A mi abuela Leo, quien me confió lo que aprendí de ella: leer
A Dolly, que entregó su mundo a una Escuela.
Mujeres en mi …
La maestra significa un cordón en la historia de vida de cada uno. Nadie olvida su primera maestra, la feminidad esta allí, en cada uno, es un acontecimiento instalado en el tiempo. No se es igual, después de nuestro primer día de clase en la escuela, si cada uno lo olvida, en su memoria estará siempre la maestra que le enseñó a leer y a escribir. ¡Jamás se olvida ¡Esa reposa como un gran cántaro de agua soluble y amplio en nuestras vidas!
Las maestras que enseñan a leer, recorren nuestras vidas, toda nuestra existencia. Nos entran al mundo de la vida, bajo la comprensión escritural.
El acontecimiento en la escuela, es una frontera que se deslinda en un antes y un después en la memoria de cada uno. Es una memoria que reposa en la historia de cada uno. Un maestro es responsable, si su alumno lo recordará con dulzura o con un sabor agrio. No se olvida. Enseñar no es una práctica que va por si sola, es una relación con la vida individual, colectiva en la existencia de cada ser. Se enseña para vivir, para transformar, no para repetir la vida sin más. Hay maestras de diversas etnias: afros, indígenas, campesinas, mestizas de todas las culturas. Ser maestra no va con la genitalidad o una narrativa identitaria. Hoy día ser maestra va más allá de una identidad de sexo, de una identidad excluyente, la maestra es un alma, una fémina que conduce hacia el respeto y el reconocimiento. La maestra es una ciudadana, inserta en la sociedad, debe ser política, social que indique grados de amistad política con las historias de sus alumnos. En ese encuentro, una maestra deber ser solidaria y generosa con sus alumnos, la escuela y su comunidad.
La escuela no es ajena a los acontecimientos de su alrededor: la maestra es el cordón umbilical del centro de la escuela. Ella, genera una memoria en la existencia de su alumno. El alumno lleva a su maestra en su ser, hay un diálogo instalado en su mundo interior, cada uno camina con su maestra en el campo, la vereda, la vecindad, las calles, el barrio, su mundo. La vida del maestro y su convicción de enseñar, implica en cada uno una historia. Cada ser humano recuerda la maestra que le enseñó a leer y a escribir.
En mi memoria, viene un recuerdo (mimesis), cuando mi abuela-“mamá Leoniza” me enseñó a leer y a escribir. Ella con paciencia entraba en nuestro mundo, nos hacía descubrir la magia de las vocales, las consonantes y sus futuras relaciones para construir pensamiento. Leer es pensar. No olvido como amaba la poesía, recitaba trozos del poema “Flores Negras” del poeta colombiano Julio Flores, con ello nos adentraría amar la poesía colombiana, nos cambiaria la vida. Aprendimos a leer través de su sensibilidad por la poesía, las narrativas de cuentos, lecturas dirigidas en voz alta, deletreando palabras y relacionándolas. Su enseñanza era con suma paciencia. Nos condujo hablar con respeto, paciencia, que aprender a leer en la vida es significarse y relacionarse con el mundo. En esa seña del tiempo, ella con su enseñanza significó que cada ser es narrativo y que la lectura nos cambia. Recuerdo su poema preferido de Julio Flores-
Flores Negras
Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
entre polvos de ensueños y de ilusiones
yacen entumecidas mis flores negras.
Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos, auroras que no eran mías.
Ellas son mis dolores, capullos hechos;
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces, cual los helechos
en las húmedas grietas de las montañas.
Ellas son tus desdenes y tus reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son, por eso, tan negras como las noches
de los gélidos polos, mis flores negras.
Guarda, pues, este triste, débil manojo,
que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
guárdalo, nada temas, es un despojo
del jardín de mis hondas melancolías.
Las maestras que enseñan a leer hacen parte de las
narrativas de nuestras vidas, están allí para instalarse y quedarse para
siempre en nuestra memoria.
[1] Fragmento de un Texto a publicar.