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Las elecciones que esconden la lucha de clases

Fuentes: Rebelión

ENTRE LA VERDAD, LA DEMAGOGIA Y EL POPULISMO Nuestro país se volvió a inundar de imágenes, frases y discursos que buscan no sólo volver, sino torcer la mirada de los potenciales clientes de la próxima elección presidencial. Cada chileno en edad de sufragar, está hoy siendo bombardeado por una cantidad enorme de ofertas, envueltas como […]

ENTRE LA VERDAD, LA DEMAGOGIA Y EL POPULISMO

Nuestro país se volvió a inundar de imágenes, frases y discursos que buscan no sólo volver, sino torcer la mirada de los potenciales clientes de la próxima elección presidencial. Cada chileno en edad de sufragar, está hoy siendo bombardeado por una cantidad enorme de ofertas, envueltas como siempre en fabulosos y brillantes papeles de regalo. Este ejercicio de la política, tan cuestionable como otros, no debe llamarnos en exceso la atención; por la simple y sencilla razón de que, estos comicios, en el capitalismo y conducidos obviamente, por una administración burguesa del poder, tiene que necesariamente aparentar que la clase dominante, está ofreciendo a la clase explotada y oprimida, una posibilidad real de participación y decisión en la vida política de nuestra sociedad.

Pero, cómo llegan estos mensajes a la «conciencia» de cada chileno, particularmente a la de aquellos que más estragos han sufrido por causa del modelo económico de los monopolios. O, cómo estos mensajes, alteran o desinstalan esa vida corriente y común de los más pobres y sencillos del campo popular, que ya por dos décadas completas han visto pasar una y mil veces, pero sólo por las pantallas de los televisores a aquella alegría que fue ofrecida para todos pero que sólo la vivieron y la viven los magnates, los mafiosos, los mentirosos de cuellos y corbatas y toda esa franja pequeño-burguesa que se presta de comparsa al juego de la gran burguesía monopólico-financiera. Y el cómo están haciendo efecto estos mensajes en el mundo nuestro, que es en definitiva el mundo que nos importa, el de nuestra clase obrera y los sectores populares.

En el intento de respondernos a estas preguntas, tenemos que echar mano a lo que desde el ámbito de la experiencia histórica, esa experiencia posible de estudiar, de definir, de comprobar como un hecho objetivo y material, por lo tanto empíricamente tratable. Tenemos que recurrir a los hechos de la historia, para necesariamente entender lo que nos pasa a la luz de nuestras propias referencias espacio-temporales. Sin duda, las elecciones despiertan en amplios sectores variadas expectativas, y estas por lo tanto se transforman en un acontecimiento importante y significativo en lo político, en lo social y en lo económico, y no es extraño que así suceda, dado que estas son convertidas por los propios candidatos, en el más bullado de los mercados de promesas y compromisos que, en la mayoría de los casos, jamás llegan a cumplirse.

En este sentido, no está mal tomar en cuenta los datos de la historia para enfrentar con argumentaciones sólidas, las frágiles memorias que hacen que de tanto en tanto, con mecanismos semejantes, se practiquen los mismos y consabidos ritos de ofertar a las mayorías pobres, soluciones que en todos los días de ejercicio de sus cargos y funciones como parlamentarios y/o como presidentes, los mismos candidatos jamás tuvieron la mínima voluntad de implementar. Y no podría ser de otro modo, porque lo que esta por debajo de esta práctica burguesa, no es el interés por un cargo, sea este en la presidencia, o en el parlamento o en el puesto que sea; no es el amor a la función pública como lo suelen confesar para mostrarse como servidores públicos; la lógica burguesa, es lisa y llanamente conquistar o conservar el poder del Estado, de todas las estructuras del Estado burgués o de una parte de estas con las cuales, y esta si que es una de las ultimidades del capitalismo: mantener el dominio de clase y prolongar en el tiempo la explotación de las clases subalternas; porque cada burgués y cada agente de la burguesía sabe mejor que cualquier incauto proletario, que ellos como clase, jamás de los jamases deben poner en juego ni transar la ganancia, jamás deben transar la propiedad privada de los medios de producción, jamás transar la realización de la plusvalía en ese mercado, elevado a la categoría de dios y gobernando la «libertad individual».

