En la ceremonia de posesión de Pinzón, el nuevo ministro de la guerra, las instrucciones presidenciales fueron tajantes: recupere el control del territorio y gane la voluntad de la población. Enseguida Pinzón pidió más presupuesto, que de inmediato le concedieron. Lo que no quieren ver los administradores de este régimen represivo y anti democrático, es […]
En la ceremonia de posesión de Pinzón, el nuevo ministro de la guerra, las instrucciones presidenciales fueron tajantes: recupere el control del territorio y gane la voluntad de la población. Enseguida Pinzón pidió más presupuesto, que de inmediato le concedieron.
Lo que no quieren ver los administradores de este régimen represivo y anti democrático, es que por más dinero que inviertan en su maquinaria de guerra, nunca van a conseguir por este camino, ganar el corazón y la mente del pueblo colombiano.
Cuando Pinzón usaba botas de lana o escarpines, el general Lema Henao, que si usaba botas de soldado, fue retirado por negarse a usar el ejército en la persecución de las bandas mafiosas en La Guajira; él argumentaba, que tal decisión política desembocaría en que las mafias, iban a comprar a la oficialidad y a colocarla a su servicio; hoy cuatro décadas después, la vida ha demostrado que él tenía razón.
Ni siquiera Pinzón había nacido, cuando en 1955 el ejército fue usado por la dictadura militar, para reprimir la manifestación que conmemoraba el Día del estudiante, ataque que dejó muerto a Uriel Gutiérrez.
Este Día del Estudiante pertenece a la memoria de las luchas de la sociedad colombiana, porque el 8 de junio de 1929, los estudiantes universitarios protestaban en Bogotá, contra el régimen conservador que recién había ejecutado la masacre de Las Bananeras. Manifestación que fue brutalmente agredida por el ejército, dejando asesinado a Gonzalo Bravo Pérez.
Ni en 1929 ni en 1955 existían todavía las actuales guerrillas, para que tuvieran la justificación de usar al ejército en contra de la población civil, con la excusa que dichas protestas habían sido infiltradas por la insurgencia.
Estas son las causas de la poca efectividad de las fuerzas militares y policiales gubernamentales, que sólo sirven a los intereses de la rancia oligarquía y de los nuevos ricos mafiosos, motivo por el cual apuntan sus armas en contra del pueblo.
Pareciera que el enjuiciamiento de algunos generales, como Arias Cabrales, Rito Alejo del Río y Mario Montoya, hiciera parte de una depuración de las fuerzas militares, pero el crimen y la corrupción no solamente afecta a casos aislados, sino que son un cáncer estructural, que no se resuelve pasando al retiro a uno u otro individuo ni dedicando más dinero a comprar conciencias, modalidad que es calificada ahora, como «hacer inteligencia».
El 7 de julio pasado cuando la Corte Constitucional pidió cuentas al gobierno por la súper crisis que aqueja al sistema de salud pública, concluyó que el Estado no da soluciones efectivas, porque el diseño del sistema de salud favorece la corrupción.
Igualmente, el diseño de guerra contra el pueblo se estructura sobre el ataque criminal contra la población, en defensa de los intereses de la minoría archimillonaria y de las corporaciones extranjeras. Por ello, este diseño no es efectivo para ganar la mente y corazón del pueblo colombiano.