El Equipo Colombiano de Investigación en Conflicto y Paz, ECICP, viene realizando una serie de entrevistas sobre la implementación de los acuerdos a comandantes de las FARC-EP. A la fecha se han hecho cuatro entregas; la primera de ellas fue realizada a los comandantes Iván Merchán, Carlos Antonio Lozada e Isabela Sanroque sobre la coyuntura […]
El Equipo Colombiano de Investigación en Conflicto y Paz, ECICP, viene realizando una serie de entrevistas sobre la implementación de los acuerdos a comandantes de las FARC-EP. A la fecha se han hecho cuatro entregas; la primera de ellas fue realizada a los comandantes Iván Merchán, Carlos Antonio Lozada e Isabela Sanroque sobre la coyuntura del proceso después del plebiscito, el desminado humanitario y la recuperación de la memoria de la insurgencia. En la segunda entrega se entrevistó a los comandantes Federico Nariño y Jesús Santrich y se conversó sobre la participación política y los retos de la implementación. Posterior a esta se abordaron los desafíos políticos, sociales y económicos que hoy asume la zona del Pacífico sur en Colombia, el proceso de reinserción a la vida civil y el tratamiento que se le está dando a la sustitución de los cultivos de uso ilícito con los comandantes Edison Romaña y Yesid Guevara. Y en una cuarta entrega se profundizó sobre la situación de los prisioneros políticos, la ley de amnistía, el enfoque de género dentro de la guerrilla y sobre las funciones de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación, CSIVI, con Ricardo Téllez y Victoria Sandino. Hoy, tras un barrido temático de la implementación de los acuerdos, se cierra este bloque de entrevistas a la insurgencia con un diálogo con el comandante en jefe Timoleón Jiménez.
El panorama nacional está cambiando rápidamente, se han comenzado a crear algunas instituciones públicas en el marco de los acuerdos y los esfuerzos de muchas personas, instituciones privadas y públicas se han volcado al apellido que todos han tomado como propio: la paz. Pero aún son muchos los vacíos que se presentan, entre ellos el nuevo mapa de las instituciones encargadas de desarrollar lo acordado en todos los puntos, que es incipiente y confuso para las comunidades, la escalada paramilitar y el asesinato a líderes sociales que se ha vuelto un titular constante en los medios, el evidente retraso de la adecuación de las ZVTN que albergan a los guerrilleros y la necesidad de avanzar de manera ágil con el Fast Track, entre otras.
Este panorama hace necesaria la lectura de estos temas a través de una de las personas más importantes para el proceso y su implementación. Rodrigo Londoño Echeverry, más conocido como Timochenko, sucesor de Manuel Marulanda y Alfonso Cano. En 1986 fue nombrado miembro del Estado Mayor y en 1994 comandante del Bloque Magdalena Medio luego de la VIII Conferencia de las FARC-EP. Desde la muerte de Alfonso Cano, el 4 de diciembre del 2011, asumió la comandancia como máximo jefe de esta guerrilla, en pleno proceso de acercamiento con el Gobierno, quedando al frente de esta organización durante todo el proceso de conversaciones y la firma del «Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera».
Entrevista No. 9
Comandante Timoleón Jiménez
Tema central: avances y retos de la implementación.
ECICP: Comandante le agradecemos su tiempo y dis posición para conversar con nosotros sobre el contexto actual del país y el pasado que lo ha determinado. Nos gustaría comenzar por preguntarle ¿cuáles son las principales dificultades que afronta en este momento la implementación del acuerdo de paz?
Timoleón Jiménez: La dificultad principal siempre ha sido la misma: la pervivencia en un sector político del país que tiene una enemistad fanática con la paz y la reconciliación entre los colombianos. Ellos se encargan de atravesar cuanta dificultad sea posible idear. El hecho de que salgan siempre derrotados no alcanza a despejar del todo el ambiente enrarecido que generan. Por eso ni Colombia ni nosotros podemos descuidarnos un momento.
