Conocimiento, capacidades, herramientas, metodologías, visión crítica, enfoques y miradas diferentes son parte de los aportes que deja Oxfam, tras 27 años de presencia como organización de la cooperación internacional en Cuba.
Pero ha ganado a la par sus propios aprendizajes, asegura a SEMlac Elena Gentilli, su representante en la nación caribeña.
Justo cuando cierra su programa en la isla, proceso que debe culminar en este mes de marzo de 2022, Gentilli conversa con SEMlac e intenta un balance del trabajo de esa confederación de 21 organizaciones que, precisa, ha estado acompañando las transformaciones del país en sus diversas etapas.
¿Cuáles han sido los principales aportes de Oxfam a la agenda de los cuidados y las violencias basadas en género?
Desde el año 2000 trabajamos sobre las violencias machistas. Ya después nos enfocamos en cómo incidir en el cambio de imaginarios que perpetúan las violencias de género, no solo física, también psicológica, cultural, de lenguaje y otras. Ese trabajo se ha visibilizado desde la campaña Evoluciona, en Cuba, conectada con Basta a nivel regional y global.
Igualmente, se ha trabajado en un proceso de empoderamiento de las mujeres, en la transversalización de género en proyectos y acciones para fortalecer las herramientas y potencialidades existentes en los sectores económicos, sociales y comunitarios, y así poder contribuir a su transformación.
En diálogo con iniciativas regionales, organizaciones de la sociedad civil cubanas, instituciones académicas y del periodismo feminista, se han identificado los obstáculos principales que enfrentan las mujeres para plenamente ejercer sus derechos, vivir sin violencias y participar activamente en la vida económica, social, cultural y política de sus comunidades. Entre ellos, la sobrecarga en el trabajo doméstico y de cuidados, la ausencia de servicios de apoyo en este ámbito y la falta de corresponsabilidad.
Mediante intercambios, investigaciones y proyectos, y un primer taller en 2020, se ha empezado a construir una ruta hacia los cuidados. Desde la economía feminista, se elaboraron cuatro estudios incluidos en el volumen Los cuidados en la ruta hacia la equidad en Cuba, donde se analizan las brechas asociadas al trabajo de los cuidados y cuya publicación se presentó en mayo de 2021.
En los últimos años se ha fortalecido el trabajo de justicia de género y liderazgo transformador de las mujeres, con una mayor incidencia en redes y plataformas. Con las campañas comunicativas se ha trabajado también en la formación de jóvenes activistas en las redes, pues, con la pandemia, el espacio de debate político y social se mudó hacia allí.
Destaco 2018, pues la entrada de los datos a los celulares en Cuba fue una novedad y, a veces, cuando no se tiene la capacidad y el conocimiento, los peligros que se corren en las redes sociales pueden ser grandes si no se saben utilizar de la forma más eficaz y pertinente. Se corre el riesgo de no tener claridad ni saber identificar las informaciones de las desinformaciones y de entrar en dinámicas violentas, con lenguajes que pueden llegar a otras formas de violencia.
Hemos apoyado la formación e información de jóvenes activistas, de periodistas feministas; intercambios con República Dominicana, Bolivia, México, Puerto Rico….para fortalecer las capacidades de las juventudes en sus campañas contra las violencias en las redes, pero igualmente para proteger y replicar conceptos y mensajes contra las violencias con un lenguaje sin odios, más inclusivo.
Con la pandemia se visibilizaron, de forma aún más evidente, las desigualdades, sobrecargas y violencias contra las mujeres, en su rol de columna en la cultura patriarcal; papel al cual se le da una interpretación contradictoria, pues es un obstáculo contra las propias mujeres.
A la par, se agudiza la feminización de la pobreza, que significa una vulnerabilización de las mujeres. Perder la autonomía económica, en tiempos de pandemia y de sobrecarga de la gestión familiar y doméstica, ha implicado que muchas dejaran de trabajar por cuidar a la familia.
Hay vacíos y debilidades en esos temas, en los que hemos trabajado muchísimo de conjunto con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y se están viendo resultados, por ejemplo, bajo un concepto integrador de los cuidados que vaya un poco más allá del reconocimiento de una sobrecarga que sí existe, desde un trabajo de incidencia sobre cómo la feminización de la pobreza implica mayor violencia. Además, en el apoyo a respuestas necesarias, como fue la apertura de la línea 103 para atender a víctimas de violencia –que todavía es necesario mejorar–, la necesidad de formar a quienes las atienden y, sobre todo, facilitar una cultura de la denuncia, que las víctimas se reconozcan como tales y puedan manifestarse, pedir ayuda y emanciparse en contextos de violencias aún más profundas.
