El senador de la República Iván Cepeda Castro denunció en Cali que «las élites colombianas le tienen miedo a la paz, tienen temor de que se acabe la guerra, pues por primera vez existe la posibilidad de que surja algo inédito en el país: la democracia». Al intervenir en el segundo día de la Cuarta […]
El senador de la República Iván Cepeda Castro denunció en Cali que «las élites colombianas le tienen miedo a la paz, tienen temor de que se acabe la guerra, pues por primera vez existe la posibilidad de que surja algo inédito en el país: la democracia».
Al intervenir en el segundo día de la Cuarta Cumbre Nacional por la Paz, concluida el viernes 13 de noviembre en la Universidad Libre de Cali, Cepeda Castro fue enfático en afirmar que la academia tiene el deber de entregarle herramientas a la sociedad para sacar adelante el proceso de paz y aportar a la posguerra.
En tal sentido destacó el pronunciamiento de los estudiantes colombianos reclamando ser incorporados en la construcción de la paz, y puso de relieve que con el fin de la guerra se podrán producir cambios, como la reforma al sistema político, una mínima democratización de los medios de comunicación social y una reforma rural.
«Es a esto que las élites le tienen un inmenso temor», recalcó el defensor de derechos humanos, al tiempo que señaló que no se debe poner trabas a la aprobación de los acuerdos de La Habana. «Los invito a trabajar de manera seria en la refrendación de esos acuerdos», insistió.
Ante numerosos asistentes que colmaron el auditorio Gerardo Molina del alma máter, el congresista dijo que «las fuerzas Armadas continúan actuando y los paramilitares también, por lo que se requiere una gran presencia humanitaria en las regiones para certificar el cese el fuego definitivo».
Destacó que el país se encuentra ante un gran reto: el Plan Nacional de Paz, que debe abarcar por lo menos 350 municipios «en los cuales hay que intervenir para dotarlos de carreteras, hospitales, escuelas», simultáneamente con el desarrollo de un programa de sustitución de cultivos y zonas de reserva campesina.
«Esa es la tarea más alta: construir la paz como el desarrollo de una revolución democrática en el país», puntualizó Cepeda Castro, quien al final fue objeto de notorias expresiones de solidaridad de los asistentes, ante las amenazas de sanciones que se ciernen sobre él provenientes del Procurador General de la Nación.
Los costos del posacuerdo
La intervención del senador Cepeda fue precedida por la disertación de la ex ministra de Agricultura Cecilia López Montaño, quien centró su exposición en los costos económicos del posacuerdo y sostuvo que «éstos no se conocen», como «tampoco los de la guerra».
Según explicó, se ignoran «porque el país ha crecido, pero desigualmente; porque las élites urbanas han sufrido poco, las élites rurales en algunos casos han concentrado la tierra y el sufrimiento de la población rural ha sido ignorado».
Sin embargo, esos costos fueron calculados por la ex congresista liberal en dos billones de pesos anuales, lo cual implicará más impuestos para los grandes capitales y castigo para los grandes evasores.
López Montaño aseveró que hay que acabar las relaciones de poder entre el Estado y los empresarios, reconstruir el agro, que es una tarea titánica, y desarrollar una política con liderazgos honestos, no como los que fueron elegidos el 25 de octubre en el Valle del Cauca, frente a los cuales llamó a hacer veeduría permanente.
Indicó que en la etapa de los posacuerdos, «la ampliación de la democracia y el fortalecimiento territorial implicarían un poco más de un punto del Producto Interno Bruto, PIB, al año», y recordó que «hay cinco millones de colombianos viviendo con siglo y medio de atraso y persisten enormes brechas entre las regiones».
«Las únicas élites que no han cambiado en América Latina son las colombianas», subrayó, y manifestó que el país urge «construir una verdadera base productiva y bienes públicos que otorguen derechos y no limosnas a los menos favorecidos».
«Relativamente no es la paz lo más costoso… el costo fiscal de la paz es más bajo probablemente que el ajuste fiscal requerido; por consiguiente los verdaderos costos de la paz son los no económicos», puntualizó.
Falta equidad regional
El economista y catedrático universitario Jorge Iván González también se refirió a los aspectos económicos del posconflicto y señaló que «se debe avanzar hacia la equidad regional y hacia la redistribución del ingreso, donde aparece necesariamente el asunto tributario».
González alertó en consecuencia sobre la separación de las grandes capitales con respecto de las regiones, y puso como ejemplo los casos de Bogotá, Cali y las ciudades de la costa Atlántica.
Cali se distancia de Buenaventura, pues el puerto se encuentra cada vez más alejado del ritmo de desarrollo de la capital del Valle del Cauca, sostuvo, y agregó que Soledad, en el Atlántico, no converge hacia Barranquilla, ni Soacha hacia Bogotá.