ECICP: En este contexto complejo del país, donde la violencia persiste de manera profunda en las regiones, aun después del movimiento de las tropas de las FARC-EP ¿Cuál cree que es el mayor desafío para la consolidación de una paz estable y duradera?
T.J: La consolidación de una paz estable y duradera tomará desde luego su tiempo. Para ello será fundamental la superación de dos grandes retos: la implementación completa de los acuerdos, en primer lugar; y la derrota política de la extrema derecha guerrerista que trabaja las veinticuatro horas por impedirla.
ECICP: Desde que las tropas de las FARC-EP se han ido agrupando en los campamentos de pre-concentración, se han hecho visibles las condiciones materiales insuficientes y, en muchos casos, la falta de voluntad del Gobierno para tener los sitios adecuados, como ustedes han manifestado en repetidas ocasiones. Por favor explíquenos ¿Cuál es su apreciación sobre la última gran marcha de las FARC-EP hacia las zonas veredales y puntos de transición?
T.J: Es fácil ceder a la tentación de culpar al gobierno por falta de voluntad política para cumplir lo acordado. Pero no es del todo responsable hacerlo. Hay que atribuir su culpa al engranaje administrativo del Estado, a la inexperiencia en ese tipo de cosas, a la falta de idoneidad del personal encargado, en fin. Las FARC nos aprestamos a cumplir en mayo próximo 53 años de lucha por una solución política que genere las condiciones para una paz democrática y justa en Colombia. Conquistado con grandes dificultades un Acuerdo Final y Definitivo, de lo que se trata es de cumplirlo para hacer posible el objetivo perseguido. Por eso marchamos a las zonas y puntos transitorios. Confiamos en que, pese a las trabas burocráticas, el Estado colombiano cumpla también los compromisos firmados. De hecho no pueden desconocerse los avances en materia legislativa que se vienen cumpliendo en el Congreso. Nosotros no podemos ser inferiores.
ECICP: El retraso ya mencionado en la adecuación de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización ha afectado sin duda alguna el cronograma pactado. ¿Considera que estos retrasos afectarán el cumplimiento del cronograma general para el desarme y dejación de las armas?
T.J: En cuestiones tan delicadas no puede obrarse con la cabeza caliente. Lo peor que puede pasarle al desarrollo normal de los acuerdos es la adopción de actitudes de sospecha y retaliación. Ante las dificultades, lo conveniente es reunirse, discutirlas y hallarles una solución adecuada. Los tiempos de la destrucción ya pasaron, ahora se trata es de construir. Y eso sí que requiere compromiso y seriedad.
ECICP: Cuéntenos, por favor, ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles y gratificantes para usted en su historia de lucha guerrillera?
T.J: La respuesta sería un relato extenso en el que incluso tendría que diferenciar los éxitos y los golpes recibidos por nuestra organización, de los momentos de satisfacción y angustia personal que, aunque coincidieron muchas veces, no siempre fueron los mismos. Dejemos eso para otra oportunidad.
ECICP: Ahora que caminan decididos hacia la consolidación de un movimiento político sin la utilización de las armas ¿Cómo las FARC-EP se ven, en este contexto, compartiendo y haciendo parte de la política electoral del país? ¿Con quiénes fortalecerían alianzas del movimiento social y otros actores políticos?
T.J: En cuestión de días, 60 de nuestros cuadros saldrán a hacer política por todo el país, trabajando en pedagogía de paz, contactos y relaciones con personas y fuerzas políticas y sociales. Y por cada zona o punto saldrán otros diez a la misma práctica a escala departamental y municipal. Ese será nuestro primer lanzamiento abierto al ruedo político. De muchas partes nos llaman, a otras queremos llegar nosotros. Nos multiplicaremos al máximo. El espectro de nuestras aproximaciones, plataformas comunes, convergencias, alianzas y coaliciones irá, de acuerdo con el nivel de los objetivos perseguidos, desde los más caracterizados movimientos revolucionarios de izquierda, democráticos, populares, de avanzada y progresistas, hasta sectores conscientes de la política tradicional, interesados en la consolidación de una paz estable y duradera para nuestro país. Una tarea de orfebres.
