Fueron las FARC. Esta es la única hipótesis que el Gobierno ha planteado desde que conoció el secuestro y, posteriormente, el asesinato del gobernador del Caquetá Luis Francisco Cuéllar. El presidente Álvaro Uribe dijo en una alocución [1], el martes a las nueve de la noche, que las Farc tenían todas las garantías para liberar […]
Fueron las FARC. Esta es la única hipótesis que el Gobierno ha planteado desde que conoció el secuestro y, posteriormente, el asesinato del gobernador del Caquetá Luis Francisco Cuéllar. El presidente Álvaro Uribe dijo en una alocución [1], el martes a las nueve de la noche, que las Farc tenían todas las garantías para liberar al cabo Pablo Emilio Moncayo y los demás secuestrados, pero en cambio habían perpetrado este crimen. Y reiteró la recompensa de mil millones de pesos «a los ciudadanos que con su información nos facilite la captura de terroristas, integrantes de la columna Teófilo Forero de las Farc, responsables de este secuestro y de este asesinato».
El Presidente dijo que al Gobernador lo habían degollado para evitar hacer ruido porque ya «intuían el operativo envolvente de las Fuerzas Armadas». Diez helicópteros y más de cien policías y soldados le seguían el rastro a los secuestradores.
Esa es una de las interpretaciones de por qué lo mataron a pesar de que el Gobernador le ‘servía’ más al grupo guerrillero vivo, como un trofeo de guerra y como un secuestrado más para engrosar el grupo de los oficiales que llevan más de diez años secuestrados. El seguimiento por parte de las Fuerzas Militares mientras la guerrilla escapaba por la zona rural de Florencia, habría propiciado la quema del vehículo y el posterior asesinato de Cuéllar. Ante un eventual rescate, las Farc no habrían dudado en ejecutar a su víctima.
La otra hipótesis
La hipótesis del Gobierno tiene sentido, pero no es la única. La Silla Vacía entrevistó personas en Bogotá y en el Caquetá que conocen la dinámica del conflicto en la zona y que también creen que las Farc están detrás del asesinato, pero que barajan otra hipótesis sobre los móviles: que el crimen habría sido motivado más por una venganza relacionada con asuntos de política local que por un objetivo claro de atacar la política nacional de Seguridad Democrática.
Después de que los atacantes sacaron al Gobernador de su casa en el barrio Paulo Sexto, en el nororiente de Florencia, el secretario de Gobierno de Caquetá, Edilberto Ramón Eldo, dijo a los medios que en la zona «no opera sino el grupo de las Farc, muy posiblemente son quiénes se lo llevaron». Pero lo cierto es que los paramilitares también tienen una presencia importante en el Caquetá desde hace varios años.
El Caquetá ha sido la cuna y principal refugio de las Farc, pero entre 2001 y 2006, hombres del Bloque Central Bolívar (BCB) de los paramilitares se asentaron en varios municipios del sur de Caquetá como Florencia, Morelia, Albania, Curillo, Valparaíso y Solita, con el fin de controlar el negocio del narcotráfico. Y desde su llegada comenzaron a hacer alianzas con miembros de la élite política del departamento.
Según lo reveló el portal Verdadabierta.com [2], la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía entregó en junio de este año las primeras evidencias sobre la parapolítica en el Caquetá que comprometen directamente al ex representante a la Cámara Luis Fernando Almario y al ex gobernador Juan Carlos Claros, quien fue sucedido en el cargo por el gobernador asesinado ayer y con quien este último mantenía una rivalidad.
Almario fue llamado a juicio y detenido por la Corte Suprema en febrero de 2008 acusado de ser el determinador del crimen de su principal adversario político en el Caquetá Diego Turbay Cote, su mamá y cinco acompañantes. Pero un juez de descongestión judicial determinó que había fallas en la indagatoria y dictaminó su libertad provisional, mientras se le llamaba nuevamente a rendir indagatoria.
Verdadabierta.com explica que uno de los ex jefes políticos del frente Héroes de Andaquíes aseguró, en versión libre el 17 de marzo de 2009, que Almario se reunió con alias ‘Chiqui’ en un apartamento en Bogotá para pactar la colaboración de las autodefensas con su ahijado político, Juan Carlos Claros, para las elecciones a la Gobernación del Caquetá en 2004. A cambio de entregarles parte del presupuesto de la Gobernación, ‘Chiqui’ habría entregado a Claros 20 millones de pesos para su campaña y se habría comprometido a intimidar a la población para que votara por él.
«Según este ex jefe paramilitar que está colaborando con la justicia, dijo que la presión se hizo más fuerte en el municipio de Morelia, también en veredas como La Liberia, Fuente Hermosa, Puerto México, y la Rochela en el corregimiento de Bolivia donde Luis Francisco Cuéllar, candidato opositor de Claros para las elecciones, tenía gran acogida», continúa el portal. Finalmente, Claros venció en las elecciones a Cuéllar.
La segunda mención que relaciona a Claros con el gobernador Luis Francisco Cuéllar es de otro desmovilizado del Bloque Héroes de los Andaquíes, quien confesó en versión libre el 12 de junio de 2009 que alias ‘Quini’ y ‘Tiberio’ dejaron 300 uniformes camuflados en una finca del gobernador Cuéllar en octubre de 2005. «La idea del crimen, que fue presuntamente ordenado por Juan Carlos Claros, era enlodar el nombre de Cuéllar para que la opinión pública lo relacionara con grupos de autodefensa», dice Verdadabierta.com.
A comienzos de noviembre, el gobernador Cuéllar rindió versión libre ante la Fiscalía 11 de Bogotá sobre sus presuntos vínculos con las AUC. Él solicitó personalmente ser escuchado después de que el ex jefe paramilitar Luis Alberto Medina Salazar, alias ‘Cristo Malo’ lo acusara de haber financiado la expansión de los paramilitares en el sur del departamento. El gobernador dijo que se trataba de una persecución política y negó todos los cargos. Pero la investigación seguía abierta.
Independientemente de las motivaciones para asesinar a Cuéllar, este hecho probaría que si las Farc cometieron el asesinato, estarían lejos de estar totalmente derrotadas en el Caquetá, uno de los epicentros de la ambiciosa operación militar Plan Patriotas. Haber entrado en el corazón de la ciudad y sacar a un gobernador de su casa rememora hechos de otra época, como el asalto al edificio Miraflores en 2001 en Neiva.