron 22.»

Perversidad manifiesta al «no sentir ninguna culpa» por la muerte de 129 sindicalistas reportados por él, y por el contrario cree que «está produciendo bien» al «salvarle» la vida a 25 sindicalistas comparando las cifras con el 2.002. Pero lo que calla son las cifras que su «Seguridad Democrática» ha producido a todo lo ancho y largo del país, con detenciones masivas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, desplazamiento forzado, etc.

Su perversidad también está manifiesta en el profundo desprecio por la vida humana de sus compatriotas al engendrar y desarrollar las fuerzas militares-paramilitares desde su posición de gobernador de Antioquia, y más ahora, como presidente de Colombia.

Los muertos de la Gabarra

Igual alteración psiquiátrica es la que demuestra cuando «llora lágrimas de cocodrilo» por la muerte de 34 narco-paramilitares, precisamente en un sembrado de coca, según los medios en una incursión armada de las FARC en La Gabarra, en desarrollo del combate sin cuartel que la organización guerrillera adelanta contra las fuerzas militares-paramilitares del régimen fascista colombiano; lucha armada que es entre otras cosas, la única forma de hacer oposición en Colombia.

El departamento de Norte de Santander, donde está ubicado el municipio de Tibú y al cual pertenece la Gabarra, es donde más escándalos por paramilitarismo se han presentado en los últimos meses. El alcalde de Cúcuta, Ramiro Suárez Corzo, es acusado de tener (o de haber tenido) estrechas relaciones con el «Gato» uno de los jefes de los paramilitares del Bloque Fronteras, y según el diario El Tiempo en su edición electrónica de ayer (uno de sus propietarios es el vicepresidente Francisco Santos), el felino apareció muerto.

Qué le importa a AUV que hayan muerto 34 «perros de la guerra» -como llamaba Frederick Forsyth a los mercenarios en sus obras- si lo que le es imprescindible en el momento es desembarazarse de unos aliados «incómodos», que ya jugaron su papel (asesinar la oposición desarmada en Colombia).

Ya la oligarquía colombiana ha demostrado que utiliza a gentes comunes y corrientes, a gentes del pueblo, para defender sus intereses y una vez logrados sus objetivos, los asesina. Ejemplo de ello fueron los «guerrilleros liberales», que una vez los sectores oligárquicos enfrentados por el poder en los años cincuenta se «arreglaron» en el Frente Nacional, los cuales fueron asesinados por el Estado una vez entregadas las armas, y cuya muestra más palpable fue el asesinato de Guadalupe Salcedo.

Ahora, son los paramilitares. Ya asesinaron en Santa Marta al comandante Doble Cero, fundador de los paramilitares junto a los Castaño, en donde se escondía por haber denunciado el dominio del sector «paraco» comprometido en el narcotráfico. Y así seguirán asesinando a los que ya no les sean útiles, ahora sí usando a las Fuerzas Militares Oficiales, para mostrar que ellos sí persiguen a «los grupos armados ilegales.»

Los perversos medios de comunicación burgueses

Los medios de comunicación burgueses, como siempre, magnifican la muerte de los 34 narco-paramilitares, y tratan de confundir a la opinión presentándolos como campesinos, «raspachines de coca», y como muestra de la brutalidad de la insurgencia armada.

Nada más alejado de la realidad. Los paramilitares han tratado de establecer su dominio en la zona del Catatumbo, con la planificación, orientación y apoyo logístico de las fuerzas militares estatales, a fin de dominar la región, la cual es rica en petróleo y, además, zona de cultivo de coca.

En razón de sus riquezas y por la presencia de las compañías multinacionales del petróleo, las Fuerzas Militares oficiales la convirtieron en «zona de guerra» y ya se les ha olvidado a los periodistas de esos medios que hace algunos años, los campesinos -esos sí de verdad campesinos- sufrieron desplazamiento forzado por las amenazas de los militares de «prepárense que atrás vienen los paramilitares», y muchos de ellos murieron a manos de los «paracos», siendo sus propiedades «coptadas» por los paramilitares.

Perversos son, tanto el presidente Álvaro Uribe, como los dueños de los medios de comunicación como El Tiempo, y perversos también son sus periodistas («los avestruces»), que creen hacerle un bien al país al no sentir un ápice de dolor por la muerte de sus compatriotas y, por el contrario, esas muertes se convierten en elemento del «ajedrez político» para tratar de ganarle la guerra a la insurgencia colombiana.

Que AUV lo haga está bien, se entiende (pero no se justifica); que «El Tiempo» y sus áulicos lo hagan también se entiende. Ya los colombianos estamos enterados que ese diario desde hace muchísimos años está comprometido con la política de guerra que el Pentágono y la oligarquía colombiana desarrollan contra el propio pueblo, y también que desde su largo historial siempre ha sido el vocero de la «Inteligencia Militar», la cual cree estar ganando la guerra, pero en los titulares de El Tiempo.

El Doctor Ternura tiene mucho por hacer y explicar a los colombianos sobre esta patología de la Perversidad, claro está que desde su posición de siquiatra y no como Comisionado de Paz. Esperamos que él no sea también un perverso…