ECICP: Se suele decir que Alfonso Cano promovió el trabajo político de las FARC-EP en las ciudades y la estrategia militar en el campo. ¿Cuéntenos por favor que tan cierta es esta perspectiva?
T.J: Alfonso permaneció en el Secretariado Nacional de las FARC por 30 años, siendo uno de los cuadros históricos más destacados del movimiento. Todo su pensamiento y toda su acción estuvieron enmarcados siempre en las líneas trazadas por nuestras conferencias nacionales y plenos del Estado Mayor. Quiero decir, no condujo nunca a la organización por sus criterios personales, que nunca fueron distintos a los del colectivo. No sé quiénes suelan decir eso.
ECICP: Siguiendo el hilo, defensores de derechos humanos, líderes comunitarios, políticos, el movimiento social, indígenas, afrodescendientes y dirigentes de las FARC-EP, entre otros, han denunciado la presencia y revitalización del paramilitarismo en muchas regiones del país ¿Cómo considera que se deba enfrentar políticamente este fenómeno? ¿Cómo hacer política en las ciudades y el campo con la presencia amenazante y el fortalecimiento del paramilitarismo? ¿Cómo la sociedad puede exigirle al Estado que se cumplan las garantías a la oposición?
T.J: Si se implementa y cumple prontamente lo pactado en el Acuerdo Final sobre garantías de seguridad y lucha contra el paramilitarismo, nos atrevemos a pensar que ese problema conseguirá ser superado en Colombia. El asunto a considerar es que muchas personas y organizaciones creen todavía que los acuerdos de La Habana se refieren exclusivamente al restringido marco entre las FARC y el gobierno, cuando en realidad benefician al conjunto del pueblo colombiano en su lucha por un mejor vivir. Entre más pronto la gente se dé cuenta de eso y se movilice por su cumplimento, más cerca estaremos de poner freno definitivo a las fuerzas de la violencia y el crimen. De todas formas el papel de la denuncia, de la movilización, de la organización de las comunidades en campos y ciudades resulta fundamental para superar con éxito esa arremetida criminal desesperada.
ECICP: Por otro lado, en relación a los medios de comunicación del país, durante años se ha hablado que se han encargado de producir contenidos sobre la guerra que en muchos casos promovían la violencia, el odio y la venganza, determinando un imaginario sobre ustedes como una organización terrorista. ¿Cuál cree que sea la responsabilidad de estos medios de comunicación durante el desarrollo de la guerra? ¿Cómo hacer para que la libertad de prensa no raye con un control al papel que deben jugar los medios en la construcción de paz, la formulación de opinión en Colombia?
T.J: Los grandes medios colombianos e internacionales pasaron, con honrosas excepciones, a convertirse en piezas del enorme engranaje de conglomerados del gran capital interesados en la promoción del neoliberalismo y la defensa del orden establecido en los campos nacional y mundial. Su posición se tornó abiertamente antipopular, de acuerdo con la ideología de la desesperanza y la sumisión que interesaba a sus propietarios. Los revolucionarios, y más aún los rebeldes, pasamos a convertirnos en el blanco favorito de sus permanentes ataques. En determinado momento en Colombia pasaron a convertirse en un arma más de la guerra emprendida desde el poder, eso es innegable. Pero también perdieron mucho con ello, lentamente fueron cayendo en prestigio y audiencia. Tuvieron que tornarse banales en su lucha por el rating. Eso coincidió con la explosión de posibilidades de acceso a la información que trajo la difusión del Internet, que a su vez dio enorme impulso a las redes alternativas, populares y democráticas de prensa. Cada día la gente consulta menos esas grandes cadenas radiales y televisivas, las ven incluso con antipatía. Eso los obligará a cambiar si desean subsistir, en contradicción incluso con sus propietarios. Los acuerdos sobre participación política pactados en La Habana permiten el despliegue de un interesante abanico de posibilidades para la prensa y la comunicación alternativa, llamado a jugar un importante papel en el futuro de nuestro país. La democratización de la información, junto con la ruptura de los monopolios, será la mejor garantía de la libertad de prensa, de pensamiento e información.
