Si durante los últimos veinticinco años los diversos gobiernos colombianos por «razones de Estado» han venido incentivando, creando y patrocinando grupos y Escuadrones de la Muerte como los llamados ‘Paramilitares’ colombianos, lo más lógico es que el narco-paraco gobierno de Álvaro Uribe acudiera a la misma fórmula de invocar ‘razones de Estado’ -en un Estado […]
Si durante los últimos veinticinco años los diversos gobiernos colombianos por «razones de Estado» han venido incentivando, creando y patrocinando grupos y Escuadrones de la Muerte como los llamados ‘Paramilitares’ colombianos, lo más lógico es que el narco-paraco gobierno de Álvaro Uribe acudiera a la misma fórmula de invocar ‘razones de Estado’ -en un Estado mafioso- para ayudar a sus compinches que se encuentran prisión por actividades delictivas.
Pues es él, Álvaro Uribe ‘el jefe de jefes’ como cariñosamente lo llaman sus criminales y mafiosos socios: Mancuso, don Berna, Jorge40, etc., el principal promotor, benefactor, defensor y responsable de que en Colombia se estableciera este aberrante y criminal método de eliminar a todos aquellos que se oponen a la injusticia y a la opresión implementada por la elites oligárquicas colombianas.
Es ‘el jefe de jefes’ como cabeza connotada el responsable de que este macabro proyecto narco-paramilitar por ‘Razones de Estado’ se convirtiera en el Holocausto Colombiano.
Pero esta barbarie no ha sido suficiente, ahora Uribe pretende que los monstruosos crímenes de lesa humanidad perpetrados por los paramilitares contra humildes e indefensos campesinos, sindicalistas, estudiantes y opositores al opresor régimen mafioso colombiano, no solo queden una vez más en la impunidad, sino que los narco-paramilitares y para-políticos que están tras rejas salgan libres.
Cuando los paramilitares y para-políticos, que se encuentran en prisión prendieron el ventilador, porque sus verdaderos Jefes creadores y responsables del paramilitarismo no les habían cumplido con los acuerdos a los que se habían comprometido, entonces vinieron las declaraciones por boca de los jefes paramilitares en las que no solamente planteaban que el proyecto paramilitar es una política de Estado, sino que además comprometían directamente al propio Álvaro Uribe de ser al ‘el jefe de jefes’; igualmente afirmaban que la casa de la familia Santos estaba comprometida en la creación de frentes paramilitares y en la planeación de golpes de Estado; que empresas como Postobón y Bavaria (por ende sus propietarios, Ardila Lula y Santodomingo, también) patrocinan con dinero el paramilitarismo; que empresas bananeras nacionales y extranjeras hacen lo mismo; que altos oficiales del ejército y la policía son auxiliadores y responsables de muchas de las torturas, desapariciones y masacres cometidas en las dos últimas décadas en Colombia.
Solamente bastó que los jefes paramilitares dieran un pequeño adelanto de lo que saben y lo que pueden decir, para que Álvaro Uribe saliera inmediatamente a tratar de tapar y desviar la atención nacional e internacional de los horrendos crímenes de lesa humanidad perpetrados en campos y ciudades de Colombia, en los que no sólo están implicados el mismo Álvaro Uribe y a su familia, ya que varias de estas masacres se cometieron en fincas de propiedad de la familia Uribe Vélez, sino también los verdaderos ‘patrones’ del proyecto de Estado paramilitar: la corrupta y lacaya elite colombiana, la cúpula empresarial e industrial, terratenientes y ganaderos, los altos oficiales de las fuerzas armadas y de policía. Con esto se confirma una vez que en Colombia lo que existe es unas elite política y militar cuyo principal modus operandis es el terrorismo de Estado para sostenerse en el poder.
Ante las declaraciones de los paramilitares, Álvaro Uribe en un esfuerzo por bajarle presión a los señalamientos y amenazas de los jefes paracos, que se suman a los grotescos escándalos políticos y judiciales que lo tienen contra las cuerdas y que ya tocan tanto a las puertas de su propio despacho como a las de todos sus más cercanos colaboradores, y buscando que no continúe profundizándose la tremenda crisis de inestabilidad política y gubernamental que vive hoy Colombia, lanza unilateralmente la propuesta de la «liberación de los miembros de las FARC» que se encuentran prisioneros en las cárceles del régimen burgués colombiano. Para tal propósito afirma invocar ‘razones de Estado’ las cuales corresponden más con las típicas formas de actuar y a los intereses de un Estado mafioso.
Álvaro Uribe busca con esta propuesta tender una cortina de humo que sea capaz de esconder los escándalos de la para-política gubernamental, la profunda crisis política que no acaba de tocar fondo y el terrorismo de Estado colombiano.
Además de ello, sus objetivos son:
1. Desviar la atención nacional e internacional para evitar que se siga señalando e imputando al gobierno de Uribe Vélez de ser el típico régimen de un Estado mafioso. Igualmente impedir que la justicia avance en sus investigaciones a congresistas, militares, personalidades y contra su gobierno, por evidentes nexos con la narco-para-política.
2. Excarcelar unos cuantos desertores que dicen ser insurgentes, los cuales fueron celosamente escogidos para que correspondieran a los propósitos mediáticos de propaganda implementada por el régimen uribista. Junto a estos desertores se sacó de la cárcel a Rodrigo Granda, miembro de la comisión internacional de las FARC, secuestrado por los servicios de inteligencia colombianos en Caracas hace dos, con esta jugada que no estaba en libreto de Uribe sino que fue producto de la ‘sugerencia’ del presidente francés (N. Sarkosy), se fortalecía y ampliaba la campaña propagandística.