Detrás de estos magnos eventos electorales está la sombra alta y ancha del Estado capitalista para garantizar que nada ni nadie se salga del alcance jurídico y político de su sombra, y es así porque históricamente en el decir de Lenin: « El Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.» ( 1 )

Si cometiéramos el desatino de tragarnos, los términos con los cuales la burguesía ha caracterizado determinados periodos, deberíamos decirle a los politicastros de la Concertación que, si de promesas y compromisos se trata, aún tendrían que seguir hablando de «transición a la democracia» porque de lo que quedó de la dictadura; ambas coaliciones políticas se han preocupado de dejar intacta las estructuras esenciales de la dominación capitalista y junto con ello; al modelo económico impuesto a sangre y fuego, aún más mejorado y afinado para servir con más eficiencia los voraces apetitos del gran capital financiero. En definitiva, hasta hoy, el proyecto concertacionista ha sido el vehiculo aceitado y eficaz de los grandes intereses patronales e imperialistas.

LA PRUEBA DE QUE NO SE ESTA CON EL PUEBLO

Hasta ahora cuatro gobiernos de la Concertación, han ofrecido lo que no tienen como intención hacer y desarrollar en sus gestiones políticas, de hecho los más importantes proyectos de estos gobiernos y convertidos en ley de la «república», no favorecen en absoluto al mundo popular. Entre las tantas leyes promulgadas se cuentan las leyes de reparación en derechos humanos (informe Rettig, informe Valech), que han resultado de una mezquindad vergonzosa; las leyes de privatización de los activos del Estado que quedaban y que significo que los chilenos perdiéramos soberanía sobre los recursos energéticos más importantes: las eléctricas y las sanitarias. Gracias al actual candidato Eduardo Frei y vale la pena escribirlo y extenderse, se realizó la mayor ofensiva de privatizaciones y que podríamos llamar la tercera ola privatizadora, sumando las de la dictadura y las de Aylwin (periodo 1994-2000), bajo su mandato se incorporaron capitales privados nacionales y extranjeros a importantes empresas fiscales. Entre estas destacan, en 1994, la venta del 51% de las acciones de El Abra Koper Mine, por un valor de 330 millones de dólares a las compañías Cyprus Minerals Co. (EE.UU.) y a la canadiense Lao Minerals. Ese mismo año por su participación en cuatro empresas (Fepasa, Colbún, Línea Aérea Nacional y Essal) el Fisco recibió la suma de 116,2 millones de dólares. Igualmente se vendieron el 30% de las acciones estatales en la eléctrica Edelnor en 84,4 millones de dólares a Southern Electric Chile S.A.

El proceso de privatización prosiguió, en 1995, con la venta del 95% de las acciones de Empremar por la suma de 4,5 millones de dólares a Salinas Punta de Lobos S.A., y el 18% de Minsal S.A. que fue traspasado en 7,1 millones de dólares a Soquimich. Durante 1996 se realizó una nueva venta de acciones de Colbún, que esta vez abarcó al 37,5% de ellas, por el monto de 340 millones de dólares a tres holdings privados: el grupo Matte, el grupo belga Tractebel y el grupo español Iberdrola.

En 1998 comenzó el turno de las sanitarias, entre las cuales estuvieron Esval S.A. y Edelaysen S.A. El 40% de las acciones fiscales de Esval fue traspasado en 138 millones de dólares a Enersis y a la compañía inglesa Anglian Water. Al siguiente año se realizó la mayor de las transacciones: el traspaso del 42% de Emos S.A. en la suma de 959,6 millones de dólares a las empresas Suez Lyonnaisse des Eaux (Francia) y Aguas de Barcelona (España). Asimismo, el 51% de Essal S.A. fue vendido en 93,6 millones de dólares a la española Iberdrola Energía.

Luego, ante su gabinete Eduardo Frei Ruiz Tagle destacaba los proyectos de ley que modificaba Emporchi transformándola en diez empresas autónomas, cuya explotación sería licitada a privados. De esta forma su gobierno estaba ajustando su política a las orientaciones del FMI y del Banco Mundial, acción que obviamente suscitó amplio apoyo en los empresarios. En contraste, el gobierno impuso después de acuerdos con los patrones, un salario mínimo de US $ 142 mensuales, que se aplicó a 500 mil trabajadores. En la mira quedó la salud pública, la educación superior, modificar la ley de fondos de pensiones e Isapres, las reformas laborales y previsionales y como gran bocado Codelco y la Enap. Más adelante, aunque con cierto grado de precaución, el gobierno de Ricardo Lagos retoma la política de privatizaciones y en septiembre del 2000 se traspasa a privados el 42% de la empresa sanitaria Essbío por cuya venta recibió el Estado 282,3 millones de dólares. Sin embargo, esta cautelosa decisión y frente a un modelo que muestra ya su colapso, exige por lo tanto del gobierno de Lagos capacidad de administración y maniobrabilidad frente a la crisis estructural que se avecina y que en lo concreto se visibiliza con una ralentización de la economía, y una baja significativa en los niveles de crecimiento.