ECICP: Después de la firma, las FARC-EP se encuentran en un escenario que les permite retomar prácticas que eran imposibles en el ejercicio de la confrontación por su dinámica misma, entre ellas la relación con las familias. ¿Cómo se siente hoy, Comandante Timoleón, con la oportunidad de tener contacto cercano con su familia? ¿Qué aspectos han cambiado dentro de la guerrillerada desde que la familia hace parte de su presente y futuro cotidiano?
T.J: En lo personal debo confesar que ese contacto familiar no es tan frecuente ni tan amplio como puede pensarse. Llevo dos años en La Habana y antes permanecía en Colombia en la más rigurosa clandestinidad. Igual pienso que la inmensa mayoría de los guerrilleros y guerrilleras aún no se deciden a entablar un contacto permanente y abierto con sus familiares. La desconfianza no desaparece de un día para otro. Nos pasaron tantas cosas por obra de la persecución a nuestras familias que creo que la familia de la inmensa mayoría de los combatientes está aún lejos de ser parte del presente y futuro cotidiano. Hay aproximaciones, con timidez, con mucha nostalgia, con prevenciones. La reincorporación seguramente será mucho más determinante. En todo caso es innegable que la familia es una auténtica inyección de vida.
ECICP: Muchas versiones aseguran que este acuerdo significó la derrota militar de las FARC-EP y que, en ese sentido, lo pactado en La Habana fue la manera más digna de salir por la puerta de atrás para la organización político-militar. Cuéntenos, por favor, ¿Cuál es su versión frente a esta afirmación?
T.J: Lo hemos dicho muchas veces: no derrotamos a nuestros enemigos en la confrontación armada, pero ellos tampoco pudieron derrotarnos. Durante más de medio siglo planteamos la posibilidad de una salida política al conflicto. Y de hecho la ensayamos con distintos gobiernos varias veces en los últimos 34 años. Esta vez lo conseguimos. El Acuerdo de Paz y la conversión en un movimiento político legal, con toda clase de garantías para la lucha democrática y popular, representa una victoria histórica del pueblo colombiano. Ninguna alternativa de izquierda logró nunca un paquete tan significativo de reformas y potencialidades de cambios profundos. Es natural que nuestros enemigos pretendan minimizar eso con toda clase de argumentos, y es triste que haya gente dentro del bando de los perseguidos que se sume a esas apreciaciones.
ECICP: Comandante ¿Cuáles cree usted que son las razones que han motivado las deserciones en sus filas y cuál podría ser la manera más adecuada de manejar estas situaciones en los territorios donde los desertores están haciendo presencia? Pues el caso del Guaviare y el Frente Primero no es el único.
T.J: Yo quisiera saber cuál es el movimiento revolucionario o popular que a lo largo de sus años de lucha no haya conocido de deserciones, disidencias y traiciones. El efecto real de éstas es lo que no debería sopesarse de modo desprevenido. Estamos convencidos de que no son ideológicas ni políticas las motivaciones que empujaron a algunos mandos a separarse de los Acuerdos de La Habana. Por eso mismo su importancia es insignificante. Todavía en el último Pleno de Estado Mayor tuvimos hacia ellos un gesto de generosidad, pero al parecer priman más en su ánimo otra clase de intereses. Son los enemigos reales de los Acuerdos y de la paz los que pretenden hacer de estos reductos un problema serio. Para nosotros no son más que los restos que deja el paso de una gran creciente en las orillas de un río. El sol y los vientos se encargan de hacerlos polvo.
ECICP: Cuéntenos Comandante Timoleón ¿Cuáles fueron algunas de las enseñanzas para usted en lo personal, y para las FARC-EP, de Jacobo Arenas, Manuel Marulanda y Alfonso Cano?
T.J: Las FARC-EP somos la hechura de esos grandes revolucionarios, tanto en el pensamiento como en la acción. Ellos son referentes permanentes a la hora de tomar cualquier decisión de importancia. Nos lo enseñaron todo.
