Primero fueron las advertencias, después las descalificaciones, ahora afirman que la Organización de Comunidades Mapuche Tehuelche ’11 de Octubre’ aplica «metodologías incipientes del terrorismo urbano». Desde el inicio del conflicto entre el Grupo Benetton y el Pueblo Mapuche, por las tierras Leleque, los ‘dueños de la tierra’ auguran una nueva caza de brujas contra ‘la […]
Primero fueron las advertencias, después las descalificaciones, ahora afirman que la Organización de Comunidades Mapuche Tehuelche ’11 de Octubre’ aplica «metodologías incipientes del terrorismo urbano». Desde el inicio del conflicto entre el Grupo Benetton y el Pueblo Mapuche, por las tierras Leleque, los ‘dueños de la tierra’ auguran una nueva caza de brujas contra ‘la gente de la tierra’. Una estrategia que desde hace décadas se aplica en el continente y que en nuestro país comenzó a evaluarse ‘seriamente’ a partir de la intensificación de las demandas mapuche en el sur de Chile y los levantamientos indígenas en Bolivia y Ecuador. Una estrategia en la que confluyen terratenientes, funcionarios públicos, intelectuales y periodistas.
El 4 de julio el periodista Daniel Gallo, del diario La Nación, publicó el artículo Reclamo indígena y populismo en el que se refirió a la confluencia de pueblos originarios y movimientos piqueteros. Allí destacaba: «La corriente de indigenismo que en los últimos tiempos ha sacudido al continente y derrocado a gobernantes en Bolivia y Ecuador se encuentra a las puertas de la Argentina, donde – aunque aislados – ya han estallado conflictos por posesiones de tierras. (…) Sin la magnitud que ese fenómeno adquiere en otros países de América latina, los denominados pueblos originarios se encuentran en un incipiente proceso de organización en la Argentina, impulsados por esas imágenes que les transmiten el posicionamiento social y político de una corriente indigenista que atraviesa el continente».
En su artículo incluyó testimonios de intelectuales, ex funcionarios, dirigentes sociales y miembros de las fuerzas armadas y de seguridad. Una de sus fuentes fue Angel Tello – ex viceministro de Defensa de Fernando De la Rúa, graduado en relaciones internacionales en la Sorbona y docente de las universidades nacionales de La Plata y Buenos Aires – quien afirmó: «El fenómeno indigenista es más preocupante por lo que puede llegar a ser que por lo que es actualmente. En algún caso puede derivarse en una escisión territorial, pero no le veo posibilidad de ser un factor decisivo dentro de sistemas políticos más amplios».
Se hizo eco de un artículo del escritor Marcos Aguinis, publicado en La Nación, en el que subrayaba: «La reivindicación indigenista se basa en mitos, confunde, distorsiona y contiene la trampa de conmover nuestros sentimientos de solidaridad. Así como el marxismo conmovía con su promesa de poner fin a la explotación del hombre, y sólo llevó a nuevas formas de explotación y tragedia, el indigenismo promete acabar con las injusticias padecidas desde los tiempos de la colonia y sólo conseguirá profundizar su marginación».
Destacó las observaciones de José Luis Fernández Valoni, embajador en Ecuador entre 1992 y 1995, quien «se sorprendió por la influencia intelectual que ejercían sobre el movimiento indigenista muchas organizaciones no gubernamentales europeas, en especial francesas y holandesas», y afirmó: «El fenómeno se irradia a la Argentina desde los países con un alto porcentaje de población indígena». Y hacia el cierre del artículo, de notable producción, Gallo concluyó: «Sin la amplificación que dan las multitudinarias marchas en Bolivia, ni la agresividad en el sur chileno, el surgimiento de lo que se denomina un reclamo por las tierras empieza a rebotar en nuestro país…».
