Rosa Cobos estudia el papel de la mujer en las sociedades capitalistas en su libro «Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción patriarcal»
Durante las últimas décadas hemos asistido como espectadores pasivos al desmantelamiento de nuestros estados, tanto política como económicamente. En estos últimos años, esta estrategia del sistema capitalista se ha representado más duramente ante nuestros ojos. Una estrategia mal llamada «crisis del capitalismo», ya que se trata de una alianza de los poderes económicos a nivel global que ha causado una crisis profunda en el modelo de sociedad y de estado del bienestar que se había edificado.
Dentro de este contexto de desmantelamiento del Estado, observamos la existencia de un gran silencio, en cuanto a cómo va a afectar y está afectando en la lucha por la igualdad de mujeres y hombres, es necesario preguntarse por la naturaleza de estos cambios y por los efectos sobre las mujeres.
Esta es la línea argumental de comienzo del nuevo libro de la profesora titular de sociología de la Universidad de la Coruña, Rosa Cobos*, «Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción patriarcal», en el que nos muestra que uno de los efectos más rotundos de los programas de ajuste estructural es el crecimiento del trabajo gratuito de las mujeres en el hogar. Este hecho es el resultado directo de los recortes de las ayudas sociales por parte del estado, pues aquellas funciones a las que renuncia el estado (salud o nutrición, entre otras) vuelven a recaer invariablemente en la familia y nuevamente son asumidos por las mujeres.
También las políticas macroeconómicas ejercen una influencia significativa sobre el trabajo no remunerado y sobre las condiciones de vida de las mujeres. El sistema impositivo, las políticas monetarias y el tipo de cambio influyen sobre las condiciones materiales de estas. A todo esto se le añade que las mujeres trabajan más y en peores condiciones, además que al ser uno de los sectores de población más pobres, son quienes más se han beneficiado con los programas sociales y por ello mismo son quienes más acusan las medidas de ajuste estructural, puesto que son estos servicios a los que se aplican los recortes en los presupuestos nacionales.
Los resultados de estas políticas económicas tienen un impacto rápido y visible en la vida de las mujeres y es que el estado redefine y expande lo «privado» para así invisibilizar los costes de desplazamiento de la economía remunerada a la no remunerada. La necesidad de alargar el salario para poder hacer frente a las necesidades básicas implica casi siempre un incremento del trabajo doméstico: más necesidad de cocinar o cambios en los hábitos de la compra, entre otros. El trabajo invisible de las mujeres aumenta cada vez que el estado deja de asumir funciones relacionadas con las ayudas sociales, ya que son las mujeres las que sustituyen al estado.
Otro aspecto negativo, que esta socióloga feminista nos muestra en su libro, es la ambigua inserción de las mujeres en el mercado laboral mundial. Nos muestra como los nuevos sistemas de producción flexible, consistentes en un cambio rápido de una línea de producción, que producen para el momento y apenas mantienen existencias mínimas de productos, requieren un nuevo perfil de trabajador/a. Deben ser personas flexibles, capaces de adaptarse a cambios rápidos, a los que se puede despedir fácilmente, que estén dispuestos a trabajar en horas irregulares, etc.Este segmento del mercado laboral se está convirtiendo en mano de obra heterogénea, flexible y temporal, trabajadores sin puestos fijos, mal pagados, con empleo a tiempo parcial, trabajadores a domicilio, trabajadores subcontratados por pequeñas empresas semi-informales que se encargarán de partes descentralizadas de los sectores dominantes, etc.
En todos los países se tiende a la desregulación del mercado de trabajo, eliminando regulaciones protectoras e instituciones con la excusa de que constituyen barreras para la flexibilidad y la competitividad.
El mercado mundial de trabajo muestra una creciente diferenciación entre una capa de trabajadores mayoritariamente varones altamente cualificados con ingresos altos y una «periferia» creciente excesivamente representada por mujeres e inmigrantes con empleos no permanentes, subcontratados, bajo condiciones laborales precarias y con ingresos bajos e inestables. En casi todas las regiones del mundo la participación de las mujeres en el mercado aumentó, pero las condiciones bajo las cuales se insertan las mujeres en ese mercado son desfavorables.
En el libro que estamos analizando se nos muestra, también desde casos o circunstancias concretas, como la globalización, en su versión económica y neoliberal, es un proceso que está ahondando cada vez más la brecha que separa a los ricos de los pobres y está llevando al límite la lógica del beneficio por encima de cualquier proyecto ético y político de desarrollo humano. En este contexto de ganadores y perdedores, las mujeres no se encuentran entre los ganadores porque su inserción en la nueva economía se está realizando en un terreno marcado por la desigualdad de género.
El capitalismo neoliberal está renovando el pacto histórico e interclasista con el patriarcado a partir de unos nuevos términos. Está eliminando una buena parte de las cláusulas, pero está dejando intacta la médula de ese pacto que se traduce en subordinación a los varones y explotación capitalista y patriarcal. Está desapareciendo paulatinamente la figura del varón como proveedor económico de la familia pero aparece una nueva figura, la «proveedora frustrada». Es la mujer que se inserta en el mercado de trabajo global, que se ve atrapada en una jornada interminable, a causa del aumento del trabajo gratuito e invisible del hogar y ahora, además, accede al mercado de trabajo como trabajadora «genérica», flexible, con capacidad de adaptación a horarios y a distintas tareas, sustituible por otra que no acepte las condiciones de sobreexplotación… Dos sistemas hegemónicos -patriarcado y capitalismo neoliberal- según nuestra autora, han pactado nuevos y más amplios espacios de trabajo para las mujeres, que se concretan en la renovación de la subordinación a los varones y en nuevos ámbitos de explotación económica y doméstica.