ECICP: Luego del resultado del 2 de octubre de 2016 ¿Cómo hizo como comandante máximo para mantener la moral y la convicción en alto de la guerrillerada?
T.J: En las FARC todos sabemos que la lucha de clases es el mar tempestuoso en que navegan nuestros esfuerzos. Ese fue un momento difícil, pero no muy diferente en cuanto desafío a otros momentos de nuestra larga lucha. Somos gente acostumbrada a no dejarnos vencer por ninguna dificultad. De eso hablamos el conjunto de las FARC en esa coyuntura. Además ustedes fueron testigos de la movilización nacional para salvar los acuerdos. Eso no lo planeamos nosotros, fue una reacción espontánea de la juventud y los estudiantes de Colombia, de los amigos de la solución política y la paz que se la jugaron por la defensa de esta oportunidad histórica. Ver a un pueblo en la calle, porfiando por lo mismo que ha sido nuestro sueño, resultó un aliento reconfortante para persistir aún con más ahínco.
ECICP: Nos encontramos en un país que ha hecho del miedo y del odio un arma de legitimación del poder. En este contexto, algunas de las decisiones de guerra que han tomado las FARC-EP pesan en la memoria de muchas personas. ¿Cómo hacer efectivo el perdón que ustedes como organización han pedido a las comunidades que directamente han afectado con su accionar militar?
T.J: Es de esperar que ese perdón, con todo y la importancia que tiene pedirlo, no surgirá de manera automática con pronunciar unas palabras conmovedoras, por más que estas broten sinceramente de lo más hondo del corazón. Nunca hemos pensado en quedarnos ahí, está toda una conducta política, personal y colectiva, que se asumirá en un futuro, para reparar al máximo posible los daños causados. Habrá una comisión de esclarecimiento de la verdad del conflicto a la que concurriremos con la mejor disposición para revelar lo realmente sucedido. Pasaremos por la Jurisdicción Especial para la Paz, en la que nuevamente la verdad desempeñará un papel determinante. ¿Qué mejor garantía de no repetición que dejar efectivamente las armas y convertirnos en una fuerza política que trabajará por elevar en todos los sentidos las condiciones materiales y espirituales de toda esa población olvidada por el Estado? Allí estaremos, en diversidad de proyectos de desarrollo para las comunidades, trabajando hombro a hombro con éstas.
ECICP: El Ejército de Liberación Nacional, en su actual proceso de paz con el Gobierno Nacional, plantea una ruta de conversación en temas de participación, democracia y garantías de seguridad para el ejercicio de la política. Desde la experiencia de la mesa de conversaciones con las FARC-EP, Comandante, ¿Qué podría aconsejar al Gobierno Nacional y al ELN para culminar el proceso de la mejor manera? Y ¿Cómo podría hacerse una eventual articulación entre las insurgencias en un escenario de pos-acuerdo conjunto?
T.J: Más que al Gobierno Nacional, al que sería mal visto querer aconsejar, es al ELN a quien podríamos dirigir algunas reflexiones, pues se trata de un movimiento revolucionario en armas con una historia tan larga y difícil como la nuestra. Son hermanos de lucha. Los momentos políticos para las cosas deben ser aprovechados al máximo por los revolucionarios. Con Santos se abrió un panorama de diálogo pese a la dura confrontación. Y con los Acuerdos de La Habana un importante referente de que la paz es posible. No debería desperdiciarse esta ocasión a la que, lo decimos con el mayor respeto, nos parece se le han dado largas que antes que ayudar pueden complicar más las cosas. Las dos fuerzas insurgentes con mayor arraigo en el pueblo colombiano, trabajando juntas en un escenario político legal y abierto, rodeadas de garantías, tendríamos una posibilidad inmensa de avanzar hacia la democracia, la soberanía y la justicia social de modo contundente.
