No a las migajas de Piñera. Abajo el estado de emergencia, fuera los militares. Ahora es cuando: acabemos con todo el régimen y la herencia de la dictadura. Tras un nuevo día de movilizaciones en diversas ciudades del país, y en el marco de la extensión del Estado de Emergencia con los militares al mando […]
No a las migajas de Piñera. Abajo el estado de emergencia, fuera los militares. Ahora es cuando: acabemos con todo el régimen y la herencia de la dictadura.
Tras un nuevo día de movilizaciones en diversas ciudades del país, y en el marco de la extensión del Estado de Emergencia con los militares al mando en la mayoría del país, Sebastián Piñera dio un nuevo giro en su política para buscar salvar su jaqueado gobierno y sostener al régimen y las herencias de la dictadura, cuestionadas por la rebelión popular.
Tras una serie de reuniones con los partidos de la derecha de Chile Vamos y de la vieja Concertación, como la Democracia Cristiana (DC), el Partido por la Democracia (PPD) y el Partido Radical (PR), Piñera presentó en cadena nacional una serie de reformas mínimas que buscan salvar a su repudiado gobierno y que ha puesto en entredicho, incluso, la propia cabeza del presidente del país. Entregan pequeñas concesiones manteniendo lo fundamental de las herencias y del régimen heredero de la dictadura, para no perderlo todo.
Mientras buscaba dialogar sus anuncios «sociales» mínimos y que no tocan los pilares de las herencias de la dictadura, Piñera planteó la mantención del reaccionario Estado de Emergencia que tiene a los militares en la calle con toques de queda, con cerca de 15 muertos oficiales, mientras se descarga la brutalidad policial y militar contra los sectores más populares, denunciados en miles de videos que terminan en total impunidad.
Tomando medidas que le entregaron los partidos de la ex Nueva Mayoría nombrados, Piñera prometió entre sus medidas centrales: aumentar un 20% de la Pensión Básica Solidaria y del Aporte Previsional Solidario; un ingreso mínimo mensual de $350.000; poner urgencia al proyecto de ley de «seguro catastrófico de enfermedades»; «prometió» ampliación del convenio de Fonasa con farmacias para «reducir el precio de los medicamentos». El gobierno también aprovechó de hacer demagogia ante el profundo malestar que siente la población por los sueldos millonarios que ganan las y los parlamentarios y prometió que presentaría un proyecto para reducir la dieta parlamentaria.
La gran mayoría de estas medidas son parte de la agenda de la Democracia Cristiana, y respaldas por otros partidos de la vieja Concertación. Por eso les «agradeció» su comprensión y su unidad en estos momentos. Ya el domingo estos mismos partidos, a través de los jefes de Diputados y Senado, se habían reunido con Piñera y le habían planteado un «acuerdo de gobernabilidad». Se trata de un intento de «unidad nacional» de amplios sectores de los grandes empresarios y partidos del régimen.
El temor a que la rebelión popular escale y a que irrumpan sectores estratégicos de la clase trabajadora y de la juventud con una huelga general activa y de lucha que abra tendencias revolucionarias que planteen su caída, Piñera ha ensayado una nueva maniobra sostenida por los grandes empresarios, medios de comunicación de masas y por los políticos de la vieja Concertación, estos últimos como salvavidas de Piñera.
Pero lo cierto es que estas medidas mínimas sólo tienen un objetivo: salvar al gobierno que ha quedado jaqueado y apoyarse en un pacto dentro del régimen con pequeñas concesiones que permitan contener y desviar el proceso abierto.
Se trata de migajas pues en el caso de las pensiones, aunque beneficiaría a cientos de miles, son aumentos paupérrimos que seguirán dejando a las y los jubilados con pensiones de miseria y de hambre, incluso seguirán bajo el salario mínimo. No solo eso, sino que será en la medida «que se apruebe el proyecto de ley» que protege el negocio y saqueo de las odiadas AFP a quienes les seguirán entregando los ahorros de la clase trabajadora. Aunque el «ingreso mínimo» de $350.000 es quizá lo más audaz, será un «subsidio» a cargo del Estado que sigue estando muy bajo del costo de la canasta básica familiar, sin modificar el salario mínimo más bajo aún, manteniendo salarios de pobreza para vivir a costa del endeudamiento. La «promesa» de rebaja de medicamentos no es más que una promesa y que mantiene la salud de mercado que es de miseria para el pueblo trabajador. Se mantienen las AFP y pensiones de hambre; sueldos de pobreza; salud y educación como un negocio; y así sumamos. Además, muchas son «promesas» de proyectos de ley o medidas administrativas que ni siquiera son seguro la realizarán.