Un tema importante son los imaginarios que sostienen y perpetúan las violencias, por ser un trabajo a nivel cultural. La comunicación con las juventudes es fundamental, así como el apoyo al periodismo feminista, que coloca análisis críticos sobre los derechos de las mujeres en Cuba, contribuye a socializar resultados de investigaciones, acciones, proyectos y ha sido estratégico para el trabajo de influencia e impulso de la agenda feminista y de mujeres.
En 2018, por primera vez, con la participación del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y la alianza con el Consejo Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales (CLACSO), Cuba participó en una investigación regional sobre violencia de género. El estudio «Imaginarios juveniles sobre la violencia hacia las mujeres» aportó la línea base para la campaña nacional por la no violencia hacia las mujeres, Evoluciona. En este último año se ha acompañado su seguimiento, que será una herramienta de monitoreo y evaluación para reorientar, medir impactos e identificar cómo mejorar las estrategias de comunicación hacia el cambio de imaginarios sociales y a favor de la no violencia.
En el ámbito de justicia de género, derechos de las mujeres y los aportes que Oxfam ha hecho en estos años, hay que colocar las estrategias de influencia y el acompañamiento en la construcción de macropolíticas o planes, mediante el trabajo colectivo de articulación, información y comunicación, investigación social y del periodismo, para dar a conocer resultados y experiencias. También para identificar y visibilizar las brechas, porque reconocer un problema permite abordarlo y poner en marcha estrategias para resolverlo. Hasta que no se conozca y reconozca un problema, se queda oculto.
En cuanto al trabajo Sur-sur, hemos podido conectar a grupos feministas o mujeres de diferentes espacios en foros y talleres en el Caribe o América Latina, así como con otras organizaciones, como agencias de Naciones Unidas, y en oportunidades de formación.
Hablando de violencias y derechos, vale la alerta que se ha dado sobre los fundamentalismos religiosos en este momento, aún más con el debate que se abre sobre el Código de las Familias. En los últimos años y a partir del debate constitucional, se ha visto un incremento de los fundamentalismos religiosos que está poniendo en riesgo los derechos formales reconocidos y los avances que se han conquistado respecto a las diversidades.
Es una alerta importante, ante un tema emergente y un contexto de profundos cambios, como el que estamos viviendo en Cuba. Este fenómeno de conservadurismo puede ser muy peligroso, de ahí el llamado a nuestros aliados y copartes a intercambiar aún más con las realidades religiosas en las comunidades, a favor de la diversidad y de los derechos.
Un análisis de las alianzas más aportadoras deja aprendizajes para el cambio social. La articulación de actores sociales diversos multiplica los aprendizajes e impulsa procesos de influencia y cambio de imaginarios. A partir del trabajo conjunto con la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP) para promover la equidad de género y el liderazgo transformador de las mujeres en los espacios rurales –que también tuvo como aliadas a las asociaciones de técnicos agrícolas y forestales (ACTAF) y de productores agropecuarios (ACPA)–, se aportó al desarrollo de documentos rectores de políticas públicas, como en 2015 la estrategia de género del Ministerio de Agricultura y la más reciente Caja de Herramientas para su implementación.
Los espacios de concertación, el fortalecimiento de capacidades y los intercambios regionales fueron oportunidades aportadoras para las organizaciones que co-construyeron la agenda de derechos humanos y justicia de género, con el acompañamiento de Oxfam en Cuba, entre ellas copartes como el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), la Unión Nacional de Juristas de Cuba (UNJC), la Editorial de la Mujer, el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) y el Proyecto Palomas, a las que luego se incorporaron el Instituto de Filosofía (Grupo Galfisa), la Facultad de Sociología de la Universidad de La Habana, el CIPS y otras socias y aliadas feministas.
La promoción de vínculos con instituciones académicas, centros de investigación, periodistas y medios de comunicación (SEMlac Cuba, IPS y la Editorial de la Mujer, junto al Instituto Internacional de Periodismo «José Martí»), en función de las estrategias de trabajo hacia la justicia de género, aportaron al posicionamiento y al debate público desde la dimensión comunicacional.
Oxfam ha vivido las condiciones de Cuba como país bloqueado y ha alzado su voz para que esto se conozca, en particular desde las experiencias de las mujeres, ¿por qué?
Hace mucho tiempo que Oxfam se había posicionado contra el bloqueo y las sanciones coercitivas y unilaterales de Estados Unidos hacia Cuba. Cuando la anterior directora ejecutiva de la confederación Winnie Byanyima vino a Cuba, en 2016, hizo público un posicionamiento que se ha mantenido a lo largo de estos años.
Después de la administración Trump, no ha cambiado absolutamente nada, sino que han empeorado las tensiones políticas entre los dos países, por varias razones. El esfuerzo de Oxfam para que se reconozca cómo estas medidas han impactado en las personas, en el pueblo cubano y especialmente en las mujeres, lo hemos asumido con responsabilidad, aún más en un momento de cierre del programa de la organización en Cuba y en medio de una pandemia global.