ECICP: Comandante Timoleón, cuéntenos por favor sobre lo que sintió en el 2008 cuando se enteró de la muerte de Manuel Marulanda y de los asesinatos de Raúl Reyes, Iván Ríos y el Mono Jojoy.
T.J: Un inmenso dolor. Pero al mismo tiempo un gran coraje. Fueron como guantes arrojados con desprecio a nuestro rostro. Había que recogerlos y demostrar a Colombia y el mundo que la razón no la tenían nuestros adversarios. Con satisfacción creemos hoy que lo logramos. Hay que ver los escenarios hasta donde hemos llegado.
ECICP: Con el gobierno colombiano se han intentado con anterioridad tres acuerdos de paz: el primero durante el gobierno de Belisario Betancur, en La Uribe; el segundo durante el gobierno de César Gaviria, recordado por los ataques a Casa Verde; y el tercero durante el Gobierno de Andrés Pastrana, en El Caguán. Todos estos intentos fracasaron por distintas razones e intereses. ¿Por qué cree que este acuerdo de La Habana con el gobierno Santos es distinto? ¿Hay cambios en la comprensión del país por parte de los actores enfrentados? ¿La lucha armada ya no es el camino? ¿En qué cambió la perspectiva de las FARC-EP durante estas experiencias de negociación anteriores de cara al actual acuerdo?
T.J: Ningún hecho se vuelve a repetir con sus mismas peculiaridades. A La Habana llegamos arrastrando medio siglo de enfrentamientos. Con unas tragedias mucho más dolorosas en cantidad y calidad que en todos los procesos anteriores. Y no lo decimos sólo por nosotros. Nuestros contrincantes también llevaron un peso considerable en ello. La economía del país cargaba un peso insoportable como consecuencia de la guerra. Por más que la propaganda pretendiera presentarnos como una guerrilla vencida y en desbandada, era claro para los estrategas de la confrontación que una derrota nuestra aparecía demasiado lejos en el horizonte. Además el país se inclinaba ya mayoritariamente por el fin de ese largo conflicto. Se veía el rechazo generalizado a la guerra total que promovía el sector más ultramontano.
La lucha armada es una táctica a usar de conformidad con la imposibilidad de la lucha pacífica por cuenta de las prácticas de persecución por parte del Estado. Si se abrían los espacios legales y se dotaban de garantías a los alzados y al movimiento democrático y popular, podía pensarse en una dejación de armas. Eso quedó planteado así desde el Acuerdo General o exploratorio firmado en el 2012. La correlación de fuerzas entre las clases dominantes y las sometidas dio para sellar el Acuerdo Final alcanzado en La Habana. Nuestros criterios no cambiaron, supimos leer la riqueza de posibilidades ciertas contenidas en una situación concreta.
ECICP: Comandante, de otra parte, algunos sectores del país todavía reprochan sus actividades de financiamiento para el sostenimiento de la lucha armada. Hágannos el favor de explicar un tanto ¿Cómo, en el actual contexto, lo que ustedes llaman economía de guerra, lo sustituirán por otros procedimientos productivos y de consecución de recursos?
T.J: La economía ilegal desaparecerá por completo de nuestras actividades. Los acuerdos contienen la entrega por nuestra parte de todos los bienes y recursos de la economía de guerra en función de la reparación y la reincorporación insurgente. Habrá financiamiento estatal para nuestra actividad ideológica y política, teniendo en cuenta el contexto que vivimos al aparecer de un momento a otro en el escenario de la política abierta. La reincorporación contempla una serie de proyectos productivos enmarcados en la idea de una gran cooperativa que llamaremos ECOMUN. Las guerrilleras y guerrilleros nos forjamos y vivimos en un ambiente permanente de trabajo, así que no habrá traumatismos por asumir actividades productivas de diverso orden. Lo que tenemos perfectamente claro es que jamás debemos permitir que dineros de dudosa procedencia, o producto de las actividades ilícitas o de la corrupción, ingresen de algún modo a nuestro patrimonio. Lucharemos por ser transparentes y ajenos a cualquier clase de influencias malignas.