El régimen autoritario chileno heredero de la dictadura no está dispuesto a conceder nada estructural que cambie las condiciones de vida de la clase trabajadora y el pueblo, y por eso solo anuncia migajas que no modifican en nada la situación de precariedad estructural a que nos condena este sistema, que mantiene todas las herencias de la dictadura en pie ni a los grandes poderes dominantes del país.
Tienen miedo a perderlo todo, por eso anuncian estas medidas y Piñera tiene que «retroceder» de su discurso duro, lo que muestra el temor a que la situación se siga desbordando y se profundice la rebelión que termine echando a Piñera. Dicho temor y giro se había expresado en la conocida «filtración» de un audio de la primera dama, Cecilia Morel, a una amiga, con su frase «debemos disminuir nuestros privilegios y repartir» pues la situación era «muy, muy, muy» grave, que parecía una «invasión extranjera, alienígena».
Todo este discurso estuvo marcado por la continuidad de la línea brutalmente represiva del gobierno con los militares al mando de las calles y toques de queda continuos que se han extendido casi al 80% del país, que ha cobrado la vida de jóvenes y trabajadores, ha detenido a miles de personas bajo el control de los militares, decenas de heridos graves y se habla de desaparecidos. Piñera busca desviarnos a esta trampa institucional y sacarnos de las calles con unas pocas migajas mientras mantiene el Estado de Emergencia, usando métodos que hacen recordar a dictadura, sobre todo en las poblaciones y comunas periféricas del país.
Mientras intenta dividir haciendo concesiones a sectores de trabajadores y capas medias, reprime la juventud combativa y atemoriza con los militares los sectores más pobres y periféricos, donde han logrado controlar parcialmente los hechos más violentos, incluso con alcaldes derechistas buscando organizar vecinos de clase media contra los pobres.
Es tan grave y brutal el nivel de represión por parte del gobierno que este martes en la noche tras el discurso, fueron detenidos por militares y en su propio edificio, de forma completamente legal y arbitraria, tres estudiantes secundarios, entre ellos dirigentes y militantes de las Juventudes Comunistas, y entre ellos Valentina Miranda, vocera de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (CoNes), en un caso directo de persecución política.
Las respuestas no se hicieron esperar. La mayoría de la vieja Concertación salió a celebrar las medidas, aunque considerando que algunas son insuficientes, son hoy el principal apoyo y sostén de Piñera y quienes cogobernaron durante 30 años con la derecha. Todos los partidos de la decadente ex Concertación durante esta tarde se pasearon por los pasillos de La Moneda dando sus respetos a la herencia de la dictadura.
En el caso del Partido Comunista y el Frente Amplio, aunque no participaron de las reuniones con Piñera, su política es ver «lo bueno, lo malo y lo feo» como dijo el diputado de RD Giorgio Jackson, quien ni siquiera salió a denunciar que son migajas que intentan salvar a un gobierno jaqueado y que mantienen los pilares de la herencia de la dictadura, sino que tampoco denuncian con fuerza que esta agenda la intenta imponer Piñera mientras profundiza el escandaloso estado de emergencia con los militares y los toques de queda, ya en 5 días seguidos. En el caso del Partido Comunista, en boca de su Presidente, el diputado Guillermo Teillier si bien salió a cuestionar el estado de emergencia, señaló que «Tuvo que ocurrir un estallido social con consecuencias tan graves, para que el gobierno al fin estableciera un reajuste de pensiones de 20 por ciento que veníamos pidiendo hace meses.» No denunciaron que son migajas que buscan salvar al gobierno mientras mantiene intactos los pilares de la herencia de la dictadura militar. Así, se ubican como la «pata izquierda» de las maniobras del régimen para acabar con las movilizaciones de masas y terminar con las tendencias que podrían avanzar a una situación revolucionaria.