El posicionamiento político ya existía; la narrativa ha cambiado. El informe «Derecho a vivir sin bloqueo» pretende conectar con audiencias no sensibilizadas con este tema y, sobre todo, que puedan influir en la opinión pública y ante autoridades estadounidenses para que pongan fin a la política hostil hacia la isla, considerando especialmente el contexto de crisis sanitaria.
La investigación llevada a cabo por el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, que le da sustento al informe de Oxfam en 2021, evidencia que el bloqueo de Estados Unidos es un factor de vulneración de derechos y de mayor inequidad, con énfasis en las mujeres. Incluye entrevistas a personas y mujeres que han contribuido y acompañado al programa de Oxfam en Cuba, involucradas en los proyectos por toda la isla, investigadoras, representantes de espacios académicos, sociales, comunitarios e institucionales que han aportado, desde sus voces, cómo estas medidas, a lo largo de casi seis décadas, han impactado en su calidad de la vida, pero sobre todo en el disfrute de sus derechos.
El informe se publicó el año pasado cumpliendo con un compromiso de la organización con Cuba y es una síntesis de estos 27 años de presencia de Oxfam en Cuba: crear oportunidades a partir de las crisis y las dificultades, trabajar para la eliminación de las desigualdades y la pobreza, por una justicia social a partir de una concepción feminista y de justicia de género.
El informe de Oxfam «Derecho a vivir sin bloqueo» habla a través de las voces de las personas, hace a la vez un recorrido histórico de los últimos 60 años, enfocado en los últimos ocho del cambio de la administración de Obama a la de Trump y sus políticas; sin ninguna intencionalidad de mostrar la primera como un modelo, pero exponiendo la diferencia de los impactos de las decisiones tomadas por la segunda, que han incrementado esas medidas, sobre todo, en periodo de pandemia, lo que ha implicado el incremento de las dificultades del país para responder a esa situación de emergencia.
Que Oxfam haya decidido enfocar esta investigación en los derechos de las mujeres tiene que ver con el énfasis de nuestro programa en ese sentido. También con crear nuevas narrativas de conjunto con los actores sociales que han participado en ese esfuerzo, no enfocado únicamente al aspecto político, sino que identifique el impacto humano de esas medidas, que es diferenciado para hombres y mujeres en todas sus interseccionalidades: hablo de mujeres trans, lesbianas, niñas, mujeres negras…todas las mujeres cubanas.
El bloqueo es una de las causas principales que limitan a las cubanas el disfrute de sus derechos, porque además de los impactos que se pueden cuantificar, hay otros no cuantificables y que las afectan sobre todo a ellas, más aún en tiempo de pandemia.
El hecho de tener un fuerte desabastecimiento de bienes de primera necesidad en el país implica que, en una cultura patriarcal, donde ya existían desigualdades y brechas de equidad, sea la mujer quien tenga que soportar la carga del vivir diario, que dedique la mayor parte del tiempo a buscar alimentos, medicamentos, cualquier recurso necesario para niños, niñas y personas mayores o con discapacidades, productos para limpiar y mantener la higiene en el espacio familiar y de trabajo. ¿Cómo las mujeres pueden continuar trabajando cuando tienen que dedicar al menos horas y horas al día a encontrar la comida o cualquier recurso de primera necesidad?
Todo esto ha implicado la pérdida de independencia económica de muchas de las que habían empezado en emprendimientos privados, profesionales de diferentes sectores y generaciones que han perdido su trabajo, sus ingresos y se encontraron sujetas y dependientes de sus pares hombres, más expuestas a las diversas formas de violencia machista.
El impacto psicológico por las distancias forzadas entre mujeres, madres, hijas, hermanas, abuelas y sus familias; el estrés constante, la carga mental que se trasmite entre ellas de generación en generación; los obstáculos en acceder a oportunidades de formación; la limitación de intercambios presenciales, cuando en los últimos tiempos se ha demostrado otra vez la valía del sistema de salud y la investigación de la biotecnología cubana; tener que trabajar con equipos obsoletos, computadoras, teléfonos…
Es fundamental reconocer que los daños no son únicamente políticos, son principalmente humanos y caen, sobre todo, en las espaldas de las mujeres y las niñas, porque en una cultura que se reconoce como patriarcal y machista, el bloqueo refuerza y alimenta las desigualdades existentes y las condiciones para que florezcan desigualdades potenciales. Y lo hace de forma muy concreta. Son las mujeres diversas las que más tienen derecho de visibilizar y amplificar sus voces y reclamar sus derechos.
¿Qué huellas deja Oxfam en Cuba y qué se lleva?
