Queridas compañeras, queridos compañeros, estimada familia, representantes del Senado de la Republica y representantes del cuerpo diplomatico de países hermanos, diputados y parlamentarios. Por favor, siéntanse todos acogidos en este acto de homenaje de nuestro querido compañero Luis Corvalan. Más de un periodista nos preguntaba mientras estábamos en el ex Congreso si acaso no había […]
Queridas compañeras, queridos compañeros, estimada familia, representantes del Senado de la Republica y representantes del cuerpo diplomatico de países hermanos, diputados y parlamentarios. Por favor, siéntanse todos acogidos en este acto de homenaje de nuestro querido compañero Luis Corvalan.
Más de un periodista nos preguntaba mientras estábamos en el ex Congreso si acaso no había partido el último dirigente de una generación de gigantes de la lucha política y social del Chile del siglo XX. Es evidente que nuestro querido compañero Luis Corvalán, como dirigente máximo de nuestro partido, fue protagonista, por más de 30 años, de al menos dos gestas notables que ya están inscritas como parte insoslayable de nuestra historia reciente, que siguen repercutiendo y seguirán influyendo en los destinos de nuestro país por mucho tiempo más.
La primera, la podemos graficar con sus propias palabras expresadas en un acto convocado en la Plaza Bulnes por el Partido Comunista, el 22 de enero de 1970 cuando dijo lo siguiente:
«Trabajadores de Santiago, pueblo de la capital, queridos camaradas, salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador Allende».
Maestro de oficio, profesor formado en una Escuela Normal de Chile, el compañero Luis Corvalán rápidamente, desde su temprana vida de militante, saltó al periodismo y al trabajo propiamente partidario.
Deja un legado inmenso en este aspecto, porque él fue parte de aquellos que, siguiendo la obra de Luis Emilio Recabarren y Elías Lafertte, construyeron partido y movimiento popular bajo el rigor de una represión anticomunista implacable, pero con la visión clara y precisa, de que en el caso chileno se necesitaba de la unidad de los trabajadores y de los partidos de entonces que los representaban, el socialista y el comunista, más otras fuerzas progresistas e independientes, para conquistar posiciones de gobierno y de poder que permitieran avanzar con un programa de emancipación social para los explotados y oprimidos, un programa de independencia nacional, de soberanía económica y de participación popular.
La construcción del camino de victoria que culminó con la elección del Presidente Salvador Allende demoró casi 20 años, la mayor parte de ellos transcurrieron bajo el período en que Don Lucho encabezó al Partido como Secretario General, cargo que ocupó entre los años 1958 a 1989.
Las profundas trasformaciones que acometió el gobierno popular, en especial la nacionalización del cobre y el término del latifundio, concitaron la alianza de fuerzas reaccionarias internas con la intervención norteamericana que encabezaron Nixon y Kissinger para financiar y promover la desestabilización del gobierno popular, hasta llegar al golpe de estado en setiembre en 1973.
Nuestro camarada Luis Corvalan vivió la amargura del golpe fascista; fue víctima principal de una dictadura que no sólo se conformaba con la detención y la prisión, que le tocó pasar en Isla Dawson y Ritoque. Se enfrentó a una dictadura de la tortura, de la muerte, de la desaparición, de crímenes horrendos de lesa humanidad, que ni siquiera respetó a sus camaradas de armas, en el caso de los militares y que jamás han reconocido su responsabilidad en el caso de los civiles. No se conoce ni de arrepentimiento ni de contrición alguna que permita avalar indultos para crímenes que no pueden prescribir ni ser objeto de amnistía. Por ello igual que todos me permito decir aquí: ¡No a los indultos, No a la impunidad!, No aceptaremos este nuevo crimen contra las victimas de la dictadura.
Bajo la dictadura, la vida de Luis Corvalán siempre estuvo en peligro y sólo la resistencia popular en Chile y una acción internacional permanente y de gran fuerza, impidió que fuera asesinado. Enfrentó estoicamente la prisión y tras un período de exilio retornó a la Patria en 1983 para dirigir la lucha y la resistencia en contra de la dictadura de Pinochet. En ese período, junto a Gladys Marín, y otros queridos y entrañables compañeras y compañeros, encabezó la lucha tenaz del partido y sus militantes mediante la política de la Rebelión Popular de Masas, política de unidad y de lucha que logró desestabilizar a la dictadura de Pinochet y contribuyó notablemente a abrir paso a su desplazamiento y a una transición que aún no termina.
A Don Lucho lo golpeó profundamente la caída de la Unión Soviética. Tenía una estrecha relación y una estrecha cercanía con esa epopeya de los trabajadores y por ello fue un analista profundo y crítico de tal experiencia histórica, desde el stalinismo hasta la descomposición y desaparición del socialismo soviético, sin dejar de reconocer la enorme contribución que se incubó en esa experiencia para el futuro de la humanidad y sin dejar de mencionar los errores propios en lo que pudiera considerarse una apreciación acrítica de la relación con el PCUS, aunque no se puede desconocer como cuestiones de principios que unieron al movimiento comunista, la lucha por la Paz, la derrota del nazismo y el fascismo, la descolonización del planeta, y también las luchas de Liberación Nacional que se abrían paso en el siglo XX en Asia, Africa y América Latina, que difícilmente se hubieran consolidado sin la existencia de la ex Unión Soviética.