Mucho menos denuncian, ni el PC ni el FA, a los partidos como la DC, que buscan sostener a este gobierno autoritario y que gobierna para los ricos y grandes empresarios. Al revés, siguen buscando «unidad» con quienes sostienen a un gobierno jaqueado por la rebelión.
El temor y esta maniobra de Piñera no son casual. Tras las masivas manifestaciones del día lunes y con más de 100.000 personas en Santiago, este martes nuevamente decenas de miles se concentraron en las calles. Además, no solo salieron estudiantes universitarios y secundarios, sino que iniciaron huelgas batallones centrales de la clase trabajadora como los portuarios que paralizaron el 90% de los puertos del país y se movilizaron en las principales ciudades con jóvenes, pobladores, mujeres. Los mineros de Escondida paralizaron la mina privada más grande del mundo. Los profesores iniciaron movilizaciones y miles de trabajadores de la salud han realizado asambleas y se han movilizado, adhiriendo también con huelgas y paros. Esa unidad en las calles, con métodos de paro y movilización combativa, unida a la rebelión popular en amplios sectores populares, es una imagen en potencia que ha hecho temblar al gobierno y que de tender a profundizarse podría hacerlo caer. El grito «fuera Piñera» no solo es cada vez más popular, sino que es un sentimiento en millones.
La «huelga general» convocada por las organizaciones como la CUT para este miércoles y jueves, que tendrá movilizaciones y jornadas de protesta, debe permitir profundizar esta unidad y trazar una perspectiva hacia la caída del gobierno y de este régimen heredero de la dictadura, por eso debemos ir hasta el final para tirar abajo la herencia de la dictadura.
La burocracia sindical de la CUT, No+AFP, Confech, y «mesa social», ligadas al PC y al FA, ha sido presionada a dejar de mirar por la galería y convocar una «Huelga General» exigida por varios sectores. Aunque en un primer momento convocaron a un «paro de calles vacías», sin movilización, las masivas protestas de estos días los presionaron a convocar con movilización y protesta, no obstante se reubican para una «vía institucional» y de «diálogo» que solo llevará al fortalecimiento del gobierno.
El temor de la clase dominante y de Piñera ha activado esta maniobra de desvío mientras mantiene a los militares. Como decía el revolucionario León Trotsky, «la burguesía cede algo sólo cuando está amenazada de perder todo» (Adónde va Francia?).
Desde La Izquierda Diario y el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) impulsamos la política de huelga general activa y de lucha, con asambleas, coordinadoras y con continuidad, que ponga en movimiento la enorme fuerza de la clase trabajadora, junto a la juventud y el pueblo. Fuerza que ya se está expresando y que debemos desarrollar, pero no con el objetivo del «diálogo» y de pactos sociales en el marco de las viejas instituciones del régimen como el cuestionado parlamento de la casta de políticos millonarios que legislan para los grandes empresarios y las fortunas, sino para tirarlo abajo con la fuerza de la huelga y de las calles, y para sacar a los militares y su estado de excepción. Solo sobre esta base podremos avanzar a que nuestras demandas y reivindicaciones sociales sean satisfechas.
Hay que imponer la lucha por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, a partir de la caída del gobierno y sobre las ruinas de este régimen, con representantes electos y revocables cada 20.000 electores y que ganen lo mismo que un trabajador, y que discuta sin ninguna traba todas las medidas sociales y políticas de emergencia en beneficio del pueblo trabajador. Una asamblea donde luchemos por un imponer un programa que instale medidas un salario mínimo y pensiones acorde a la canasta básica familiar, transporte público gestionado por trabajadores y usuarios que decidan las tarifas junto al pueblo trabajador, educación y salud pública y gratuita, así como la nacionalización del cobre bajo gestión obrera, y otras en ese sentido. Que sea soberana, es decir, que ninguna otra institución del Estado esté por encima de ella.