Laboratorio Chubut
El 2 octubre de 2002 la policía chubutense desalojó a Atilio Curiñanco y Rosa Rúa Nahuelquir de las tierras del paraje Leleque en que se habían asentado poco antes. Inmediatamente la organización mapuche tehuelche convocó a una protesta en el ingreso a la Estancia Leleque, perteneciente al grupo italiano, para el 11 y 12 de octubre. En un comunicado subrayaba: «Esta historia no termina acá, tenemos la oportunidad los mapuche y no mapuche de escribir otro final: Los Curiñanco regresarán a su tierra». Y la Sociedad Rural de Esquel salió al cruce con una solicitada en la que comparaba a Benetton con los ahorristas y a la familia Curiñanco con los bancos que se habían alzado con el dinero. Llamaba a respetar el Estado de Derecho y advertía que si el Estado permitía una vez más la violación de la propiedad privada se podría volver a oscuras épocas de nuestra historia reciente… la violencia. El texto dibujaba entre líneas un Estado de Derecho más afín al remington a repetición que a la reforma constitucional del ’94.
Luego el tema quedó en el freezer, las movilizaciones contra la minería eclipsaron el conflicto y la tensión se proyectó hacia otro lugar, renovándose en febrero de 2003 – durante otra protesta realizada el 8 y 9 frente a la Estancia -. En un comunicado difundido días después la Organización ’11 de Octubre’ señalaba: «Durante ambos días hubo un gran despliegue de efectivos de la Policía de la Provincia del Chubut y Gendarmería Nacional, como así también personas de civil que nos filmaron y fotografiaron desde vehículos particulares. La estancia Leleque fue la base de operaciones de estas fuerzas de ocupación de nuestro Wallmapuche. Nuevamente se evidenció la sumisión del Estado al poder económico, actuando las ‘fuerzas de seguridad’ como guardias privadas de la corporación Benetton». Un importante despliegue de gente y vehículos que habrán costado un par de miles de pesos.
«Esta lucha por la reafirmación de nuestros derechos y contra la usurpación y saqueo del Wallmapuche está creciendo día a día y quienes detentan el poder económico y político lo saben – destacaba el comunicado -. Por eso cuando estábamos regresando a nuestros hogares Gendarmería Nacional y la Policía de la Provincia del Chubut montaron un operativo en el acceso a la ciudad de Esquel para identificar a cada uno de nosotros.»
Después de aquella protesta no hubieron más advertencias ni seguimientos aunque si campañas de prensa, que se intensificaron en abril al acercarse la fecha del juicio contra los Curiñanco. El 30 de mayo, un día antes que el Juez Correccional de Esquel, Jorge Eyo, diera su veredicto respecto a la acción civil – el matrimonio mapuche había sido absuelto en la causa penal – la Federación de Sociedades Rurales del Chubut publicó una solicitada en los periódicos del noroeste de Chubut. Ya no era la voz solitaria de la Sociedad Rural de Esquel sino la federación provincial. El texto retomaba los argumentos del comunicado anterior e iba unos pasos más allá: «La quiebra del estado de Derecho ha provocado a la sociedad argentina a lo largo de la historia nacional, muy dolorosas y traumáticas experiencias. La memoria de tales experiencias debiera importar que todos los sectores de la comunidad redoblen el más indoblegable de los compromisos con la vigencia y desarrollo del modelo de organización y convivencia social que resulta del estado de derecho».
Párrafos más abajo declaraba: «Se conmueve la seguridad jurídica y con ello el Estado de Derecho cuando se pretenden quebrantar las normas que regulan la convivencia a partir de imprecisas y parcializadas interpretaciones de acontecimientos históricos o cuando se intenta aprovechar la simpatía que pudiere resaltar (sic) de diferencias sociales y económicas. Y advertimos, es la seguridad jurídica el fundamento que propicia las inversiones y con ellas el trabajo genuino, la producción y los impuestos que posibilitan al Estado la distribución de la riqueza. (…) Sin seguridad jurídica, como el que ya tuviéramos oportunidad de aprender dolorosamente, sólo se construye el caos, la violencia, la pobreza y el quebrantamiento de los derechos humanos sociales y políticos. La inclusión, el progreso social, la satisfacción en definitiva de las necesidades y aspiraciones de todos los habitantes del Chubut, no habrán de resultar de conductas oportunistas y menos del claro quebrantamiento de la ley».
