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Las pre escogencia del candidato presidencial en Colombia

Fuentes: Rebelión

Alguien explicando la Teoría del caos, puso el ejemplo de una esfera perfecta colocada en la cima de una pirámide, que al soltarla no se puede predecir hacia cuál lado de la pirámide caerá.

La muerte de Carlos Holmes, ministro de defensa de Colombia, ungido por el “caballista imputado” y la caterva neofascista que lo sigue, como el más seguro presidente del país, no solo fue un accidente, un azar del cual nadie tenía sospecha, ni imaginaba o creía posible; sino que además como la esfera en el vértice de la pirámide, no sólo introdujo un elemento caótico impredecible entre los gobernantes, como en todo el pseudo partido político que se autodenomina Centro Democrático (que ni es del centro y mucho menos democrático) al estimular los apetitos individuales en el almácigo o semillero de los muchos aspirantes a “remplazarlo”, como continuador del Poder dominante y quienes rápidamente llamaron a los oráculos de la gran prensa adicta (cuyos dueños son bastante bien conocidos) para que pusieran a circular sus nombres, todos, todos, al cual más el mejor:

 Tomás Uribe de “la casa”, Álex Char de la seccional Caribe, Federico Gutiérrez de Antioquia, la actual vicepresidenta Marta Lucía Ramírez por los contratistas de la seguridad nacional, Juan Carlos Pinzón por las fuerzas armadas, Paloma Valencia por la seccional del Cauca, Dilian Francisca Toro por la del valle del Cauca, Francisco Santos por el bloque capital, Noemí Sanín para el despiste y relleno, David Barguil del partido conservador y algunos burócratas destacados con menor opción como Juan Carlos Echeverri, Mauricio Cárdenas o el chiquito Luis Alberto Moreno de Pastrana.

Pero no solo en el uribismo gobernante han percibido el vacío. También los liberales, los así mismos llamados progresistas, verdes, e incluso liberales-socialdemócratas han eructado su codicia electoral atragantada, claro está, haciendo eco a la matriz mediática ideológica de constituirse como “centroizquierda”, enfrentada a los dos extremos de la baraja presidencial que señaló Nayibe. Así que mediante trinos escalonados pero coincidentes, los precandidatos Fajardo, Navarro, Robledo, De la Calle, Cristo y Juan Manuel Galán anuncian su confluencia y la continuidad de sus reuniones con el fin de continuar “discutiendo principios ideológicos que los unen” con el fin de conformar una alianza electoral de grandes expectativas (Consultar https://www.elespectador.com/noticias/politica/se-decantan-los-jugadores-de-la-alianza-de-centroizquierda/ )  

Inmediatamente hubo quien puso el grito en el cielo porque no lo incluían y la lista de ambiciones multicolor se agrandó con los “ninguneados” Angela María, el omnipresente Roy Barreras y claro, el delfín del expresidente dueño del partido Liberal: el gran intelectual colombiano Simón Gaviria.

La llamada “izquierda democrática” con su nuevo aporte, el partido Comunes, tampoco es ajena a esta movida aunque para poder entrar en este juego deberá primero sortear con éxito dos trampas que la acechan, no se sabe cuál de las dos más ominosa.     

1-Una responde a la pregunta: ¿Cree Usted sinceramente que el fascismo contrainsurgente en el Poder en Colombia, permitirá o tolerará que, una persona con las ideas políticas y la práctica que ha hecho de ellas el señor Gustavo Petro, pueda llegar a la presidencia de Colombia? ¿Sinceramente lo cree?

2-La otra es todavía más siniestra, producto de la aplicación y ejecución asimétrica del Acuerdo de la Habana 2016, en este caso de la Justicia Especial para la Paz: La cúpula o antiguo secretariado de las Farc-EP, actualmente dirigente del actual partido Comunes, ha sido llamada por esa jurisdicción transicional para que responda por los “crímenes de guerra” cometidos durante el conflicto que terminó con el desarme de esa guerrilla en el 2016.

Un llamamiento tal, con idénticas implicaciones internacionales no se ha visto simétrico al día dehoy. Por ejemplo, para los determinadores en la presidencia de la República de bombardeos con bombas racimo made in USA a niños menores de edad, o a los determinadores y ejecutores de la estrategia contrainsurgente llamada por el señor ministro de defensa J M Santos con el sugestivo nombre de “ falsos positivos”, o, de todas las infinitas atrocidades de guerra y las innumerables violaciones del DIH cometidos por los innumerables “actores Estales y aliados”, durante las fechas pactadas en el Acuerdo; esto para no remontarnos a los determinadores y ejecutores de los bombardeos con napalm estadounidense en 1964 en Marquetalia, con los que el Poder dominante de aquel entonces inició el conflicto que se pretendió finalizar en la Habana con el pacto Santos Timochenko en el 2016.