Las formas que se aplican para precisamente maniobrar en este mar tempestuoso, son las famosas «mesas de diálogo», que el gobierno se afanó por mostrarlas como espacios político-sociales de convergencia pluri-clasista; cuando en realidad se correspondían más bien con tipos de comisiones tecnocráticas y elitistas, cuya naturaleza buscó morigerar los conflictos sociales y establecer la desmovilización de los sectores en lucha. Ocurrió así con los mapuches, con los trabajadores de la salud, con los trabajadores de la educación, con los obreros de Lota, con los trabajadores marítimos, con los derechos humanos etc, etc. Por último, el gobierno de Bachelet enfrentado a un modelo económico abiertamente colapsado, implementa políticas de salvavidas, que tuvieron la engañosa configuración de «comisiones asesoras».

Con un modus operandi muy parecido al de Lagos, utiliza a estas comisiones asesoras como llaves de descompresión de la caldera social. El ardid que utiliza, consiste en convocar a los actores sociales involucrados en el conflicto, pero no para que estos busquen en común una solución al problema, sino para ser escuchados por un equipo de «especialistas» (tecnócratas), que aparte de tener sólo conocimiento teórico del problema, son los que finalmente sugerirán al ejecutivo las probables tesis de salida al conflicto. De este modo ocurrió con la «reforma previsional» que termina de perfeccionar y consolidar el robo de los fondos previsionales de millones de trabajadores; sucedió con la movilización de los «pingüinos» y la «reforma educacional» y su engendro LGE, que representa frente a las expectativas de los docentes, estudiantes y apoderados, el engaño más odioso del actual gobierno; similares mecanismos se aplican con los obreros forestales que en los hechos no cuentan con leyes para proteger sus derechos, y también hizo lo propio con el conflicto mapuche, estigmatizados como terroristas, y con sus territorios convertidos en el escenario de guerra de las Fuerzas Especiales.

LA MATER DOLOROSA Y LAS «HORDAS SALVAJES» DEL PUEBLO

Con el campo comunicacional se agrega otro elemento, y es la evaluación que difunden los medios de masas, acerca de las simpatías o rechazos que despierta la presidenta. El último año de un presidente o de una presidenta, podría ser como lo señalan ciertas encuestas, un año difícil, por lo tanto esperar una evaluación negativa. Pero, no ocurrió así y la presidenta gana la mejor evaluación como gestión política. De esta forma se presentan los aplausos a esta suerte de «Mater sensible» en que se ha convertido la primera mandataria. Se encuentra en la cima de la adhesión, de la aceptación y de la admiración, porque ella «se conduele» con los pobres y con el chileno medio, ella; la madre de los bonos, esa madre «que vela» por los niños y por los ancianos. Así vista las cosas, la imaginación se puede nutrir de buenos y agradecidos sentimientos hacia la presidenta.

Pero al parecer, algo tiene que ver con ella, el candidato Eduardo, que casi terminó de vender Chile a los privados (hoy es estatista). Algo tendrá que ver con ella, el señor Pérez Yoma, ministro que ha satanizado y criminalizado las legítimas protestas de los sectores obreros, indígenas y populares. Algo tendrán que ver con ella, los agentes represivos del estado que han matado a mansalva y por la espalda a estudiantes, obreros y mapuches jóvenes en pleno periodo «democrático». Y por supuesto, algo tendrán que ver con ella, aquellos policías, que agreden y amenazan a niños y ancianos mapuches sin la menor vergüenza.

Es necesario decir, que con esta falsa idea de que el Estado es un ente supra-social, resultará de una lógica elemental, que al máximo representante de este poder burgués, se le intente separar, no de los errores del conjunto de la clase dominante -porque finalmente no son errores- sino, ponerla a distancia de aquellas políticas que concebidas racionalmente por los sectores burgueses, resultan a todas luces impopulares y que por sus efectos, pueden arrastrar a un quiebre fatal con la base social de apoyo que respalda al proyecto concertacionista. Se requiere de una táctica, que hasta podríamos denominar de contrainsurgencia, en la que necesariamente el sistema intrínsecamente tirano, se muestra con dos rostros, uno opresivo y explotador y el otro benevolente y conciliador.