Y hacia el final enfatizaba: «Confiamos en que los poderes legítimamente constituidos de nuestra provincia, habrán de continuar garantizando íntegramente, el cumplimiento del ordenamiento constitucional y de las leyes que derivan. Nos toca a los administrados en tanto, cumplir las normas evitando las tentaciones de encontrar inadmisibles atajos por vías del quebrantamiento del estado de Derecho, aún cuando los fines aparezcan como deseables para grupos o facciones. Del rumbo que adopte el Estado, hará (sic) de resultar en definitiva la sociedad en que habremos de convivir y aquella que legaremos a nuestros hijos».
El 2 de junio la revista La Semana publicó un informe sobre el conflicto, allí el vocero de la Compañía de Tierras Sud Argentina S.A. (Benetton), Alberto Mazzuchelli, sostuvo «que el matrimonio Curiñanco es usado como conejillo de Indias por esta gente (la Organización ’11 de Octubre’). El grupo pide tierras como lo hace en La Angostura (¿en referencia a las demandas territoriales de las comunidades mapuche Paichil Antriao y Quintriqueo?), para luego venderlas a bajo precio». La demanda mapuche reducida a un turbio negocio inmobiliario, estrategia más relacionable a corporaciones que se alzan con cientos de miles de hectáreas que a un pueblo milenario. Sólo resta saber si Mazzuchelli cree en lo que dijo o sus declaraciones fueron parte de la estrategia de prensa diseñada por la agencia de relaciones públicas Burson Marsteller, contratada por la Compañía para que manejara su imagen. Burson Marsteller la misma agencia que para la dictadura militar, en vísperas del Mundial ’78, estampó el eslogan: «Los Argentinos somos Derechos y Humanos».
Casamiqueleando (la academia habla)
El 24 de septiembre el investigador Rodolfo Casamiquela presentó en el salón de la Cooperativa de Servicios 16 de Octubre de Esquel su libro El linaje de los Yanquetruz, una actividad programada por la Subsecretaría de Cultura del municipio. Al momento de iniciarse la conferencia, miembros de la Organización 11 de Octubre manifestaron su descontento por la presencia del artífice de una historia que adjudica a los mapuche el supuesto exterminio de los tehuelche. Versión que libra de culpas a estancieros, iglesias y Estado.
La trayectoria de Casamiquela, en este sentido, es tan larga como la lista de repudios hechos por organizaciones mapuche de Neuquén, Río Negro y Chubut. Buena parte de su discurso puede resumirse en las declaraciones formuladas al diario Río Negro y publicadas el 6 de setiembre. En aquella oportunidad el director de la Fundación Ameghino destacó: «El mapuche es chileno y pasa al ámbito pampeano de la Argentina en 1820 cuando las guerras intestinas de Chile, que son las mismas de acá con la Revolución de Mayo. Pero a la Patagonia los mapuches llegaron con la conquista del desierto entre 1890-1900. Son muy pocos los mapuches verdaderos».
«Los derechos que reclaman hoy los mapuches sobre la tierra no existen», afirmó el investigador – presidente del Consejo Asesor Honorario del Museo Leleque, perteneciente al Grupo Benetton -, y aseguró: «las cosas se están moviendo políticamente. El tema es la tierra. Entonces, los mapuches de Chile dicen que son argentinos y empiezan a reivindicar que están de toda la vida en la Argentina. Pero al historiador eso no le importa y los políticos, los abogados no lo saben si no…». Sin poder abstraerse de su pasión por las clasificaciones sostuvo: «Las agrupaciones indígenas son políticas y, algunas, catequísticas como el CAI (Consejo Asesor Indígena, de Río Negro), que buscan otra finalidad. Los tehuelches no se agruparon y por ahí se aceptan como mapuches-tehuelches, como en Chubut».
Cabe destacar que en setiembre de 2003 la Secretaría de Turismo y Áreas Protegidas de la Provincia de Chubut y la Fundación Ameghino firmaron un Convenio marco de Cooperación, Asistencia Técnica y Complementación, entre cuyos objetivos se plantea la realización de trabajos de desarrollo y estudios de investigación, docencia y divulgación.