El catedrático explicó que en Colombia hay 7.700 proyectos en el Departamento Nacional de Planeación, advirtió que así «no vamos a conseguir equidad regional», manifestó que «la concentración del ingreso no se modifica» y reclamó utilizar un porcentaje de las reservas internacionales del país en inversión social.
Pobre ayuda internacional
El catedrático Daniel Libreros, por su parte, hizo una detalla exposición de la crisis económica que sacude al capitalismo global y sus implicaciones en América Latina, y denunció que «estamos montados sobre una burbuja de especulaciones, estamos en un escenario peor que el de 2008, pues aumentó el endeudamiento en el mundo».
«Lo que pasa en el contexto internacional es fundamental para el país y la paz», dijo y advirtió acerca de la escasa ayuda internacional para el posconflicto poniendo como ejemplo que las transferencias de jugadores de fútbol como James Rodríguez o Jackson Martínez costaron el doble de lo ofrecido hasta ahora por las potencias capitalistas para la posguerra en Colombia.
«¿De dónde van a salir los recursos del posconflicto?», se preguntó Libreros, y vaticinó, como lo hicieron los anteriores expositores, incrementos del IVA y nuevas privatizaciones, frente a lo cual llamó a estar alertas.
Para Libreros una de las alternativas es exigir la condonación de la deuda externa, más aún cuando los bajos precios del petróleo han causado un enorme desbarajuste en el presupuesto nacional.
Cuestionamiento al centralismo
En horas de la mañana del viernes intervino también el catedrático Libardo Orejuela Díaz, rector de la Universidad Libre de Cali, quien recordó que esta es la única institución de educación superior en Colombia hija de una posguerra, la de los Mil Días, después de la cual Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera la crearon como fruto de la paz, con una filosofía laica y republicana.
Orejuela Díaz se refirió también al peso del narcotráfico en el conflicto colombiano, sostuvo que hay más de 30 generales comprometidos a lo largo de la historia reciente del país con el fenómeno, y rememoró que los CAI creados en Cali «eran cinturones de seguridad para los señores de la época».
Para el catedrático universitario, «en las ciudades donde no ha habido guerra, los jóvenes consideran que da lo mismo firmar o no los acuerdos», por lo que, agregó, «a esto hay que meterle sociedad».
Cuestionó también el centralismo existente en el país, que desconoce las regiones, lo cual se expresó, por ejemplo, en la conformación de la Comisión de la Memoria Histórica, que «se redujo al centro y la guerra no está allá; la guerra está aquí, con los escuadrones insurgentes del Cauca; la guerra se está librando en Nariño, Chocó y el Valle del Cauca».
Igualmente, llamó la atención sobre los peligros para los posacuerdos, y alertó sobre arremetidas de los enemigos del proceso de paz que «están vivos y agazapados para procurar deslegitimar en las urnas lo pactado en La Habana».
Pozo de infamias
Finalmente, el docente Fernando Duque Nivia sostuvo en la sesión matutina del segundo día de la Cuarta Cumbre por la Paz que «Colombia es el único país del mundo donde las tierras se consiguen a plomo».
Por eso, dijo, «los medios para alcanzar la paz deben ser pacíficos», pero advirtió que es una tarea ardua en un país en manos de «diez mil familias opulentas, personas en poder de 600 hectáreas de las mejores tierras, mientras millones de campesinos no tienen nada».
«Esta no es una democracia, este no es un Estado sino un pozo de infamias», agregó Duque, quien recordó que en casi todos los países de América Latina la educación es gratuita, pero no en Colombia, donde «solo el tres por ciento de los niños que comienzan sus estudios los terminan siendo profesionales».
Duque concluyó que «el aporte del docente es fundamental porque los diálogos son un modelo a seguir en el aula y deben reflejarse en todos los ámbitos de la sociedad».
El uso del olvido
En horas de la noche del viernes se cumplió la última sesión de la Cumbre, en la que intervino el catedrático Luis Arul Carvajal sobre «el derecho a la memoria, el derecho a la verdad y el uso del olvido».
Para el conferencista, «son las nuevas generaciones las que van a reconstruir la memoria», aunque advirtió que «el uso instrumental de la memoria puede crear una forma camuflada del olvido».
Según Carvajal, en las realidades históricas es en donde más se puede concentrar la verdad. «No existe punto final, porque hay que recordar eternamente lo que ocurrió», puntualizó.
Repensar la democracia
A continuación intervino Fabio Cardozo Montealegre, asesor de Paz de la Gobernación del Valle del Cauca, quien sostuvo que los diálogos de La Habana «deben conducir a repensar y a profundizar la democracia».
Cardozo conceptuó que «el modelo económico colombiano es un fracaso» y que históricamente «las élites se las han ingeniado para que todo siga igual», mientras que «el Ejército sigue siendo el brazo armado del bipartidismo y la oligarquía».