Así han pasado y desfilado ante las cámaras los duros e intransigentes: los Belisario Velasco, los Vidal, los Harboe, los Pérez Yoma, etc. Y en la otra cara tenemos a los que regalan simpatía y circo: las Urrutia, las Tohá, las Quintana y por supuesto la misma presidenta. No es bueno, para los agentes del capitalismo que la población tenga una percepción 100% negativa del Estado, y por ello los temas de seguridad interior suelen ser sacados de las intervenciones públicas del gobierno (ejecutivo), a menos que se sientan obligados a dar respuesta cuando ciertos hechos causan conmoción pública y ponen en tela de juicio la acción del Estado. Con los juegos llamados mediáticos, intentarán siempre proteger la imagen conjunta del Estado, o sea, las frases cliché de siempre, «las instituciones funcionan», «vivimos en un Estado de Derecho» y «no permitiremos que nadie pueda alterar la paz ciudadana».

Así y todo, el gobierno, el parlamento, el mismo aparato judicial, aparecen coludidos tácitamente para enfrentar a los trabajadores y al pueblo como a sus enemigos, cada vez que estos se atreven a «insolentarse» con sus movilizaciones y protestas. No se necesita escarbar demasiado, para darse cuenta, que todas las medidas jurídico-políticas, jurídico-administrativas y legislativas; todos estos años han sido una respuesta de clase a las legítimas demandas de justicia social que enarbola el pueblo. Pero, para todos los efectos, en el discurso oficial, los agresores siempre serán los trabajadores o los sectores populares, es a nuestra clase o a sectores de esta a los que se les señalará como violentistas, vándalos o terroristas. Ante la opinión pública, la clase dominante se preocupará de grabar al Estado como el garante supremo de toda acción civilizada y a la rebeldía popular como una expresión de salvajismo. El cinismo y cretinismo burgués no le permite a la clase dominante, verse a si misma, en la cadena histórica de los sistema de opresión, como una de las clase más salvajes en la historia de la humanidad, una de las clase que ha producido en el menor tiempo histórico los horrores más extraordinarios y más deleznables contra la humanidad, baste mencionar las 1° y 2° guerras mundiales y sólo por el afán de obtener más y más ganancias, de ahí la válida expresión de Rosa Luxemburgo que define al capitalismo como un estadio histórico de barbarie.

Los procesos electorales, son los momentos predilectos de la ideología, en las contiendas electorales esta dada la oportunidad de debatir y de dar importantes batallas a nivel de las ideas; es un gran momento también para desenmascarar a los sofistas de la política y dar lugar al verdadero argumento revelador de la verdad. Lo lamentable, es que creada esta oportunidad histórica, los revolucionarios no tengamos el protagonismo, ni el perfil, ni la fuerza para dar ese combate ideológico y poner en el centro de la discusión las contradicciones que asoman la lucha de clases y el carácter irreconciliable y en pugna de los intereses de esas clases sociales. Por eso finalmente, lo que quedará atrapado en los sentidos de la gente común es que hay una muy buena y maternal presidenta y que existen los malvados disconformes de siempre, alterando la paz ciudadana.

LO TACTICO TAMBIEN TOCA LOS PRINCIPIOS

Ningún candidato o representante de los comandos de los candidatos que se presentan como de izquierda, han mencionado, ni siquiera tangencialmente los términos «lucha de clases», «burguesía», «clase dominante», etc, etc. Nos referimos, más que al lenguaje clásico de la izquierda, a aquel andamiaje conceptual, que de forma dialéctica e incuestionable representa hasta hoy, los nexos de los hechos y del desarrollo histórico, no posibilitando a las visiones o concepciones unilaterales y utilitarias, reemplazar lo real por lo artificioso, o instalar como síntesis de lo real una ficción o falacia.

