Se ha presentado como la esperanza blanca de un nuevo PSOE, un PSOE más orientado a la izquierda ha dicho y repetido. Era poco creíble. Uno de sus apoyos, el de Susana Díaz, tiene muy poco que ver, más bien nada, con la izquierda. Y si hay dudas, que se pregunte a los consejeros de […]
Se ha presentado como la esperanza blanca de un nuevo PSOE, un PSOE más orientado a la izquierda ha dicho y repetido.
Era poco creíble. Uno de sus apoyos, el de Susana Díaz, tiene muy poco que ver, más bien nada, con la izquierda. Y si hay dudas, que se pregunte a los consejeros de IU que colaboran (¿aún?) con ella y su partido en el gobierno de la Junta de Andalucía.
Por si aun reinase la esperanza en algún ser sumamente bondadoso dispuesto a dar mil y una oportunidades, las primeras declaraciones tras ser elegido como nuevo secretario general lo han dejado todo meridianamente claro:
1. Es necesario un giro a la izquierda del PSOE… No por convicción sino para ganar elecciones.
2. Sus referentes: don Felipe González y Matteo Renzi.
3. ¿Por qué? Porque ambos han reunido, según Sánchez, dos cualidades: ser de izquierdas y ser reformistas.
¿Qué entenderá por izquierda Pedro Sánchez? ¿Qué entenderá por reformismo? ¿Cómo se puede considerar a Renzi un reformista de izquierdas? ¿Cómo alguien informado a estas alturas de la jugada puede pensar en don Felipe ex Gas Natural caza-ratones-no-importa-de-qué-manera como una personalidad de izquierdas y reformista? ¿No será más bien de dura derecha y contrarreformista?
Definitivamente, sin atisbo para ninguna duda: el PSOE de estos últimos 40 años ha sido un partido del sistema, del régimen si se prefiere, con méritos acentuados en estos últimos tiempos. Nada cambia, nada se altera de forma sustantiva en sus dominios. La vida del segundo partido, a veces primero, de las restauraciones borbónicas sigue igual.
Y por si faltara algo, a lo largo de cuatro décadas, se han mostrado incapaces de romper el cordón umbilical que les ata a don ex Gas Natural.
¿Y quién manda aquí preguntaría Erich Fried? ¡Pues… está claro quien manda!
Nota:
[1] El País, 15 de julio de 2014
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