«Nada garantiza que haya seguridad jurídica ni política, nada garantiza que procesos que han costado mucho esfuerzo sean revertidos por gobiernos futuros», expresó en referencia al reciente llamado del Fiscal General de la Nación a dirigentes del M-19, que serán interrogados con relación a los sucesos del Palacio de Justicia, ocurridos hace 30 años.
Lo que falta en La Habana
La Cumbre fue clausurada por el escritor y ensayista William Ospina, quien leyó un juicioso texto en el que concluye que el proceso de paz requiere «ese viento fresco de una sociedad que sin esperar permiso de nadie comience las tareas de la reconciliación».
De la ponencia destacamos los siguientes planteamientos :
*»Una de las causas más evidentes de la proliferación de las guerrillas en el último medio siglo ha sido el cierre del espacio para el debate político. Uno pensaría que el llamado a la paz es un llamado a que las guerrillas abandonen las armas y acepten participar desarmados en la lucha política. Por eso es tan sorprendente que en medio de las bengalas del proceso de paz parezca abrirse camino la decisión de negar a la guerrilla desmovilizada un espacio activo en la democracia. El hundimiento en los debates del Congreso de la posibilidad de que los guerrilleros participen de la vida pública muestra cuán en contravía del proceso de paz marcha el mundillo político, y cuán difícil será aclimatar una reconciliación verdadera».
*»Sin embargo, es nuestro deber creer en la paz y esforzarnos porque avance. Mi opinión es que al proceso, antes que una adhesión rendida, le ayuda más un apoyo crítico, exigente, que vea más allá de los acuerdos y de los estrados, de la venganza y de la victoria, y que se reafirme en la convicción de que los acuerdos valen no tanto por lo que obtengan para los bandos negociadores sino por lo que obtengan para ese país humilde que ha padecido décadas de violencia, que ha perdido a sus hijos y a sus padres en la guerra, que ha visto marchitarse sus esperanzas y cerrarse sus oportunidades, y que es sin embargo el país que podría hacer la paz porque es el que más la necesita, y el que finalmente podría garantizárnosla a todos.
*»El actual proceso de paz, amenazado por un esquema burocrático y conservador, hostil al cambio social, carece de una visión de la ciudad como escenario de la paz posible, carece de un proyecto de juventudes verdaderamente audaz y renovador, cosa que es gravísima porque aquí la juventud es la guerra, carece de un proyecto cultural dinámico, imaginativo y creador que ayude a convertir el sueño de la paz en un hecho de las calles y de los barrios, de las veredas y de los pueblos, de las comunidades más vulnerables y de la juventud capaz de abnegación y de fiesta».
*»¿Qué decir de quienes hemos vivido una tormenta bélica de 50 y aun de 70 años? La nuestra tal vez no ha tenido la intensidad y la calcinante enormidad de las guerras mundiales, pero ha desgastado persistentemente nuestros valores, desgarrado el tejido social, socavado los principios de convivencia, obrado lo que debemos llamar una degradación totémica, y ha dejado una inocultable trama de horror en varias generaciones».
*»La paz exige superar todo eso. La paz no puede ser apenas un pacto de élites armadas. Ese acuerdo debe ser un comienzo, pero todos deberíamos estar construyendo desde ya ese relato de complejidad y solidaridad colectiva. Más aún, acaso nunca veremos de verdad los acuerdos si no ocurre ese despertar ciudadano que, sin privarse de mirar al pasado y de exigir la indemnización de las víctimas, ponga el énfasis en el futuro, en inventar la normalidad desconocida y en adivinar la Colombia que nos ha negado la guerra».
*»Tal vez lo que están necesitando los diálogos de La Habana es ese viento fresco de una sociedad que sin esperar permiso de nadie comience las tareas de la reconciliación, y se reencuentre con su maravilloso territorio y con las posibilidades que le ha negado el vicio hereditario de la discordia».
Tres jornadas de aportes
La Cuarta Cumbre Nacional por la Paz contó en su sesión preliminar, el miércoles 11 de noviembre, con la conferencia del académico cubano Pablo Guadarraga, quien disertó sobre la conflictividad del ser humano y la búsqueda de la paz.
También intervinieron Frisco González, director del periódico El Gato, y Jaime Galarza, ex rector de la Universidad del Valle, que hicieron la presentación del libro Rafael Uribe Uribe.
En la sesión del primer día, el jueves 12 de noviembre, disertaron los catedráticos Albero Ramos Garbiras, Carlos Medina Gallego, Alfredo Beltrán Sierra y Jaime Gilberto Mejía. Se escucharon también las palabras testimoniales del deportista Alexis Viera.
A la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, que se cumplirá en 2016, seguramente le corresponderá abordar reflexiones sobre los acuerdos ya pactados, como espera todo el pueblo colombiano que ocurra en marzo de ese año.
Blog del autor: http://parentesiscali.
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