Casamiqueleando II (la prensa dice)
La protesta mapuche tehuelche en la conferencia de Casamiquela generó una batalla mediática en la ciudad. Una de las primeras personas en salir al ruedo fue el periodista Ricardo Bustos, conductor del programa Revista productiva y económica que se emite por Radio Nacional Esquel y que cuenta con el auspicio de la Compañía. Mediante una nota de opinión publicada por el diario El Oeste el 30 de setiembre, titulada sabiamente «Un atropello a las ideas…», dio a conocer su posición.
Luego de detallar un extenso curriculum de Casamiquela, destacando su ‘autoridad’ académica para opinar, y descalificar a la Organización ’11 de Octubre’ y a uno de sus werken – vocero -, Mauro Millán, subrayó: «La metodología de la ocupación ‘pacifica’ de espacios públicos, del agravio grosero al que no piensa igual a nosotros, la costumbre de repudiar a personas que difieren con nuestro pensamiento, es a todas luces, un atentado en contra del pensamiento libre, más cercano al fenómeno piquetero que a la libre expresión de las ideas». Se ve que con la reactivación de La Trochita – el Expreso Patagónico – el tren de la criminalización de la protesta social pasaba cerca y aprovechó a subir.
«Alguien tiene que decirlo,…aunque resulte antipático y políticamente riesgoso,…alguien tiene que decirlo:,….la organización 11 de octubre no representa a la totalidad de los miles de argentinos de raza mapuche que noblemente y con dignidad trabajan a diario sin acudir a la descalificación grosera, o a la usurpación de propiedades ajenas o a las metodologías incipientes del terrorismo urbano». Del fenómeno piquetero al terrorismo urbano, con escala en las razas y la usurpación de tierras. Un viaje a la mano dura, con combinaciones en conceptos arcaicos y doctrina bushiana. El último grito de la moda en el Pentágono.
«Quizás debamos de prestarle más atención a algunas organizaciones – pseudo ambientalistas y pseudo indigenistas asociadas sinergicamente – conducidas y financiadas por gente en las sombras que se arrogan derechos de propiedad sobre vastas extensiones de tierras y de ideas, impidiendo todo desarrollo económico y humano. Esto se basa en estrategias coordinadas con precisión , con selecto grupos ideólogos y multitud de adherentes desinformados que los siguen, creyendo que apoyan causas nobles y útiles.» Del enemigo interno a la sinarquía – el poder en las sombras que domina el mundo – con parada en ‘idiotas útiles’. Conspiraciones a la medida de un valiente superhéroe.
«Recuerdo acá una reflexión del pensador francés Jean Francois Revel, quien con su conocida agudeza plantea la duda al preguntarse: ‘….si los actuales ideólogos del ecologismo y del indigenismo son personas sinceras o simplemente farsantes que descubrieron un modo de vida muy cómodo….'» Haciendo gala de su ilustrada pluma, el colega cita al intelectual liberal, promotor de la globalización, para reafirmar sus dichos. Lástima la frase elegida, ya que en ella no se percibe la agudeza que le atribuye. Tal vez una mejor elección, que se acerca más a las afirmaciones de Bustos, hubiera sido: «La primera de las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». Cita con que Revel abre el primer capítulo de su libro El Conocimiento Inútil.
Tal vez a esta altura resulte conveniente destacar la recomendación que hiciera al gobierno chileno el relator especial de Naciones Unidas, Rodolfo Stavenhagen. En un informe elaborado tras recorrer ese país en 2003 sostuvo: «Bajo ninguna circunstancia deberán ser criminalizadas o penalizadas las legítimas actividades de protesta o demanda social de las organizaciones y comunidades indígenas. No deberán aplicarse acusaciones de delitos tomados de otros contextos («amenaza terrorista», «asociación delictuosa») a hechos relacionados con la lucha social por la tierra y los legítimos reclamos indígenas (p. 69 y 70)».