ECICP: Comandante, es claro que la presencia de las mujeres en la organización ha sido histórica. Sin embargo, es claro también que hasta hace poco tiempo ha habido una visibilización como actores principales en la toma de decisiones y en la ocupación de posiciones de rango. ¿Usted cree que las FARC-EP ha sido una organización donde se ha reproducido el machismo y que hasta hace poco se está replanteando el protagonismo de las mujeres en la organización? De cara a la consolidación del nuevo partido, ¿Usted considera que las mujeres excombatientes deben hacer parte protagonista de la contienda política de representación de las FARC-EP?
T.J: Lo hemos dicho en varias oportunidades. Nuestros estatutos y normas no hicieron diferencia nunca en materia de derechos y obligaciones para hombres o mujeres en nuestras filas. Las mujeres integraron nuestra organización en igualdad de condiciones que los hombres. Eso desde luego no les quita a las mujeres las diferencias biológicas con los hombres que obligan a considerar algunos aspectos. La planificación, los embarazos no deseados y hasta los deseados hicieron parte de ello. La cultura, la incultura o en general el medio ambiente familiar y social del que provienen nuestros combatientes, es la del patriarcado, el machismo, la discriminación, la negación de oportunidades para la mujer. Nuestra gente llega a filas con esa mentalidad y hay que librar toda una lucha al interior para conseguir que se comprenda que aquí las cosas son diferentes. Eso ni es fácil, ni se produce de un día para otro. Así que tenemos que reconocer que tuvimos problemas de esa índole, pese a la concepción clara del conjunto sobre esa materia. La guerra terminó, en nuestros últimos plenos y conferencias se han adoptado importantes resoluciones que incorporan el feminismo, la lucha contra el patriarcado y el machismo, contra la discriminación de cualquier tipo, el enfoque de género, y otros avances en materia de reconocimiento de la igualdad plena de la mujer. El nuevo partido, obviamente, obrará con esos criterios orientadores y la mujer gozará en éste de todas las posibilidades. Y también trabajará porque la sociedad en su conjunto supere en todos los sentidos esas odiosas taras e injusticias en contra de la mujer. Eso no tiene discusión.
ECICP: ¿Imaginó que en algún momento usted iba a asumir la máxima comandancia de las FARC-EP?
T.J: Sinceramente, no. Uno veía esas posiciones para Jacobo Arenas, Manuel Marulanda, Alfonso Cano. Pero para uno, no. Se trataba de algo demasiado grande. Cuando se produjo, no salía del asombro. Pero no había alternativa. Tenía que ocupar, con mis limitaciones, el lugar de esos titanes y procurar hacerlo de la mejor manera de acuerdo con todo lo que aprendí de ellos durante décadas.
ECICP: Comandante, cuéntenos un poco ¿Cómo imagina su vida en un futuro próximo?
T.J: Si quiere que le diga la verdad, son tantas las ocupaciones y preocupaciones inmediatas a las que se añaden cada mañana otras nuevas, que no tengo tiempo para ponerme a imaginar mi vida futura. Seré un dirigente político, haciendo lo que me corresponda hacer.
ECICP: ¿Todavía insiste en la propuesta de establecer un Gobierno de Transición?
T.J: ¿Todavía? No hay elementos nuevos y estructurales que determinen cambiar de planteamiento.
ECICP: De ante mano, le agradecemos profundamente por su tiempo y dedicación en sus palabras. Conoce la importancia de escuchar las palabras ajenas como propias. Comandante Timoleón, finalmente, ¿Cree usted que las FARC-EP puedan salir debilitadas del proceso de implementación?
T.J: No hay la menor posibilidad de salir débiles del proceso de implementación. Nosotros vamos a transformar políticamente este país con el apoyo y la lucha del pueblo colombiano. Para allá vamos, ganando cada día un poco más. Los acuerdos se implementarán y luego se cumplirán. Colombia entera y la comunidad internacional nos ayudarán en eso. El nuevo país no se va a morir en el parto.
Fuente original: http://prensarural.org/spip/spip.php?article21353