Señalada por los defensores del libre mercado como el modelo a seguir para el continente, la economía chilena ha sido sin embargo una de las primeras en sufrir los efectos de la crisis mundial; poniendo así al desnudo el mito de la «izquierda responsable y progresista» que estadounidenses y europeos pretenden imponer frente al giro […]
Señalada por los defensores del libre mercado como el modelo a seguir para el continente, la economía chilena ha sido sin embargo una de las primeras en sufrir los efectos de la crisis mundial; poniendo así al desnudo el mito de la «izquierda responsable y progresista» que estadounidenses y europeos pretenden imponer frente al giro de América Latina hacia opciones transformadoras.
Para el economista chileno Orlando Caputo, la apertura económica y los TLC hicieron que la economía del país andino fuera más afectada por la crisis. Caputo es miembro del grupo de trabajo de Economía Mundial, Corporaciones Transnacionales y Economías Nacionales del Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Durante el gobierno del presidente Salvador Allende, se desempeñó como gerente general de Codelco (Corporación Nacional del Cobre). Después del golpe militar se exilió durante 17 años a México, donde impartió clases en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Los ideólogos del capitalismo presentan la economía chilena como un ejemplo para nuestro continente. ¿Qué impactos ha tenido la crisis mundial sobre ella?
La economía chilena presentaba un agotamiento relativo previo a la crisis actual. De hecho, entre las grandes economías de América Latina, Chile y México han sido las de menor crecimiento en los últimos años. Además, la apertura de la economía chilena y los Tratados de Libre Comercio (TLC) permiten que los impactos de la crisis se transmitan en forma acelerada hacia Chile.
Si medimos las variaciones del Producto Interior Bruto (PIB) en Chile como en los países desarrollados (es decir, con relación al trimestre inmediatamente anterior), la economía chilena entró en recesión a partir del tercer trimestre de 2008, con disminuciones de la producción en el tercer y cuarto trimestres. Estudios de Merrill Lynch (consultora norteamericana) no sólo confirman que Chile entró en recesión, ¡sino que fue el primer país de la región en esta situación!
En la misma época, los Fondos de Pensiones de los trabajadores (acumulados por décadas e invertidos en gran parte en las Bolsas de Chile y de otros países, particularmente Estados Unidos) habían perdido cerca de 37 mil millones de dólares con relación al valor de diciembre de 2007. Esto equivale a una pérdida de 33,3% del valor global de estos fondos.
Además de esto, las pérdidas anualizadas por la caída del precio del cobre en el cuarto trimestre de 2008 se estiman en 25 mil millones de dólares. El cobre, principal riqueza básica del país, representa más del 60% de las exportaciones globales chilenas en los últimos años.
La suma de ambas pérdidas equivale a cerca del 50 por ciento del PIB chileno y a cerca de seis veces el PIB anual de Bolivia. El impacto en la sociedad chilena y en los indicadores macroeconómicos (consumo, inversión y producción) fueron muy drásticos y el desempleo creció aceleradamente. Todo esto está relacionado con los elementos centrales del neoliberalismo y de los TLC: la flexibilidad laboral y las reformas a la legislación laboral; la libre circulación del dinero y del capital; la privatización y desnacionalización del cobre, así como la transformación del sistema previsional.
En 1971, el gobierno del presidente Allende había nacionalizado el cobre, reinvirtiendo estos recursos en el desarrollo social y productivo del país. ¿Qué queda hoy de esa medida?
Bajo la política de nacionalización impulsada por Salvador Allende, el Estado (a través de Coldelco) controlaba cerca del 100% de la producción de cobre. Hoy en día esta cifra alcanza apenas el 26,2%. Con la dictadura se restauraron las bases del capitalismo y el incremento de la tasa de ganancias. Esto se hizo, entre otros aspectos, a través del aumento de la explotación de los trabajadores; la privatización de empresas y el desarrollo del capitalismo en el campo.
Por otra parte, el neoliberalismo ha profundizado el carácter primario exportador de la economía chilena y aumentó su dependencia y vulnerabilidad. En varios documentos hemos denunciado la desnacionalización del cobre, los grandes beneficios y remesas de las mineras mundiales en Chile. Hemos tenido presente que la desnacionalización del cobre es anticonstitucional, ya que la Constitución chilena señala categóricamente que «el Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas».
¿Cómo explica los bajos precios del cobre y qué impacto tienen sobre la economía chilena?
De 1996 a 2003 se produjo una fuerte disminución del precio del cobre por la sobreproducción mundial creada desde Chile por las transnacionales mineras. Con los precios bajos, abastecen a sus empresas asociadas en otros países que funden, refinan y manufacturan el cobre. Por otra parte, las industrias de la construcción y de la automotriz usan intensamente el cobre a escala mundial. Ambas, claves en la crisis actual junto a la disminución de la demanda de China, provocaron una caída importante de los precios.
Las mineras se han beneficiado con períodos de bajos precios causando graves daños a Chile y son las más beneficiadas con los períodos de precios elevados. Éstos se incrementaron a partir de septiembre de 2003, por el ajuste de la oferta y por el incremento adicional de la demanda China. El impacto en las remesas de ganancias e intereses de las inversiones extranjeras se manifestó de inmediato con fuertes incrementos de ellas. Las remesas totales en 2006 fueron superiores a 25.000 millones de dólares, de los cuales se estima que 20.000 millones han sido remesados por las grandes mineras mundiales que controlan el cobre chileno. Estas ganancias han llegado a ser tan elevadas que superan el valor de las inversiones extranjeras realizadas en la minería chilena desde 1974 a 2006, que fueron 19.900 millones de dólares.