3. Una vez realizado el espectáculo de cara a la tribuna mediática, se entra al siguiente paso utilizar la misma argucia mentirosa de ‘razones de Estado’ para sacar de las cárceles a todos los paramilitares acusados de crímenes de lesa humanidad y a todos los para-políticos y miembros de la administración sindicados por su relación e implicación en el proyecto paramilitar estatal.
Una vez anunciado el famoso plan los medios de comunicación trataron de sembrar la confusión de que ante tan ‘trascendental paso de generosidad’ dado por el gobierno de Uribe y acompañado con los buenos oficios Sarkosy, presidente de Francia, en pocos días los retenidos o prisioneros de guerra que están en manos de las FARC serían liberados, pues a éstas no les quedaba otro camino que seguir.
Con esta amañada argumentación lo que se está es tratando es de abrirle paso y ambientar la posible opción del rescate por la vía militar a sangre y fuego por parte de las fuerzas militares del gobierno de Uribe, en el que la vida de los retenidos correría grave peligro. Para sustentar tales acciones militares se apoyarán en la tesis de cómo Uribe fue con su «generosidad capaz de liberar» a miembros de las FARC y éstos una vez más demuestran su «falta de voluntad de paz y de negociación.»
El gobierno narco-paraco de Uribe y los medios de desinformación colombianos llenos de entusiasmo argumentaron que con la ayuda de Nicolas Sarkosy las cosas serían a otro precio, pues él llevaría el tema a la Cumbre del G-8 en Alemania, para que en su conjunto el G-8 respaldara la política del Gobierno de Uribe, pero veamos que fue realmente lo que salió de esta Cumbre frente al Conflicto en Colombia, y cuál fue el «espaldarazo-batacazo» que recibió Uribe.Antes seguir adelante es bueno hacer unas aclaraciones necesarias sobre el documento que salió de la Cumbre 2007 en Alemania en el que se hace referencia a Colombia, y lo que se publica en la versión-traducción falsa en español por la Revista Semana y el diario El Tiempo, en la que se omiten palabras y frases completas, se le cambian sus significados a otras y no contentos con ello, pretenden tergiversar su interpretación. A continuación el texto original en inglés del G-8 tomado de su página oficial (CHAIR’S SUMMARY, Heiligendamm, 8 June 2007, página 8, (ver aquí el documento original en pdf). Las negrillas y subrayados son las palabras y frases que se omitieron o que se cambió el significado por parte de Semana y El Tiempo:
Texto original en inglés:
«Colombia: We have discussed the recent developments that have occurred in Colombia in the last few days. We acknowledged and welcomed the bold and courageous decision by President Uribe of Colombia to release a significant number of prisoners, including Mr. Rodrigo Granda, as a positive humanitarian step.Against this background, we call on the FARC to consider urgent steps that would contribute to a humanitarian solution leading to the liberation of hostages detained by the FARC, as well as guerilla fighters that have not yet been released. We urge all those concerned to continue to make the best use of French, Spanish and Swiss facilitation in this regard. We expressed our hope that such a humanitarian solution might pave the way to the resumption of a peace process to the benefit of the entire Colombian people.»
Lo que más llama la atención es que las versiones que estos dos medios desinformación publican es exactamente igual (Ver el artículo de Semana aquí) y la manera deliberada como omiten en un texto tan corto palabras y frases clave. Valdría la pena preguntarnos por qué omitieron la traducción de la palabra «bold», cuya significado en español es: ‘intrépido’ y su segunda acepción según el diccionario de la academia de la lengua española se refiere a una persona «Que obra o habla sin reflexión.» Será que hace inequívoca referencia a Uribe?
En cuanto a la palabra «consider» que significa ‘considerar’ acá la traducen amañadamente por «aceptar». Pero lo más grave y el colmo del descaro es la siguiente frase por los profundos contenidos políticos que esta conlleva, veamos qué plantea textualmente el documento del G-8 en inglés: «as well as guerilla fighters that have not yet been released.» Su traducción exacta es: «así como también los COMBATIENTES GUERRILLEROS que aún no han sido puestos en libertad». Valdría la pena que Semana y El Tiempo expliquen por qué la omitieron.
Si ahora leemos con atención vamos a entender por qué tramposa y deliberadamente la Revista Semana y El Tiempo coinciden en publicar una falsa traducción, pues lo que esperaba el gobierno de Uribe, los medios de desinformación colombianos y la elite política era que en alguna parte de este documento se hiciera referencia al terrorismo, y se encontraron, para desgracia de Uribe, con un documento de la Cumbre del G-8 que no solamente le reconoce el Estatus político de organización beligerante a las FARC sino que llama a las partes para que la liberación de los rehenes sea el resultado de un acuerdo humanitario de negociación entre las partes, y que fruto de ello, del acuerdo humanitario, ‘se convierta en un camino para la reanudación del Proceso de Paz, que pueda beneficiar a toda la sociedad colombiana.’Y siguiendo el refranero que últimamente se impone en Colombia la reflexión que se impone es que «fueron por lana y salieron trasquilados.»
Concluyendo se puede afirmar que nuevamente el balón está en el campo del Estado mafioso colombiano y en manos del «jefe de jefes», y que ahora le toca decidirse a jugar por a un acuerdo humanitario para la liberación de los rehenes que sea el resultado de una negociación en una zona despejada entre Gobierno-FARC o si va a optar por un riesgoso rescate por la vía militar. Cualquiera de los caminos que se tome va a tener dos elementos de peso hoy: Uno, que ahora mismo la comunidad internacional está mirando con lupa los acontecimientos del conflicto interno colombiano, y dos, que con el reconocimiento de combatientes guerrilleros que el G-8 le concede a las FARC, las cosas cambian enormemente tanto en la arena política nacional como internacional.– Carlos Andrés Gómez es analista de temas latinoamericanos.