Algunas de las contribuciones del Programa de Oxfam en Cuba fueron el estimular la reflexión y el cuestionamiento, también sobre su propio rol y las formas de trabajo. Trajo, además, temas nuevos o enfoques distintos que generaron aprendizajes. Ayudó a crecer y fortalecer a las organizaciones socias, sus recursos humanos, agendas de trabajo y su liderazgo, brindando herramientas y metodologías innovadoras. Propició el intercambio y la conexión entre sectores y actores cubanos, promoviendo espacios de articulaciones y el apoyo mutuo. Además, el Programa de Oxfam en Cuba proyectó al país al exterior con una mirada más matizada, más real, con defectos y virtudes, fruto de voces diversas, apoyando la internacionalización de las ONGs cubanas y llevando la experiencia cubana afuera, para capitalizarla y ponerla al servicio de otros actores.
Otro aporte ha sido la promoción de redes a nivel de Caribe y regional, rompiendo el aislamiento y creando conexiones.
Además de lo dicho, deja procesos de conocimiento, fortalecimiento de capacidades, herramientas, metodologías, enfoques estratégicos y holísticos y miradas diferentes. Ayudó a poner el foco en la violencia de género, articulando a organizaciones que trabajaban de forma fragmentada y apostando por colocarla en los medios. Deja muchísimo. Lo digo como representante de la organización en el último año y medio; además, como persona que vive en Cuba hace casi cinco años y que ha tenido la oportunidad, por casualidades de la vida, de venir a este país desde 1994, cuando era una niña.
Oxfam realmente ha estado acompañando las transformaciones del país en sus diversas etapas. Creo que es un importante valor añadido por una organización internacional, saber relacionarse y concertar la construcción conjunta y participativa de las transformaciones de los espacios donde trabaja y saberlo hacer en un contexto complejo, como el cubano, que ha tenido diferentes momentos con respecto a la cooperación internacional.
Oxfam deja a Cuba y a las copartes aliadas narrativas diversas, capacidad crítica y oportunidades para contribuir al trabajo de transformación sostenible y resiliente, con la participación de una ciudadanía activa que es agente de los cambios de la sociedad.
Los impactos no cuantificables del bloqueo, por ejemplo, limitan la posibilidad de participar activamente en los espacios públicos, de ser agente político y ciudadanía activa en la sociedad cubana, de concertación colectiva en todos los sectores de la sociedad. Las mujeres que tienen una sobrecarga por el trabajo de los cuidados, menos oportunidades profesionales y económicas, se ven discriminadas en la posibilidad de participar de forma activa en los procesos de cambios. Ahí hay un aporte de Oxfam, con la mirada que pone al centro los derechos de las mujeres.
Para Oxfam hay también aprendizajes, con efectos en la propia organización, su evolución y narrativas internas. La complejidad y peculiaridad del contexto obligó a desarrollar formas de trabajo que fueron novedosas para su tiempo, como una permanente auscultación del contexto, una reflexión sobre el poder y los procesos de cambio, y sobre cómo ejercer influencia.
Por ejemplo: el trabajo que se ha hecho contra las violencias a partir de la campaña Basta; la estrecha colaboración con países como República Dominicana, Haití y Puerto Rico, con toda la ruta de los cuidados; son aprendizajes compartidos más allá de Cuba.
Además, haber compartido con copartes tan profesionales y preparadas, su transparencia y capacidades de gestión. Por eso hablamos de un acompañamiento de Oxfam. El sistema socialista cubano y su concepción de justicia social han sido una posibilidad de reflexión y de cuestionamiento de nuestro quehacer, porque han fortalecido nuestra concepción de justicia social y la forma de combatir las desigualdades, la pobreza y las injusticias.
Cuba deja contribuciones importantes que permitieron que la organización ganara en experiencia y compartiera a nivel regional sus aprendizajes, a través de metodologías, investigaciones y estrategias relacionadas con la igualdad de género, la gestión inclusiva de riesgos con los sistemas de alerta temprana y de preparación y defensa de las vidas humanas ante huracanes, la apropiación de la agroecología, la co-innovación y estrategias de adaptación al cambio climático.
Pese a las dificultades de estos años, que han implicado otros aprendizajes, la organización ha tenido que ser mucho más flexible, adaptarse y desarrollar nuevas formas de trabajo para continuar acompañando procesos importantes.
Oxfam agradece, sobre todo, lo que ha significado conocer las diversidades de perspectivas, estrategias, análisis y relacionamientos que se viven en Cuba. No hay muchos contextos donde se pueda responder a tan diversas situaciones; una variedad de actores locales y sociales, institucionales, académicos, y su extraordinario capital humano, como también a dinámicas sociales tan peculiares y con sus múltiples matices que, realmente, han aportado muchísimo a la confederación, impulsando mayor capacidad de resiliencia, de desarrollar estrategias de adaptación, aprender a tener flexibilidad y a superar obstáculos.