Además de lo expuesto, un tema que ya que estamos viviendo la inmensa mayoría de las mujeres de nuestro país, el libro también recoge reflexiones, dentro del contexto de sistema global, del debate sobre las relaciones entre las diferentes culturas. En las últimas décadas se han intensificado los debates y las discusiones sobre las relaciones entre distintas culturas. El multiculturalismo, el choque de civilizaciones, el diálogo transcultural o la interculturalidad, se han convertido en objeto de investigación y de discusión política. Las migraciones, la globalización informacional, la pobreza o los crecientes procesos de uniformización cultural son fenómenos sociales que están alimentando este debate.
La autora expone que se está produciendo un reforzamiento de las identidades culturales y de otras minorías sociales como una respuesta resistencial a una mundialización que parece querer borrar del mundo cualquier singularidad cultural y cualquier sujeto colectivo crítico. Y se interroga sobre el papel que juegan las mujeres en el interior de las culturas y que es lo que esas culturas piden a las mujeres en ellas insertas.
En opinión de Rosa Cobos, es un hecho que vivimos en una sociedad multicultural y que las mujeres son la representación metafórica de la cultura y sobre ellas recae el peso de defender la supervivencia de esa comunidad cultural. Ellas son las depositarias de la tradición y las guardianas de las esencias culturales. Por eso, resulta tan fundamental distinguir entre prácticas culturales que deben ser respetadas y protegidas de aquellas otras que deben ser demolidas. Y aquí el feminismo, para nuestra autora, es una voz autorizada a la hora de señalar los límites legítimos de la tradición.
Otro punto que se hace eco el libro es como perdura hasta nuestros días, incluso revitalizada la violencia sexual. Nuestra autora expone que la situación de las mujeres es de una gran ambivalencia, pues en partes amplias del mundo las mujeres han conquistado derechos individuales formalmente y además han hecho uso de ellos. El acceso a formas de independencia económica y de autonomía personal les ha permitido negar algunos privilegios masculinos en el seno de sus propias relaciones familiares y de pareja. Las relaciones entre hombres y mujeres desde una perspectiva microsocial han variado significativamente en muchas partes del mundo.
Pero la reacción del patriarcado se percibe viendo ahora con formas inéditas de violencia, los sectores más intolerantes y fanáticos de las sociedades patriarcales están respondiendo con inusitada virulencia. Sólo de esta manera puede entenderse el feminicidio o la extensión de la prostitución hasta el extremo de convertirse en la segunda o tercera fuente de beneficios tras el negocio de las armas y las drogas en el mundo.
O quizá, expone nuestra autora, todo esto es posible, porque en este proceso de rearme ideológico del capitalismo y de rearme ideológico del patriarcado, se está produciendo un proceso de re-naturalización de la desigualdad. La prueba de ello es que se está volviendo a transmitir a través de todas las instancias socializadoras y mediáticas la idea de que la desigualdad forma parte de la condición humana. Está cobrando nuevas fuerzas la idea de que la desigualdad no tiene que ver con procesos sociales y políticos, ni con estructuras de dominación, ni con sistemas hegemónicos, sino que la desigualdad forma parte y es inherente a la propia existencia humana.
Esta reaccionaria forma de pensar se está instalando entre nosotros y nosotras de una forma completamente silenciosa y subterránea hasta hacer posible la pérdida o recorte de derechos laborales duramente conquistados o encarar la inmigración como una ciudadanía de segunda o de tercera. Y es en este contexto en el que se está extendiendo la perversa idea de que la prostitución es una práctica social neutra y un trabajo como otro cualquiera que no está relacionado con el patriarcado.
Este libro, «Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción capitalista», da voz y luz a como los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad, a raíz de este nuevo rearme capitalista-patriarcal, están teniendo una repercusión directa en las condiciones de vida, libertad e igualdad de las mujeres. En como las mujeres tenemos que reaccionar unidas antes estos signos que podemos claramente identificar. Nos advierte como la ideología de la desigualdad se está instaurando en la composición de nuestra sociedad y las repercusiones que ello conlleva.
*Profesora de Sociología del Género en la Universidad de A Coruña, ha sido fundadora y primera directora del Seminario Interdisciplinar de Estudios Feministas de la misma universidad entre los años 2000-2003. Asimismo dirigió el Máster sobre Género y Políticas de Igualdad de la Universidad de A Coruña desde el año 2005 hasta el año 2008 y ha sido miembro de la Unidad de Mujeres y Ciencia (UMYC) del Ministerio de Educación y Ciencia 2006-2008. Ha recibido el Premio Carmen de Burgos al mejor artículo publicado en el año 1997 e imparte cursos y conferencias sobre género y feminismo en España y en América Latina. Entre sus publicaciones cabe destacar: Las mujeres españolas: lo privado y lo público (CIS), Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau (Cátedra), Interculturalidad, feminismo y educación (ed.) ( Los Libros de la Catarata) y Educar en la ciudadanía. Perspectivas feministas (ed.) ( Los Libros de la Catarata).
Editorial Los libros de la Catarata
240 páginas
Formato: 13,5×21 cm
ISBN: 978-84-8319-602-1
Ref: 1CM365