Pues bien, el tener en la frente la “pé”, de ser un criminal de guerra, hace prácticamente imposible cualquier actividad política por elemental que sea. No se diga de alianzas o convergencias con otros sectores que no querrán llevar en sus listas electorales a una persona tal, llámese comandante Tornillo, o Taladro, o lo que sea.

La trampa es sencilla y bien intencionada. Por algo los eclesiásticos y jesuitas metidos a jueces dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones: Si los miembros del antiguo Secretariado de las Farc-EP no aceptan esta acusación pasarán a la justicia ordinaria. A la conmovedora y enternecedora competencia “humanitaria” de la Fiscalía de Colombia.

Y si aceptan los cargos, como todo lo indica y se auto declaran “criminales de guerra”, y voluntariamente se ponen en la frente este hierro candente con todo lo que esto implica internacionalmente, pues es sabido por todos que estos crímenes de guerra nunca prescriben en la justicia universal. Así así no vayan (de momento, repito de momento) a una mazmorra colombiana, y les cambien esta por servicios sociales como recoger la mierda de los perros en los parques de los ricos del norte de Bogotá, u otros servicios sociales menos dignos, entonces no solo habrán cambiado o renegado del ideario por el cual lucharon con las armas en la mano durante tan largos años, vaciando sus vidas; sino que se habrán convertido en una patética nulidad política que negará el mismo Acuerdo que firmaron con el fin de dejar las armas, dizque para hacer política.

Mientras tanto, mientras los políticos se encuentran “embobados” cuadrando en público el círculo de sus voraces apetitos electorales, el bloque contrainsurgente que no descansa; con sus intelectuales que son muchos y muy bien preparados, ya ha desmenuzado en el análisis el conflicto reciclado en el que se encuentra la sociedad colombiana en el momento actual, con el fin de enfrentarlo parte por parte, incluido el cumplimiento de los requerimientos Internacionales con la nueva administración que se inicia en EEUU.

En un muy interesante análisis (como siempre subestimado) elaborado por Juan Carlos Garzón Vergara, titulado “Las 10 dinámicas que marcarán la violencia organizada en 2021” y publicado en la Silla Vacía, el 30 de enero del 2021. Se pueden ver los 10 elementos relacionados en el título y con los cuales el autor examina el conflicto reciclado en Colombia:

1- La relación de los homicidios con Pandemia Covid 19 y el comportamiento de la movilidad, tránsito y el transporte de vacunas anti corona.

2-La persistencia de los homicidios donde se han incrementado, incluidas las zonas pactadas en el Acuerdo 2016

3- La fragmentación de los grupos armados ilegales (GAI)

4- La estrategia de los “objetivos de alto valor”

5-Las masacres y la respuesta Estatal.

6-Los homicidios de los líderes sociales.

7- Los cuestionamientos a la Fuerza Pública.

8-La política antinarcóticos y la seguridad.

9- La Frontera colombo venezolana.

10 Las otras formas de violencia.  

 Concluyendo finalmente así:

“Las diez dinámicas aquí descritas no tienen un final predeterminado y no estamos sujetos a un destino trágico. La violencia organizada se puede prevenir y contener. Pero para lograrlo es importante entender sus rupturas, transformaciones y también sus continuidades. El conflicto armado en Colombia ha cambiado y se requiere una visión renovada de la seguridad, que supere la discusión sobre el vacío Estatal, para abordar de frente su eficacia y legitimidad. En esto, desafortunadamente, también es posible que haya pocos avances en 2021. Este estancamiento es una oportunidad para abrir el debate, pensar en alternativas y hacer propuestas. Un propósito para el año que comienza”- (consultar  https://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-paz/las-10-dinamicas-marcaran-la-violencia-organizada-2021-77594

Con esto, debiera quedar claro, cómo las contradicciones económico-sociales, jurídico-políticas e ideológicas se retuercen, se enmarañan, se complican y hasta se caotizan, en lo que se ha dado en llamar el nuevo conflicto reciclado de Colombia que como es evidente, va mucho más allá de la escogencia de un candidato presidencial para el 2022, con quien supuestamente se reemplazará esa otra nulidad política que ocupa actualmente la silla de la presidencia de Colombia.