Casamiqueleando III (el concejal repite)
«En las reivindicaciones por derechos indigenistas – amplió el concejal de la UCR – puede haber dos lecturas: Una que tiene que ver con quienes bregan por la igualdad de oportunidades para los descendientes de culturas originarias, lo que dijo compartir, y la otra, en la que detrás puede estar el modo de vida de quienes tienen la defensa de esos derechos para sobrevivir o vivir bien de esta forma, y ‘en nuestra zona hay gente que gracias a su tarea de supuesta reivindicación indigenista, ha llegado a viajar a Francia más de una vez'». Tales afirmaciones corresponden al edil esquelense Sergio Ongarato y fueron publicadas en el diario El Oeste el 1 de octubre.
En la nota no se especifica cuál es el problema que tiene el concejal en que uno o varios mapuche viajen a Francia. Vale aclarar no existieron tales viajes a ese país, sí a otros de Europa y América y también a decenas de ciudades de la vasta geografía argentina. Tampoco se destaca en la nota, tal vez el concejal lo haya dicho, que todos los viajes tuvieron por fin denunciar atropellos y la desatención de sus demandas por el Estado.
«También planteó la suspicacia si detrás de esa defensa no está el interés de hacerse de grandes extensiones de tierras, para acotar que no se deben bajar las banderas de la lucha por los derechos de los descendientes de aborígenes. Pero – enfatizó el arquitecto – no hay que aprovecharse de estas cuestiones para hacer de ello un modo de vida.» Resulta revelador que el dos veces concejal, e hijo de otro funcionario público de larga trayectoria, destaque que podría haber gente que vive de la política. Sería bueno que de cuenta de las casas fastuosas o campos que poseen quienes han hecho de la demanda indígena «su modo de vida».
A continuación de las declaraciones del edil – ferviente defensor del proyecto minero de Meridian Gold en la localidad -, y en la misma nota, El Oeste informó: «En la sesión de ayer también estuvo en la consideración la problemática de los perros sueltos y se acordó invitar al recinto al veterinario Ricardo De Oro, para que hable de la aplicación de la ordenanza que rige el asunto». Resulta muy atinado que los concejales se ocupen del tema, la situación obliga que a la brevedad se tomen cartas en el asunto.
Primera piedra
El calificativo terrorista tal vez surgió de la verborragia de un periodista, de una estrategia publicitaria, de una campaña disociante, de una política represiva… de un idiota… Ya está. Es la primera piedra. La palabra ya fue pronunciada y tal vez ahora la volvamos a escuchar cientos de veces, hasta que se la tome como una verdad… que llame a las consecuencias. Tal vez no la volvamos a escuchar jamás y algún día recordaremos el exabrupto en una sobremesa.
En la Era de Bush esta palabra no funciona como un descalificativo sino como una amenaza de muerte. En el presente del Pueblo Mapuche esta palabra no funciona como un descalificativo: decenas de dirigentes presos en las cárceles de Chile, enfrentando duras condenas por el supuesto delito de ‘asociación ilícita terrorista’; decenas en la clandestinidad, que optaron por no someterse a la justicia del winka – opresor -; cientos con causas judiciales pendientes; una organización ilegalizada. Y los muertos… no muertos: asesinados. Alex Lemún, Julio Huentekura Llancaleo…
Otros recorrieron el mismo camino que Bustos años atrás. Y Bustos escribe la palabra de la muerte en momentos en que la Patagonia vive el avance de corporaciones mineras, que quieren instalarse a pesar de la resistencia popular. Escribe la palabra de la muerte en momentos en que la Sociedad Rural, si bien conserva mucho poder en la región, ya no tiene la sartén por el mango y es cuestionada por la emergencia mapuche. Escribe la palabra de la muerte en momentos en que la sociedad civil… el pueblo, intenta decidir sobre su destino, diciendo NO a las mineras, a las represas, a los latifundios… Escribe la palabra de la muerte cuando los mapuche tehuelche avanzan con sus demandas. Escribe la palabra de la muerte, cuando en otras latitudes ya la escribieron, y crearon al fantasma y el conjuro para destruirlo llegó marcando el paso para imponer la paz de los sepulcros. Escribe la palabra de la muerte y la palabra es sólo un medio que persigue fines.
* Su autor es periodista, corresponsal de Indymedia y del Periódico Azkintuwe en el Puelmapu.