Esta izquierda electoralista teme ser rancia y anacrónica si nombra al pan, pan y al vino, vino; teme no ganar o perder adeptos si usa la verdad histórica; no quiere ofender al «empresario» llamándole burgués injusto, explotador y abusivo; teme deteriorar su imagen si se presenta intolerante ante las desigualdades e injusticias, teme quedar desfasada de las buenas costumbres, si reivindica el derecho al odio contra las aplastantes realidades de hambre y miseria que afectan hoy día a millones de seres humanos en el mundo. Esta izquierda se juega su aceptación reivindicando el nombre de Salvador Allende, nombrando a Miguel Enríquez, pero omitiendo o negando la intransigencia revolucionaria de ambos con el sistema de explotación capitalista, soslayando el sello rupturista de la lucha por el socialismo y olvidando que la burguesía aún la menos poderosa de sus fracciones, es una enemiga a muerte de los trabajadores y el pueblo.

Cuando constatamos estos olvidos, cuando verificamos estas amnesias convenientes, entonces nos acordamos del Che hablándonos desde su visión marxista: «En las condiciones de conflicto, la oligarquía rompe sus propios contratos, su propia apariencia de ´democracia´ y ataca al pueblo, aunque siempre trate de utilizar los métodos de la superestructura que ha formado para la opresión. Se vuelve a plantear en ese momento el dilema: ¿ qué hacer ?. Nosotros contestamos: la violencia no es patrimonio de los explotadores, la pueden usar los explotados, y más aún, la deben usar en su momento». ( 2 )

Retornamos a nuestras fuentes teóricas, porque en estas confirmamos las lecciones de la historia, porque entendemos y queremos que también lo entienda nuestra clase, la burguesía, los explotadores y a la vez los oportunistas de distintos signos, a la hora de enfrentar una mínima discusión acerca de lo electoral, cubren con cualquier tipo de filosofía vulgar y barata, los verdaderos entramados que sostienen las formas y los mecanismos de la dominación capitalista, bajo esta óptica de poder, quieren negar al sufragio universal su origen y carácter perverso y oscuro, y posee este carácter tan sólo por realizarse en el contexto histórico del dominio de una clase sobre otra, por el solo hecho de que en la realidad objetiva se enfrentan los explotados y explotadores.

A la luz de las actuales condiciones, y a los ojos de quienes no han reconocido ni entendido el actual modo de sociedad, como un sistema integro de explotación y opresión del hombre por el hombre, y que detrás del jolgorio de una disputa electoral como la que se está dando en nuestro país, se esconde el drama de la sujeción y alienación de amplios sectores sociales. sabemos que hacer este tipo de afirmaciones, es pasar por extemporáneos, por trasnochados mentales, «quedarse en el pasado», sin embargo, los problemas del mundo de los trabajadores, del mundo de los pobres, están ahí, queriendo saltarle a la cara a los hipócritas y cínicos que se ofrecen como salvadores de los desposeídos.

Sabemos que los tiempos en nuestro país no nos son favorables, que nuestro mensaje en el peor de los casos, tiene un sentido testimonial. Estamos lejos de tomar el curso que otros de nuestros hermanos latinoamericanos han tomado, estamos carentes de propósitos audaces y faltos de la voluntad unitaria que nos permita dar un gran salto en la historia. En este sentido, la humildad y la honradez son virtudes muy revolucionarias y nos hacen bien en esta hora de dispersión. Así y todo, no dejaremos de lado el compromiso de luchar por nuestra clase, pero sin componendas, sin conciliaciones y queriendo ser responsable hasta el extremo con la memoria de nuestros hermanos caídos. Seguiremos haciendo del marxismo y del leninismo una herramienta liberadora para nuestro pueblo, lo que se diga de esta concepción científica y por lo mismo revolucionaria, no nos quita el sueño.

Hace tiempo Lenin expresó lo que esta teoría provocaba para nuestros enemigos de clase: «La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una «secta perniciosa». Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social «imparcial». De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital.» ( 3 )

NUESTRO LLAMADO

LLAMAMOS A LOS TRABAJADORES, A LOS POBLADORES, A LOS ESTUDIANTES, A LOS CESANTES, A LA MUJER DEL PUEBLO, A LOS PROFESIONALES:

A VOTAR POR:

LA UNIDAD DE LOS REVOLUCIONARIOS

POR LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA

POR LA UNIDAD DE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO

POR LA RECONSTRUCCIÓN DEL MOVIMIENTO OBRERO Y POPULAR

( 1 ) LENIN V.I. «El Estado y la Revolución». Cap.I pág. 1. Edic.Fundación Federico Engels.

( 2 ) Revista Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba

( 3 ) LENIN V.I. » Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo». Edic. Fundación Federico Engels.