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Las falacias del crecimiento económico

Fuentes: ANNCOL

Se vienen proclamando los éxitos de la política económica uribista, a la cual se atribuyen falsamente los altos índices del crecimiento, que el año pasado alcanzaron casi el 7% del PIB. Y se asegura que vendrá una etapa de «crecimiento sostenido» que resolverá, de una vez por todas, la pobreza y la desigualdad. Desde luego, […]


Se vienen proclamando los éxitos de la política económica uribista, a la cual se atribuyen falsamente los altos índices del crecimiento, que el año pasado alcanzaron casi el 7% del PIB. Y se asegura que vendrá una etapa de «crecimiento sostenido» que resolverá, de una vez por todas, la pobreza y la desigualdad.

Desde luego, ambas previsiones son falsas. La fase expansiva del ciclo capitalista no depende de la voluntad de un Gobierno, sino que está determinada por las propias leyes del mecanismo económico. Que tampoco es sostenible, en razón de la naturaleza del capitalismo. La expansión es solo un momento del desarrollo, que discurre a través de saltos y contradicciones insolubles.

Por esas consideraciones, no es de extrañar que hayan comenzado a aflorar las lacras de una estructura tan vulnerable y deformada como lo es la colombiana, sesgada, además, por la orientación neoliberal de las últimas décadas, que ha hecho aún más dependiente y atrasado el tradicional modelo primario-exportador del país.

Desde el punto de vista económico, se pretende explicar el índice de crecimiento por la inversión privada (sobre todo extranjera) y por el aumento del consumo directo de la población.

Pero ambas vías, están mediatizadas por el tipo de desarrollo actual. La inversión extranjera no se incorpora a nuevas producciones ni a la creación de empresas. Lo que hace es apoderarse de las empresas nacionales, creadas hace tiempo. Lo único que cambia es la propiedad del capital. Al mismo tiempo, la exportación de utilidades, que llegó el año pasado a 4.500 millones de dólares, desangra la economía, impidiendo la acumulación de capital.

En cuanto al consumo, proviene sobre todo del crédito de consumo, que el año pasado creció en un 43%. De ahí la alarma actual, porque crecen las deudas no pagadas, mientras las tarjetas de crédito reportan una insolvencia de 1.5 billones de pesos.

Las dificultades del modelo se reflejan en los fenómenos que están alarmando a los analistas. La incontrolable revaluación del peso que atenta contra la doctrina exportadora del sistema. La inflación, que en solo tres meses está copando el 80% del índice previsto para el año. El déficit de la balanza comercial y el de la balanza de pagos, que llega al 2.5% del PIB.

El Banco de la República se limita a comprar dólares en grandes cantidades al tiempo que eleva la tasa de interés, fracasando en sus contradictorias medidas.

Lo único positivo sería un cambio de política y de modelo para avanzar hacia una posición progresista que beneficie los intereses populares y nacionales.