Don Lucho estimaba que la continuidad del proceso de liberación se está dando con intensidad en América Latina, en la comunidad de países del ALBA, encabezados por Cuba y Venezuela; en la consolidación de procesos democráticos en Uruguay y Brasil, en la revolución indigenista en Bolivia, en la emergencia del proceso integracionista de UNASUR , entre otros, todas ellas expresiones de independencia y soberanía, que EEUU una vez mas pretende descomponer mediante injerencias ilegítimas como en Cuba, Venezuela y otros países.
El compañero Corvalán, con renovada energía y convicción había asumido la solidaridad con todo aquellos pueblos que sufren el peligro de la intervención foránea, el golpismo, el bloqueo, las campañas de desinformación mediática y hasta la agresión militar. Es uno más de los ejemplos de lucha con los cuales nos sentimos comprometidos. Más aún, nuestro compromiso se extiende a la lucha por la Paz, cuando el mundo se ve amenazado de nuevo por el peligro de una guerra en la que podrían intervenir varias potencias nucleares.
Compañeras y compañeros, es tanto lo que podemos decir sobre la obra y el pensamiento del compañero Luis Corvalán, pero podemos decir que en los últimos años de su vida fue un tenaz promotor e impulsor de la idea de que el Partido Comunista debía retornar al Parlamento.
Muchas veces, en intervenciones en los plenos del Comité Central y en reuniones partidarias, Don Lucho señalaba que ya había pasado demasiado tiempo político sin la presencia de los comunistas en el Parlamento, y que eso era peligroso para la democracia chilena. Tenía muy claro que llegar al Parlamento significaba un hito muy positivo en la construcción de un camino político duro y complejo, que requería amplias alianzas y la ascendente lucha popular para terminar con el legado dictatorial y, como decía Volodia, romper los candados de la exclusión.
Recordemos que como senador de la República encabezó una bancada comunista extraordinaria. Para el golpe, el PC tenía 9 senadores y 25 diputados. Por ello decimos que con justicia alcanzó a vivir la alegría, que la expresó rotundamente, del regreso del Partido Comunista al parlamento después de 36 años, aunque todavía sean 3 diputados.
El compañero Luis Corvalán nos deja varios libros escritos, entrevistas en medios de prensa y medios audiovisuales, un legado riquísimo, de muy profundas enseñanzas para quienes se aboquen a soñar y construir el futuro de Chile.
Escuché con mucha emoción la semblanza que hizo de don Lucho su nieta Andrea. Sólo puedo corroborar que fue un hombre extremadamente sencillo que amó profundamente a su familia, pero que era muy tenaz para sostener sus convicciones. Don Lucho era un hombre que, a pesar de los duros momentos que le tocó asumir, nunca perdió la alegría de vivir, y en estos últimos años supo transmitir esta alegría y este optimismo a los jóvenes, a las nuevas generaciones de comunistas, quizá lo hizo pensando en su hijo Luis Alberto que falleció a raíz de las torturas que le aplicaron en el Estadio Nacional.
Don Lucho nos deja físicamente, pero su legado y su vida de revolucionario nos acompañarán por siempre hacia el futuro. La enorme cantidad de condolencias de Chile y del exterior, la presencia y expresiones de pesar de autoridades nacionales, de personalidades, de jóvenes.
La presencia de la CUT, la ANEF, del Colegio de Profesores, de federaciones y sindicatos de un amplio espectro, de dirigentes estudiantiles, en realidad de casi todos los sectores de la sociedad incluyendo los partidos y movimientos políticos de la izquierda y de la Concertación, los innumerables artículos que se ha escrito en nuestro país y fuera de él, dan cuenta de un sentimiento genuino ante la partida de Don Lucho, un dirigente comunista que por su vida ejemplar es reconocido en Chile y el mundo.
Ha sido de extraordinaria importancia la presencia de miles de personas, de trabajadores, de intelectuales, de profesionales, de gente de la cultura, de artesanos, pequeños empresarios, de los pueblos originarios en especial del pueblo Mapuche muchos de sus dirigentes hoy se encuentran en huelga de hambre son hombres y mujeres que mantienen en alto la esperanza de un país distinto, a pesar del agobio de los despidos, del desempleo, de la catástrofe que ha tocado tan a fondo a los que acudieron de regiones o de las comunas populares y que ven en don Lucho un símbolo de las luchas pasadas, del presente y del futuro. A todos ellos agradecemos su presencia y sus muestras de afecto y solidaridad.
A nombre de nuestro Partido reitero nuestras condolencias y fraternidad a su familia, a sus hijas, nietas y nietos y bis nietas y bis nietos y muy en especial a su compañera de toda la vida, doña Lily , como la conocemos con cariño y aprecio y gran respeto.
Las banderas de los comunistas no se inclinan hoy, al contrario, se levantan con más fuerza, la fuerza infinita de las ideas revolucionarias.
¡Compañero Luis Corvalán, con tu ejemplo, Mil veces Venceremos!